En las minas de Schwager trabajaba un minero llamado José, el que todos conocían como José Chicharrón, ya que su mujer, apodada Sra. Rosa Panadera porque fabricaba y vendía pan en los hornos de Chollín, le enviaba de manche todos los días pan con chicharrones, lo que aprovechaban sus compañeros para molestarlo y reírse de él, pues cada día le preguntaban a la hora de colación “¡oye, José! ¿Qué trajiste de manche?” A lo que él respondía “pancito con chicharrones”. Como esto se hizo habitual, los amigos lo apodaron José Chicharrón.
Cada día, José Chicharrón compartía su labor de minero disparador con sus amigos barreteros. Trabajando arduamente, tomaban agua de la charra y siempre había alguien que tiraba una broma a la que los otros contestaban, lo que hacía divertido el pesado trabajo que todos realizaban.
Un día el minero apodado Bam-Bam por sus dotes de futbolista, esperó que José Chicharrón fuera a un rincón a medir el gas grisú acumulado en el sector, para comerse su rico pan con chicharrones, el que disfrutó con sus demás compañeros entre risas y bromas. Al rato apareció José Chicharrón, con gran entusiasmo, invitando a sus compañeros a colación, pero fue grande su sorpresa cuando vio que su pan no estaba en el guameco; entonces pensó que su mujer no se lo había echado, por lo que regañó de gran manera, mientras sus compañeros se reían y lo instaban a que siguiera regañando en contra de su mujer, diciéndole que ella no se preocupaba de él, que no lo quería, que lo engañaba, etc. Como fue demasiada la risa, José se dio cuenta que su esposa no era la culpable y acusó a sus compañeros de sacarle el pan, a lo que ellos respondieron que a lo mejor fue un ratón, de los que andaban en cantidades en la mina, el que le había comido su rico pan con chicharrones, por lo que ellos, como buenos amigos y compadres, le convidaron un trocito de manche para que su buen amigo pasara el mal rato y por supuesto el hambre, que a esa hora le invadía.
Un día de invierno, en que llovía a chuzos, José Chicharrón debía ir a trabajar al primer turno, que comenzaba a las 06:00 horas, por lo que se levantó muy temprano y desayunó el caldillo que le preparó su esposa Rosa. Se despidió de ella con un beso recibiendo su bendición, ya que como sabemos el trabajo de la mina es extremadamente peligroso y sacrificado. José tomó el bus de la compañía, donde ya venían sus compañeros que lo recibieron con un gran ¡¡buenos días!! Alegres y talleros como todos los mineros, hicieron el recorrido a la mina de Schwager, pero en este día de lluvia, truenos y relámpagos se sentía algo raro en el ambiente y José Chicharrón tenía un mal presentimiento. Los mineros llegaron a la Empresa donde se cambiaron de ropa, tomaron sus lámparas y se embarcaron en la jaula que los llevaría al fondo de la mina. Al llegar sintieron que la tierra crujía, entonces advirtieron que estaba temblando y como buenos mineros, no se asustaron e hicieron bromas con esta situación. Continuaron su recorrido en carros hacia el sector de trabajo; los mineros cantaban, gritaban, hacían bromas, etc., con el fin de hacer de este trabajo sacrificado y peligroso, algo entretenido. Fue así que comenzaron su labor diaria en el frente de la mina donde extraían el carbón. Transcurrieron alrededor de tres horas de trabajo cuando José Chicharrón junto a sus compañeros de frente advirtieron algo extraño en el ambiente; es por esto que tomó su instrumento y midió el porcentaje de gas presente, el que estaba muy alto por lo que dio de inmediato la alarma para que todos los mineros evacuaran porque el gas grisú se había apoderado peligrosamente del lugar. Todos dejaron sus herramientas abandonadas y corrieron desesperados, alejándose de este lugar. Tres mineros quedaron atrapados en una compuerta. Cuando José Chicharrón se dio cuenta de ésta situación, volvió a ayudarlos rápidamente y con mucho esfuerzo despejó el lugar. Los mineros corrieron pero uno de ellos cayó en el camino, lo que fue fatal porque el gas grisú no espera. Ocurrió en ese instante una explosión que acabó con su vida dejando a los demás, incluido José, con graves quemaduras. Este día los equipos de rescate tuvieron un gran trabajo para rescatar a los sobrevivientes y fallecidos en esta tragedia, los llevaron al hospital de la Empresa, donde José Chicharrón murió y hoy es recordado como un héroe, porque dio la vida por sus compañeros.
Su esposa, la Sra. Rosa Panadera, continúa vendiendo su pan con chicharrones en el centro de la ciudad, donde tiene sus fieles clientes.