Por Ruperto Concha / resumen.cl
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Esta semana, una vez más, la Unión Europea se declaró en abierto desafío a las amenazas de Washington contra uno de los organismos claves de las Naciones Unidas… Se trata nada menos que del Tribunal Penal Internacional, que está iniciando investigación sobre los crímenes de guerra que habría perpetrado Estados Unidos sobre otras naciones.
El gobierno de Donald Trump anunció que se aplicarán sanciones severas, incluyendo congelamiento de bienes financieros, sobre los agentes y juristas que participen en tales investigaciones, y también sobre las familias de esas personas.
Esto viene a agregarse a la suspensión de pagos a la Organización Mundial de Salud, a la descalificación de la Organización Mundial de Comercio y a la propuesta de la Unión Europea en las Naciones Unidas para una negociación que ponga fin a la guerra civil en Libia.
Y esta amenaza a las Naciones Unidas y demás organismos enfocados al Derecho Internacional, aparece encajado en una doctrina ultranacionalista que está entusiasmando a los sectores de la ultraderecha internacional… precisamente en momentos en que dentro de Estados Unidos se está desarrollando una crisis social que partió como protesta por la brutalidad policial y el racismo blanco.
Las multitudinarias protestas en Estados Unidos llevó, esta semana, a que el Presidente Trump amenazara con enviar tropas del Ejército para sofocar las revueltas callejeras que ya estaban desafiando a las fuerzas de la Guardia Nacional que parecían impotentes.
La intensidad de las protestas, unidas con saqueos y destrozos a tiendas, ha generado una intensa expresión de antagonistas políticos no sólo en los medios de prensa, sino en las redes sociales con tremenda intensidad.
Un fuerte grupo de opinión, de tendencia tradicionalmente derechista, ahora se está mostrando sorprendentemente en defensa de las protestas y en contra de la militarización del país.
El historiador y sociólogo Robert Churchill señala que 9 de o sea, hacen llamamientos para defenderse contra cualquier intento del gobierno de apropiarse de poderes que consideran “tiránicos”.
Pero, además, ha surgido otro grupo, definido como una especie de milicia, que parece partidaria de incitar al gobierno al enfrentamiento y provocar una revuelta armada que, según señalan, ven como única salida al derrumbe económico y social de los Estados Unidos.
En general estas milicias se exhiben provistas de armas, incluso con categoría militar, y sus militantes son casi exclusivamente blancos, y se declaran, sin embargo, dispuestos a proteger a la gente que protesta
Pero, en los últimos días, han desarrollado además un movimiento armado más organizado, que representa aproximadamente al 10% de ese grupo que han bautizado como “Bugaloo”, y que parece orientarse a provocar una intensificación de las protestas y también de los incidentes de violencia, de saqueos y enfrentamiento con las fuerzas policiales.
Al menos, por ahora, se han retirado las fuerzas militares convocadas por el gobierno.
Según el New York Times, los intentos de Donald Trump de involucrar al ejército para reprimir las protestas han provocado una reacción muy negativa en los miembros de las Fuerzas Armadas y sus familias. Ello, en circunstancias de que ese grupo social había sido hasta ahora un valioso y mayoritario apoyo para su gobierno.
Un alto oficial entrevistado señaló que las acciones de Donald Trump habían ofendido los sentimientos de patriotismo al tratar de usar a las Fuerzas Armadas para su beneficio personal.
De hecho, el General de 4 estrellas Mark Milley, máximo jefe en comando militar del país, apareció como engañado y humillado por el presidente Trump, al que tuvo que acompañar, en tenida de campaña, en una ceremonia en un lugar recién despejado por la policía de una protesta de alrededor de 10 mil personas.
Luego, Trump se dirigió a la Catedral de la Iglesia Episcopal de Washington, donde se hizo fotografiar con la Biblia en la mano y rodeado de altos funcionarios militares.
Pero el general Milley no estaba allí. Se hizo humo en cuanto comprendió que el Presidente Trump estaba comprometiendo a las Fuerzas Armadas en una maniobra política que tenía mucho olor a inconstitucional.
Para los demás altos oficiales involucrados en el gobierno, el general Milley había sido ingenuo y sólo se hizo a un lado cuando ya el daño estaba hecho.
Particularmente chocante para el sector derechista tradicional fue la declaración de Donald Trump al comparar la prudencia de prácticamente todos los gobiernos estaduales ante las protestas y los saqueos, con la represión del gobierno chino en la Plaza Tiananmen, el 4 de junio.
Allí, Trump señaló que, habiendo sido una acción brutal y terrible, de todos modos el gobierno de China había logrado demostrar ser fuerte… no como los gobiernitos estaduales que no se atrevieron a imponer su dominio ante las protestas, los saqueos y la destrucción.
En estos momentos gran parte de la prensa ha tomado en consideración la posibilidad de que Trump pueda atreverse a medidas extremas. De partida, aprovechar la pandemia de Coronavirus y las protestas para postergar las elecciones de noviembre.
Se ha mencionado también la posibilidad de que, si es derrotado por los demócratas, pueda negarse a hacer entrega del gobierno.
Junto con ello, la furiosa negativa de Trump, de reducir los aportes fiscales para el financiamiento de la policía, aparece inquietantemente unida a declaraciones de muchos jefes policiales en todo el país que, junto con los sindicatos de policías, se muestran opuestos a todos los planes de reforma policial que han formulado los gobiernos estaduales.
Más aún, se han hecho públicas las declaraciones de varios altos jefes policiales en contra de las figuras políticas más izquierdistas. De hecho, uno de ellos aparece declarando que a la representante demócrata Alexandria Ocasio Cortez habría que meterle unos balazos.
Asimismo se ha denunciado que el Gobierno de Trump, en colaboración con la Reserva Federal, ha emitido un presupuesto de más de tres billones de dólares, o sea, más que todo el presupuesto anual de la nación, en un fondo que debía auxiliar a la gente y a las pequeñas empresas que enfrentan la paralización por pandemia de coronavirus.
Sin embargo, se está denunciando que más de dos tercios de ese enorme presupuesto en realidad habría sido desviado a través de los bancos para fortalecer a las grandes corporaciones y reactivar artificialmente el precio de las acciones, o sea, agilizar el mercado bursátil del país, que estaba terriblemente deprimido.
La situación no sólo ha quedado sin respuesta del gobierno. Más aún, por orden de Donald Trump no se revelará absolutamente nada sobre quiénes fueron los beneficiados con ese huracán de millones de dólares.
Las últimas encuestas realizadas en Estados Unidos en la semana pasada indican que la opinión pública estadounidense ha comenzado a darle la espalda a Donald Trump. Según la CNN, ya hace más de 10 días, el apoyo a Trump ha disminuido dramáticamente al extremo de que el candidato John Biden aparece con una ventaja de 14 puntos sobre Trump.
O sea, ese resultado aparece suficientemente sólido como para superar el 5% de margen de error que tienen las encuestas.
Sin embargo, aún hay analistas dentro y fuera de Estados Unidos, que consideran que Donald Trump podrísa ser finalmente vencedor y podría quizás mantenerse en la presidencia de Estados Unidos por 4 años más.
Como fuere, al margen de la política electoralista de Estados Unidos, el tema de la corrupción y la brutalidad policial permanece en su más alta resonancia.
Internacionalmente se ha producido una concientización de los partidos políticos tanto de derecha como de izquierda, en lo referente a la necesidad imperiosa de frenar la acción represiva de los gobiernos utilizando a las fuerzas policiales como instrumento de sus intereses partidistas.
Igualmente, se confirmó la denuncia de que en Estados Unidos muchos de los cuerpos policiales aplican una política de no aceptar el ingreso de postulantes que tengan un coeficiente intelectual superior al mínimo normal.
Incluso hubo un fallo de un Tribunal Federal que admitió ese hecho, ante un reclamo judicial presentado por un joven postulante que había sido rechazado por la policía, en Texas, por discriminación contra la gente inteligente.
El fallo reconoció como real el caso, pero negó que se tratase de discriminación. Y por ello, naturalmente, se está atribuyendo la brutalidad policial a la incapacidad de muchos de esos policías para tomar decisiones más inteligentes que la simple brutalidad.
Y ello implicaría también que jefes policiales en gran número, temen que lleguen subalternos más cultos y más inteligentes que ellos.
Como fuere, en estos momentos hay en Estados Unidos, en Europa y en gran parte del resto del mundo, un sector de opinión que se opone a las medidas de reestructuración de las fuerzas policiales, y a una mayor definición constitucional de cuáles son las atribuciones propias de Poder Judicial, frente a las del Poder Ejecutivo que suele usarlas bajo la figura de mantener el orden público.
Y al parecer esos sectores, que respaldan el mantenimiento represivo del orden social, terminan coincidiendo con un sector político que no es realmente derechista y liberal ni socialista y democrático. Realmente es un sector no democrático, antidemocrático y carente de una base de pensamiento político pero unificado por una suerte de “emocionalidad fascista”.
Es muy vasta la casuística de los hechos de estas últimas semanas, en que se entreveran la pandemia del coronavirus, la crisis económica y la rebelión social por la brutalidad policial.
Por ello, estoy traduciendo en estos momentos un dossier noticioso bastante amplio que permite comprender ese triple fenómeno que de veras parece estar estrangulando la factibilidad de una democracia auténtica en el futuro.
Y, en ello, el factor corrupción, la venalidad, el encubrimiento y las acciones mafiosas aparecen cobrando vida en el mundo occidental, que poéticamente llamamos el “Mundo Libre”, con una fuerza desintegradora que invita soluciones que también serían de fuerza.
Espero tener listo ese dossier antes del jueves próximo, disponible para enviárselo por eMail a quienes se interesen en recibirlo.
Hasta la próxima, gente amiga. Lo sabemos bien. Hay peligro. Habrá que tener coraje, claridad y serenidad más allá de lo que dure la pandemia.