A juzgar por los resultados de un nuevo estudio, bastantes de las sustancias químicas utilizadas en la fracturación hidráulica, técnica popularmente conocida como fracking, pueden perjudicar no solo las hormonas reproductivas del cuerpo humano sino también los receptores de hormonas glucocorticoides y tiroideas, que son esenciales para mantener una buena salud. Otra investigación reciente indica que la composición química del agua de desecho generada por el fracking podría causar la liberación de diminutas partículas en tierras a las que a menudo se enlazan fuertemente diversos metales pesados y agentes contaminantes. Esa liberación agravaría los riesgos medioambientales durante los vertidos accidentales.
Los resultados del primer estudio se han presentado públicamente en el congreso de la Sociedad Internacional de Endocrinología (International Society of Endocrinology) y la Sociedad Endocrina (Endocrine Society), ICE/ENDO 2014, celebrado en la ciudad estadounidense de Chicago. Fundada en 1916, la Endocrine Society es la más antigua del mundo dedicada a la investigación sobre hormonas y a la práctica clínica de la endocrinología. Hoy en día, los miembros de la Endocrine Society ascienden a más 17.000 científicos, médicos, educadores, enfermeras y estudiantes de más de 100 países. Por su parte, la International Society of Endocrinology (ISE), fundada en 1960, constituye actualmente una federación integrada por unas 70 sociedades nacionales de endocrinología, representando a casi 50.000 endocrinólogos de todas partes del mundo. La sede de la ISE está en la Escuela de Medicina de la Universidad de Leeds en el Reino Unido.
Entre las sustancias de uso conocido en diversos sectores de la industria del fracking, las 24 que han sido puestas a prueba por el equipo de Christopher Kassotis, de la Universidad de Misuri en la ciudad estadounidense de Columbia, han bloqueado todas ellas la actividad de uno o más receptores hormonales importantes. Los elevados niveles de trastorno hormonal causados por las sustancias de este tipo en niveles como los medidos en el estudio, han sido asociados con muchos problemas de salud, como la infertilidad, el cáncer y los defectos de nacimiento.
La fracturación hidráulica es el proceso de inyectar numerosas sustancias y millones de litros de agua a gran profundidad bajo tierra y a alta presión, para fracturar la roca dura y liberar el gas natural y el petróleo atrapados. Kassotis advierte del peligro de que vertidos de agua contaminada procedentes de operaciones de fracking puedan contaminar acuíferos e incluso masas de agua en la superficie.
En investigaciones anteriores, este grupo encontró que ciertas muestras de agua recogidas de lugares con vertidos por fracking documentados en el condado de Garfield, del estado de Colorado en Estados Unidos, tenían niveles entre moderados y altos de actividad EDC (que provoca alteraciones endocrinas). Esa actividad concretamente bloqueaba o imitaba los efectos de hormonas femeninas (estrógenos) y de hormonas masculinas (andrógenos) en células humanas. Sin embargo, el agua en zonas alejadas de estos puntos de perforación gasística mostró poca activad EDC sobre esas dos clases de hormonas reproductivas.
El nuevo estudio, que ha sido financiado, entre otras instituciones, por la Agencia estadounidense de Protección Ambiental (EPA), extendió el análisis original a fin de averiguar si el uso intensivo de sustancias de fracking cambia otros receptores hormonales clave además de los receptores de estrógenos y andrógenos. (Los receptores son proteínas en células a los que la hormona se enlaza para poder realizar su función.) Específicamente, los investigadores examinaron un tipo de receptor para una clase de hormona reproductiva femenina, las progesteronas, así como aquellos para los glucocorticoides (una clase de hormonas importante para el sistema inmunitario, que intervienen asimismo en la reproducción y la fertilidad) y para las hormonas tiroideas. Esta última clase de hormonas ayuda a controlar el metabolismo, el desarrollo normal del cerebro y otras funciones necesarias para una buena salud.
Entre las 24 sustancias habituales del fracking que Kassotis y sus colegas probaron de forma repetida en cuanto a la actividad EDC en células humanas, 20 bloquearon el receptor del estrógeno, evitando que este último se enlazase al receptor y pudiera generarse la respuesta biológica natural. Además, 17 sustancias inhibieron el receptor del andrógeno, 10 entorpecieron el receptor de la progesterona, 10 bloquearon el receptor del glucocorticoide y 7 inhibieron el receptor de la hormona tiroidea.
Kassotis aclara que no han medido estas sustancias en muestras de agua locales, y que es probable que las altas concentraciones examinadas no aparezcan en el agua potable cercana a los lugares de las perforaciones. Sin embargo, argumenta que ciertas mezclas de estas sustancias actúan juntas, haciendo que sus efectos de perturbación de las hormonas sean peores que los de cada sustancia por separado, y que el agua potable examinada suele contener mezclas de sustancias con actividad EDC. “No sabemos cuáles podrían ser las consecuencias adversas para la salud en humanos y animales expuestos a estas sustancias”, reconoce Kassotis, “pero bebés y niños serían los más vulnerables porque son más pequeños, y su metabolismo carece de la capacidad para descomponer estas sustancias”.
El otro estudio al que hacíamos referencia al principio de este artículo lo ha llevado a cabo el equipo de Cathelijne Stoof, de la Universidad Cornell en Ithaca, Nueva York, Estados Unidos, y sus resultados se han publicado en la revista académica Environmental Science & Technology, de la ACS (American Chemical Society, o Sociedad Química Estadounidense), fundada en 1876, y que hoy cuenta con más de 160.000 miembros.
Se sabe, por investigaciones previas, que de un 10 a un 40 por ciento de la mezcla de agua y solución química inyectada a alta presión en las capas profundas de roca durante operaciones de fracking acaba por salir de nuevo a la superficie. Stoof y sus colegas, al estudiar los impactos medioambientales de este “fluido de retorno”, encontraron que las mismas propiedades que hacen a la mezcla de agua y productos químicos tan efectiva para extraer gas natural por fractura hidráulica en un yacimiento de esquisto o pizarra pueden también desplazar diminutas partículas que están unidas de forma natural a la tierra, causando que agentes contaminantes asociados como los metales pesados se filtren hacia fuera de la zona sometida a fracking.
Stoof y sus colegas han profundizado en los mecanismos de esta liberación y transporte. Las partículas que estudiaron son coloides (más grandes que una molécula pero más pequeñas que lo que se puede apreciar a ojo desnudo), que se adhieren a la tierra y a la arena debido a su carga eléctrica.
En unos experimentos, se llenaron columnas de vidrio con arena y coloides sintéticos de poliestireno. Después rellenaron cada columna con diferentes fluidos: agua desionizada como opción neutra de control, y fluido de retorno recogido de un yacimiento en el que se han hecho operaciones de fracking. En los experimentos, se probó con distintas tasas de flujo y se midió la cantidad de coloides que fueron movilizados.
Los científicos encontraron que se liberaron menos de un 5 por ciento de coloides cuando rellenaron las columnas con agua desionizada. Esa cifra saltó al 32 y hasta el 36 por ciento cuando se rellenaron con fluido de retorno. Incrementar la tasa de flujo del fluido de retorno movilizó hasta un 36 por ciento adicional de coloides.
El equipo de Stoof cree que esto sucede porque la composición química del fluido de retorno reduce la intensidad de las fuerzas que permiten a los coloides permanecer unidos a la arena, hasta el punto de causar que sean repelidos por ella.
Esto podría provocar la liberación de partículas diminutas en suelos que a menudo contienen metales pesados y agentes contaminantes, empeorando los riesgos medioambientales durante los vertidos accidentales.
Extraído de http://noticiasdelaciencia.com/not/11160/peligros-para-la-salud-humana-de-algunas-sustancias-usadas-en-el-fracking/
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