El amor es más que amar, es un gran límite del que nadie sabe dónde se puede llegar.
Hace mucho tiempo, cuando la sureña ciudad de Lota se encontraba en sus mejores momentos debido a la minería, llegaba mucha gente para establecerse en la ciudad. Estas personas se caracterizaban por ser muy trabajadoras y de mucho esfuerzo y sacrificio.
Cierto día llegó una humilde y joven pareja buscando nuevas oportunidades. José y Andrea decidieron quedarse en Lota para establecer su hogar; a los pocos días a José lo contrataron en la mina de carbón. Él, muy alegre, le contó de su nuevo trabajo a su mujer, Andrea muy feliz le dijo que cada día de trabajo ella le iría a dejar el almuerzo a la mina.
Ellos eran muy felices a pesar de lo poco que tenían, ya que estaban muy enamorados; José era Andrea y Andrea era José, ambos se pertenecían el uno al otro gracias al amor que se tenían.
Salió José a su primer día de trabajo, en la mina trabajaban muchos hombres de todas partes de Lota. A la hora de almuerzo, como se lo había dicho Andrea, ella le llevó el almuerzo a su amor, de esa forma la amada de José iba todos los días a dejarle el almuerzo. Al poco tiempo los compañeros de trabajo de José comenzaron a mirar y halagar a Andrea por su gran belleza, lo que generó celos en el corazón de José; pero él sabía que Andrea lo amaba con el profundo amor de su alma, así que él no se amargaba y menos se enojaba con ella.
A los meses siguientes, durante una noche, decidieron formar una familia y tener hijos ya que la situación económica estaba muy bien para ellos; aquella noche hicieron el amor para que Andrea quedara embarazada. Pasaron las semanas y Andrea no sentía síntomas de embarazo, José no se preocupó mucho y siguieron intentando... Llegó la primavera y su mujer como siempre dejándole el almuerzo a su amado cada día y, como era costumbre, siempre halagada por los compañeros de José.
Pasaron meses de trabajo y estabilidad en Lota, José fue contratado por la empresa minera, pero no todo podía estar bien. Andrea no podía quedar embarazada, tristemente José y Andrea aceptaron su desdicha. Pero José, sin darse cuenta, ya no sentía el mismo amor único por Andrea, ella se pudo dar cuenta de que José ya no era el mismo de antes, el que la trataba con amor y dedicación.
Un día de primavera, Andrea quiso darle una sorpresa a su marido para olvidar la pena. Estaban en pleno trabajo en la mina, Andrea había preparado su comida favorita y entró a la mina sin saber que los mineros creían que las mujeres no pueden entrar a una mina porque puede ocurrir una desgracia; ella entró, buscó a José pero no lo encontró, así que decidió esperarlo fuera de la mina.
En ese instante, mientras que ella lo esperaba, algo salió mal en la mina y ocurrió una gran tragedia, la mina se derrumbó por completo, se destruyó en mil pedazos. Andrea, desesperada, gritaba ¡auxilio!!!, pidiendo ayuda; llegaron los otros mineros a ayudar, pero no había posibilidades porque la mina estaba completamente destruida. Andrea, con el alma en un hilo buscaba a José, gritaba su nombre, pero ella no lo encontró, sólo escuchaba a las mujeres y niños gritando. José no apareció, murió dentro de la mina junto con todos los demás mineros.
Andrea, sin aceptar la muerte de José seguía yendo todos los días a la mina, como siempre a dejarle su almuerzo, lo esperaba afuera de la mina con su olla de comida y la charra para beber agua hasta el anochecer… pasaron meses así.
Luego la empresa minera decidió reconstruir una nueva mina en el mismo lugar, aún así Andrea iba a dejarle el almuerzo a José, esperándolo hasta las tantas de la noche y siempre se iba llorando para su casa, pensando que José la dejaba abandonada. Los nuevos mineros que no conocían lo que había pasado, le decían ‘la loca de la mina’. Andrea estuvo así varios meses después que construyeron la nueva mina, hasta que una noche se fue su casa y en su desesperación y locura, tomó un cuchillo y se lo enterró en el vientre, diciendo “Dios, porqué soy tan desdichada y no pude darle un hijo a mi amado José”. Fue precisamente a medianoche que Andrea se quitó la vida.
Pasó mucho tiempo, nadie se preguntaba por ella ni nadie la echaba de menos. Terminando el mes de la primavera un minero llamado Mario, muy humilde, casado y con dos hijos, estaba trabajando en la mina del carbón durante la noche con sus compañeros y de entre las sombras de la mina apareció la figura de Andrea; llevaba un hermoso vestido y un escote muy provocador. El espíritu de Andrea miró a Mario y él quedó enloquecido con su belleza… Andrea tomó de la mano a Mario y lo llevó a un lugar alejado.
“Hazme tuya, quiero un bebé”, le dijo ella.
Mario, hipnotizado y fuera de sí, hizo lo que el espíritu le pidió... Luego de terminar, Andrea sólo con un soplo le quitó la vida a Mario, diciendo: “odio ser desdichada, seré así por el resto de la eternidad”.
Desde ese momento, se dice que el espíritu de Andrea sacia su pena matando a todos los mineros que se dejan seducir por ella. Y es por eso que nunca ningún hombre entra a esa mina maldita, aunque sea la más rica en carbón de la zona.