La actual provincia de Arauco fue integrada al territorio nacional a través de un proceso combinado y violento desarrollado por empresarios carboníferos y el ejército chileno, durante la segunda mitad del siglo XIX, sobre el otrora butalmapu lafkenche.
Hacia 1852 el Estado de Chile crea en el papel una Provincia de Arauco, la cual comprendía todos los asentamientos fronterizos al sur del Bío Bío y al norte de la Provincia de Valdivia. En un esbozo intelectual de un proyecto que comenzara a materializarse 10 años más tarde cuando el ejército chileno refunda la ciudad de Lebu como cabeza de playa para la futura invasión del territorio mapuche, iniciada en 1866, cuando un decreto de ley declara fiscales todas las tierras al sur del Bío Bío.
Hacia esos años ya se habían iniciado las primeras explotaciones carboníferas, en Trana, Aguapie, Llico, Rumena, Maquehua y Quilachanquin en la actual comuna de Arauco, Boca Lebu en Lebu, mientras paralelamente José Cardenio Avello a través del bandidaje desplaza las comunidades mapuches de diversas zonas de la actual comuna de Curanilahue donde se instalarán las futuras explotaciones carboníferas de Peumo, Colico, Descabezado, el dos y plegaria.
Desde entonces y hasta nuestros días estas dos fuerzas -inversiones capitalistas y fuerzas militares del Estado- marcan la historia de esta integración forzada, del despojo del territorio y los habitantes, de una provincia que ha generado enormes fortunas y que sin embargo, ha sido y continua siendo, una de las más pobres de Chile.
Inversiones capitalistas y ocupación militar del territorio
Las explotaciones carboníferas continuaron su expansión hacia la actual comuna de Los Álamos (Trihuelo, Manto Grande, La Araucana, Quillaitun y Pilpilco) junto con esta expansión de yacimientos llegó el ferrocarril Maquehua-Laraquete (1876) Concepción Curanilahue (1890) Lebu-Puren (1927).
Hacia 1875 otro decreto del Estado chileno libera las tierras al norte del río Tirúa prosiguiendo la ocupación del territorio mapuche.
Hacia 1884 se inicia la colonización alemana en Contulmo y los vascos franceses en Cañete, Arauco, Lebu y Los Álamos.
El capitalismo se expandía mientras los mapuches eran despojados de sus tierras e incorporados como fuerza de trabajo a la minería del carbón, donde las condiciones de trabajo y vida en los campamentos mineros eran de brutal explotación y miseria. Las familias mineras vivían en barracones, similares a los utilizados en las haciendas esclavistas en EE.UU., Brasil o el Caribe, allí vivían en condiciones infrahumanas 300 a 350 personas, donde proliferaban todo tipo de epidemias, sin condiciones mínimas de salubridad, baños ni agua potable, la mortalidad infantil era 10 veces superior al promedio nacional, ni siquiera se contaba con cementerios. En Curanilahue el cementerio data de 1925 y la explotación carbonífera desde 1880.
Estas condiciones fueron la fuente de cultivo de la rebelión de los trabajadores, las empresas mineras de Curanilahue constituyeron guardias privadas, el Estado las apoyó con la construcción de retenes policiales y militares, hacia fines del siglo XIX y primeros años del siglo XX, sin embargo, no se construirá un hospital en esta comuna sino hasta el año 1954, con toda la precariedad que han arrastrado hasta nuestros días. La educación corría por un carril similar, el primer liceo de chue no iniciará funciones hasta el año 1964.
A pesar de toda esta triste realidad social, los dueños de los yacimientos carboníferos construían palacios y parques, mientras amasaban fortunas en los bancos.
El abandono de la población, sus condiciones de salud, educación y vivienda permanecerán en el tiempo, al igual que el aislamiento en las comunicaciones y el transporte, y la carencia de servicios básicos. Todas las cifras muestran un retraso de décadas entre aquellas estadísticas sociales que determinan la modernidad de las sociedades. Retraso no solo notorio en relación a Santiago, sino con respecto a la próxima provincia de Concepción.
Tierra de nadie y precariedad del estado de derecho
Otro elemento que se sumó al abandono es la precariedad del estado de derecho. Así por ejemplo en el caso de la posesión de la tierra, tras la ocupación militar el Estado entregó propiedades a colonos chilenos (inquilinos de la tierra) en muchos casos por su propio servicio en la guerra de ocupación, como también a los mapuches en zonas definidas como reducciones, pero esta legalidad tampoco se respeto, los colonos europeos desplazaron a los chilenos y mapuches, construyendo latifundios con la complicidad de las instituciones del Estado chileno, principalmente las judiciales.
Décadas más tarde las empresas forestales, principalmente el grupo Arauco, perteneciente a la familia Angelini, continuó y acrecentó este proceso de concentración de la propiedad de la tierra, con la misma complacencia de la justicia, donde cientos de litigios entre campesinos chilenos y mapuches contra la empresa forestal han terminado en la totalidad de los casos favorables a la empresa de Angelini.
Persistencia histórica del fenómeno de ocupación
La actual situación de la provincia de Arauco no dista de la vivida por generaciones pasadas en su poco más de siglo y medio de vida. El grupo Arauco que es propietario de más de la mitad de la superficie de tierras de toda la provincia y que mantiene un complejo industrial altamente contaminante en la comuna de Arauco, que ha destruido una de las zonas de mayor riqueza marina, antiguo santuario ballenero como fue el Golfo de Arauco, deja al municipio local la irrisoria suma de 5.227 pesos de patente por semestre (dato del pago primer semestre del 2012), la verdadera tributación la realiza en la capital, acá solo explota de manera salvaje a los trabajadores y destruye el medioambiente.
Las carreteras y puertos planificados como obras de desarrollo para la provincia, no son sino otro estímulo y subsidio estatal a esta misma empresa que se apresta a quintuplicar su producción en la planta Horcones, lo que implicara un violento impacto ambiental por la aun mayor expansión del suelo para uso forestal con el consiguiente agotamiento de los recursos hídricos y la ya escasa flora y fauna nativa.
Hoy la extensión del suelo forestal supera el 90% en comunas como Curanilahue, el 75% en Los Álamos, el 73% en Contulmo, el 67% en Lebu, el 65% en Arauco, 62% en Tirúa y 55% en Cañete, todo ello con estadísticas de 5 años.
Cuando los suelos se destruyan pasará lo mismo que con el carbón, la población seguirá en las mismas condiciones de miseria, las riquezas habrán ido todas a parar a manos de familias oligárquicas en la capital.
La población de Arauco sigue viviendo en una precariedad absoluta, a pesar de ser la provincia más pobre del país, sus habitantes están gravados con un peaje para acceder a la provincia y en el futuro cercano tendrán tres peajes, los servicios básicos por los que pagan altos valores son precarios, la electricidad constantemente se cae en la provincia, lo mismo sucede con internet que es de bajísima velocidad, los cortes de agua también son habituales, sin que las empresas tengan saneamiento de aguas servidas por la cual vienen cobrando desde hace muchos años.
Las grandes empresas han empobrecido a las comunidades locales, las anteriormente ricas caletas del golfo están en la absoluta miseria, Laraquete, Tubul, Llico, Punta Lavapie y la ley de pesca que ha iniciado su tramitación con suma urgencia amenaza a los pescadores artesanales de Lebu.
La situación de la educación muestra a toda la provincia como roja en cuanto a resultados en todas las mediciones, existe tan solo un centro de formación técnica en Lebu , lejos de tener los beneficios del CFT de Lota, universidades privadas han incursionado en la provincia engañando y estafando a los jóvenes para después retirarse.
La salud sigue una realidad similar, los hospitales recientemente construidos de Curanilahue y Cañete sufrieron graves daños con el terremoto del 2010, daños que aun no son reparados, y los consultorios de Los Álamos y Tirúa permanecen sin abrir por trabas burocráticas, la escasez de profesionales de la salud es aguda, especialmente de médicos especialistas.
La comunidad de las distintas ciudades y pueblos de la provincia demandan hoy del Estado medidas que mitiguen esta situación de abandono y postergación, levantando un petitorio que han negociado con las autoridades locales, regionales y nacionales, las cuales las han enfrascado en las típicas mesas de diálogo que buscan dilatar un posible conflicto, mientras dividen a los distintos actores del conflicto, las visitas de Longueira y Hinzpeter estas últimas semanas apuntan en ese sentido.
Tal vez llegó la hora de superar esa lógica inconducente de sentarse a pedir soluciones a los problemas a este Estado centralista y autoritario, tal vez llegó la hora de que Arauco se libere de ese Estado usurpador que lo ocupó militarmente hace solo un poco más de un siglo y medio, y se plantee pasos concretos de autonomía e independencia política como los que hoy gozan por ejemplo el pueblo rapanui en Isla de Pascua. El Pueblo Araucano debe avanzar en ese proceso, impedir la presencia de empresas capitalistas que arrasan con su riqueza, destruyendo el entrono natural y la cultura allí existente, Arauco debe avanzar en la construcción de un territorio productivo, donde las riquezas las disfruten sus habitantes y se repartan de forma solidaria, respetando por supuesto el entorno natural y cultural y existente.