Manifiesto de la Red Construyamos

altA nueve meses del terremoto
EN LA UNIDAD Y LA SOLIDARIDAD, EL GRAN CONCEPCIÓN
RE NACE
Queridas amigas, ciudadanas, hermanas, compañeras,
Queridos amigos, ciudadanos, hermanos y compañeros,

El 27 de febrero nos golpeó uno de los terremotos de mayor intensidad que la historia regis-
tra. Remesón seguido por un maremoto que ahogó lo construido en décadas por nuestro pueblo.
Nuestra región fue una de las más afectadas, destruyendo vidas, casas, parte de su infraestructura
vial y sus industrias.

Con el paso de los meses la crisis se agudiza, el mercado y la legalidad siguen afectándonos,
desde aquel que perdió su departamento en un edificio recientemente construido, en que la ley pro-
tege a inmobiliarias, bancos y aseguradoras, dejando a sus habitantes sin un futuro cierto, hasta las
cientos de barriadas arrasadas por el maremoto, agrupándolas en campamentos de emergencia que
no cuentan con las condiciones mínimas para superar la tragedia y sin soluciones dignas en el corto
o mediano plazo.

Miles de trabajadores y sus familias han sido desprovistos del sustento básico. La utilización
indiscriminada por algunos empresarios del “caso fortuito o fuerza mayor”, como mecanismo de
despido, hace evidente el deseo irrefrenable de aumentar sus utilidades a costa de la inestabilidad
laboral y la precariedad del empleo.

Bajo estas circunstancias, el terremoto nos permitió ver la pérdida de valores, cómo se ha
sustituido al ser humano por el consumidor. La moral exitista, el individualismo y el consumismo,
mostraron su cruel realidad.

También supimos del olvido de las regiones y provincias, lo que hace aún más dramática la
situación de las zonas perjudicadas. El centralismo evidenció su inoperancia.

El 27 de agosto dijimos: No tenemos nada que celebrar este Bicentenario y manifestamos
nuestro reclamo, porque las medidas de reconstrucción no se notan en nuestras vidas. Pero ¿qué ha
pasado en estos 9 meses? ¿Qué ha cambiado en todo este tiempo?

Se conservan las mismas leyes que nos mantienen indefensos: siempre manga ancha para los
grandes negocios y angosta para la persona común, para el que vive de su trabajo. Mientras, la Ley
de Reconstrucción pasa sin conocimiento de la ciudadanía y sin participación popular. En vez de eso
y con el argumento de favorecer al país, el Senado aprobó el proyecto de Royalty, garantizando la
explotación del cobre chileno por la gran minería trasnacional...

En un país repleto de valiosos recursos, con ricas tierras y abundante mar, con posibilidades
para todos y todas, ¿por qué no participamos de sus riquezas, cómo es posible tanta fragilidad?

¡Así es, también hay los que ganan gracias al terremoto! Y quien pierde nuevamente, noso-
tros, nosotras, los mismos que vimos flotar nuestras viviendas en el mar, los mismos que perdimos
nuestros inestables empleos. El Estado no garantiza los servicios básicos y adecuados de la Salud, la

Educación, la previsión, en vez de eso los privatiza y convierte en negocios para quien puede com-
prarlos.

La catástrofe desnudó los pilares podridos sobre los que está construido nuestro país. Por eso
no nos limitamos a re-construir, queremos construir una sociedad distinta, fundada en valores dife-
rentes para nuestros hijos e hijas, en la solidaridad, la justicia, la igualdad, la hermandad.
Ante los males de una sociedad desorganizada y desmoralizada, bajo el apetito voraz de unos
pocos, el principal y verdadero problema ha sido la ausencia de una sociedad organizada, capaz de
construir en comunidad.

Nos dimos cuenta de que es necesaria y útil la organización, que podemos unirnos al vecino,
que la solidaridad es la mayor garantía de seguridad. Descubrimos en esos días fatídicos que siguie-
ron al 27 de febrero que somos fuertes, capaces de unirnos y que podemos ser solidarios. ¿Estamos
dispuestos a renunciar a ello?

Afortunadamente, están los gremios, las organizaciones estudiantiles, los profesionales con-
cientes en pro de la educación y la salud; están las organizaciones que se plantean el problema de la
vivienda, los damnificados unidos por sus derechos; los trabajadores también recuperan su concien-
cia luego de una larga época de barbarie económica, los consumidores y ciudadanos se organizan.
Pero ninguno puede seguir solo.

Red Construyamos es una red de organizaciones vecinales y laborales, agrupaciones religio-
sas, de científicos, profesionales y artistas locales, trabajadores y trabajadoras, una red humana que
se quiere fortalecer, porque nada conseguiremos actuando solos y nadie nos regalará nada. Unidad
en la diversidad que representamos, reconociéndonos y haciéndonos solidarios con el problema de
aquel que está a nuestro lado. Nuestro problema es también el problema del otro, y el problema del
otro es nuestro problema. Y somos también concientes de que nuestros problemas particulares son
frutos de una misma causa: el orden económico y social en el que vivimos.

Sin embargo, para que la unidad se haga verbo, tenemos la responsabilidad de construir. Las
prioridades de una vida individualista y consumista están lejos de nuestra felicidad, porque la felici-
dad se construye con nosotros y nosotras, con nuestros verdaderos sentimientos y profundas espe-
ranzas.

Muchos y muchas han perdido demasiado, muchos y muchas -si no hacemos nada- perderán
aún más. Sin embargo, podemos levantarnos. No nos sirve para ello la soledad individualista ni el
egoísmo que enseña el modo de vida imperante. Este país es suficientemente rico para crear, crecer
y compartir.

Podemos tomar una decisión o dejarnos llevar por corrientes ajenas. Tenemos la opción de
organizarnos para construir este país de una manera justa. La pregunta es: ¿cree usted en la solidari-
dad?, ¿podemos caminar a la gran vecindad? ¿Es posible soñar la nueva casa de todas y de todos?
Sólo usted sabe, solamente usted elige.

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