Señoras y señores…
Probablemente usted ha escuchado hablar de la Cantata Santa María de Iquique, y si no lo ha hecho le invito a escuchar esta tremenda obra de Luis Advis bajo la interpretación de Quilapayún (1970), que, dicho sea de paso, es considerado el cuarto mejor disco de la música chilena según Rolling Stone (2008).
Lorenzo Cornejo Jara / resumen.cl
Ahora bien, lo interesante de esta obra es que marcó un antes y un después en la composición musical chilena, teniendo, como ningún otro género musical en el país, una influencia que ha trascendido generaciones.
Venimos a contar
El compositor: personalidad icónica de la música chilena desde los años 60´, especialmente por su vinculación con la Nueva Canción Chilena y la confluencia de una diversidad de sonoridades en su obra, Luis Advis (1925-2004) representa una amalgama única entre el posromanticismo de Wagner, Mahler y Strauss (Gallegos, 2006) y la música de raíz folclórica latinoamericana, en parte gracias a su relación con Margot Loyola con quien llegó a grabar un disco (Arenas, 2012).
De sus múltiples trabajos, podemos destacar:
Tres preludios para piano (1965)
Cantata Santa María de Iquique – escrita para Quilapayún (1969)
Canto para una semilla – texto de Violeta Parra (1972)
Suite Latinoamericana para orquesta (1976-1978/1994)
Los tres tiempos de América para conjunto y orquesta (1987)
La pampa del Tamarugal – Oratorio (2004)
Sumándose muchas obras de diversos géneros y formatos: música para cine, teatro, televisión, de cámara, solista, etc.
Además, gracias a su formación humanista, Advis dejó algunos escritos, tales como: Aplicación de los símbolos lógicos al Análisis Musical (1960) e Implicaciones objetivas y subjetivas del concepto “Ritmo” (1965), ambos publicados en la Revista Musical Chilena. También colaboró con el musicólogo Juan Pablo González en la producción del notable trabajo Clásicos de la Música Popular Chilena (1994), entre otros.
Cabe señalar, que Advis tuvo una vida institucional profunda, siendo socio fundador de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD), que presidió durante doce años y donde logró publicar algunas de sus obras (en partitura).
[caption id="attachment_116903" align="aligncenter" width="355"] Luis Advis[/caption]Aquello que la historia
Originalmente, la cantata es un género surgido en Europa con antecedentes en el motete italiano y el coral alemán (entre otros), cuya época dorada fue el barroco (1600-1750 aprox.), teniendo como principal exponente al compositor J. S. Bach (1685-1750), quien escribió centenares de estas obras.
Vale la pena indicar que una cantata implica varios movimientos (varias músicas si se prefiere), incluyendo partes recitadas/recitativos, partes solistas o duetos (arias para cantantes), otras con el tutti (todo el conjunto musical), etc. Además, se trata de un género musical asociado principalmente al mundo religioso (protestante en el caso de Bach) y que, salvo algunas excepciones denominadas seculares (como la Cantata del Café y la Cantata Campesina del mismo compositor alemán), en su mayoría se describen como cantatas sacras.
A pesar de lo anterior, desde el siglo XX varios compositores abordarán el género con otras temáticas, como la Cantata Profana (1930) de Béla Bartók, la cantata Alexander Nevski op.78 (1939) de Serguéi Prokófiev o, en el caso latinoamericano, la Cantata Criolla del compositor venezolano Antonio Estévez (1954).
No quiere recordar
Si bien en la composición en Chile contaba con varias obras cumbres dentro del repertorio nacional (por mencionar algunas, La voz de las calles [1920] de P. H. Allende, los Tres Aires Chilenos [1942] de Enrique Soro o Procesión del Cristo de Mayo [1930] de Jorge Urrutia Blondel, entre muchas otras), los años 60´ significaron un momento único de la composición musical. En este período conviven grandes artistas como: Víctor Jara, Violeta Parra, Gustavo Becerra-Schmidt (de quien fue estudiante), Leni Alexander, Inti Illimani, Fernando García, Sergio Ortega, el grupo Quelentaro, Celso Garrido-Lecca, Barroco Andino, Cirilo Vila, entre muchos otros.
De esta manera, los antecedentes estrictamente de la cantata en Chile tienen una referencia en las obras de D. Santa Cruz con su Cantata de los ríos de Chile op.19 (1941) y en la Cantata de la muerte a la mañana de Leni Alexander (1960), aunque también encontramos otras obras cercanas en contenidos literarios, políticos y musicales a la obra de Advis: América Insurrecta de Fernando García (1962), La Araucana de Gustavo Becerra-Schmidt (1965), la Misa a la chilena de Vicente Bianchi (1965) o el Oratorio del Pueblo de Ángel Parra (1965).
Unámonos como hermanos
El aporte fundamental de la Cantata Santa María es la creación de un puente entre el mundo académico y la música popular, un vinculador de mundos como diría el musicólogo Luis Merino (2004), especialmente en una época donde el compromiso estético y ético se veía fuertemente friccionado por la llegada de Salvador Allende a la Moneda. Como dice Eduardo Carrasco, su valor radica en la síntesis de los sentimientos y valores de la época en que fue escrita (Carrasco en Advis, 1999) o como dice Osorio Fernández, la obra de Advis (como la de Violeta Parra) expresa rasgos de la modernidad cultural y musical en Chile, especialmente en la integración de lo folclórico a lo popular urbano (Osorio Fernández, 2006).
Ahora bien, la cantidad de testimonios sobre la obra superan con creces la extensión de este documento, pero habría que destacar algunos elementos que la distinguen al tensionar la concepción que se tenía del género (Guerrero, 2013) o como un género intermedio o híbrido (Osorio Fernández, 2006) y que marcan el punto de partida de la cantata popular:
Su contenido literario tiende a lo histórico, político y social (influencia del dramatismo romántico en la música): matanza de obreros, denuncia social, poemas revolucionarios, textos bibliográficos, entre otros. En palabras de Advis: el motivo religioso tradicional ha sido reemplazado por otro de orden social y realista (comentario de Advis en 1970, publicado en el libro de 1999).
Tiene una instrumentación latinoamericana y europea: en el caso de la Santa María hay dos quenas, dos guitarras, charango, bombo, voces, violoncelo y contrabajo. Otras cantatas suman el tiple colombiano, el cuatro venezolano, orquestas de cuerdas clásicas, guitarras eléctricas, etc.
Varias incluyen ritmos folclóricos latinoamericanos: como el chapecao, el joropo, la vidala, el huayno, la cueca, el rin, el merengue rucaneao, etc.
Su forma musical, mayoritariamente, es clásico-romántica: preludio, canción binaria, ternarias, interludios, etc.
Intercala relatos (recitados/recitativos) con momentos solistas (cantadas o instrumentales) y/o tuttis: tal como la Cantata Santa María, muchos de estos trabajos tienden a dejar espacio al recitativo poético, aunque también hay trabajos que se alejan de esta característica.
Su lenguaje es, en general, tonal: aunque también se exploran algunos pasajes atonales o cercanías a la disonancia, especialmente en las cantatas de Ortega, Becerra-Schmidt y Orrego Salas.
Que nadie nos vencerá
Por otro lado, brevemente podemos indicar que esta obra significó el acercamiento de Advis a la actividad artístico-política, evidenciada en la obra Canto al programa (trabajo en colaboración con el compositor Sergio Ortega e Inti Illimani en 1970), reutilizando algunas ideas de su propia Cantata. Posteriormente, Advis se mantuvo al margen de estos compromisos, dedicándose a la composición y la docencia en estética (cuya principal publicación, Displacer y Trascendencia en el Arte de 1979, paradojalmente, no aborda la música)
En la Dictadura Cívico-Militar la cantata fue prohibida y las cintas master fueron destruidas. Sin embargo, la obra no dejó de ser difundida por espacios de resistencia (como lo retrata Cerda Moya sobre la figura de Alfonso Padilla [Cerda Moya, 2017]) e interpretada en el exilio (especialmente por Quilapayún con múltiples conciertos).
Ahora bien, a pesar de que el propio Advis concibió su Cantata Santa María, como una obra distinta a sus posteriores trabajos: Canto para una semilla (descrita como una Elegía) o Los tres tiempos de américa (descrita como Sinfonía), todas estas obras tienen una estructura relativamente similar, es decir, relatos intercalados por canciones, temáticas históricas-políticas-sociales, plantillas instrumentales diversas, etc.
Finalmente, el propio Advis tomaría distancia de la misma, puesto que se le asociaba exclusivamente a ella, desconociendo otros trabajos (similar a G. Holst con la suite Los Planetas op.32). Como diría Gallegos, es una obra que ha opacado el resto de la obra advisiana (Gallegos, 2006).
Si quieren esclavizarnos
Así como la música de Advis tenía sus propias influencias musicales, la Cantata sembró la inquietud en una impresionante cantidad de músicos de todo Chile y Latinoamérica. A modo de ejemplo:
Canto General (1970) de G. Becerra-Schmidt y Sergio Ortega con Aparcoa.
Canto al programa (1970) de Luis Advis y Sergio Ortega con Inti Illimani.
Oratorio de los trabajadores (1971) de Jaime Soto-León con Huamarí.
Vivir como él (1971) de Luis Advis con Quilapayún.
La Fragua (1971) de Sergio Ortega con Quilapayún y orquesta de cámara.
Cantata sudamericana (1972) de Ariel Ramírez con Mercedes Sosa.
Cantata folklórica nortina cordillerana (1973) por la Universidad del Norte.
Cantata de los derechos humanos (1976) Alejandro Guarello con Ortiga.
Donde nacen los cóndores (1977) de Celso Garrido-Lecca y Vientos del Pueblo.
Américas (1978) de Gustavo Becerra-Schmidt con Quilapayún.
Cantata Bernardo O´higgins Riquelme. Poema sonoro para el poder de la patria (1979) de Sergio Ortega con Taller Recabarren.
Un canto a Bolívar (1982) de Juan Orrego Salas con Quilapayún.
Oficio de Tinieblas por Galileo Galilei (1984) de Patricio Wang con Quilapayún.
La Hoy (1984) de José Luis Vergara y Roberto Núñez.
Redemptoris Mater (1987) de Rolando Cori con Ortiga.
Dialecto de Pájaros (1987) de Patricio Wang y Quilapayún.
Recados a Gabriela Mistral (1994) de Jaime Soto-León con Barroco Andino.
La rosa de los vientos (1999) de Patricio Manns y Horacio Salinas con Inti Illimani.
Canciones Salvajes (2009) de Patricio Wang con Winanda del Sur.
Cantata por el pueblo andino (2012) de Luis Marcel Cassorla con Quilapayún y Lican Antay.
Canto de Rokha (2015) de Arnaldo Delgado con Canto Crisol.
Dawson [Cantata] (2016) de Esteban Vargas y Colectivo Semillero.
Cantata por Clotario Blest (2018) de Felipe Sandoval con Alameda Memoria.
Halalí (2018) de Eduardo Padilla con Ensamble Vocal Taktus y Sensoría
Como se observa, además de la decena de compositores vinculados a la cantata popular, existieron y existen muchas agrupaciones que han consolidado y desarrollado el género, destacando: Inti Illimani, Quilapayún, Ortiga, Barroco Andino, Merkén (Taller), Canto Crisol, Alameda Memoria, Colectivo Semillero, La Cosecha del Cantor, Quilineja (Ex Cantata Autogestionada), entre otros.
Jamás lo podrán lograr
La figura de Advis es sin dudas, la de un artista cuya trayectoria supone un camino gradual hacia las sonoridades populares y masivas. En sus palabras: “(…) Hasta los 30 años, para mí la verdadera música no incluía lo popular” (Advis, 1989). Pero su acercamiento a la literatura latinoamericana y a figuras como Becerra-Schmidt, Ortega y Loyola, le llevaron a interesarse por otras sonoridades.
Rechazó términos como “música docta”, seguramente porque su propia obra intenta romper con las estratificaciones analíticas de los formalistas y apunta a la experiencia en lo masivo desde el mestizaje, desde una realidad latinoamericana. Dicho de otra forma, para Advis la experiencia del auditor de la música popular, especialmente desde la raíz folclórica, es un punto de encuentro con el artista, basada en una intuición y memoria histórico-cultural comúnmente vivenciada.
Con todo, decir que la Cantata Santa María de Iquique es una obra insólita en la música chilena y latinoamericana, puede ser poco para el impacto que ha provocado desde entonces. Se trata de una obra representada en poblaciones, cárceles, espacios de clandestinidad, teatros, escuelas, iglesias, etc. y sin exagerar, puede que sea una de las obras de compositor chileno, más interpretadas y difundidas desde su estreno en 1970. El propio género musical tiene un antes y un después, marcando un precedente que, hasta el día de hoy, sigue plenamente vivo.
Bibliografía
Advis, L. (1960). Aplicación de los símbolos lógicos al Análisis Musical. Revista musical chilena, 14(72), 53-64.
________ (1965). Implicaciones objetivas y subjetivas del concpeto del “Ritmo”. Revista Musical Chilena, 19(92), 79-89.
________ (1979). Displacer y trascendencia en el arte. Cormorán. Editorial Universitaria.
________ (1989). Luis Advis: La intuición como Identidad. En revista Adagio, 4-5.
________ (1999). Santa María de Iquique: cantata popular. Publicación del área de Música de la División de Cultura del Ministerio de Educación y la Sociedad Chilena de Derecho del Autor, Santiago, LOM Ediciones.
Advis, L., & González, J. P. (1994). Clásicos de la música popular chilena: 1900-1960. Volumen I y II (Vol. 1 y 2). Ediciones UC.
Arenas, D. (2012). Advis en cuatro movimientos y un epílogo. Santiago: SCD.
Cerda Moya, F. J. (2017). La Nueva Canción Chilena y la cantata popular.
Gallegos, Á. (2006). Apuntes estéticos sobre la música de Luis Advis. Revista musical chilena, 60(206), 97-101.
Guerrero, J. (2013). La cantata: el cruce entre lo culto y lo popular. Revista musical chilena, 67(220), 94-106.
Merino, L. (2004). Luis Advis Vitaglich (1935-2004), un vinculador de mundos. Revista musical chilena, 58(202), 6-8.
Osorio Fernández, A. (2006). Canto para una semilla: Luis Advis, Violeta Parra y la modernización de la música popular chilena. Revista musical chilena, 60, 34-43.