5 Jesús, respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad que nadie os engañe; 6 porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañarán a muchos. Marcos 13:5-6
Por Gamaliel Silva
Soy un evangélico pentecostal, vivo en el histórico Barrio Norte de Concepción, nacido de tomas de terreno. Voy a la iglesia y me congrego con mis hermanos y hermanas para cantar alabanzas. Gracias a Dios, al esfuerzo de mis padres y las conquistas sociales sobre el acceso a la universidad, pude acceder a la educación superior.
Sé que la relación entre el progresismo y las iglesias evangélicas siempre ha sido compleja, aunque ha pasado por buenos momentos en épocas anteriores. Conozco de primera mano el tonteo al cual nos exponen nuestros compañeros de izquierda por sostener nuestras creencias religiosas. Esa izquierda elitista y ñuñoina, le ha dado vuelta la espalda al pueblo y con ello al mundo evangélico chileno, el que, con todas sus diversidades, es una fracción que le da identidad a los sectores populares de este país, y a nuestro modo también otorga un refugio de la gran bestia desoladora que es el neoliberalismo en contra de nuestras comunidades. La izquierda pequeñoburguesa, elitista y cuica ha despreciado nuestras formas de espiritualidad, ha despreciado nuestras comunidades, que son iglesias del pueblo pobre y trabajador.
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En este sentido los creyentes evangélicos que sostenemos lecturas críticas sobre nuestras espiritualidades a menudo nos caemos a la zanja de la incomprensión de nuestros compañeros progres y la del desprecio de nuestros hermanos en la fe. Sin duda somos un remanente pequeño, pero aun en nuestra modesta presencia, nos alegramos y damos gracias a Dios por el innegable compromiso de nuestras comunidades por la activa y silenciosa transformación social de nuestros barrios y poblaciones, a quienes servimos con un gran gozo en el alma, sabiendo que hemos sido salvos por fe y gracia.
Nosotros, los evangélicos populares hemos acompañado incansablemente a los enfermos, en nuestras iglesias y en los hospitales públicos de este país. Son nuestras iglesias las que acogen a las familias quebradas por el alcohol y las drogas, expresiones de la constante explotación a la cual son sometidas las personas. Son nuestras iglesias a dónde llegan esos ancianos y ancianas estafados por las AFP, las que podrían ser profundizadas por el candidato opositor al pueblo que se dice ser su defensor. Somos los evangélicos populares a quienes primero afectan las crisis económicas y ajustes estructurales, porque somos parte, junto a muchos otros sectores, de ese gigante popular que despertó el 18 y 19 de octubre. Nosotros los evangélicos también fuimos parte del triunfo del Apruebo.
Con respecto a la celebración de las segunda vuelta de las elecciones presidenciales este 19 de diciembre existen dos posiciones contrapuestas cómo es de público conocimiento. En este sentido, es necesario visibilizar los importantes y exitosos esfuerzos de la extrema derecha pinochetista, representada por Kast, en relación a asociarse este mundo intentando construir la falacia del "voto evangélico" lo que supondría que todos los los que profesamos esta fe votamos en bloque, lo cual evidentemente es falso. En este sentido dentro de la campaña del pinochetismo una de las narrativas predominantes ha sido la defensa de los “valores cristianos” los cuales en estricto rigor hacen alusión a una defensa irrestricta de sólo un modelo de familia (la más ausente en la mayoría de nuestras poblaciones), así como en el cercenamiento de los derechos de la mujer y una concepción obsoleta de la niñez. Esta visión conservadora y reaccionaria de los valores cristianos ha quedado plasmada en las diferentes propuestas programáticas del candidato representante de la derecha pinochetista y suponen un importante retroceso de los derechos sociales conquistados por el pueblo chileno.
Por otro lado, si ampliamos nuestra mirada sobre las enseñanzas bíblicas podremos comprender que el programa de Boric es el que mejor se ajusta a los valores cristianos que tanto predicamos, ya que estos nos hablan de una sociedad más justa. La ética evangélica no es solo de la cintura para abajo, sino que debe ser la cosmovisión a través de la cual leemos este mundo. Las enseñanzas de Jesús, la sana doctrina bíblica, nos habla con insistencia sobre respeto a los ancianos, a las mujeres, a los niños, a los inmigrantes, del cuidado de los enfermos y la protección de la creación. Y créanme que nada de estos hay en la candidatura pinochetista de Kast, quien solo desea profundizar el modelo anti cristiano y antibíblico neoliberal, que fomenta la explotación y la destrucción de la creación de Dios, el robo de las pensiones de nuestros abuelos, no dar acogida al extranjero, la injusta violación de los derechos de la mujer, entre otros horrores.
Si bien ningún candidato engloba la totalidad de las enseñanzas bíblicas -y está bien que así sea, ya que nuestro país no es una teocracia y es importante reivindicar como patrimonio evangélico la laicidad del Estado- nunca ningún candidato cuyo programa está basado en el odio y en la explotación podría ser representante de los valores cristianos. Jamás.
Hoy más que nunca la distancia entre la candidatura de Gabriel Boric y el representante del pinochetismo representan un insondable abismo, y está en nosotros contribuir a la construcción del país que deseamos y colmarlo de bendiciones.
Por sus frutos los conoceréis
15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis. Mateo 7: 15-19
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