Una tarde de sábado, después de compartir un rico almuerzo en familia, sentimos un extraño ruido en el techo, yo me asusté mucho y pregunté: “¿Qué fue eso?” Mi abuelita me respondió: “¡debe haber sido un gato!”. Desde ese momento me dio mucha curiosidad saber sobre las antiguas leyendas que contaban, ella me empezó a nombrar unas como ‘La piscina de las monjas’ en Maule, ‘La taco alto’ de Schwager y ‘El santo del boldo’.
Luego nos quedamos un momento en silencio y en ese instante sentí interés por saber, con las palabras de mi abuela, la leyenda del ‘Santo del Boldo’.
Ella se quedó pensando, recordando aquella historia que había ocurrido hace muchos años atrás; luego, se levantó de la mesa y buscando el mate, la yerba y el agua caliente, volvió a sentarse a mi lado y poniendo su mirada fijamente en la mía, dijo: “¡está bien, te la contaré!”
“Esta historia ocurrió camino a Maule donde, al costado del cerro, había un árbol de mediana altura llamado ‘Boldo’; sus hojas verdes, gruesas y brillantes servían de medicina. La gente, cuando iba hacia la playa, pasaba a arrancarle algunas hojas llevándolas a su hogar.
Era tanta la gente que pasaba por allí que les llamaba mucho la atención verlo. Entre tantas personas, también iban hombres a cortar leña para calentarse en su casa. De pronto apareció un hombre alto, moreno y de barba, el cual vestía ropa muy vieja y un gorro de lana, en su mano derecha llevaba un serrucho de dientes muy afilados. Al ver el árbol, subió hasta él y comenzó a cortar, sudando cada vez más. Al pasar un rato, sintió mucho miedo tras darse cuenta que el árbol se vestía de sangre, el hombre corrió asustado, perdiéndose entre los arbustos y dejando todo tirado. Al poco tiempo se supo que el hombre había tenido un grave accidente.
Finalmente esto llegó a oídos de un sacerdote, el cual lo declaró un lugar santo.
Hoy en día son muchos los fieles que van a pedirle que interceda por ellos, ya sea por enfermedad, trabajo o estudios, encendiendo velas y dejando flores a sus pies.”
- “¡Abuelita, me gustó mucho escucharte!”
- “Sí, mi niño, pero ahora estoy muy cansada y es hora de dormir, mañana te podré contar otra historia de aquellas leyendas que se cuentan. Buenas noches y no te olvides de rezar.”