Por Ruperto Concha / resumen.cl
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Este año, en nuestro planeta, morirán entre 60 y 100 millones de personas, una cifra normal aunque puede presentar variantes. De ellos, algo más de 3 millones habrán muerto por el COVID19. Pero el mayor número de fallecidos serán víctimas de enfermedades no contagiosas. Principalmente fallos cardíacos, cáncer y problemas respiratorios.
Pero, también este año, nacerán unos 180 millones de personas, o sea, además del reemplazo de los que mueren, habrá un aumento del 1,1% de la población mundial lo que se estima en 80 millones de nacimientos más. La mayor parte de ese aumento de la población se concentrará en África, que ya este año superó los 1.200 millones de habitantes, de los cuales, fíjese Ud., casi 500 millones son menores de 15 años.
En Chile, el año pasado hubo un total de 176 mil nacimientos, equivalentes al 1,2% de la población de 2019. En Argentina, el crecimiento demográfico se mantuvo en un 1.2%, y en Bolivia llegó al 1.4% anual.
En América Central, según los analistas de Forbes, hay una población conjunta de unos 61 millones de habitantes, y la tasa de crecimiento poblacional es del orden del 1,9% anual.
En Estados Unidos, en cambio el crecimiento demográfico del año pasado sólo llegó al 0.41%. y en Europa fue de menos del 0,3%.
¿Qué es lo que indican estas cifras?...
De partida, esas muestran que el crecimiento poblacional de los países ricos es muy pequeño. Y que los países con mayor crecimiento poblacional son también los países más pobres.
Y, por supuesto, las caravanas de emigrantes desesperados llevan el rumbo que va desde las zonas con sobrepoblación hacia las zonas con población menor y más estable.
En realidad, esto que parece una fría estadística es un dramático rastro de angustia, de muchas clases de hambre, y de ilusiones a menudo infantiles. De hecho, en las caravanas que intentan entrar a Estados Unidos a través de México, se cuentan miles de niños. Incluso niñitos chicos, y muchos de ellos van dolorosamente solos, sin parientes o amigos que puedan socorrerlos o alentarlos.
El lunes de la semana pasada se informó que hay más de 19 mil niños capturados por la policía de Estados Unidos, que se encuentran en sitios de acogida. Hace un par de días la guardia fronteriza recogió a un niño de 6 años junto a una niñita de 5 años, que andaban desorientados y lloriqueando por la calle tras haber sido abandonados por un grupo de acompañantes. Otro chico, de 10 años, en su desesperación se fue voluntariamente a entregarse a la Policía.
De esos niños, la mayoría tiene entre 10 y 14 años, y sus familias han pagado a los mafiosos que por un precio prometen introducirlos a hurtadillas a través de la frontera con Estados Unidos.
En su mayoría son centroamericanos, de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica. Pero las caravanas incluyen también a otros que llegan desde más al sur e incluso también llegan desde el África.
Oiga, esos niños ¿qué sueñan que encontrarán en Estados Unidos?... Ciertamente ellos se imaginan que en Estados Unidos de algún modo podrán de veras transformarse en norteamericanos, como esos que se ven en la tele.
Bueno, el poeta Charles Baudelaire dice que la esperanza es “un fruto radiante del amor entre el diablo y la muerte”.
Por supuesto, el fenómeno de estas migraciones desesperadas puede explicarse por la extrema pobreza, la violencia criminal, la falta de educación y posibilidades de trabajo en sus países de origen.
Pero, ¿por qué existe esa falta de trabajo, de capacitación y de oportunidades en sus propios países?...
Las respuestas políticas son obvias, abundantes y repetidas. Y van desde la trapacería de una corrupta clase dominante, enriquecida y venal, hasta la torpe incapacidad de los partidos políticos en el poder.
Pero hay otras respuestas que van más allá de las “opiniones”. Son hechos. Tanto Centroamérica como casi toda el África tienen una masa humana, inmensamente mayoritaria, que sobrevive por su trabajo agrícola y no tiene acceso real a educación y capacitación.
La existencia se basa en la actividad familiar y el sustento se obtiene de una producción que principalmente es de consumo mucho más que de venta. Cada familia dispone de un trozo de tierra cultivable. En el caso de África, a veces existe la posibilidad de invadir algunas tierras silvestres, incluso en terrenos que sean reservas ecológicas.
En el caso africano hay una natalidad promedio de cuatro o cinco hijos por mujer, y el avance de recursos de higiene y medicina ha disminuido la mortalidad infantil, a la vez que prolonga la esperanza de vida de los adultos. Es decir, en cada generación el trozo de tierra familiar disponible se va dividiendo entre más y más gente, lo que muy pronto lleva a que la producción se haga del todo insuficiente y el grupo familiar entero caiga en la miseria.
De hecho, en África la presión de las familias por apropiarse de nuevas tierras está reduciendo los hábitats de vida silvestre, incluso están talando e incendiando selvas, y en ese empeño a menudo también están matando la fauna silvestre mediante envenenamientos masivos.
Asimismo, el sistema social familiar tanto en África como en gran parte de América Latina y Asia, le asigna a las mujeres un rol de servidumbre y trabajo doméstico, sin posibilidad de alcanzar a mayor educación y capacitarse.
Es decir, es la propia estructura tradicional, familiar y económica, la que paraliza e impide una evolución de desarrollo social, cultural y económico.
Sin evolución cultural no hay evolución familiar, y por lo mismo, en esos grupos humanos ferozmente conservadores de sus viejas costumbres y creencias religioso-moralistas, las mujeres se encuentran reducidas también en su capacidad de educar a sus propios hijos preparándolos para la evolución y el desarrollo.
Algo similar fue lo que denunció el gobierno chino de la provincia del Xinkiang, donde en muchas familias de la etnia turcomana Uighur, los varones fanáticamente inmersos en las costumbres musulmanas más primitivas, se niegan a acatar la limitación legal de sólo dos hijos por mujer y rechazan el acceso de sus mujeres al trabajo asalariado y a la capacitación.
Frente a eso, resulta fuertemente significativo cómo en el mundo desarrollado el rol de la mujer ha evolucionado permitiéndole pleno acceso a la educación en todos sus niveles, y ocupar puestos de trabajo remunerado.
De hecho, la incorporación de la mujer, en pleno derecho, a roles que antes se consideraban exclusivamente masculinos, ha potenciado tanto la cultura y la economía como la política de ese mundo con el que están soñando los miles de adultos y niños que están ahora infiltrándose en una realidad que ven como maravillosa.
Y, claro está, son principalmente las mujeres las que han puesto un tope fuerte a la idea de que la realización humana para ellas tenga que implicar parir más de dos hijos cada una.
Sin embargo, incluso en el mundo desarrollado existe un substrato ideológico y religioso basado en el supuesto mandato divino que dice “Creced y multiplicaos”… omitiendo establecer cuándo la multiplicación debe parar.
Paralelamente, para muchos economistas el aumento permanente de la población es la única garantía que asegura crecimiento económico. Es decir, tiene que haber más gente para que compre más cosas.
Y tiene que haber más trabajadores para que con sus imposiciones financien las pensiones de retiro de los que están jubilados.
Sin embargo, en los casos de China, la India y Rusia el crecimiento económico no ha estado unido a crecimiento demográfico. La India tiene un crecimiento población del 1% anual, eso a pesar de que un enorme segmento de la población de ese país sigue siendo rural.
La China, por su parte, tiene un índice de natalidad incluso menor que el de Estados Unidos. Sólo un 0,4%. Y, en el caso de Rusia, su índice de natalidad es negativo. Un 0,1% de disminución anual de la población, no de crecimiento.
Muchos de los economistas tradicionalistas neoliberales, estas tres naciones estarían al borde de una “bomba de tiempo demográfica”, que las llevaría a la ruina.
Compartiendo ese criterio, el presidente de los Estados Unidos, Joseph Biden, anunció su propósito de dar un gran estímulo financiero a la gente de su país, para estimular el crecimiento demográfico, para que tengan muchos hijos.
De hecho, ha anunciado estar preparando un plan llamado “Rescate de América”, que destinará 1.9 billones de dólares. Un millón novecientos mil millones de dólares, para distribuir a las familias en forma de remesas mensuales para costear gran parte del costo de manutención y educación de sus hijos.
Por cierto, esa inversión gigantesca será financiada mediante devolución de los impuestos que paguen las familias, ya que el Estado de hecho se encuentra en déficit presupuestario, y su balanza comercial sigue en déficit cada vez mayor.
En cambio y sin embargo, esas tres naciones, Rusia, China y la India, aparecen más que muy sanas en sus economías. Obviamente China ya se admite que pasó a ser el verdadero motor de la economía mundial. La India, por su parte, según los principales analistas económicos del llamado “mundo occidental”, ya es la cuarta economía mundial, y podría pronto desplazar al Japón del tercer lugar mundial.
Y, en cuanto a Rusia, pese al chaparrón de sanciones en su contra por parte de Estados Unidos y Europa, se mantiene sólidamente equilibrada, con muy bajo endeudamiento, sin cesantía y en la vanguardia tecnológica mundial.
Es decir, parecen resultar vanas las sombrías profecías de catástrofe por no tener mayor crecimiento demográfico.
En cambio, el freno a la explosión demográfica mundial está proyectándose en campos mucho más importantes que el simple crecimiento económico:
El rescate ecológico de nuestro planeta que realmente ha llegado ya al borde de una catástrofe por la alteración profunda del clima en todas sus latitudes, desde el polo hasta el ecuador.
Ante el asombro de las multitudes en todo el mundo, la alteración del clima con recalentamiento por efecto de la polución industrial ahora está implicando también fríos glaciales sobre gran parte del hemisferio norte, que incluso en estos momentos, en plena primavera del hemisferio norte, tiene clima invernal hasta Italia, con lluvias y frío intenso.
En Estados Unidos, en tanto, una sequía desastrosa está afectando al medio oeste, con efectos ruinosos para la agricultura, que incluye peligro de destrucción de los famosísimos bosques de sequoias gigantes en California y Oregón.
De hecho, los científicos de la NASA anunciaron disponer ya de evidencias irrefutables de que el desastroso cambio climático realmente es producto de la actividad industrial y de las emisiones de gases de efecto invernadero, cosa que muchos escépticos seguían intentando poner en duda.
En cuanto a la responsabilidad de las naciones en la polución ambiental de la atmósfera, se estableció con precisión que Estados Unidos en este momento es lejos el país con más alta polución ambiental per cápita. Con sólo 330 millones de habitantes, Estados Unidos poluciona casi lo mismo que China, que tiene 1.400 millones de habitantes. Es decir cada estadounidense poluciona lo mismo que 4 chinos.
Pero la polución humana del planeta ya alcanzó más allá de los continentes, los océanos y los polos. En estos momentos también la órbita terrestre está convertida en una especie de basural, con miles de restos de artefactos obsoletos, más miles de pequeños satélites que saturan el espacio orbital a tal extremo que ya están bloqueando la visión de los grandes telescopios terrestres. De hecho, esa es una basura que actúa como polvo sobre los lentes ópticos.
Además la mayoría de esos artefactos en órbita funcionan como espejos que reciben la luz del sol y la proyectan hacia la superficie terrestre, sumándose con ello al recalentamiento planetario.
Ya ahora, pese al tono de guerra fría pero recalentada, Estados Unidos y Europa han tenido que admitir la necesidad de actuar en colaboración con Rusia y China para implementar soluciones de tecnología avanzada.
En términos generales, prácticamente todos los pronósticos sobre el desenlace mundial de la pandemia de COVID19, son sombríos. Son claramente pesimistas.
Y, pese a los intentos de la gran prensa de darle un toque de optimismo al futuro, se tiene claro que la economía mundial está quebrantada. Que son muchos los países que están en recesión y que son muchos los millones de personas que eran de la clase media pero que ahora están en situación de dramática pobreza.
En Europa ya se admite que un gran número de profesionales egresados de las universidades en estos momentos tienen que ganarse la vida en cualquier trabajo, de cualquier clase.
A la vez, los veloces avances de la tecnología aplicada a todos los aspectos de la producción de bienes y servicios, están disminuyendo vertiginosamente la necesidad de contratar mano de obra, y con ello están haciendo desaparecer puestos de trabajo que a menudo eran bien remunerados.
Ante eso, se admite que esa misma tecnología tiene la capacidad y tendrá la responsabilidad de hacer surgir una economía nueva, capaz de generar los recursos suficientes para que los seres humanos mantengan ingresos y sigan siendo indispensables en una nueva normalidad de la sociedad humana.
En buenas cuentas, ya en las cúpulas de la ciencia y la intelectualidad se admite que nuestra humanidad no tiene más remedio que abocarse a crear una nueva realidad. Una realidad bien distinta de lo que conocíamos.
Y para ello, es indispensable detener cuanto antes la explosión demográfica mundial, que ha derivado en engendrar una humanidad donde una proporción muy grande de la gente alcanza un cociente intelectual mediocre, no por razones genéticas sino por un inadecuado desarrollo educacional de su inteligencia.
En buenas cuentas, parece indispensable establecer una normalidad de no más de dos hijos por familia. Hijos que se prepararán para la vida tal como el atleta se prepara para ir a una olimpiada.
Y eso, claramente, es algo que las mujeres han entendido mejor y más rápido que los varones.
Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense, hay peligro. Pero, mujeres y hombres juntos bien podemos enfrentarlo.