Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se despide a lo grande, del gobierno y de la política activa, tras 6 años a cargo de la presidencia de México. Las encuestas le otorgan una popularidad del 80%, lo que en gran parte catapultó que su sucesora, Claudia Sheinbaum, arrasara en las recientes elecciones presidenciales del 2 de junio pasado. AMLO se va del poder habiendo aumentado un 110% el sueldo real a los mexicanos y equiparado las pensiones al 100% del último salario recibido por los trabajadores y trabajadoras, en lo que se conoce técnicamente como tasas de reemplazo.

En 1997, Ernesto Zedillo, parte de los gobiernos neoliberales que por 35 años empobrecieron a México y los mexicanos, creó el sistema privado de pensiones conocido en México como Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores). Cuando asumió AMLO, el 1 de diciembre del 2018, las pensiones reales de los mexicanos fluctuaban entre el 20% y 30% del último salario real, una situación muy similar a la que sufrimos los chilenos y chilenas.

Durante sus primeros años de gobierno, López Obrador se dedicó, vía subsidios estatales, a aumentar las pensiones hasta que alcanzaron un 50% del último salario (tasa de reemplazo), sin embargo, entendió que lo que se requería era un cambio completo del sistema, una contra reforma que retomara el control estatal de la seguridad social y se lanzó con una propuesta de reforma constitucional para concretar esta medida, la que logró ser aprobada a pesar de toda la guerra sucia de la derecha política y mediática que repetía hasta el cansancio que AMLO quería robarle sus fondos de pensiones a los trabajadores.

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Pues bien, este 1 de julio los mexicanos y mexicanas que jubilen comenzaran a recibir un monto igual a su último salario mensual, con un tope de 16.778 pesos mexicanos al mes, esto es el equivalente a 864 mil pesos chilenos. La cifra la determinó el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y es el sueldo promedio del país para el 2023. Este nuevo “Fondo de Pensiones para el Bienestar” será un fideicomiso público administrado por el Banco de México, que complementará las pensiones para que estas sean iguales al último sueldo del trabajador o la trabajadora.

La reforma a las pensiones va atada al aumento permanente del salario durante el gobierno de AMLO, de hecho, antes de entregar el mando, López Obrador pretende aprobar una reforma constitucional para que quede establecido que el salario mínimo todos los años debe reajustarse por sobre la inflación, para que nunca más el sueldo real pierda valor en México, como sí ocurrió en los 35 años de neoliberalismo.

En 2018, último año de la administración de Enrique Peña Nieto, el salario mínimo era de 88 pesos diarios en todo México, esto es, 4.445 pesos chilenos al día. Actualmente, tras 6 años de gobierno, AMLO deja el salario mínimo en 248 pesos mexicanos para la jornada diaria en el centro sur del país (12.524 pesos chilenos diarios) y de 375 pesos mexicanos en la Zona Libre de la Frontera Norte (18.938 pesos chilenos diarios).

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En términos de poder de compra, López Obrador dejó muy en claro la situación sufrida por el salario en México durante los gobiernos neoliberales. En sus mañaneras, lo ejemplificó con la compra de tacos, comida típica y popular de su país.  A principios de los 80, antes de los gobiernos neoliberales en México, el salario mínimo daba para comprar 50 kilos de tacos, cuando AMLO asumió el poder (2018), tras 36 años de ajustes económicos que pagaban las clases trabajadoras, un salario mínimo alcanzaba para 6 kilos de tacos.  Hoy AMLO se enorgullece de dejar el gobierno con un aumento real del valor del trabajo, ya que el salario mínimo actual alcanza para comprar 12 kilos de tacos, el doble de cuando partió su gobierno.

Salarios y pensiones avanzan en México y esto muy lejos de debilitar la economía, como repiten los apóstoles del neoliberalismo, solo ha provocado que el peso mexicano se fortalezca como hace décadas no ocurría.