PODCAST | Crónica de Ruperto Concha: Astrología

Por Ruperto Concha / resumen.cl Opción 1: archive.org Opción 2: Spotify https://open.spotify.com/episode/19ifQs8xcS5Eh5Luh3xlZH?si=mUVq7m8rTcCYT54fsNCJ1Q A veces hay que hablar muy en serio sobre algo que ya pocos se toman muy en serio... Se trata de las artes de predicción del futuro como la Astrología, esa Ciencia misteriosa de prever el futuro a través de las estrellas. Resulta harto interesante echar ahora una revisada a ese asunto, ya que, según muchos de los astrólogos más prestigiosos, en estos días estamos nada menos que en el funeral de la Era de Piscis o Era Cristiana, y en el bautismo de la Era de Acuario  o Era de los Magos. Es decir, estamos al final de toda una era del Zodíaco, fenómeno astronómico que sólo se produce una vez cada 2.400 años, según unos, o 2.600 años según otros. Y fíjese bien: la coincidencia de que un fin de siglo sea también un fin de era astronómica es un fenómeno muy excepcional y raro. Tan raro que la última vez que ocurrió fue hace cosa de 56 mil años atrás. ¿Y sabe usted qué pasó entonces?... Será quizás solo una coincidencia, pero en aquella ocasión, según las evidencias paleontológicas, desapareció de la faz del planeta toda la especie humana que nos precedió en esta Tierra. Ellos eran los Homo sapiens neanderthalensis, los inventores de los primeros lenguajes, los primeros que dominaron el fuego y los primeros que creyeron en la existencia del alma y la vida después de la muerte. Hubo un intenso cambio climático, su número disminuyó. Luego se mixigenaron con los recién llegados Homo sapiens cro-magnon, enriqueciéndolos con importantes aportes genéticos… y finalmente ¡desaparecieron como subespecie humana!… aunque todavía nos muestran su herencia, al parecer en los ojos de color claro y en una mayor resistencia a ciertos virus como el COVID-19.     ¿En qué consiste eso de las Eras Astronómicas?… Bueno, ocurre que el Sol se retrasa un poquito cada año en su recorrido aparente alrededor de la Tierra. Ese retraso es de 1 grado y 15 minutos de arco, cada 100 años, y se llama en Astronomía la Precesión Equinoxial. Cuando los primeros astrónomos establecieron una carta de los movimientos del Sol, hicieron también el primer calendario verdadero, que sigue vigente en la astronomía moderna. En ese calendario, se marcó como año cero el momento en que el sol aparecía justamente entre los cuernos de la constelación del Carnero o Aries, el 21 de marzo, día del solsticio de primavera en el hemisferio norte. Y eso sucedió alrededor de tres mil años antes de Cristo. Pasaron los siglos, y la precesión equinoccial fue acumulándose, en marcha retrógrada, hasta que llegó el día, 600 años antes de Cristo, en que el sol ya no aparecía en Aries el 21 de marzo, sino que se había desplazado al signo vecino que es Piscis. O sea, había terminado la Era de Aries, y nuestro mundo entraba a la Era de Piscis que al fin fue llamada Era Cristiana. Y justamente al comenzar la Era de Piscis, las grandes religiones monoteístas comenzaron a cobrar forma y hacerse dominantes. Fue durante el siglo 6º antes de Cristo que los hebreos redactaron el llamado Pentateuco, los cinco libros básicos de la Biblia. También fue entonces que el profeta Zoroastro creó la nueva religión de Persia. Poco después, en la India, surgió la gran figura de Buda. También fue entonces cuando se produjo la cautividad de los hebreos en Babilonia, que permitió la difusión del concepto religioso absoluto, con las ideas de existencia de un bien absoluto personificado en Dios, y un mal absoluto personificado en Satanás. Y fue también entonces que en Lidia inventaron el dinero, y acuñaron las primeras monedas, sin las cuales Judas no habría podido vender a Jesucristo. Es decir, el comienzo de la Era de Piscis marcó de veras, históricamente, las condiciones que llevarían a la irresistible victoria del Cristianismo, cuando el emperador romano Constantino le dio a esta religión el apoyo del gobierno y de las legiones del Imperio.   Fue también por esos años cuando un astrónomo medo llamado Beroso viajó a Grecia y comenzó a enseñar Astronomía, a la vez que hacía predicciones astrológicas. Se cuenta que sus predicciones fueron tan espectacularmente certeras e infalibles que los griegos mandaron fundir en su honor una estatua de bronce, con la boca abierta para hablar, y toda la cavidad bucal y la lengua fueron recubiertas de oro puro. Sobre las enseñanzas de Beroso, los griegos tomaron la Astrología con aportes de Sumeria, Egipto, Babilonia y Persia, y elaboraron lo que podríamos llamar la astrología moderna. Con su espíritu científico y práctico, muchos sabios griegos colaboraron durante siglos en determinar qué efectos se producían cuando los planetas ocupaban una determinada posición en el cielo, y cuando la época del año marcaba que el sol ocupase uno u otro signo del Zodíaco. Por ejemplo, en  Egipto se observaba que cuando la estrella Sirio aparecía en determinada posición astral, comenzaba la crecida anual del río Nilo. De ello la gente sencilla dedujo que esa estrella era la que provocaba la inundación. Pero los sabios griegos como Sócrates, Platón y Aristóteles, y los grandes astrónomos como Eudoxio, Thales de Mileto, Eratóstenes de Alejandría, entre otros, descartaron imaginar que las estrellas obraran por sí mismas en la materia, y en cambio buscaron determinar qué tendencias, impulsos, pasiones y casualidades se volvían preponderantes en cada caso. Así fue que los planetas recibieron los nombres de los dioses que la mitología griega consideraba gobernantes de esos fenómenos. Afrodita o Venus, para el amor sensual; Ares o Marte, para la guerra, Zeus o Júpiter para las casualidades, Urano para los amores extraviados y la magia, en fin, lograron entre todos hacer un verdadero Gran Tratado de Astrología que naturalmente tuvo un éxito tremendo.     Los historiadores de la cultura concuerdan en que algo misterioso había en ese arte adivinatorio, ya que tantos hombres inteligentes, calculadores, astutos, y con mucho sentido práctico, recurrían a ella una y otra vez para trazar sus planes. Cuando los monoteísmos se impusieron en el mundo, al comienzo de la Edad Media, las tres religiones principales aceptaron la Astrología. De hecho, los judíos unieron esa ciencia a la Kábala, y el Islam rescató las obras griegas de filosofía y ciencias, justo a tiempo para librarlas de la destrucción masiva a manos de los primeros cristianos furibundos. Cuando pasó la furia, dos grandes reyes europeos, Carlomagno de Francia y Alfonso X el Sabio, de España, lograron comprar los textos que habían salvado los árabes, los cuales fueron traducidos al latín por eruditos judíos. También en Europa  la astrología fue tomada muy en serio, y los más grandes astrónomos europeos, de la astronomía moderna, fueron todos además astrólogos. El gran Copérnico era admirado por sus profecías astrológicas, y su defensor Galileo Galilei, siendo sacerdote, era también un excelente astrólogo. Astrólogo fue Tycho Brahe cuyas observaciones astronómicas permitieron a otro astrónomo y astrólogo, Johannes Kepler, esbozar la primera teoría válida sobre la mecánica del movimiento planetario. Pero ocurrió que justo en esa época el alemán Gutenberg construyó en occidente, sobre un modelo chino, la imprenta de tipos móviles, que permitió la publicación de libros baratos en grandes cantidades. Muchos de esos libros trataban sobre astrología, y muchos aficionados ignorantes creyeron que bastaba con leerse un libraco para volverse un astrólogo consumado. Y como era buen negocio, proliferaron los astrólogos de pacotilla con los cuales el Arte de la Astrología comenzó a caer en el desprestigio. Todavía hubo grandes astrólogos que asombraron al mundo, pero la inmensa mayoría pasó a ser una banda de charlatanes con mucho de estafador.       Fue así que a fines del siglo 18, las principales universidades decidieron acabar con la Astrología, y en la Revolución Francesa, la Academia de Ciencias de París prohibió a los astrónomos dedicar parte de su tiempo a la astrología, bajo pena de caducarles sus títulos académicos y expulsarlos de la Universidad. El odio contra la astrología pasó a ser un distintivo de la llamada Ciencia Cierta, y en la actualidad, casi todos los astrónomos, aunque no sepan nada sobre astrología, se apresuran a calificarla de simple superstición contraria a la verdadera ciencia. Bueno, la verdad es que sabemos poco sobre astrología. Pero lo poco que sabemos nos induce a ser cautelosos. Sin duda hay farsantes, estafadores e ignorantes, pero la historia nos muestra también casos asombrosos y completamente inexplicables. Quizás las profecías astrológicas más impresionantes sean las realizadas por el sacerdote irlandés canonizado como San Malaquías, quien hizo la predicción de todos los futuros papas que gobernarían la Iglesia Católica Romana. Para hacer sus predicciones, San Malaquías identificó a los Papas mediante sus figuras heráldicas y su lugar de origen. Hasta ahora, todas las profecías de San Malaquías se han cumplido matemáticamente. Y en los últimos años, el Papa Pastor et Nauta, Pastor y Navegante, fue Juan 23, hijo de pastores y jefe de la iglesia veneciana, arquetipo de los navegantes. Flos Florum, Flor de Flores, fue Paulo VI, cuyo escudo de armas estaba formado por flores de Lis, en fin De Labore Solis Juan Pablo II, fue el pontífice llegado de Polonia donde el sol trabajosamente logra entibiar la tierra, y que, sin tener un escudo de armas, tuvo que inventarse uno cuando ya lo habían elegido. Además fue elegido en un año de eclipse solar, y otro eclipse solar lo acompañó en su muerte. Desgraciadamente, manos oscuras robaron gran parte de las antiguas predicciones de San Malaquías, lo que hizo que parte de ellas se haya vuelto imprecisa, especialmente en lo referente a los últimos tiempos. Al parecer las profecías de San Malaquías estarían señalando que, después de Juan Pablo 2º, sólo quedarían dos o tres papas, nada más, y el santo no señala qué va a pasar entonces con la Iglesia. Una coincidencia notable se produjo en el Vaticano, cuando se comprobó que la cripta en que tradicionalmente son enterrados los papas, ya sólo tiene espacio para colocar a dos pontífices más. Y se dice que fue por eso que Juan Pablo 2º no quiso ocupar uno de esos espacios y pidió ser enterrado en Jerusalén.       El más famoso astrólogo y profeta fue Michel de Nostradamus, quien vivió en el siglo XVI. Pertenecía a una familia de matemáticos y médicos de gran prestigio, y haberse dedicado a la astrología no le reportó más beneficios que desgracias. Como fuere, escribió sus predicciones en unas estrofas en verso que llamó Centurias, de las cuales, también, una gran parte fue robada y destruida, y muchos culpan de ello a agentes de la iglesia católica. No tenemos espacio suficiente para detallar las profecías de Nostradamus, pero, históricamente, también se han cumplido todas de manera impresionante. Comenzó anunciando la muerte del rey Enrique VI en un duelo, la llegada al trono de los reyes Capetos de Borbón, en fin anunció la totalidad de las guerras que sacudieron a Europa, incluyendo la primera y la segunda guerra mundial, con detalles realmente impresionantes. Describió el ascenso de los líderes socialistas nacionalistas, Mussolini y Hitler, y de los líderes internacionalistas Stalin, Churchill y Roosevelt. Y también describió el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki... ¡con 400 años de anticipación! Pero, extrañamente, al igual que San Malaquías, Nostradamus también termina sus profecías más o menos a la llegada del año 2.000. Después de eso, se limita a citar el Apocalipsis de San Juan que dice: Vendrá un silencio como de media hora en el cielo. ¿Qué significa esa frase? ¿Cuánto dura eso que llama “media hora en el Cielo?… Las explicaciones son muy variadas. Se ha escrito un centenar de libros tratando de explicarlo. Pero Nostradamus dice que, antes de ese silencio, pasarán cosas terribles. Gravísimas crisis económicas que provocarán hambrunas y que el mundo sufrirá sucesivas plagas de enfermedades nuevas.   El reinado del Papa Benedicto XVI, último mencionado por San Malaquías, culminó abruptamente en febrero de 2013, cuando, sin precedentes históricos, renunció a su condición de Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Para la mayoría de los analistas de todo el mundo,  su decisión de dimitir fue admitir que no sólo él, como persona, sino la Iglesia Católica misma, estaba en un extremo de inadecuación a la exigencia del tiempo actual. Habiendo sido conocido como un hombre muy culto, desde el comienzo de su reinado se colocó en el foco de situaciones que muchos consideraron escandalosas y torpes… Provocó las iras del mundo judío, primero mencionando que el judaísmo sería oscuridad y error religioso, y después, al otorgar absolución a los sacerdotes conservadores Lefevristas, incluyendo a los que negaban que el Holocausto nazi hubiese sido real como lo exhiben en la perspectiva judía. Después, en plena agitación mundial por los casos de sacerdotes pedófilos, el Papa se atrevió a señalar que hasta tiempos muy recientes, hasta en 1970, se consideraba normal que hubiese casos de sexo de adultos con niñas y muchachos de poca edad. Más aún, el Papa Benedicto enfatizó que ni el bien ni el mal son absolutos, y que todo bien, en términos humanos, no es más que un decir “esto es mejor que aquello”, e igualmente, el mal, en términos humanos, es sólo un decir que “esto es peor que aquello”. También fue objeto de acusaciones en lo político. Se consideró gravísimo su discurso en las Naciones Unidas, cuando afirmó que la Humanidad necesita que se instaure una auténtica autoridad política de carácter mundial, la que debiera configurarse teniendo como centro a las Naciones Unidas. A juicio, sobre todo, de los conservadores religiosos de Estados Unidos, Satanás estaría impulsando la formación de un gobierno planetario, con un nuevo orden mundial  y una religión permisiva, de baja moralidad, a fin de preparar el campo para el surgimiento del Anticristo. Es decir acusaron al Papa Benedicto XVI de ser satánico. Y, en una coincidencia casi macabra, el día en que el Papa anunció su renuncia, el clima cambió súbita e inesperadamente, estalló una tormenta eléctrica enorme y un rayo poderosísimo impactó en la cúpula de la Iglesia de San Pedro, a más 100 metros de altura. Por supuesto, fue una coincidencia. ¿Pero fue sólo una coincidencia?... Recordemos que, en palabras atribuidas al propio Jesucristo, Satanás es el Señor del Rayo. Volviendo a San Malaquías, la visión final del Papado después del Papa del Olivo, es realmente terrible. Muestra que bajo el reinado de Pedro el Romano, el último papa, el Catolicismo sufrirá persecuciones, disgregación y gravísimas penurias, y queda sugerido que después del último papa vendrá una disgregación del catolicismo bajo numerosos líderes locales.   En este comienzo del año 21 del siglo 21, centenares de astrólogos, numerólogos, tarotistas y profetizadores de toda índole están ofreciendo sus previsiones a través de la red. Pero son muy pocos los que realmente vinculan sus interpretaciones a los eventos astronómicos y astrológicos con que culminó el desalentador año 2020. El eclipse total de Sol del 14 de diciembre y la conjunción de Júpiter y Neptuno justo una semana después. El célebre analista internacional Pepe Escobar, de Asia Times, logró entrevistar a la astróloga italiano-brasilera Vanessa Guazzelli, doctora en psicología y muy prestigiada como conferencista en todo el mundo, particularmente por la amistad de ella con el sociólogo, historiador y economista Immanuel Wallenstein, profesor de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, fallecido en 2019, quien fue el gran teórico del concepto de un Estado Planetario unificado a través de una “geocultura” capaz de unir a la humanidad. Vanessa Guazzelli enfatizó que la conjunción de Júpiter y Saturno el 21 de diciembre es un acontecimiento extremadamente decisivo para el futuro de la humanidad. Según ella, la poderosa unión de Saturno, planeta de fecundidad y emotividad, con Júpiter, planeta vinculado al poder y los gobiernos, marca el inicio de una transformación social y política imposible de detener, y que corresponde al inicio real de la Era de Acuario. Según ella, es una fuerza cósmica orientada a la política, que actúa profundamente en el espíritu y la mente, sobre todo de la gente joven y que inicia un proceso que culminará en febrero de 2026, cuando a su vez se produzca una nueva conjunción, la  de Saturno con Neptuno. En esos 5 años, las multitudes más juveniles y vigorosas de todo el planeta convergerán generando una nueva noción de lo que es la realidad humana, lo que habrá que defender con todas las fuerzas, y lo que permitirá un salto de inteligencias y capacidades para construir una nueva realidad concreta. Vanessa Guazzelli menciona, con una sonrisa casi de complicidad, la ya famosa declaración del súper millonario economista J.P Morgan, cuando dijo, fíjese Ud., que: “Los millonarios no necesitan astrólogos. Pero los súper billonarios, sí los necesitan”. ¿Qué tal? Es decir, en una perspectiva astrológica ya se inició un proceso imposible de parar, que, pasando a través de innumerables conflictos y crisis, culminará en la transformación profunda de la manera en que hoy entendemos la realidad, la sociedad la economía y la justicia. Y ello ciertamente implicaría la unión de toda la raza humana del planeta en un sistema multipolar articulado por una constitución política y una estructura jurídica capaz de establecer normas vinculantes sobre todos los gobiernos nacionales, todas las empresas y todos los aparatos militares y policiales del mundo. Al menos según las cartas astrológicas, Vanessa Guazzelli estima que el proceso de revolución cultural y social cristalizará en una nueva civilización “geocultural” en un plazo de no más de 40 años. Es decir, la Era de Acuario ya comenzó y ya se está haciendo sentir a nivel mundial con la proliferación de nuevos grupos y comunidades de opinión política que están debilitando y desguazando a los viejos partidos políticos. Ya ayer, el diario israelí Haaretz informaba sobre la aparición en Israel de un verdadero enjambre de minipartidos, de gran vitalidad, que buscan aliarse entre sí y tienen al poderoso partido de gobierno, el Likud, al borde de la orfandad. Asimismo, en América Latina, Estados Unidos y la mayor parte de Europa, una ola de pequeñas agrupaciones, sobre todo juveniles, hacen prever la desarticulación de los partidos políticos tradicionales y la ruptura de las viejas alianzas político-militares. Incluso la misma OTAN aparece reconsiderando su vieja política de “fabricación de enemigos” para tener alguna razón de seguir existiendo.   A menos de una semana de la intensa llamada a la Unión Europea formulada por el presidente electo de Estados Unidos Joseph Biden para formar un frente común opuesto a lo que considera la “amenaza de China”, los gobiernos de Europa respondieron negándose a responderle… y, en cambio, aprobaron al fin un gran acuerdo de alianza comercial y tecnológica con China. Y, a la vez, el gobierno chino envió un mensaje a Washington invitándolo a reanudar el diálogo y agregando que, fíjese Ud. “no tiene ningún sentido que surja una nueva potencia mundial semejante a lo que fue Estados Unidos”.   Milagros o prodigios, misterios o simples fenómenos psíquicos que todavía no comprendemos, en eso de las profecías hay algo más que inquietante, y en este caso nos resulta espeluznante. Ya sabemos que los hombres de ciencia vienen profetizando, con hechos concretos y cálculos racionales, la inminencia de las tribulaciones, el hambre, la enfermedad y los sufrimientos, que, por su lado y a su manera, profetizan los religiosos y los augures, incluyendo los astrólogos. Y obviamente –lo hemos visto- ni los científicos ni los astrólogos ni los profetas religiosos habían logrado que los gobernantes del mundo les presten atención a sus advertencias. Parecían sufrir la maldición mítica que le cayó a la profetisa Casandra, que predecía con asombrosa precisión el porvenir, pero a la que nadie, absolutamente nadie, le creía. ¿Habrá cambiado aquello y la humanidad se está poniendo ahora en marcha  nuevamente?... ¿Será que el siglo 21 en su año 21 estará cumpliendo al fin su mayoría de edad? Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense, hay peligro…y eso es señal de que estamos vivos.
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