Por Gino Gasparini Pezo
Sorpresa y estupor generó hace un par de días atrás, la declaración, consignada en distintos medios del país, del Ministro de Defensa, Mario Desbordes, sobre su intención de declarar la “Parada Militar” como “Patrimonio Cultural Inmaterial”.
El Ejército desempeña una función específica, establecida constitucionalmente, que es la defensa nacional y que como toda institución posee hitos y efemérides.
En favor de la iniciativa, el ministro se justifica desde su propia experiencia como antiguo miembro de la oficialidad de Carabineros, señalando: “Somos miles los que tuvimos alguna vez la experiencia de desfilar en la elipse del Parque O’Higgins y que atesoramos para el resto de nuestras vidas ese momento” (Declaración del 9 de septiembre de 2020).
La muy particular mirada del ex presidente de Renovación Nacional ¿constituye motivo suficiente para que dicho evento sea declarado patrimonio? Para encontrar una respuesta es necesario tener un acercamiento de qué se entiende por Patrimonio Cultural.
La UNESCO, desde su creación en 1945, ha estado encargada de promover y salvaguardar la cultura en sus diversas manifestaciones y del patrimonio material e inmaterial de la humanidad en su conjunto, a través de distintos marcos normativos, encuentros y convenciones[1], con la finalidad de promover la paz y educación de las naciones.
Chile como país miembro de esta organización, desde 1953, no está ajeno a estas definiciones y compromisos.
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De acuerdo con la definición de la convención de 2003 realizada en París, define al patrimonio cultural como: “… los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural”.
Los énfasis de esta declaración son su interacción con la naturaleza el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana, desarrollo sostenible, la compatibilidad con los instrumentos internacionales para el respeto y promoción de los derechos humanos, reconocimiento a los pueblos indígenas como actores fundamentales en la producción del patrimonio, enriqueciendo la diversidad cultural, factor de acercamiento, intercambio y entendimiento entre los seres humanos.
Son objetos del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) las tradiciones y expresiones orales, las artes del espectáculo, los usos sociales, rituales y actos festivos, conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo, además de las técnicas artesanales tradicionales.
Más de 40 expresiones han sido declaradas PCI por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (MINCAP) en 2008, que fueron ratificadas por el Congreso Nacional en 2009, reconociendo en la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003, como marco normativo para el otorgamiento de dicha categoría. Dentro de dicho listado, se encuentran la tradición oral Rapa Nui, el canto a lo poeta, cestería Yagán, bailes chinos, alfarería de Quinchamalí, entre otras expresiones reprentativas de la herencia cultural popular.
Tomando en consideración las definiciones normativas de la UNESCO y la orientación del propio MINCAP en la materia, la “Parada Militar” no cumple con los criterios señalados para ser declarada patrimonio, además no posee un valor único excepcional.
Patrimonio Incómodo
Como “patrimonios incómodos” se consideran a determinados bienes culturales cuya gestión resulta problemática, tanto por su carga ideológica como significados u otros motivos.
En muchos países del mundo y sobre todo en Europa, se ha puesto en tela de juicio la representación de ciertos monumentos y estatuas que consagran a personajes con un triste pasado histórico, donde desfilan principalmente esclavistas y genocidas. Las comunidades decididamente se han movilizado para poner fin a la exaltación de ciertos “valores” que no representan la visión actual de sus sociedades. También en Chile durante el Estallido Social, fuimos testigos de cómo se derribaban estatuas que representan la usurpación colonial y el exterminio de pueblos indígenas, reinvindicando lo mestizo como componente identitario, con lo cual se resignifica la realidad dándole el merecido espacio a los pueblos originarios que sufrieron un brutal colonialismo, que en el caso de los mapuche, no lograron consumar.
Por cierto, que no se debe olvidar la triste carga histórica sobre violaciones a los derechos humanos del Ejército de Chile, que la historia oficial ha querido silenciar. Como la llamada “Pacificación de la Araucanía”, el “palomeo de rotos”, las matanzas obreras desde finales y hasta bien entrado el Siglo XX y la Dictadura militar de Pinochet, que significó el asesinato de miles de chilenos e indígenas.
La exaltación de la cultura militarista que trasciende a la sociedad, en la vida material y cultural formó parte de las acciones propagandisticas de los fascismos en la historia del siglo pasado que buscaba la construcción de la unidad nacional en torno a los valores castrenses.
Así las cosas, la peregrina idea del ministro de Defensa más parece una provocación, desinteligencia o un gusto personal -o todas las anteriores- que no corresponde en términos de los componentes que construyen el concepto de Patrimonio Cultural e Inmaterial, además, no hace más que acrecentar el desacuerdo y la tensión de una sociedad crispada, donde la acción de las bayonetas, fusiles y uniformes militares recuerdan el horror que se produjo en Chile por la acción de quienes detentaban dichos elementos.
[1] Convenciión sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural (1972); Recomendación de la Unesco sobre la salvaguardia de la cultura tradicional y popular (1989); Tesoros Humanos Vivos (1993); Proclamación de las Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad (1988); Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural (2001); Mesa redonda de Turín sobre las definiciones de patrimonio inmaterial(2001); Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de Paris (2003).