Hace unos cincuenta años atrás, más o menos, ocurrió una historia bastante especial, misteriosa y un tanto extraña, por lo que me ha contado mi abuelita. Esto fue específicamente en los antiguos pabellones de Schwager.
Siempre su mamá le narraba historias entretenidas, que después se convirtieron en leyendas y que hoy en día son muy conocidas. Por lo general producían miedo.
La que yo voy a contar, se trata de un hombre que aparecía misteriosamente todas las noches y vestía una gran capa negra, un sombrero grande con alas y le brillaban los dientes. Recorría los pasillos angostos y oscuros todas las noches, provocando mucho miedo entre las personas que allí vivían. Lo más terrible es que se le aparecía, sobre todo, a las mujeres que eran más jóvenes.
Comenzó a correr la voz y todos decían que era el diablo que se aparecía todas las noches. Además la luz era muy escasa, lo que hacía sentir más temor.
Desde entonces no se atrevían a salir tarde porque podían encontrarse con este personaje.
Todos los que allí vivían eran de tradición minera, vivían del trabajo de la mina y por lo tanto eran muy sufridos y tímidos. Por los turnos que ellos hacían, muchas veces las mujeres y sus hijos pasaban las noches solos.
Como vivían en la pobreza no tenían baños al interior de sus casas, usaban pelelas y recipientes, que muchas veces lanzaban por la ventana para no salir hacia afuera por el miedo que ellos sentían.
Cada día se hacía más frecuente el rumor que durante todas las noches rondaba el diablo y entonces comenzaron a hacerle la guardia, pero desaparecía misteriosamente y no se atrevían a perseguirlo por el terrible miedo que provocaba.
Pasaba y pasaba el tiempo y no podían descubrir a este personaje misterioso, había dudas entre las personas.
Dicen que mi bisabuelita era bastante valiente, a pesar de que era joven. Una noche salió a botar la pelela y la lanzó de la puerta hacia la ventana, sin darse cuenta que estaba este personaje y lo dejó todo mojado. Este hombre gritó y se enojó mucho, diciéndole “¡qué estás haciendo, cabra de porquería!”. Y ella descubrió que el supuesto diablo que aparecía todas las noches, era nada menos que un sargento de carabineros que hacía guardia durante toda la noche y que acostumbraba a mirar por las ventanas. Ahí descubre que todas las características que se habían dado pertenecían a este hombre y, como las noches eran tan frías, se vestía con esa capa inmensa de ‘castilla’, con el cuello subido y un sombrero grande, lo que hacía imposible reconocerle la cara.
Parecía que él gozaba con producir miedo, además que se creía ‘amo y señor’ en aquel entonces. La reacción valiente de mi bisabuelita fue retarlo por todo el daño que estaba produciendo y, desde entonces, comienza a vivir la gente sin temor y cada vez que lo veían lo retaban.
Lo que me llama la atención es que aún hoy en día, sobre todo en los campos, todavía la gente cree que aparece el diablo por la noche, vestido con esta capa negra y dientes de oro que le brillan.