La decisión tomada por Claudia Peirano el día de hoy no ha dejado a nadie indiferente en el mundo de la política y por supuesto tampoco en el movimiento estudiantil. En torno a esto creemos que es necesario sentarse y hacer un análisis con la mente fría, que logre superar los primeros impulsos y que, de esta manera, no nos perdamos en el sinfín de declaraciones que han salido desde los diferentes sectores, debemos tener la capacidad de leer las jugadas con claridad.
Primero debemos tener presente que la Nueva Mayoría es un proyecto para garantizar la gobernabilidad neoliberal, de la codicia y el lucro, ni más ni menos. Armado y pensado por los sectores más lúcidos del duopolio político y el empresariado. En este sentido es fundamental no subestimar su posibilidad de maniobra, pues su capacidad de amoldarse a las circunstancias y proyectar sus pasos y acciones en el corto, mediano y largo plazo es gigantesca. No podemos dejarle espacios, no podemos confiar en el enemigo.
Hay que tener esto claro ya que precisamente las jugadas que están realizando ahora les han servido para abrir pequeños espacios que antes de alguna manera tenían bloqueados. No podemos pensar que todo lo que hace la Nueva Mayoría es parte de una conspiración maquiavélica, pero sí es claro que han utilizado los diferentes sucesos para llevar agua a su molino y reforzar un elemento central: la idea de que en el programa de Bachelet está incluida una gran reforma a la educación, transformaciones profundas que incluyen gratuidad, calidad y fin al lucro. Tanto al momento de nombrar a Eyzaguirre, como a la hora de defender a Peirano, lo que se puso en discusión era si estas personas seguían la línea del programa o no, y es ahí donde debe estar nuestra preocupación central, pues hemos sido enfáticos en decir que el programa de la Nueva Mayoría no da respuesta efectiva a las demandas del movimiento estudiantil. Hemos señalado hasta el cansancio que en el programa se toman nuestras consignas y se les quita todo el contenido, lo que Bachelet plantea como gratuidad son realmente becas y créditos, no es la educación gratuita que nuestro país necesita y su fin al lucro es garantizar el mercado en la educación para una franja de iniciativas privadas. Por tanto podrían incluso designar a un estudiante endeudado como ministro o subsecretario, pero eso no cambia el carácter neoliberal del programa. No hay que olvidar que este es el gobierno al que le dio su respaldo la familia Luksic, y que le prometieron estabilidad a la CPC; es ahí donde están sus verdaderos intereses.
Otro elemento a considerar es el trato que han dado los medios masivos de comunicación al plantear estas designaciones como conflictos y al validar como voces del movimiento estudiantil a la “bancada estudiantil”. Con esto hay que ser claros, ellos fueron dirigentes estudiantiles y eso es innegable, sin embargo todos ellos, a excepción de Gabriel Boric, entrarán al parlamento el próximo mes, de una u otra manera, de la mano de la Nueva Mayoría; cuestión que ya los amarra a seguir lineamientos dados por la coalición.
Las vocerías del movimiento estudiantil están dadas por las organizaciones representativas tanto de secundarios como de universitarios y por tanto, son sólo éstos quienes tienen el respaldo de sus asambleas y bases para expresar las posturas del movimiento estudiantil; es a ellas y ellos a quienes se les debe preguntar por nuestras posiciones y quienes tendrán la última palabra.
Finalmente es necesario establecer que la decisión de Claudia Peirano se da por la presión acumulada del movimiento social, pero ni su salida ni mucho menos la designación de Valentina Quiroga nos asegura en lo más mínimo la concreción de nuestras demandas, pues Nicolás Eyzaguirre sigue como futuro ministro, Bachelet sigue siendo la futura presidenta y por supuesto el programa del lucro sigue intacto.
La única manera de alcanzar realmente la educación gratuita, democrática, sin lucro y al servicio del pueblo que estamos exigiendo es la más activa movilización, la organización más fortalecida y la unidad más estrecha. Se hace más necesario que nunca profundizar los niveles de entendimiento y comprensión de las demandas, pues somos nosotros quienes estamos llamados a ser los protagonistas tanto en la exigencia como en la implementación de éstas. La unidad con los diferentes sectores que han comprendido y hecho suya nuestra movilización se hace imprescindible para avanzar en conjunto hacia ese programa de transformación radical que nuestra sociedad necesita con urgencia. Sólo esto y el fortalecimiento de nuestras herramientas de lucha, nos asegurarán superar los tiempos complejos que se avecinan y de ahí en adelante avanzar con paso firme hacia los objetivos que como pueblo nos hemos trazado.