Por Daniel Mathews para Resumen.cl
Nuestra última entrega sobre el informe de Amnistía Internacional 2014 lo dedicamos a los migrantes. Y es que el número de personas desplazadas en todo el mundo superó los 50 millones por primera vez desde que terminó la Segunda Guerra Mundial. Lo vamos a dedicar sobre todo a los que migran hacia Europa. Es cierto que en el viejo continente también ha habido otras violaciones a derechos humanos. Sobre todo a los derechos económicos de los países del sur europeo: Grecia, España. Pero ahora se ha abierto una luz de esperanza a esos territorios. Una luz muy tenue quizá, hay quienes están perdiendo la esperanza. Queremos conservarla y estar atentos.
Salvo contadas excepciones, la respuesta de la UE y sus Estados miembros obedeció ante todo al deseo de mantener a estas personas fuera de sus territorios. Esto quedó escandalosamente de manifiesto en la respuesta de la UE a la crisis de los refugiados sirios. Al final del año, de los aproximadamente cuatro millones de refugiados sirios, sólo unos 150.000 vivían en la UE: más o menos la misma cantidad que llegó a Turquía en tan sólo una semana tras el avance militar del Estado Islámico sobre Kobani. Entre varios países de la UE se comprometieron a aceptar sólo 36.300 de los aproximadamente 380.000 refugiados sirios que, según el ACNUR, necesitaban ser reasentados. Alemania ofreció 20.000 plazas de reasentamiento. Reino Unido, Francia, Italia, España y Polonia, que sumaban 275 millones de habitantes, se limitaron a ofrecer poco más de 2.000 plazas, el 0,001 por ciento de sus poblaciones
Al no existir rutas legales seguras para los refugiados y migrantes que querían llegar a Europa, y ante la determinación de la UE de sellar sus fronteras terrestres, un número de personas sin precedente intentó llegar al continente por mar, y un número también sin precedente se ahogó. El ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, calculó al final del año que 3.400 refugiados y migrantes habían perdido la vida en el Mediterráneo, lo que convertía esta ruta marítima en la más peligrosa del mundo para los migrantes.
En los 10 primeros meses del año se evitó un número superior de muertes en el mar gracias a la Operación Mare Nostrum, impresionante operación de búsqueda y rescate puesta en marcha unilateralmente por Italia y que permitió rescatar a más de 100.000 personas; más de la mitad eran refugiados de países como Siria, Eritrea y Somalia. Sin embargo, el 31 de octubre se puso fin a la operación, ante la considerable presión de otros Estados miembros de la UE. En su lugar, la UE ofreció un sustituto colectivo, la Operación Tritón, coordinada por Frontex, su organismo encargado del control de fronteras, cuyo alcance, mandato y magnitud eran bastante más reducidos.
Quienes lograban escalar o sortear las vallas (más altas y largas que nunca) que se extendían a lo largo de las fronteras terrestres exteriores de la UE se exponían a sufrir una devolución ilegal inmediata a Turquía o Marruecos por parte de España, Grecia o Bulgaria. Al final del año, el partido que gobernaba en España presentó un enmienda al proyecto de Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana que legalizaría las expulsiones sumarias a Marruecos desde Ceuta y Melilla. La UE intentó reforzar su gestión del control de las fronteras con estos países complementando progresivamente las devoluciones inmediatas con operaciones para evitar que estas personas llegaran a entrar en su territorio.
Los centros de detención para inmigrantes –las mazmorras de la Fortaleza Europa– seguían estando llenos, a menudo hasta rebosar. Se siguió recluyendo a grandes cantidades de migrantes irregulares y solicitantes de asilo, incluidas familias completas y menores de edad, a menudo durante largos periodos y, ocasionalmente, en condiciones atroces.