La dictadura peruana lleva más manifestantes asesinados que días en el Gobierno, ayer se sumaron dos nuevas víctimas, ambos por armas de fuego de parte de agentes del Estado.
Por Joaquín Pérez
Uno de los asesinatos por parte de la represión del gobierno de facto de Dina Boluarte, se registró en el aeropuerto de la ciudad de Arequipa.
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El otro manifestante que resultó muerto por disparos de efectivos policiales cayó en la localidad de Macusani, provincia de Carabaya, región de Puno.
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Los heridos se cuentan por decenas en todo el país, pero principalmente en la zona sur andina.
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Extrañamente, la dictadura peruana se siente fuerte, a pesar del repudio internacional por sus crímenes y violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos. Es precisamente por esto que se resisten a entregar el poder, porque tienen claro que serán juzgados tanto en el Perú como por tribunales internacionales. Las masacres cometidas contra aymaras y quechuas en la zona altiplánica, perfectamente podrían constituir el delito de genocidio o crímenes de odio de carácter racista.
Este jueves, las fuerzas de seguridad del Estado, copando plazas y avenidas, con miles de efectivos, lograron contener las protestas en Lima, en base a represión, sin embargo, ya comienza a probar un poco de la rebelión generalizada que se vive en las provincias del sur y de la Sierra.
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Ayer, los medios se concentraban en Lima, pero no hablaban de la toma de tres aeropuertos en el Sur del país por parte de manifestantes: Arequipa, Cusco y Juliaca (Puno), de los más de 128 cortes de carreteras que afectaron a 18 regiones del país, el mayor número de cortes desde que se iniciaron las manifestaciones en diciembre pasado.
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Recordemos que al principio el levantamiento se concentró en la zona Aymara, del altiplano sur del Perú, algunos denominaron al movimiento como el Aymarazo, sin embargo, en esta misma zona se sumaron las comunidades Quechuas, ampliando el levantamiento desde Puno a Ayacucho, pasando por Cusco, Madre de Días y Arequipa.
Otros pueblos originarios también se sumaron, también, las rondas campesinas de la Sierra centro sur, pero este jueves se sumaron trabajadores de la costa, de complejos agroindustriales, trabajadores de las ciudades y estudiantes.
El conflicto se extiende social y geográficamente. A diferencia del Estallido chileno, lo de Perú, a pesar de no existir tampoco una izquierda organizada que conduzca y lidere el proceso, tiene niveles de organización mayor, de las comunidades quechuas y aymaras, de las organizaciones campesinas, sindicales y estudiantiles, es por eso que va de menos a más, sigue creciendo, extendiendo e intensificando, a pesar de la cobarde masacre desatada desde el Estado peruano, la que resulta insostenible en tiempos actuales.
Resulta vergonzoso el papel de la cancillería y el gobierno chileno, que sigue apoyando al gobierno de Dina Boluarte en Perú, continuando con los mandatos de la embajada norteamericana.
América Latina no puede seguir impávida frente a lo que ocurre en la nación andina, los movimientos sociales de nuestras naciones hermanas ya han reaccionado, lo han hecho también gobiernos como el de México, Cuba, Venezuela, Honduras, Nicaragua, Colombia, Bolivia y Argentina. Se debe seguir extendiendo el cerco contra Dina Boluarte y los golpistas peruanos.
Foto principal: @verdeembeleso