Fralib: el elefante victorioso
Hay un elefante en Francia que se ha transformado recientemente en un símbolo de lucha. Es el elefante que aparece en el logo de un té muy conocido en la región, producido desde hace 120 años en una fábrica, de nombre Fralib, situada en el área metropolitana de Marsella, a 20 kilómetros de la ciudad. La multinacional Unilever, dueña de la marca Thé Éléphant y también del té Lipton, decidió en septiembre de 2010 cerrar la fábrica y trasladar la producción a Polonia, en busca de mano de obra más barata.
182 trabajadores se quedaron en la calle. Pero reaccionaron rápidamente y ocuparon la fábrica. Desde allí empezaron a reivindicar, apoyados por los sindicatos, no sólo los salarios que les debían, sino también el derecho a mantener sus puestos y a autogestionar la producción. Unas medidas acompañadas de una campaña de boicot a la transnacional.
El 26 de mayo de 2014, tras más de 1.336 días de protestas y de ocupación de la fábrica, los trabajadores de Fralib obtuvieron una victoria histórica en la batalla legal contra Unilever, la cuarta empresa alimentaria más grande del mundo.
Aunque Fralib no pudo conservar la marca Éléphant, en el mes de julio los trabajadores lograron por fin retomar la producción del té y de las infusiones de hierbas. Además, consiguieron que Unilever los indemnice con 20 millones de euros por los daños causados por el cierre de la fábrica. Con este impulso, los 60 integrantes actuales de Fralib volvieron a sus puestos de trabajo en la fábrica, esta vez bajo control obrero. Ahora no sólo trabajan sin patrón, sino que han reemplazado los aromas químicos por productos naturales y orgánicos provenientes de cooperativas de productores locales, en el ámbito de la economía solidaria y alternativa.
“Éste es un proceso que no tiene vuelta atrás”, dice Rima, obrera de Fralib desde hace varios años. Empezó a trabajar con contratos precarios. Ahora es integrante de pleno derecho en la cooperativa. “Desde que empezamos esta lucha, nos hemos dado cuenta de que estamos en una etapa muy importante con respecto a nuestra libertad como trabajadores y ciudadanos; hemos necesitado mucha fuerza, mucha energía, pero ahora tenemos que seguir adelante, sin detenernos ni tener miedo”, concluye Rima.
Kasova: “No es sueño, es necesidad”
La ciudad de Estambul ha vivido un año de movilizaciones multitudinarias a partir de las resistencias del movimiento en defensa del parque Gezi, de los sindicatos combativos y de muchas otras experiencias de lucha en contra del autoritarismo del Gobierno, la explotación laboral, la especulación inmobiliaria o la expropiación de los bienes comunes. La historia de los obreros de la fábrica Kasova se ha desarrollado en este contexto, convirtiéndose en la primera fábrica recuperada en Estambul desde los años 70. Esta experiencia ha evolucionado en profunda relación con otras experiencias, entre ellas la de la fábrica ocupada Greif, desalojada por la policía el pasado mayo, o el periódico Karsi, ocupado y autogestionado por sus trabajadores.
La Diren Kasova (Kasova Resiste) se encuentra en Osmanbey, un barrio textil con una fuerte tradición de lucha obrera, cerca de la plaza Taksim y del parque Gezi. En los últimos seis meses de vida de esta fábrica textil, el antiguo dueño empezó a bajar los salarios, a despedir trabajadores y a reducir el volumen de producción. Cuando en 2013 la plantilla descubrió los planes del patrón, decidió tomar la fábrica y defender las máquinas, enfrentándose y resistiendo a la presión policial, a un intento de desalojo y a varias amenazas durante las noches de toma.
Los obreros han suplido la falta de experiencia sindical con la solidaridad de los vecinos y de varios grupos políticos. “En los meses de lucha se han construido conexiones con los vecinos, que se dieron cuenta de las amenazas de desalojo y empezaron a visitar la fábrica durante la toma. Al mismo tiempo, la relación con el forum [asamblea] barrial ha ido creciendo en intensidad. Todo esto ha sido clave, desde el principio, para el éxito de la lucha”, nos cuenta Bulent, uno de los integrantes de Kasova. “Sin salarios y sin ningún tipo de indemnización, fueron momentos muy difíciles”, dice. La solidaridad y el apoyo popular, en particular de los forums, asambleas barriales surgidas desde el movimiento de Gezi, junto a la determinación de la plantilla de Kasova, fueron determinantes.
Actualmente, los obreros de Kasova luchan para que les devuelvan las máquinas que consiguieron llevarse antes de la quiebra definitiva de la fábrica. La necesidad de empezar a producir para garantizar ingresos para los integrantes de la cooperativa es un tema vital, una urgencia económica, pero también política: demostrar que es realmente posible producir sin patrones, en el marco de la autogestión.
“Queremos empezar una campaña política para que nos reconozcan el derecho a producir sin patrón –dice Bulent–. Queremos reducir el horario de trabajo, mejorar nuestras condiciones de vida, trabajar de manera autogestionada: sabemos que no es fácil, pero queremos intentarlo. No es un sueño, es la necesidad de mantener un puesto de trabajo para sobrevivir de manera digna”.
Salónica
Trabajo sin patrón en Vio.Me
En Salónica, ciudad industrial del norte de Grecia, hace casi dos años que se desarrolla una historia que se ha convertido en referencia obligada en toda Europa. Es la historia de una fábrica abandonada por sus dueños, enseguida olvidada por el Estado y el Gobierno, ignorada por el sindicalismo burocrático. En esta fábrica, como en muchas otras de Grecia y el sur de Europa, los trabajadores fueron despedidos cuando la empresa entró en quiebra. En 2011, los trabajadores de Vio.Me, reunidos en asamblea general, decidieron tomar la fábrica y gestionarla ellos mismos. La fuente de inspiración fueron, una vez más, las empresas recuperadas argentinas.
“Gracias a la solidaridad pudimos recuperar lo nuestro, la dignidad de nuestras familias, y seguir con pasión y fuerza en nuestra lucha”, dice Makis, uno de los trabajadores de Vio.Me. Al igual que en el caso de Argentina, la recuperación de esta fábrica de materiales de construcción hubiera sido imposible sin las redes de apoyo y solidaridad de ciudadanos y movimientos sociales.
Los trabajadores de esta fábrica afirman que es necesario pensar la producción en relación a las necesidades sociales. En primer lugar, en relación a las necesidades de la plantilla, no sólo las económicas, sino también pensando en la sostenibilidad del ritmo de trabajo, la seguridad, las relaciones sociales entre ellos. La producción también debe estar pensada en relación a las necesidades de la comunidad, de los grupos de apoyo de la fábrica, de los vecinos. Y también del medio ambiente: hace más de un año, Vio.Me inició la producción de detergentes ecológicos. La fábrica recuperada, afirman los trabajadores, es un patrimonio común, no pertenece ni a un patrón ni a los obreros, sino que es “parte de una lucha mas grande”.
El proceso de autogestión se concreta a través de prácticas cotidianas de democracia directa, basadas en la participación del conjunto de los integrantes de la cooperativa en la toma de decisiones. “Cada día nos encontramos en la fábrica y decidimos en asamblea durante la primera hora de trabajo las actividades del día”, nos cuenta Dimitris, otro trabajador de Vio.Me, “y una vez al mes tenemos la asamblea general de todos los integrantes de la cooperativa, en la que tratamos todos los temas de gestión, producción y las cuestiones políticas en conjunto”. Entran a trabajar a las 7h y salen a las 15h. “Estábamos acostumbrados a trabajar para otros. Ahora lo hacemos para nosotros”, dice Alexandros, otro trabajador de Vio.Me.
Roma y Milán
Recuperando Officine Zero y Ri-Maflow
En Italia existen muchas experiencias que consiguieron gestionar de forma diferente la producción, reinvertir las ganancias y transformarse en cooperativa. Pero destacan dos experiencias innovadoras surgidas de las resistencias contra las políticas neoliberales: Officine Zero, en Roma, y Ri-Maflow, en Milán.
El proyecto de reconversión de Officine Zero surgió de la lucha llevada a cabo en la fábrica RSI, un taller de reparación de ferrocarriles situado en el barrio de Casalbertone, a un kilómetro de Tiburtina, la nueva estación de los trenes de alta velocidad de la capital. La fábrica quebró en 2011 por la crisis del sector ferroviario público y por la deficiente gestión de los propietarios, que paulatinamente habían bajado la producción y despedido a buena parte de la plantilla.
El 20 de febrero de 2012, los últimos 33 obreros despedidos decidieron tomar la fábrica exigiendo el pago de sus salarios. Durante esta lucha consiguieron un fuerte apoyo de las redes barriales, de los centros sociales ocupados y del movimiento estudiantil. La fábrica se abrió a la sociedad y empezó un proceso político asambleario llamado la “idea loca”, un proyecto de lucha y trabajo en común entre diferentes sectores laborales, a partir del apoyo a la lucha obrera contra la patronal y con el objetivo de crear un proceso de recuperación del espacio de forma colectiva y cooperativa.
El resultado de estas asambleas es el proyecto Officine Zero –“cero explotación, cero patrones y cero contaminación”–, basado en la recuperación de la fábrica y su reconversión productiva en base a diferentes proyectos laborales cooperativos. Lo que une estas experiencias diferentes es la búsqueda de otro modelo de relaciones sociales y laborales, basados en la autogestión y la cooperación.
La construcción de una alternativa concreta se articula entre varios proyectos de la fábrica: talleres artesanales, un proyecto de reutilización y reciclaje de las máquinas que han sido recuperadas y reactivadas por los antiguos obreros de la fábrica y nuevos integrantes del proyecto y un espacio de common working. Además, hay una ‘casa’ estudiantil autogestionada y un comedor popular. Otro proyecto surgido en la fábrica es la Camera del Lavoro Autonomo e Precario, con asistencia legal gratuita como forma de experimentación del sindicalismo metropolitano, organizado desde abajo y basado en la solidaridad, la lucha común y la conexión entre trabajadores precarios.
El mismo tema de la reutilización y el reciclaje es fundamental también en el proyecto de otra fábrica recuperada en Italia, la Ri-Maflow, de Trezzano sul Naviglio, cerca de Milán. Esta fábrica fue tomada por los obreros para evitar el vaciado de las instalaciones y que se llevaran las máquinas. La mayoría de los obreros despedidos participan en la cooperativa y han abierto la fábrica a la comunidad a través de la feria de segunda mano, que se ha transformado en un espacio fundamental de la economía solidaria a nivel territorial.
En el último año, se han producido dos momentos de encuentro para construir un espacio político de conexión, debate y solidaridad entre las fábricas recuperadas europeas. El primero se produjo en noviembre de 2013, en Roma, en el encuentro Agora99. El segundo, en la fábrica recuperada Fralib, en enero de 2014, donde obreros de empresas recuperadas, activistas, militantes e investigadores de Europa y América Latina se reunieron para conectar experiencias y analizar los límites y los desafíos de nuevas experiencias de sindicalismo de base, imaginando la construcción concreta de redes de solidaridad para fortalecer la autogestión.
Con el nombre de Encuentro regional euro-mediterraneo de Economía de los trabajadores, se generó un espacio de debate, investigación e intercambio impulsado por el programa Facultad Abierta de la Universidad de Buenos Aires y su director Andrés Ruggeri, en donde participaron obreros, activistas, investigadores desde Europa y América Latina. En estos días fue presentada por Darío Azzellini la página web sobre control obrero workerscontrol.net. El próximo, encuentro internacional será en Venezuela en julio 2015.
Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/panorama/23621-trabajo-sin-patron-europa.html