Por Ruperto Concha / resumen.cl
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Entre el lunes y el miércoles de esta semana, el estado de Texas, corazón de la industria energética estadounidense, dejó a más de 4 millones de personas sin electricidad, en momentos en que un inmenso desplazamiento de aire glacial hacía caer la temperatura hasta 18 grados centígrados bajo cero. En la gran ciudad de Dallas, donde en esta fecha la temperatura normal es de 15 grados sobre cero, los termómetros marcaron 10 grados bajo cero.
La racha de aire glacial dejó en 3 días un saldo de más de 31 personas muertas por el frío. Un hombre de 58 años murió de frío encogido en un sillón, dentro de su casa. El sufrimiento de la gente es difícil de imaginar, sintiendo a oscuras cómo el frío los iba abrumando. Y los efectos económicos son dolorosos sobre la gente común.
La capacidad de generar electricidad en Texas cayó en forma estrepitosa. De una capacidad de generar 70 mil megawatts/hora de plantas termoeléctricas a carbón, gas o termonucleares, desde el domingo pasado la generación de electricidad cayó en 30.000 megawatts/hora en sólo tres días y las generadoras por molinos de viento y placas solares dejaron de producir otros 18 mil megawatts según informe técnico de la Universidad de Princeton. De hecho, el precio de la electricidad por megawatt/hora en Texas subió de 20 dólares a… ¡9.000 dólares!
Incluso se reportó que el martes un edificio de 12 pisos fue consumido por un incendio, hasta derrumbarse, sin que los bomberos pudieran actuar, por falta de agua, pues los hidrantes estaban congelados.
Además de Texas, otros estados del centro-sur del país, desde Minnesota hasta Mississippi, tienen restringido su abastecimiento de electricidad mediante el sistema de aplicar cortes de electricidad en forma rotativa a diversas ciudades o barrios dentro de una misma ciudad.
De hecho, desde hace ya más de un mes, una ancha zona de los Estados Unidos, desde la costa del Atlántico, en el norte, hasta la frontera con México, en el sur, está sufriendo sucesivos y muy graves temporales de nieve, con temperaturas excepcionalmente frías.
Y en el resto del hemisferio norte, oleadas de frío extremo han cubierto de nieve y congelado ríos, hasta en regiones tradicionalmente templadas. Incluso hace dos semanas hubo una nevazón sobre parte del desierto del Sahara, y en Damasco, Siria, por primera vez en una generación los colegiales vieron caer nieve.
¿Qué tiene que ver ese fenómeno con el recalentamiento del planeta?
Ya en 2019, el entonces presidente Donald Trump, viendo una nevada excepcional, se había burlado de los informes científicos sobre el recalentamiento de la atmósfera y los océanos. En la limitada capacidad de su inteligencia Trump no lograba entender que el calor puede generar mucho frío. Todos sabemos que al poner la mano detrás del refrigerador en la casa sentimos que el motorcito que refrigera el interior irradia calor al exterior.
Y lo mismo pasa con los aparatos de aire acondicionado, que emiten aire frío al interior de la casa y aire harto caliente hacia el exterior. A nivel planetario, las grandes masas de aire recalentado, principalmente sobre los océanos, se desplazan haciendo contacto con las masas de aire frío en los círculos polares y en los límites superiores de la atmósfera, a unos 10 mil metros de altura, en la zona llamada troposfera, donde el aire está a unos 51 grados centígrados bajo cero.
El aire caliente naturalmente va cargado de vapor de agua, lo que lo vuelve más pesado y más denso que el aire frío de las latitudes cercanas a los polos. Los barómetros muestran que hay alta presión en esas masas de aire húmedo y caliente, y baja presión en las masas de aire más liviano, frío y seco.
Mientras más diferencia hay entre la presión del aire caliente y el aire frío, más aumenta la velocidad con que el aire caliente se mueve. Se forma una especie de río aéreo. Y así se generan los vientos tempestuosos cargados de lluvia.
Pero, al parecer, por el recalentamiento planetario, ha comenzado a aumentar la fuerza y el volumen con que el aire húmedo y caliente penetra hasta las zonas llamadas el “Vórtex Polar”, desplazando masas de aire frío que giran en las zonas polares.
Más aún, al parecer las masas de aire caliente, al perder parte de su humedad, se hacen más livianas y se elevan hacia alturas cada vez mayores, y empujan allí las masas de aire muy frío, que se desplaza entonces hacia abajo.
Justamente esta semana, mientras avanzaban los frentes helados sobre Estados Unidos, se detectó que, en el hemisferio norte, ya a fines de diciembre se había elevado hasta el límite de los 10 mil metros de altura una masa de aire tan caliente que logró subir la temperatura a esa altura en nada menos que 50 grados centígrados.
Los científicos aún no han determinado con exactitud la forma en que se produce esa invasión de aire caliente que se eleva y que desplaza hacia abajo masas de aire heladísimo, pero si se verificó que fue eso lo que originó las olas de intenso frío que afectaron a Europa y a Rusia en 2012 y 2018.
Es decir, el recalentamiento de la atmósfera en la superficie de la tierra y los océanos tiene un efecto glacial en otras zonas geográficas.
El jueves pasado, el periódico Washington Post destacaba que la catástrofe de la helada y los apagones en Texas es una tremenda advertencia global. Junto a las crueles heladas, la alteración del clima trae calores que sofocan y resecan campos, bosques y barrios. Ya en California, el año pasado, la ola de calor provocó también apagones. Y en Francia, la ola de calor de 2019 dejó un saldo de 1.500 muertos.
La opinión prevaleciente en las organizaciones científicas es que los fenómenos de calor sofocante y frío extremo se repetirán con mayor intensidad, a la vez que aumenta el número de huracanes, ciclones y tornados, junto a episodios de sequía o inundaciones desastrosas en otros lugares.
De hecho, el senador republicano Pete Rickets, de Nebraska, estalló de exasperación ante la incapacidad de los políticos y los grandes empresarios de prever los fenómenos derivados por el cambio climático.
Y con mucha amargura exclamó “esto es inaceptable. Estamos en Estados Unidos, no en un paisito subdesarrollado”.
Y, para aumentar su amargura, la prensa estadounidense publicó, en tono resentido, el comentario de la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Hua Chung Yin, sobre los apagones en Texas. La funcionaria dijo: “Esa desgracia que afecta a los norteamericanos viene a demostrar que en China tenemos la razón. Nuestra política apunta directamente a lograr que a la gente no le falte alimento ni ropa, ni calor ni electricidad. Eso, para los chinos, es el fundamente real de los derechos humanos. Y por eso la nación china mira confiadamente hacia el futuro.”
En cierto sentido, los hechos políticos de estos momentos, en pleno lanzamiento del nuevo gobierno del partido demócrata con Joseph Biden, vienen a confirmar la razón de los dichos de la funcionaria diplomática china.
También esta semana, el principal proyecto industrial del nuevo gobierno contempla un acelerado reemplazo del parque vehicular actual por vehículos eléctricos, sobre todo para el transporte público y para las actividades propias del gobierno.
Sin embargo, el mismo miércoles 17, la Comisión de Comercio Internacional del Congreso, emitió la prohibición absoluta, por 10 años, de comprar baterías o partes para la fabricación de ellas, a la empresa surcoreana SK, la única en condiciones de abastecer los nuevos vehículos eléctricos.
La prohibición emana de una acusación de supuesto robo de tecnología, por parte de la empresa competidora LG Energy Solution, perteneciente a capitales estadounidenses. La prohibición deja, de partida, paralizados a los fabricantes de Ford y Volkswagen, en Estados Unidos, sin poder disponer de las poderosas nuevas baterías indispensables para los nuevos modelos.
Y, además, paraliza el proyecto de la castigada SK, de instalar una planta para la producción de esas baterías en el estado de Georgia, con una inversión de 2.600 millones de dólares y la contratación de 3.000 trabajadores estadounidenses de alto nivel en 2024.
Es decir, en el Congreso, el poder de lobby de las grandes corporaciones se ha expresado en nada menos que paralizar un proyecto clave del nuevo gobierno. Ahora para Joseph Biden queda la alternativa de vetar la resolución del congreso, lo que enfrentaría al presidente con una comisión parlamentaria integrada por su propio Partido Demócrata.
El sector progresista o centroizquierdista del Partido Demócrata aparece cada vez más arrinconado en el nuevo gobierno, y de hecho ya hay iniciativas apuntadas a impedir la reelección de las más importantes parlamentarias izquierdizantes.
Durante la pugna por la designación del candidato en las primarias, se mencionó insistentemente el temor de que un gobierno encabezado por Joseph Biden sería finalmente controlado por las grandes corporaciones.
Incluso el precandidato Bernie Sanders llegó a señalar que Biden seguiría y acentuaría la línea de gobierno de Barack Obama, dócil a las corporaciones transnacionales y dispuesto a siempre comprometer a Estados Unidos en una acción global de carácter imperialista, en que el Gobierno de Estados Unidos sería un instrumento al servicio de las grandes empresas con aspiraciones imperialistas.
Por cierto, ya Joseph Biden aparece en los inicios de su gobierno siguiendo con fuerza la estrategia militarizada que caracterizó al gobierno de Obama, que llevó a las aventuras bélicas contra Rusia en Osetia del Sur y Abjasia y luego a los derrocamientos de los gobiernos en Libia, Sudán, Egipto y Ucrania, más el fallido intento de derrocamiento del presidente sirio Basher Assad, y el inicio de la brutal guerra interna en Yemen.
Todas esas acciones militares tuvieron un efecto de empoderamiento internacional, cada vez mayor, de las grandes corporaciones sobre los gobiernos y las economías del resto del mundo. De hecho, y muy irónicamente, Barack Obama, Premio Nobel de la Paz, es el único presidente de Estados Unidos que durante todo su gobierno no tuvo ni un solo día sin estar en guerra contra otro país.
De hecho, ya en su primera semana de gobierno, Joseph Biden solicitó formalmente al gobierno británico que anule el fallo judicial contra la extradición a Estados Unidos del periodista Julian Assange, y que se le extradite a Estados Unidos.
Eso, en circunstancias de que Assange no ha sido acusado de ningún crimen ni delito contra las leyes británicas o de otra nación europea.
En estos momentos, el gobierno de Biden aparece claramente comprometido a continuar el enfrentamiento contra China iniciado por Donald Trump, intensificado ahora con una muy fuerte arremetida contra Rusia, en la que le está dando renovada importancia a la OTAN.
Las encuestas de opinión en Europa revelan que existe una creciente inquietud en las bases sociales de todos los países de la Unión Europea, por la posibilidad de una ruptura fuerte, con término de negociaciones y diálogo, contra Rusia y contra China.
Esto, en momentos en que las cifras económicas muestran que ya China es el principal socio comercial de Europa, sobrepasando a Estados Unidos.
Por su parte, ya personeros de las grandes corporaciones transnacionales estadounidenses han comenzado a intervenir directamente en iniciativas políticas internacionales. De hecho, representantes de las corporaciones privadas participaron, de igual a igual, en la reunión de los gobiernos de los países del Grupo de los 7, que culminó recién el 19 de febrero y donde se aprobó crear una entidad globalizada, llamada la COVAX, con atribuciones para concentrar y distribuir a nivel mundial todas las vacunas contra el COVID19.
Esta nueva institución coordinará a los gobiernos, con la Organización Mundial de la Salud, de las Naciones Unidas, más la empresa privada CEPI, a cargo de innovaciones y preparación para futuras epidemias, y más la institución llamada GAVI, también privada, que coordinará la asociación entre los gobiernos y las empresas privadas, y, finalmente, la fundación, también muy privadísima, de Bill y Melinda Gates.
Así, por decisión del Grupo de los 7, encabezado por Estados Unidos, se ha aprobado que la entidad llamada COVAX tendrá el poder de producir vacunas y aprobarlas para el mundo entero, y asimismo recibirá los aportes financieros de los gobiernos para enfrentar el COVID y las otras pandemias que puedan surgir.
Y esta COVAX no estará bajo la autoridad de ningún gobierno sino de la organización controlada por Bill Gates y su señora.
Según el analista Thierry Meissan, de la Red Voltaire, esta decisión del Grupo de los 7, vestida con un bonito lenguaje, acaba de establecer la globalización en manos privadas de la lucha contra las pandemias en términos de libre circulación de capitales y productos, fuera del control de las autoridades sanitarias de cada nación.
También en Australia en estos momentos hay un enfrentamiento decisivo entre el gobierno y las gigantas comunicacionales de Internet Google y Facebook, en que las dos inmensas corporaciones privadas se niegan a acatar las imposiciones políticas.
Si bien ahora Google se está mostrando dispuesta a negociar un acuerdo con el gobierno australiano, Facebook hasta ahora sigue negándose, y se está perfilando la posibilidad de que el flujo de noticias y contactos sociales a través de Facebook se vea interrumpido por completo. Se acaba Facebook en Australia.
Está claro que la desaparición de Facebook llevaría a su reemplazo por alguna otra plataforma de las ya existentes, que, siendo privada, esté dispuesta a acatar las imposiciones de los poderes públicos de las naciones en que funcione.
Pero lo realmente importante por ahora es el inocultable empoderamiento de las grandes corporaciones privadas financieras que parecen cada vez más capaces de prescindir de los gobiernos nacionales o de, al menos, desafiar las imposiciones que les parezcan inconvenientes.
¿Será que se está perfilando un gobierno globalizado, en que las corporaciones, a través de su poder financiero, reemplacen a los partidos políticos?...
Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense, hay peligro. A falta de claridad, el principal peligro es la inacción fatalista. No podemos olvidar que son nuestros niños los que están en peligro de quedarse sin un planeta para vivir en él.
*Imagen de GETTY IMAGES | Obtenida de bbc.com