Más de 550 personas han muerto en tres estados del sureste de Brasil por las lluvias más intensas que han caído en los últimos 50 años, de acuerdo con los reportes de las municipalidades afectadas. El número de desaparecidos es aún desconocido y el gobierno de Dilma Rousseff afirma que la construcción irresponsable en zonas de alto riesgo es una de las causa principales de la tragedia.
El estado de Río de Janeiro sigue siendo el más afectado por las precipitaciones, el número de fallecidos ya alcanza los 506 debido a los deslizamientos y grandes aludes de tierra que cayeron en viviendas de la región montañosa de esta entidad.
Las calles de ciudades como Petrópolis, Teresópolis, Nova Friburgo, Sumidouro y São José do Vale do Rio Preto se transformaron en ríos de barro, que arrastraron personas, casas, autos y árboles desde las laderas de las desgarradas sierras.
En Nova Friburgo, una ciudad industrial y agrícola 140 km al norte de Rio de Janeiro al menos 225 personas murieron, informaron los servicios municipales a los medios locales.
En la turística Teresópolis, unos 100 km al norte de Rio, otras 223 personas perdieron la vida, en la vecina Petrópolis, una ciudad imperial, fueron 39, y en Sumidouro se reportaron 19 fallecidos.
Según autoridades del estado de Río, las cifras pueden aumentar debido a que las lluvias continúan y los bomberos mantienen la búsqueda de personas declaradas como desaparecidas, cuyo número no ha sido establecido.
En el vecino Sao Paulo, el último balance dado por las autoridades brasileñas señaló que 13 personas perdieron la vida.
La crecida del río Tieté inundó algunos tramos de la principal carretera de circunvalación de ese estado, lo que causó una situación de caos en la circulación y retenciones de tráfico en la región metropolitana, habitada por veinte millones de personas.
Calles inundadas e impresionantes aludes de tierra se pudieron observar este miércoles a través de las televisoras locales.
En el estado de Minas Gerais se anunció que han ocurrido al menos 37 decesos.
Ante este panorama, las autoridades estatales declararon desde la semana pasada el estado de emergencia en 65 ciudades e implementaron el traslado de personas que viven en zonas de riesgo para albergues provisionales.
La presidenta Dilma Rouseff anunció el jueves que liberó 460 millones de dólares de ayuda y ordenó a las Fuerzas Armadas prestar todo el apoyo necesario para las personas afectadas que alcanzan las 40 mil, según el último reporte.
A las zonas de emergencia fueron enviados 250 soldados de la Fuerza Nacional, 150 policías militares y 80 bomberos para asistir en las tareas de rescate y evitar saqueos. Además ordenó a las fuerzas armadas aportar transporte aéreo y montar un hospital de campaña móvil.
La mandataria, que sobrevoló las zonas afectadas, dijo que “es un momento muy dramático. Las escenas son muy fuertes. Es visible el sufrimiento de las personas. El riesgo es muy grande".
"Tenemos que rescatar a la gente, reestructurar las condiciones de vida en las regiones afectadas, asegurar el acceso a medicamentos y a tratamientos de salud", ordenó Rousseff, quien además dijo que la vivienda “en área de riesgo en Brasil es la regla, no es la excepción".
Solidaridad internacional
Ante la tragedia en Brasil, los Gobiernos de Argentina y México han sido los primeros en ofrecer su solidaridad para enfrentar las consecuencias de las precipitaciones.
El gobierno mexicano "transmite su más sentido pésame a los familiares de las víctimas de las intensas lluvias que han afectado en los últimos días" a cuatro estados brasileños, dijo la Secretaría de Relaciones Exteriores en un comunicado.
Por su parte, la presidenta argentina Cristina Kirchner puso a disposición del gobierno brasileño toda la ayuda que pueda necesitar para atender a los damnificados, de acuerdo con la prensa local.