Para Isidora Aguirre

Querida Isidora:

Esta semana cumplió años y pensé en escribir una reseña sobre su obra y lo que ha significado trabajar en torno a su figura, luego me di cuenta que lo más propicio sería dirigirle una carta o mejor aún, hacer una sesión de espiritismo y sumergirnos en un diálogo eterno. Pero nada sé de conexiones extra sensoriales, así que me quedaré con las torpes letras para evocar su fantasma.

Isidora, no tuve la fortuna de cruzar palabra con usted, menos aún de tomarme un técito en su hogar como sí pudieron hacer otros y otras. La única vez que la vi, fue en una la lectura dramatizada de Maggy en el Espejo. Usted era tan pequeña como grande, de sonrisa amorosa e íntima, de ojos desafiantes. Sin embargo, en esa ocasión, no alcancé a dimensionar ese corazón rojo, rojo, que habitaba en el resto de sus obras. De su trabajo, solo había leído la Pérgola de las Flores, Los papeleros y Carolina. Todas ellas poseían un gran ímpetu, pero en conjunto no alcanzan a anunciar la voz valiente que encierran sus obras de orden crítico y social que tanto amo.

Estimada Isidora o estimada Nené - si me permite llamarla así-, su trabajo ha abierto camino a muchas y muchos, y de alguna manera también ha iluminado el mío. Imagino que esta última frase se la han dicho más de una vez, pero le ruego Nené, que me conceda un momento, para contarle cómo su labor cruza generaciones y ha motivado otras obras, contarle también mi experiencia.

Este año tuve la dicha de estrenar Aproximaciones al Olvido, pieza que nace de un intento de reconocer los silencios que atraviesan parte de las historias de nuestra región, mutismo que incluso traspasa la historia del teatro del país. La obra tiene como eje uno de sus trabajos, Retablo de Yumbel. A través de este, se recuerda a quienes fueron asesinados en Laja y San Rosendo durante la dictadura cívico militar, a través de ella buscamos -como compañía- nombrar a las víctimas de tan horroroso crimen, que tal como usted indica en la obra, se encuentran, incluso hoy, ocultas detrás de números, de inofensivas cifras. Pero ese gesto que quisimos retomar en Aproximaciones…, no hubiese sido posible sin sus letras, sin la insistencia de Ximena Ramírez y el Teatro El Rostro, quienes lucidamente la empujaron a escribir la obra para montar finalmente en 1986, pese al peligro que esto significaba. Retablo…, por lo tanto, no solo respondía a un arrojo rabioso por lo que estaba pasando, sino que también a una ética artística intachable, ética que espero heredar a fuerza de repasar en mi memoria todo lo que en conjunto hicieron, lo que usted hizo. Porque usted Isidora no solo se encargó de visibilizar un mundo injusto, y de devolverle el tiempo a quienes les fue arrebatado, sino que les entregó a quienes han sido marginados una posibilidad. Apeló a la memoria, hacer memoria. Hizo del recuerdo una trinchera para reencontrarse con la palabra que el enemigo ha extraviado: “el amor”, tal como le señala Alejandro a Marta en Retablo de Yumbel. Porque tal como usted intuía, es quizás el amor lo único capaz de restablecer la comunidad perdida y de recomponer al hombre como hombre.

Ay Isidora, querida Nené, usted es más que una Pérgola de las flores y eso es mucho decir, pues con admiración sigo escuchando esos cantos guerreros con dulces melodías. Usted es más que la mujer roja amorosa y combatiente, eso lo sé, pero hoy solo me alcanzan estas letras para referirme a la Nené. Así que optaré por no entrometerme en otros asuntos porque no sé cómo tocarlos y parafraseándola, prefiero irme con cautela en los laberintos de la memoria, para no convertirme en asesina de recuerdos.

Suya

Nora Fuentealba Rivas

Directora e investigadora teatral

Fotografía extraída de araucaria-de-chile2.blogspot.com/

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