El "Opus Dei", grupo de ultraderecha de carácter sectario ligado a las dictaduras en América Latina y España (y en Chile con un brazo político como la UDI), dejará de ser "una prelatura personal" del pontífice, es decir, depender directamente del papa, un cargo creado por el anti-izquierdista Juan Pablo II y que ninguna otra organización ha tenido antes en los siglos de existencia de la Iglesia Católica. Además, dejará de ser presidida por un obispo y será auditada anualmente, esto por las diversas denuncias de abuso sexual infantil.
Por Alejandro Baeza
En el derecho canónico nunca existió órdenes, agrupaciones u organizaciones al interior de la Iglesia Católica similares al Opus Dei. Ése fue el regalo que le hizo Juan Pablo II en 1982 a esta organización ultraderechista surgida al mismo tiempo en que triunfaba el franquismo en la Guerra Civil española, al que "la obra" (como sus militantes llaman al grupo) estuvo ligada indisolublemente.
Esta acción de Karol Wojtyla en el contexto de reformas a la Iglesia para alejarla de algunas posturas progresistas que había comenzado a tomar a partir de la encíclica Rerum Novarum y que tuvo su máxima representación en la Teología de la Liberación.
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Lo que anunció esta semana el papa Francisco en su carta Ad charisma tuendum pone fin a esta situación privilegiada que tuvo el grupo durante 40 años, obligándolo en la práctica a una suerte de refundación.
Desde el 4 de agosto no podrán ser obispos, ni podrá portar los ropajes ni el anillo episcopal. Además, ahora al no gozar de la Prelatura Personal del papa (institución creada ad hoc para el Opus Dei por Juan Pablo II y que ninguna otra organización a gozado en la historia de la Iglesia) pasará a depender de la Congregación para el Clero, que monitorizará todas sus actividades. Cada año habrá una revisión con la intención de evitar se sigan cometiendo los abusos denunciados contra el grupo a nivel mundial, las que hasta 2019 siempre negó.
Cabe recordar que Juan Pablo II no sólo fue un protector especial del Opus Dei, sino que en 2002 convirtió en santo a su fundador, José María Julián Mariano (conocido también como Escrivá de Balaguer), siendo la canonización más rápida ocurrida a una persona apenas unos años después de su muerte, esto pese al público apoyo que brindó a dictaduras sangrientas como la Franco en España o a la Pinochet en Chile.
Además, el Opus Dei también estuvo cuestionado por acusaciones -dentro de la misma Iglesia Católica- de secretismo, elitismo y sectarismo, esto por la imposibilidad de acceder libremente y estar limitada (para las tareas de verdad y no de servidumbre) sólo mediante el poder adquisitivo y vínculos familiares, así como por sus prácticas que cuestionan la actividad sexual llevándola a límites.
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