Por: Out of the Woods en libcom.org
Traducido en: alasbarricadas.org
Fotografía: Marcha de la Unión de Buscadores de Asilo en Glasgow, Escocia.
El cambio climático podría desplazar a millones de personas. ¿Puede haber una inoculación contra las respuestas fascistas? Este es el segundo de dos artículos que analizan las migraciones climáticas, los populismos anti-inmigrantes, y las políticas contra las fronteras.
Parte 2 de 2.
Ninguna frontera funcionando dentro de las ‘latitudes templadas’ necesita tener en cuenta la probabilidad a largo plazo de una migración ambiental de las regiones consideradas inhabitables por el cambio climático. Parece probable que los populismos anti-inmigrantes existentes se basen en las ideas de la ecología reaccionaria para exigir que los ‘estados bote-salvavidas’ desplieguen la violencia contra los forasteros. Para combatir este peligro es necesario cuestionar las fronteras en las escuelas, resistir los intentos de transformar a los trabajadores de la salud en policía fronteriza, la actividad anti-redadas, las luchas por la vivienda, la organización contra la detención de inmigrantes y la solidaridad con los inmigrantes.
Actualmente, gran parte de la actividad anti-fascista es –necesariamente- inmediata y reactiva, como la lucha contra las movilizaciones de extrema derecha. El futuro del desplazamiento climático a gran escala, significa que también debe haber un proyecto a largo-plazo de construir una cultura anti-fascista y pro-migrante, y al mismo tiempo inocular contra la ecuación de extraños y enemigos. Este artículo explorará las bases de la movilización popular nacionalista blanca y anti-inmigrantes, y hará algunas sugerencias de lo que podría implicar una política pro-migrante a más largo plazo.
El nexo raza-familia-nación
“...no, las masas no fueron engañadas, desearon el fascismo, y eso es lo que hay que explicar (…) ¿Cómo explicar que el deseo se entrega a operaciones que no son desconocimientos, sino catexis inconscientes perfectamente reaccionarias?”[1]
El fantasma de los refugiados racializados, descritos como “plaga” y “cucarachas” por primeros ministros y periódicos de circulación masiva, ha sido fabricado y explotado por una resurgente extrema derecha: desde la promesa clave de Trump de construir un muro y hacer que México lo pague; hasta la atmósfera crecientemente fascista de la Gran Bretaña del Brexit; y los partidos de extrema derecha en Francia, Hungría y otras partes. Este fantasma gana resonancia afectiva con ansiedades racializadas y sexualizadas más amplias que “se adhieren” a la figura del migrante, tipificadas por una portada de una revista polaca que representa “la violación islámica de Europa”. [2]
Angela Mitropoulos identifica este nexo de raza, nación y sexualidad como “oikonomia” –la ley del hogar. El hogar es importante tanto como lugar de la reproducción de las relaciones de propiedad a través de la heredabilidad y los contratos matrimoniales; y como lugar de la reproducción de la nación (racializada) a través de la reproducción sexual. Por lo tanto, el hogar normativo (monorracial, heterosexual, nuclear) –cada vez más raro en la práctica- es el fundamento del futuro capitalista; y una institución clave en la (re)producción de ciudadanos leales a la propiedad, la nación y la raza. [3]
Lo que Mitropoulos llama “la combinación emocional entre familia, raza y nación” es ejemplificada por ‘cuck’, el insulto nacionalista blanco de moda para los supuestos traidores de raza.[4] El término alude a la vez a una ansiedad racializada, psicosexual sobre el mestizaje; y a una penetración de la nación por los “rapefugees” [refugiados-violadores], imaginados como hordas de depredadores sexuales morenos.[5] Ni los abusos sexuales bien documentados de Trump (vistos por muchos de sus partidarios no solo como aceptables, sino que como prueba de una loable virilidad blanca heterosexual); ni la indiferencia con los escándalos de abusos con perpetradores predominantemente blancos (comparen el interés distinto de la extrema derecha británica sobre los casos de abuso Rochdale y Savile) representan una contradicción en esta configuración afectiva. Esto se debe precisamente al nexo emocional de la nación racializada y el derecho sexual: “proteger a nuestras mujeres” [sic] de extraños racializados con el fin de reproducir mejor la nación blanca.
Regímen fronterizo, refugiados y reproducción social
Comprender las investiduras inconscientes de sentimientos populistas anti-migrantes en la “oikonomia”, amplía nuestro entendimiento de lo que implica un trabajo de largo plazo para la construcción de una cultura pro-migrante, anti-fascista, y anti-violencia fronteriza de maneras inesperadas. Las luchas sobre cuestiones como la libertad reproductiva, la violencia sexual y la capacidad para las personas LGBT+ de existir en público, también son luchas sobre el núcleo emocional de la violencia fronteriza racializada. No son periféricas, ni distractivas “guerras culturales” o “políticas de identidad”.
Los esfuerzos por definir a las mujeres como úteros, y por negar a las mujeres autonomía corporal, comparten una lógica con los esfuerzos por controlar los movimientos de los otros raciales a través de las fronteras: una lógica de futurismo reproductivo que reproduce la raza y la nación a través de la familia “adecuada”. Más directamente, una nueva política británica de controles de pasaporte por parte de propietarios, reforzada a través de una multa de 3,000 libras, marginaliza aún más a quienes huyen de la violencia doméstica, que pueden no tener tiempo o incluso acceso a recuperar sus propios documentos de parejas abusivas. El gobierno también ha desafiado repetidamente la sexualidad de los solicitantes de asilo, como en el caso de la deportación de Aderonke Apata hacia Nigeria.
“Yo diría que es imposible separar la violencia de género y la violencia racial (…) los hombres consideran un derecho tratar a las mujeres como su propiedad, lo que ha sido un importante elemento compensatorio en la historia y las políticas de clase y raza. Pienso que es difícil separar los conceptos de disponibilidad femenina (y ansiedad sobre la paternidad o la propiedad, la promiscuidad de las mujeres) de las ansiedades sobre la reproducción racial adecuada.”[6]
Por lo tanto, no es de extrañar que los políticos y los medios de comunicación más viciosamente favorables a la violencia fronteriza, estén cada vez más preocupados por la erosión de las normas de género heterosexuales y binarias. A pesar del resurgimiento de la política cuasi-fascista, realmente sienten que están perdiendo. Y de algunas maneras importantes lo están, aunque tales ventajas están bajo la amenaza severa del revanchismo heteronormativo, oikonómico. Incluso en la izquierda, por ejemplo, estamos viendo llamadas crecientes para reconfigurar la organización alrededor de una clase obrera blanca (completamente heterosexual) estrechamente imaginada. Jasbir Puar también advierte en contra de ver cualquier salida aparente de las normas oikonómicas como algo intrínsecamente amenazante para el capital, sobre todo con el matrimonio gay en mente:
La economía reproductiva capitalista (en conjunto con la tecnología: fertilización in vitro, bancos de esperma, clonación, selección genética, pruebas genéticas) ya no exige de forma exclusiva la heteronormatividad como un absoluto; su simulación puede hacerlo. [7]
Pero mientras que el capital puede conformarse con una simulación de la familia heterosexual, las luchas alrededor de este tipo de cuestiones desafían la reproducción de los sujetos deseosos-de-fronteras, portadores de valores autoritarios que golpean a queers como a migrantes para “retomar el control” [8]. Y crucialmente, también amplían nuestro entendimiento de las políticas anti-fronterizas para incluir cuestiones sobre la reproducción social. Esto resuena con la discusión de Silvia Federici sobre “las luchas colectivas sobre la reproducción, reclamar el control sobre las condiciones materiales de nuestra reproducción y crear nuevas formas de cooperación que escapen a la lógica del capital y del mercado [9]
El ejemplo de los planes de los amigos del Consejo de Glasgow para los migrantes, y del trabajo solidario del Centro de Unidad de Glasgow son instructivos aquí, y parecen algo que podría replicarse:
Los solicitantes de asilo fueron ubicados en pisos vacíos en extensas urbanizaciones abandonadas. Los vecinos nombrados por el consejo para recibir a las nuevas familias se tomaron el trabajo en serio, llevando a los recién llegados de Kosovo, Pakistán y la República Democrática del Congo hacia sus comunidades, celebrando fiestas y reuniendo a las familias de todo el mundo. Cuando se les dijo a las familias que no se les daría asilo, sus vecinos escoceses se negaron a permitir que el ministerio del interior los sacara del Reino Unido. Los funcionarios de inmigración que llegaron en las primeras horas para hacer “redadas de amanecida” contra las familias fueron enfrentados por residentes enfurecidos, que se negaron a dejar que el ministerio del interior se llevara a sus nuevos amigos. Las manifestaciones se expandieron y vieron el final de las redadas al amanecer. A miles de personas que habían sido amenazadas con la expulsión, incluidas muchas familias, se les permitió permanecer en Escocia. [10]
Este tipo de trabajo a largo plazo crea redes e infraestructura para el apoyo material mutuo, una especie de parentesco donde el trabajo reproductivo tradicionalmente asignado al hogar es parcialmente socializado. El parentesco no como relaciones biológicas, sino que como aquellos que se acercan a través de una relación compartida con el mundo, viviendo en proximidad y apoyándose mutuamente. También hacemos eco aquí del “parentesco de la infertilidad” al que alude Naomi Klein. [11] Este parentesco abarca a aquellos incapaces de tener hijos (con quienes Klein siente afinidad), pero también rechaza centrar la política en la fertilidad y sus nexo reproductivo futurista de raza-familia-nación. Como lo expresa Silvia Federici:
…es a través de nuestras actividades diarias por las que producimos nuestra existencia, que podemos desarrollar nuestra capacidad de cooperar, y no solo resistir a la deshumanización sino aprender a reconstruir el mundo como un espacio de crianza, creatividad y cuidado. [12]
No podemos imaginar a las comunidades obreras de Glasgow que defienden a sus amigos migrantes culpándolos por todos los crímenes, socavando de manera preventiva los intentos por imponer la culpa racial colectiva que ha sido central en la agitación anti-migrantes en Europa. Por lo tanto, esta creación de colectividad es una “invención del pueblo”, el pueblo necesitaba atender la señal de alerta de Primo Levi, hasta ahora desaparecida. [13]
Cambiar nuestra capacidad de regenerarnos desde el hogar hacia redes localizadas pero transnacionales y multirraciales de apoyo mutuo hace que sea difícil cómo pueden arraigarse las ansiedades racializadas y sexualizadas que alimentan el apoyo a la violencia fronteriza. Es importante destacar que esta es una tendencia que ya existe, a medida que las personas de la clase trabajadora improvisan su reproducción social bajo condiciones donde la familia nuclear “adecuada”, incluso cuando es deseable, con frecuencia no es económicamente viable, dados los sueldos estancados e inseguros, y los costos de vivienda en una espiral creciente.
Varias otras tendencias también están de nuestro lado. Además de la erosión de las normas de género patriarcales y binarias centrales del nexo oikonómico, las luchas recientes –desde el movimiento de las plazas y Occupy a Black Lives Matter- se han extendido con fluidez más allá de las fronteras nacionales. No hay que suscribirse a los reportes sin aliento de la obsolescencia hiper-conectada del estado-nación para darse cuenta de que las solidaridades nacionalistas están lejos de ser las únicas, o incluso las más obvias, en oferta. Cualesquiera que sean los límites de estas luchas, esas solidaridades transnacionales que emergen algo espontáneamente de las facilidades de la infraestructura de comunicaciones –sin descontar el trabajo de quienes trabajan activamente para difundir las luchas- son ciertamente inspiradoras para una política anti-fronteriza adecuada a las crisis climáticas que vienen.
Estructuras anti-fascistas
Que las luchas puedan encontrar resonancia transnacional destaca otro punto importante. La crueldad y la intensidad del racismo de los medios de comunicación ejemplifican cómo las ansiedades racializadas no son simplemente un hecho dado, sino que deben alimentarse permanentemente para evitar brotes de solidaridad. Nina Power ha llamado a esto “un desplazamiento dirigido y gestionado por etapas del resentimiento”. [14]
Por ejemplo, después de la difusión generalizada de las imágenes de la muerte de Aylan Kurdi, incluso los periódicos de extrema derecha británicos publicaron una cobertura empática (aunque se trata de una forma de empatía racializada y violenta que volvió sin problemas a la hostilidad absoluta a la primera oportunidad). La literatura sobre los medios como meta-representación ofrece una descripción de cómo operan los medios en casos como este:
Puede ser que nadie haya cambiado de opinión, pero de repente los que aborrecen la demonización de los migrantes se dieron cuenta de que no estaban solos. Esto encajaría con una literatura fascinante que sugiere que los medios no influyen tanto en lo que piensan las personas, sino que en lo que esas personas piensan de lo que piensa el resto (meta-representaciones más que representaciones). Pero esto sigue siendo importante porque afecta lo que estamos preparados para hacer. Una vez que sentimos que nos estamos solos, que nuestra voz es parte de una voz colectiva, estamos mucho más dispuestos a actuar en público. [15]
Esto sugiere que las infraestructuras de medios alternativos y/o el uso efectivo de los canales de comunicación sociales existentes son una parte crucial para permitir la acción colectiva. Millones de personas leyeron la defensa de la segregación racial del diario The Sun, pero solo sabemos que 300 personas acudieron a una convocatoria pro-migrante porque lo leímos en Twitter. [16] A menudo se siente como si estuviéramos viviendo en una lluviosa isla fascista, esto refleja al menos en parte un monopolio de los medios de comunicación sobre las meta-representaciones, que asegura que las personas pro-migrantes se sientan solas incluso cuando no lo están.
Las cuestiones de infraestructura entregan una respuesta parcial a cómo construir una cultura anti-fascista más amplia en la sociedad para inocular contra la “infección latente” de Levi. Esa infraestructura puede ser cosas como redes de amigos y espacios físicos para apoyar a los migrantes –y socavar a quienes intentan demonizarlos- así como infraestructuras mediáticas capaces de cuestionar el sentido de aislamiento experimentado por millones de personas que desesperan frente al clima de racismo populista.[17]
Estas redes híbridas de personas, tecnologías e infraestructuras son lo que hemos llamado anteriormente “una política regenerativa de ciborgs”.[18] Quizás más directamente, es una cuestión de un parentesco no limitado a lo biológico. Esto se apoya en las formas ya difundidas de apoyo mutuo que las personas construyen para sí mismas a lo largo o en lugar de las familias nucleares: lazos de afinidad más que sanguíneos.
Incluso si una fracción de las migraciones climáticas proyectadas tiene lugar, se espera que las fuerzas reaccionarias intensifiquen el pánico fronterizo y exijan más violencia en la frontera, probablemente organizada alrededor de un llamado a la ética de botes salvavidas, con estados botes-salvavidas imponiendo mundos-de-muerte sobre los forasteros racializados. Entender la resonancia emocional de estos llamados en el nexo raza-familia-nación centrado en el hogar nos permite entender cómo las luchas “culturales” y las luchas sobre la reproducción social, aparentemente desconectadas, forman parte de cuestionar la reproducción de estas investiduras inconscientes.
A medida que el clima cambia para expandir las zonas inhabitables del planeta, el estado-nación como modelo de organización social en las zonas habitables se verá sometido a considerables presiones. Sus defensores probablemente no aceptarán su obsolescencia a la ligera, y de hecho, los militares están haciendo del cambio climático un elemento central en su planificación. [19] Pero los estados autoritarios bote-salvavidas y la violencia fronteriza genocida asociada, no son inevitables. Mientras que los populistas anti-migrantes están ocupados negando la existencia del cambio climático, las políticas anti-fronterizas pueden tener varias décadas de ventaja, apoyándose silenciosamente sobre las tendencias existentes en las sociedades y las luchas contemporáneas, construyendo infraestructura para socavar las respuestas reaccionarias cuando la crisis climática se vuelva innegable.
Notas.
1. Gilles Deleuze y Félix Guattari (1985), El Anti-Edipo, p. 265
2. Imagen: una mujer blanca vestida con una bandera de la UE acosada por manos y brazos morenos de todos lados.
3. Angela Mitropoulos (2012), Contract and Contagion: From Biopolitics to Oikonomia, Minor Compositions, p. 160.
4. Angela Mitropoulos, On Borders/Race/Fascism/Labour/Precarity/Feminism/etc, Revista Base #1, 28 octubre del 2016.
5. De hecho, el término parece tener sus orígenes en un género de pornografía, según el reporte del Southern Poverty Law. Estas ansiedades hacen eco de la preocupación de los nazis con los “bastardos de Renania”, hijos nacidos de madres alemanas, engendrados por la ocupación de tropas coloniales francesas (muchos de África occidental) después de la primera guerra mundial.
6. Angela Mitropoulos, On Borders/Race/Fascism/Labour/Precarity/Feminism/etc, Revista Base #1, 28 octubre del 2016.
7. Jasbir Puar (2007), Terrorist Assemblages, Duke University Press, p. 31.
8. Sobre la relación entre la violencia anti-migrantes y la violencia homofóbica, ver James Butler, A post-Brexit spike in homophobic hate crime? It’s part of ‘taking back control’, Huck Magazine, 11 de octubre del 2016.
9 Silvia Federici (2013), Revolución en punto cero, Traficantes de sueños, p. 179.
10. Maryline Baumard, Give me your tired, your poor… the Europeans embracing migrants, The Guardian, 3 de agosto del 2015.
11. Ver nuestro Klein vs Klein.
12. Silvia Federici, Revolución en punto cero, p. 20.
13. Ver las secciones “el pueblo está desaparecido” e “inventar el pueblo del clima” en nuestra discusión del populismo climático para una discusión más detallada de lo que significa para un pueblo estar desaparecido o inventado. Ver la sección “Espacio abarrotado y la centralidad de la creación” aquí para una discusión del significado de los espacios abarrotados:
“Si el pueblo está desaparecido, la política minoritaria empieza no en un espacio de plenitud y autonomía subjetiva autodeterminada, sino que en un “espacio abarrotado” entre pueblos oprimidos, subalternos, minoritarios, que encuentran sus movimientos y expresiones “apretados” por todas partes (…) Deleuze y Guattari sugieren que es precisamente en situaciones estrechas, en la proximidad forzada de pueblos, historias y lenguajes, que ocurre la creación: “La creación tiene lugar en espacios sofocados”.
14. Nina Power, Rainy fascism island, e-flux.
15. Steve Reicher y Alex Haslam, A ‘migrant’ is not a migrant by any other name, The Psychologist, 11 de septiembre del 2015.
16. Rod Liddle, Why should white live in ‘ethnic’ área? Can’t they be aming their own kind too?, The Sun, 3 de noviembre del 2016. Tweet de la convocatoria pro-refugiados: Daniel Trilling.
17. Hay importantes elementos de planificación urbana y arquitectura a considerar aquí. Los antiguos residentes de Park Hill de Sheffield reconocen cómo el diseño de sus “calles en el cielo” permitió que los deberes parentales fueran colectivizados informalmente, algo que se hace más difícil por las viviendas más aisladas y la falta de espacio público. (Paul Allender y Prue Chiles, Making Yourself at Home in Park Hill: Meanings of Modernism and Utopia, presentado en Utopias, Futures and Temporalities: Critical Considerations for Social Change, Bristol Zoo, mayo del 2015).
18. Apenas hemos abordado los aspectos tecnológicos aquí: en el largo plazo, los refugios de zonas habitables probablemente harían uso de la tecnología de desalinización, la irrigación a gran escala y las granjas de interior –ambas consumidoras intensivas de energía, y por lo tanto dependientes del despliegue generalizado de la generación de energía renovable.
19. Suzanne Goldenberg, Pentagon: global warming will change how US military trains and goes to war, The Guardian, 13 de octubre del 2014.