Esto ocurrirá en el 2014 si la actual tendencia sigue en pie, según un informe reciente de la Universidad de California, Merced (//stopdeportationsnow.blogspot.mx, 25-1-13). Un total de 2,1 millones de inmigrantes ilegales fueron deportados por los sucesivos gobiernos de EE.UU. en el período 1892-1997. En el 2014 el presidente Obama habrá deportado en sólo seis años el mismo número de los que sufrieron idéntico trato a lo largo de 105.
El informe señala que en el 2011 fueron expulsados 188.382 extranjeros por la comisión de delitos: casi el 25 por ciento después de cumplir alguna condena relacionada con drogas, otro 23 por ciento por infracciones de distinto tipo y un 20 por ciento por infringir las leyes migratorias. “El Departamento de Seguridad Interior no es muy específico sobre estas penalidades, pero sabemos que los delitos relacionados con la droga incluyen la posesión de marihuana; las infracciones, incluso el manejar con exceso de velocidad, y los delitos en materia de inmigración, la entrada ilegal y su repetición”. El documento indica asimismo que una parte ingente de los extranjeros deportados desde mediados del 2012 son padres de niños nacidos en los EE.UU.
Esto crea una multitud de problemas familiares, en especial cuando uno de los cónyuges reside legalmente en EE.UU. y el otro no. ¿Con quién se quedan los hijos? La pregunta se repite amplificada cuando padre y madre son deportados. Según un informe del Centro de Investigación Aplicada (CEA), “hay al menos 5100 niños que actualmente viven en hogares sustitutos a quienes se les impide unirse a sus padres deportados o detenidos. Si nada cambia, quince mil más enfrentarán un destino similar en los próximos cinco años” (//noticias.univision.com, 10-1-12). Sólo en California su número asciende a 875.
El CEA estima que fueron deportados más de 46.000 padres de niños estadounidenses en el período de enero a junio del 2012 y que no pocos son abandonados a su suerte (www.americanpro gress.org, 21-8-12). Seth Wessler, autor del informe, había señalado que luego de investigar un año, “encontramos que uno de los efectos colaterales más preocupantes (de las deportaciones) es que muchos niños ahora están separados de sus padres, a veces para siempre. A veces nunca vuelven a verlos” (www.democracynow.org, 10-11-11). Agregó que hay padres que ni idea tenían de dónde estaban sus hijos, sólo sabían que los tenían familias sustitutas.
La vigilancia de los extranjeros que ingresan a EE.UU. y la detención y deportación de inmigrantes ilegales es “la prioridad más alta del gobierno federal”, anota un informe reciente del Instituto de Políticas de Migración (IPM) (www.migrationspolicy.org, enero 2013). La Casa Blanca destina más fondos a la aplicación de las leyes inmigratorias que a todas las demás actividades de cumplimiento de la ley juntas. El gobierno Obama invirtió alrededor de 18 mil millones de dólares en el control de la inmigración en el 2012.
Más de la mitad de todos los procesos de nivel federal están relacionados con infracciones a las leyes de inmigración. Como informó The New York Times, el Departamento de Seguridad Interior, que también se ocupa de estas situaciones, “ha incoado más casos en los tribunales que todos los organismos de aplicación de la ley del Departamento de Justicia juntos, incluidos el FBI, la Agencia Antidrogas y la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos. El gasto total de estos organismos ascendió a 14 mil millones de dólares según cifras oficiales” (www.nytimes.com, 7-1-13), es decir, cuatro mil millones de dólares más. Es que hace falta mucho dinero para causar muchas tragedias.
El presidente Obama insistió en su campaña electoral y reitera ahora que es preciso una política de inmigración más justa, pero se ha jactado de que las deportaciones han dado más seguridad a la población estadounidense. El número de inmigrantes expulsados ascendió a 410.000 en el año fiscal 2012 y muchos de ellos lo fueron sin la orden judicial del caso. Los fondos destinados a impedir la entrada de ilegales por la frontera con México se han incrementado drásticamente.
La posición del mandatario es ambivalente, para decir lo menos. En entrevistas que acordó el miércoles pasado dijo que no puede detener las deportaciones hasta que no se reforme el régimen aplicado a los inmigrantes ilegales: “Obviamente habrá personas que atrapará el sistema y eso es desgarrador”, dijo al periodista de Telemundo Díaz Balart (www.huffingtonpost.com, 13-3-13). Pero agregó: “No me disculpo por aplicar la ley ni por el trabajo que hemos hecho para reforzar la seguridad en la frontera”. En su primer período de gobierno, deportó a más inmigrantes que cualquier otro presidente en la historia de EE.UU. (www.salon.com, 8-1-13).