19 de marzo de 2003: El presidente George W. Bush da la orden de iniciar el ataque aéreo contra Iraq en una operación militar bautizada como “Libertad para Iraq”.
19 de marzo de 2011: Las fuerzas de la OTAN comienzan ataques aéreos contra Libia, escudándose en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU destinada supuestamente a establecer una zona de exclusión aérea sobre ese país norafricano.
Coincidencias históricas para el apetito imperial. Emparentamiento en fechas de la barbarie, la deshumanización, el despojo.
Nueve años después del primer bombardeo, Iraq es hoy un país dividido, enfrentado, saqueado. Más de un millón de ciudadanos murieron como consecuencia de la guerra. Parte del tesoro cultural de la nación fue expoliado, Los enfrentamientos entre shiítas, sunnitas y kurdos van en aumento. La violencia creciente afecta psicológicamente a 2 de cada 5 iraquíes.
Pese a la riqueza petrolera que se extrae de ese territorio, más del 50 por ciento de los ciudadanos en edad laboral está sin empleo, el 75 por ciento de los niños ha desertado de la actividad escolar, los servicios de electricidad, agua y otros básicos son inoperantes y alientan el malestar social que ha sacado a la calle a decenas de miles de personas. El país es un caos.
En Libia, doce meses después de la cruzada para “liberar” ese territorio, la situación es igualmente dramática. La división nacional es casi un hecho: tanto desde Bengasi como desde Misrata se proclama la autonomía. Milicias armadas campean por doquier. Las prisiones clandestinas pululan y son centros de ejecuciones sumarias y torturas en los que se hacinan unos 8 mil reos sin cargos probados. La población negra es objeto de vejámenes y crímenes. El Gobierno provisorio solicita financiamiento externo, mientras se guarda silencio sobre el destino de los 300 mil millones de dólares de reserva que Libia tenía en bancos europeos y norteamericanos.
Las huellas de las guerras imperiales son claras. Sembrar el caos para apoderarse fácilmente de los recursos es su propósito. Poco importa el destino final de esos pueblos a los que adormecieron con promesas para despertarlos con penumbrosas realidades.
Cada 19 de marzo debiera ser fecha para la indignación mundial, la vergüenza, la protesta iracunda, la condena.
Foto: Bombardeos de la OTAN contra Libia en 2011.
DOCUMENTAL: LA GUERRA QUE USTED NO VE
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