Una característica de la sociedad de la información en que vivimos, es la capacidad humana para poder comunicarse y romper las barreras del tiempo. Al parecer este regalo de la tecnología nos ayuda a la vez a estar más lejos y a acortar la capacidad de unir nuestras manos en pro de una lucha.
Esa misma sociedad de la información manipulada por la prensa, que a gritos de propaganda nos venden grupo para la campaña lava cerebros. Y en eso apunto a los medios, los llamados guardines de la verdad, que mienten en nuestras caras al declarar objetividad, como si las subjetividades de su pensamiento quedaran fuera de todo cálculo de interés al momento de comunicar. Porque, ¿régimen o dictadura? Juzgue usted si ese u otros períodos deben llamarse régimen o gobierno. Como si la democracia fuera tan democracia, o si los políticos fueran honestos y la concertación fuera de izquierda.
Pero si estamos en conocimiento de esto, ¿qué pasa? Por qué la Moneda no está tomada con Hinzpeter y Piñera capturados en una tragicomedia anarquista. Por qué no gritamos todas y todos un cántico de euforia ante las injusticias. Por qué no nos unimos los furiosos y hablamos por los sin voz. Por qué no somos conscientes de lo que nos pasa y seguimos rondando en esta máquina, este artefacto contemporáneo y capitalista, lleno de grasa, contaminación y sangre. Que lo operan los otros. Los grandes. O esos que pretenden serlo. Los que van a esas Iglesias y pagan por ser miembros de ese cónclave minúsculo y elitista. Los que discriminan, lapidando a cada homosexual, haciendo hincapié en nuestra supuesta desviación. Los que se aumentan el sueldo dejando al pueblo con 180 lucas, para ellos pasar a un festín de dos millones por año. Y los que violan y nos llaman enfermos cuando bajo sus sotanas se esconden al final del clóset hambrientos de sexo. También los que golpean y coartan la libertad a hablar lo que pienso en donde quiera y cuando sea. En medio de una calle. Con unos neumáticos con fuego o de taco alto y voz distinta. Y también los asesinos de Zamudio, que representan al implícito asesino del pensar machista en nuestro Chile homofóbico.
La fuerza está entonces en la acción, en ese sueño idealizado de ver a cada ser social convertido en cual maricón enajenado, hirviendo de rabia y de llanto por las realidades injustas, desiguales, travestidas de democracia y de progreso. Esa realidad nostálgica que envuelve a nuestro pueblo en desigualdades explícitas y duras que hacen del caminar un cuestionamiento eterno porque, cuando rondando la acomodada Iglesia ve a esa abuelita de mirada triste mendigando por unos pesos, ¿qué piensa?
Fotografía: Flickr, por Daniel Erbo.