El grado de la confrontación de clases aumenta, y el margen de maniobra se cierra, el choque ha comenzado ya y algunas consecuencias son inevitables
La represión que han sufrido los estudiantes de la Escuela Normal Rural (ENR) Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, ha puesto de manifiesto que en México, dos corrientes se vienen alimentando y se encuentran en direcciones contrapuestas, el grado de la confrontación de clases aumenta, y el margen de maniobra se cierra, el choque ha comenzado ya y algunas consecuencias son inevitables.
- Por un lado, el Estado mexicano, ahogado en la crisis económica que iniciara en 2008, ha seguido hipotecando la riqueza nacional, sabe que más tarde o más temprano, esto generará un nuevo repunte en la desigualdad social en el país, sabe que habrá oposición, y lleva años pensando en cómo habrá de contenerla. Para ello ha tomado medidas preventivas, ha fortalecido al aparato represivo de Estado, programa acelerado después de la firma del ASPAN, y publicitado por el anterior gobierno de Felipe Calderón, entre estas medidas ha estado el aumento al presupuesto del ejército, la centralización de algunas policías, y el incremento de asesoría norteamericana, colombiana e israelí en la formación de cuerpos represivos, además de la proliferación de grupos paramilitares cobijados y parcialmente financiados por las mafias de contrabandistas. La ofensiva de Estado ha contemplado en el plano económico, la aplicación de contrarreformas que golpean las condiciones de defens a de los derechos laborales; entre ellas se encuentran las llamadas: Reforma laboral, Reforma energética y Reforma educativa. Pero en el plano político ha contemplado la eliminación, o cuando menos reducción de organizaciones que pudieran hacer un contrapeso a sus planes, en ese contexto se circunscriben los golpes al Sindicato Mexicano de Electricistas, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco, el ala democrática de las Autodefensas michoacanas y las Normales Rurales más combativas.
- Por otro lado, los sectores más combativos del pueblo trabajador en México, han venido superando un largo periodo de cooptación política y renovación, se ha venido tomando fuerza después de un período de derrotas y aumenta su capacidad de resistencia y organización. Uno de los factores más duros a superar es el miedo, esa sensación de impotencia que conduce a la inmovilidad o al error. El pueblo trabajador necesita creer en su capacidad transformadora, pero va desarrollando confianza en sí mismo en la medida que se va organizando y obteniendo cuando menos victorias parciales en su camino hacia la liberación. Algunos pueblos y comunidades, sobre todo en Guerrero y Michoacán, habían demostrado que estaban perdiendo el miedo a los grupos paramilitares, y empezaron a enfrentarlos y a recuperar control con las armas en la mano. Por otra parte, el 1 de Diciembre de 2012, estudiantes y proletariado urbano del DF, lograron poner en serios aprietos a la policía federal el día de la toma de protesta de Enrique Peña Nieto. Otro ejemplo, es la resistencia de los estudiantes normalistas de Guerrero y Michoacán ante la reforma educativa, los cuales, superando también el miedo, llevan tres años de intensa lucha contra dichas medidas, en el reciente período, enfrentaron la represión de 2011 en la Autopista México-Acapulco, y de Octubre de 2012 cuando la policía federal y estatal, irrumpió en los planteles de la ENR Vasco de Quiroga de Tiripetío Michoacán, y en la Escuela Normal Indígena de Michoacán ubicada en Cherán; un año después esos mismos normalistas, lograron hacerle una jugada a las fuerzas represivas cuando apoyados por las comunidades purépechas vecinas a la ENIM, retuvieron parte del capital mobiliario de algunas empresas y obligaron al gobierno a negociar.
Este torrente ha crecido después de que el Estado le dio un golpe bajo a los estudiantes normalistas, la tarde del 26 de septiembre en Iguala. El valor de los normalistas rurales, ha contagiado de coraje y ánimo de lucha a buena parte del estudiantado proletario y del pueblo trabajador, y se ha acumulado un río de indignación y lucha. En dicho torrente, se han sumado incluso sectores del estudiantado de origen pequeño-burgués, y se han sumado voces de apoyo por parte de sectores y personalidades que normalmente no apoyan las causas populares.
EL ESTADO MEXICANO, CRISIS DE LEGITIMIDAD
Un período de crisis es un período delicado porque la crisis crea situaciones inmediatas peligrosas porque los diversos estratos de la población no poseen la misma capacidad para orientarse rápidamente y para reorganizarse con el mismo ritmo. Para reflexionar en ello habré de señalar algunos puntos de partida teóricos.
- Apoyándonos en la teoría marxista, comprendemos que el Estado es la organización por excelencia de la clase dominante, cuyo principal objetivo es organizar la represión en contra de sus enemigos de clase.
- El Estado, para poder ejercer la represión ordenada por la clase dominante debe buscar además que ésta clase sea hegemónica, por lo que parte de la labor de Estado es hacer pasar el criterio de la burguesía como el criterio común de la sociedad, la cual sin embargo está compuesta por contradicciones irreconciliables.
- La posibilidad de reprimir, se ve aventajada cuando el Estado cuenta con capacidad hegemónica, cuando puede legitimar, aunque sea temporalmente sus objetivos en la conciencia política deformada de los oprimidos.
- El Estado en México, como organización de la clase dominante para hegemonizar a la sociedad y reprimir a los oprimidos rebeldes, se ha valido en tiempos recientes de instrumentos auxiliares a sus elementos esenciales, me refiero tanto a los medios de comunicación masiva como a los grupos paramilitares, elementos que aunque privados formalmente, parecen jugar un papel determinante para la generalidad del proceso de acumulación capitalista, y para la labor sustancial represiva del Estado.
Así pues, en años recientes, el Estado mexicano había construido un discurso en el cual México se encontraba cerca del zenit de la democracia, con elecciones regulares, que si bien generaban polémica y alguna inconformidad, ésta no llegaría a desbordarse por causes fuera de la normatividad del propio Estado. Después de su crisis a finales de los años ochenta, el Estado amplió su margen hegemónico al incorporar formalmente a su burocracia política al PRD, al convertir el monoplolio televisivo en un duopolio, al crear la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), y el Instituto Federal Electoral (hoy Instituto Nacional Electoral).
Todo ha sido una farsa que sólo pretendía prolongar la sobrevivencia de un Estado en crisis, esa farsa se ha venido evidenciando cada vez más, y el caso Ayotzinapa ha catalizado este proceso.
El PRD siempre fue una farsa, sólo contribuyó a dividir y cooptar a parte de la izquierda independiente del país, su objetivo nunca fue darle voz al pueblo dentro de las cámaras de representantes, sino suplantar mediante teatros y simulaciones, la representatividad del pueblo, a la vez que apoyaba en los aspectos estratégicos la consolidación de todas las tendencias económicas del capitalismo actual, y las acciones represivas y controladoras del estado mexicano que estamos señalando.
La competencia televisiva, lejos de abrir espacios para otras voces, ha servido únicamente para redoblar los clamores por la represión, y en el mejor de los casos, para mostrar formas de crítica que son superficiales pero que nunca cuestionan el carácter esencial del Estado. La CNDH, sólo ha servido para avalar la represión, y sugerir mayor discreción y finura a los aparatos represivos, mientras que el IFE-INE, sólo sirvió para consolidar la dirección de la burguesía sobre los partidos políticos y sus procesos electorales.
Hoy el Estado mexicano usa todo lo que tiene a su alcance, el aparato represivo para causar terror, los medios masivos para manipular la información y conducir la crítica, la CNDH para avalar, el INE para cooptar, y en un intento desesperado usa a las figuras emblemáticas e históricas del PRD, para rehacerse en el partido llamado MORENA, y pretender deslindarse de todo lo que han hecho durante los 26 años de su existencia partidaria. Pero no les ha sido tan fácil, es cierto que el Estado no ha perdido su capacidad hegemónica y sería irresponsable e infantil decir que está derrotado, pero es cierto que atraviesa una crisis de legitimidad que no le permite aplicar la represión a su gusto, y no logra evitar que un pueblo indignado tome las calles de las principales plazas del país.
UN ENREDO DE MENTIRAS SOBRE AYOTZINAPA
En medio de su crisis de legitimidad, y ante el nerviosismo y presión de quienes estaban acostumbrados a gobernar un pueblo desorganizado, los funcionarios de Estado caen cada vez más en contradicciones. Dicen que el crimen contra los normalistas lo realizó por iniciativa propia, un grupo de narcotraficantes auto llamado Guerreros Unidos, pero de plano esa explicación no cuadra en la medida en que surgen nuevos elementos.
- No han podido explicar la presencia del Ejército Mexicano a la hora y en el lugar de los hechos, ni tampoco el porqué un elemento de éste mismo le dijo de forma prepotente a uno de los estudiantes “Ustedes se lo buscaron”.
- Dijeron que el gurpo “Guerreros Unidos” había confundido a los estudiantes con sicarios de un grupo rival. Algo difícil de creer en Guerrero, en donde cualquiera puede distinguir a los normalistas de Ayotzinapa, quienes no actúan ni se visten ni se comportan como sicarios, y cuando ninguno de ellos estaba armado. Además, si los confundieron con sicarios, ¿Cuál era la necesidad de desaparecerlos? Cuando el modus operandi de estos grupos no implica gastar tantos recursos en hacerlo; lo regular es que exhiban los cuerpos asesinados, o cuando mucho que los sepulten en fosas clandestinas cercanas al lugar ¿Por qué actuarían diferente en este caso?
- Priístas, panistas y perredistas se echan la culpa unos a otros en un ejercicio ridículo, cuando es evidente que todos ellos forman parte de la misma operación de Estado con fines de erradicar a la disidencia combativa del pueblo trabajador. Por más que el gobierno federal diga mil veces que sólo fue responsabilidad de un gobierno municipal, esto no es creíble, y el pueblo sigue exigiendo a las altas esferas gubernamentales que presente con vida a los desaparecidos. Por su parte, el PRD y MORENA, siguen vendiendo el cuento de que ellos no sabían nada sobre la participación de José Luis Abarca en negocios ilegales, versión igualmente ridícula, pues ha sido evidente, sobre todo en estados como Guerrero, Michoacán, Morelos y Zacatecas, que el PRD (antes de fraccionarse), apoyó no a uno, sino a cientos de personajes vinculados a los grupos de contrabandistas y asesinos.
Los cientos de miles de personas que salen de forma casi permanente a las calles, han logrado evadir esta cadena de mentiras, y exigen, sin más, que el gobierno federal presente ya a los 43 desaparecidos en Iguala, entiende que los partidos son sus cómplices, pero ha atinado en identificar al sujeto que ha realizado ésta atrocidad cuando señala que FUE EL ESTADO.
Por ahora, en su atolladero, el Estado mexicano, con sus acciones represivas recientes, tras la marcha del 20 de noviembre, no ha podido sino confirmar las sospechas que sobre él recaen por el caso Ayotzinapa, pues resulta contradictorio que por un lado digan que ellos serían incapaces de reprimir con tal magnitud a un grupo estudiantil, y por otro, siembran un clima de terror en el DF, reprimiendo con brutalidad las manifestaciones y enviando a estudiantes detenidos a penales de máxima seguridad, tras haberlos incomunicado y torturado; así pues, su presunción de inocencia está por los suelos.
EL MOVIMIENTO
Señalando al Estado como responsable, y aceptando la dirección del sector históricamente más combativo del estudiantado en México, éste movimiento ha parecido dar un salto cualitativo con respecto de algunos movimientos que le han precedido. Por ejemplo al movimiento #Yo soy 132, quien liderado por el ala pequeñoburguesa del estudiantado, sólo promovía la desconfianza a un candidato presidencial y a una televisora, a las autodefensas que sólo identificaban a los grupos paramilitares y algunos gobernantes coludidos con ellos, y que no pudieron evitar su ruptura, cooptación y la represión del ala más progresista, supera incluso en cierta forma al movimiento de Cherán que logró identificar a los partidos políticos y a los mismos grupos paramilitares. Sobra decir que supera por mucho a los movimientos de respaldo al ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, quienes liderados por un ala de la burocracia política de Estado, proponían la ruptura con dos partidos para darle continuidad a aspectos esenciales del Estado burgués en México.
El presente movimiento se pone más o menos a la altura del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco o del Consejo General de Huelga de la UNAM (99-2000), y por lo tanto fortalece las posiciones combativas dentro del movimiento popular, aunque, aún se coloca por detrás de otros movimientos recientes que se plantearon por ejemplo el paso a la ofensiva popular, como lo fue el caso de la llamada “Otra Campaña” en 2006. Incluso, éste movimiento se encuentra programáticamente por detrás de algunas organizaciones políticas que participan dentro de él, destacándose la misma Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México(FECSM), quien defiende programáticamente la lucha comunista.
Pero no está nada mal, precisamente los estudiantes combativos de la FECSM, han logrado colocarse en una posición, por ahora exacta, en donde a pesar de estar programáticamente por delante del movimiento actual, mantienen la capacidad de dirigirlo, es decir, se mantienen firmes en sus principios, pero logran captar al mismo tiempo, que la coyuntura actual es indicada para cerrar filas en cuanto a la demanda principal, la presentación con vida de los 43 desaparecidos, y que esa sóla demanda está poniendo en suficientes aprietos al Estado mexicano, pues evidentemente teme que al descubrirse la verdad la crisis se agudice aún más.
En las calles también resuena la consigna de “¡Fuera Peña!”, sin embargo esta vez la demanda tiene una connotación más profunda que hace dos años, en aquel momento, el oportunismo enarbolaba dicha consigna y formaba parte de la dirección del movimiento, esta vez, resulta una consigna política obligada dadas las circunstancias, pues implica ponerle un freno a cierta política represiva de Estado, castigando simbólicamente al grupo burocrático-burgués que se ha aferrado desde mayo de 2006, a combatir al movimiento popular con las formas más brutales de represión. En estos momentos es una consigna tan lógica como cuando en Bolivia se exigió la salida del otrora presidente Sánchez de Lozada, o como cuando en Argentina se enarboló la bandera del “¡Qué se vayan todos!”, aunque empezó con la consigna de ¡Fuera de la Rúa!.
Algunos compañeros, de aspiración revolucionaria podrán increpar Pero quitar a Peña Nieto no derriba al Estado Burgués, y pretenderán sustituir esa consigna con otras más profundas. Es justo, es una aspiración de todo revolucionario el hacer la revolución, y sin duda si la coyuntura se presentara, y se intercambiara la posibilidad de tomar el poder por el proletariado, por la simple destitución de un presidente, estaríamos hablando de franco oportunismo. Pero por ahora, parafraseando a Lenin La crisis no ha madurado lo bastante, y aunque no es descartable que surja una coyuntura revolucionaria, las condiciones no llegan por mera invocación, es necesario construir ese camino y captar la esencia de las demandas surgidas de la lucha espontánea o política. Claro, el deber de todo revolucionario, como diría Mao Tse Tung, es captar esas ideas de las masas, sintetizarlas y devolverlas a ellas con mayor profundidad. Toda fuerza que se precie de ser revolucionaria, estará en México haciendo ello, pero no por eso puede saltarse todos los pasos que quiera, presionando al pueblo a que vote sin más las consignas que ha elaborado, pues si no correrá el riesgo de aislarse permitiendo que el Estado reprima al ala revolucionaria del movimiento, y éste quede encabezado por la pequeña burguesía y los sectores oportunistas, quienes no tardarán en desperdiciar su fuerza y canalizarla hacia el reforzamiento hegemónico del Estado.
Por otro lado tenemos que en el movimiento hay sectores que pretenden quitarle a la FECSM la dirección del mismo, por un lado el sector pacifista pequeñoburgués, y por otro lado, grupos, ansiosos y pueriles, con un muy elemental conocimiento de las ideas anarquistas, y hasta algunos de conocimiento escaso del marxismo, que piensan que se puede tomar el poder en un golpe de suerte, o bien en una tarde cualquiera. Estos grupos no distinguen una marcha de una revolución, y desconocen cualquier noción estratégica, pretendiendo que su ira o sus ocurrencias pueden sustituirla. Dicha aparición escandalosa, ha sido aprovechada por el ala pacifista pequeñoburguesa, para introducir sus consignas en el movimiento y buscar comprometerlo a no romper los marcos legales.
Es por ello que resulta importante, en esta coyuntura, el permitir que sea la FECSM y los padres de familia quienes se mantengan a la cabeza del movimiento, y sigan ejerciendo el papel progresista y directivo dentro del mismo, contagiando de disciplina, conciencia ideológica y valor a aquellos sectores que por diferentes razones han perdido estos faros. Por esa línea, será una aspiración posible la presentación con vida de los 43 desaparecidos; en cuanto a Peña Nieto se refiere, ya sea por la fuerza de su torpeza o por la de la verdad, habrá de irse, o de profundizar la crisis. El movimiento entonces, tendrá que prepararse para lo que viene y caminar hacia adelante.