PODCAST | Crónica de Ruperto Concha: Diablo mentiroso

Por Ruperto Concha / resumen.cl Opción 1: Spotify https://open.spotify.com/episode/3O7S1ggcqhhYnGgoLCPvlY?si=c68835d2aa3c4e84 Opción 2: Anchor Según los principales medios de prensa de todo el mundo, la voluntariosa y amatonada visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi, fue un incomprensible desaire, casi una injuria, hacia el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, hacia el Departamento de Estado, y hacia los altos mandos de las fuerzas armadas y los jefes de los Organismos de Seguridad, desde el FBI hasta la mismísima CIA. Según informa el reportero Aaron Parsley, de Yahoo Noticias, doña Nancy Pelosi declaró que su visita es un desafío frente a las pretensiones de China de considerar que Taiwán sea parte del territorio chino. Y, luego, tomando un tono heroico agregó eso de que, “hoy, el mundo entero tiene que elegir entre la democracia y la autocracia”. ¿Qué querrá decir doña Nancy con eso de que China “pretende considerar que la isla de Taiwán es territorio de la China”?... Antes de su viaje, en un artículo publicado por el Washington Post, la mismísima doña Nancy había afirmado que su visita a Taiwán no contradice la doctrina reconocida por Estados Unidos, de que la China es una sola y abarca todo el territorio de la Isla de Taiwán. Por su parte, el vocero del Consejo Nacional de Seguridad, John Kirby, declaró enérgicamente que “el gobierno de los Estados Unidos no apoya la independencia de Taiwán”. De ahí que, desde la Segunda Guerra Mundial y la fundación de las Naciones Unidas, hubo consenso pleno de que sólo la China, capital Beijing, podía ser miembro de las Naciones Unidas y ocupar un cargo permanente en el Consejo de Seguridad, a la par con Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, por entonces la Unión Soviética. De hecho, Taiwán mismo ha postergado una y otra vez la posibilidad de hacer una formal declaración de independencia. Entonces ¿Cuál fue el propósito verdadero de la diputada Nancy Pelosi para lanzarse a hacer una gira belicosa, claramente militarista y anti-China, desafiando al gobierno de su propio partido, de su propio país y a los más altos responsables de la estrategia y las relaciones internacionales de EEUU?     El analista David Sacks, investigador y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, declaró descarnadamente a Yahoo News que todo indica que Nancy Pelosi ya se dio cuenta de que en las próximas elecciones parlamentarias la van a sacar a cajas destempladas de su cargo de presidente de la Cámara de Representantes. “Las perspectivas no son nada de buenas para los demócratas”, dijo David Sacks. “Según todas las encuestas, en las elecciones de noviembre próximo los republicanos conquistarán 16 escaños de diputados de los que hoy tienen los demócratas, y con ello pasarán a tener un sólido control de la Cámara de Representantes”. El viernes 29 de julio se dio a conocer una nueva encuesta Gallup, de opinión política en Estados Unidos. Según esta última encuesta, el apoyo al presidente Joseph Biden que el año pasado era de 57%, ahora cayó a sólo un 38%. Y han aumentado los rumores de que Biden no querrá o no podrá presentarse a la reelección. Es decir, Nancy Pelosi calcula que tiene tiempo sólo hasta noviembre para darle brillo, prestigio y aplauso a su gestión como presidente de la Cámara. Y en muy gran medida ella necesita el máximo apoyo popular posible, para el caso de que el presidente Joseph Biden no vaya a la reelección, cosa que ya muchos consideran inevitable. De hecho, silenciosamente, ya han comenzado a circular varios nombres de políticos, posibles candidatos presidenciales por el Partido Demócrata en 2024. Es decir, todo este asunto de la gira se trataría de hacer realidad el sueño dorado de, tras haber sido presidente de la Cámara, pasar a ser presidente de los Estados Unidos… Un sueño como el que la senadora Hillary Clinton no pudo realizar.       Por otra parte, los analistas occidentales están observando el misterioso proceso político que se está dando en China, donde el gobierno de Xi Jinping ha seguido una estrategia orientada a parar al máximo posible toda amenaza de rebrote de la pandemia de COVID 19. Quizás aparte de alguna clase de información ultrasecreta, y sin vacilar ante el costo económico y la exasperación de la gente, el gobierno chino ha llegado a imponer aislamiento riguroso, aun a costa de paralizar la economía de gigantescos centros de intensa producción, como Shanghái y Wuhan, y sometiendo a riguroso confinamiento a decenas de millones de personas. Esta política está teniendo éxito, un éxito muy grande, en términos de neutralizar la amenaza biológica, pero el costo ha sido muy elevado para los resultados económicos. Aunque manteniéndose libre de inflación, el efecto de eliminar por completo la pandemia ha sido frenar el crecimiento del producto interno bruto muy por debajo de las expectativas del año pasado. En el segundo cuarto de este año el crecimiento cayó en un 2,6% respecto al crecimiento en los primeros cuatro meses. Es decir, el aumento de generación de riqueza, aunque se mantiene, se ha vuelto más lento. Se ha observado que el gobierno chino está apuntando a aumentar el poder de compra de la gente en el mercado interno, y ello incluye el estímulo a la creación de nuevos puestos de trabajo muy bien remunerado, sobre todo en tecnología electrónica. Esto ha llevado a que, en menos de dos años, ya la industria china ha logrado autoabastecerse de semiconductores o microchips. Y eso, en gran medida, por la llegada a China continental de inversiones y emprendimientos tecnológicos de Taiwán. O sea, al margen de la supuesta hostilidad entre chinos taiwaneses y chinos continentales, en realidad ha habido un intenso y lucrativo desplazamiento de talentos, capitales, experiencia y técnicos, que, en la isla o en el continente, se sienten perfectamente en casa.     ¿Y cómo afecta eso a Estados Unidos y sus aliados?... Bueno, es simple. Taiwán es el principal productor mundial de microchips, y sus exportaciones son indispensables para las fábricas de Estados Unidos y de Europa, desde los vehículos eléctricos hasta las industrias espaciales y los robots electrodomésticos. Los microchips son esenciales absolutamente para la aplicación de inteligencia artificial. En Estados Unidos, en estos momentos, no existe la capacidad de producción de esos microchips, y sólo el año pasado las empresas estadounidenses tuvieron que comprar microchips pagando a Taiwán más de 19 mil millones de dólares. En estos momentos el gobierno de Joseph Biden ha presentado al Congreso un proyecto de ley que permitiría proporcionar grandes recursos financieros para ponerlos a disposición de emprendimientos privados de investigación y producción industrial de microchips en Estados Unidos. Sin embargo, la mayor parte de los analistas económicos de Estados Unidos coincide en que ese proyecto es, por un lado, demasiado tardío pues las actuales industrias norteamericanas no tienen tiempo para esperar que esas fábricas de microchips aparezcan, se capaciten y estén en condiciones de abastecerlas. Y, por otro lado, hay escepticismo de que Estados Unidos tenga en estos momentos la preparación y la capacidad tecnológica del personal que han alcanzado ya las empresas de Taiwán y también las de Corea del Sur, además, por supuesto, las de China continental. Como fuere, en estos momentos, para Estados Unidos y Europa, perder el abastecimiento de microchips producidos en Taiwán sería algo absolutamente desastroso.     Luego de su visita a Taiwán doña Nancy Pelosi se desplazó fugazmente por Malasia y Singapur, para seguir con su mucho más importante visita a Corea del Sur que, después del Japón, es el más importante alado militar de Estados Unidos y mantiene en su territorio una fuerza de 28 mil soldados estadounidenses. Más importante que la fuerza militar ubicada en Corea del Sur, es su industria de microchips avanzados, que es la segunda exportadora mundial, después de Taiwán. El avión dispuesto por la Fuerza Aérea para trasladar a doña Nancy desde Singapur a Corea del Sur, en vez de tomar la ruta directa a través del Mar de la China, prefirió dar un enorme rodeo, primero hacia el sur, sobre la isla de Borneo, en Indonesia, siguiendo luego al oriente hasta la costa de Filipinas y por último virar al norte para aterrizar finalmente en Seúl, la capital surcoreana. Es decir, el avión de la señora Pelosi tuvo que recorrer más del doble de la distancia normal. El comando de la Fuerza Aérea estadounidense explicó que esa larguísima ruta tenía una respuesta muy sencilla. Señalaron que el avión cumple deseos de la presidente de la Cámara de Representantes… pero los cumple en forma inteligente. Y eso implica elegir una ruta más segura. La decisión de la Fuerza Aérea fue esquivar la ruta directa que pasa sobre el mar territorial de la China, que está salpicado de pequeñas islas e islotes donde las fuerzas armadas de China han instalado poderosos sistemas electrónicos de detección y rastreo de vuelos y barcos, y en muchos casos, hay en esos lugares también armamento de alta potencia y alta tecnología para interceptación de buques y aviones. Con mucha franqueza, el alto mando de las fuerzas de Estados Unidos en el Sudeste Asiático admitió que el control militar chino sobre toda esa región del océano ha llevado a que, en estos momentos, incluso los buques de guerra y los aviones de Estados Unidos y sus aliados haya disminuido notoriamente su presencia. La mayor parte de los buques de guerra de Estados Unidos en estos momentos se mantiene en las grandes bases navales situadas en Japón y en Corea del Sur. Resulta claro, así, que la ruta elegida por la Fuerza Aérea estadounidense procuró no aventurarse cruzando ese Mar de la China en momentos en que, posiblemente, el gobierno de China podría estar “peligrosamente enojado”.     Así, pues, tras un rodeo de tantos miles de kilómetros, doña Nancy Pelosi llegó a finalmente Seúl, Corea del Sur, donde fue cordialmente recibida por un enjambre de funcionarios que con sus expresiones de simpatía procuraban que doña Nancy siguiera sintiéndose admirada y reverenciada… bueno, eso, a pesar de que ni el presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, ni el ministro de Relaciones Exteriores, Park Jin, estuvieron disponibles para recibirla o para reunirse con ella. Cora del Sur fue el único país de la región donde Nancy Pelosi no fue recibida personalmente por el jefe de gobierno. El presidente Yoon Suk estaba cómodo en su casa, tomando unas vacaciones, y se limitó a saludar por teléfono a la señora presidente de la Cámara. En cuanto al Canciller, estaba en reunión con sus colegas de la Unión de Naciones del Sudeste Asiático, la ASEAN, en la que no participan ni Estados Unidos ni sus poderosos aliados Japón y Australia. La ausencia del presidente y del ministro de Exteriores de Corea del Sur por supuesto fue considerada insultante por la comitiva y por los jerarcas del partido Demócrata en Washington. Pero detrás de la oleada de reacciones ofendidas y enojadas, comenzaron a formularse muchas preguntas. ¿Por qué el presidente Yoon Suk Yeol asumió esa actitud ante una alta figura estadounidense, que ocupa nada menos que el tercer lugar en el escalafón del poder político de Washington, sólo bajo el presidente y el vicepresidente? ¿Por qué justo ahora, en momentos en que Corea del Norte se muestra amenazante, alineada con China y Rusia, y hace gala de sus misiles capaces de llevar bombas atómicas? Se admite que el antojo de Nancy Pelosi, de viajar al Sudeste Asiático en un tono de ferocidad discursiva contra China ya tuvo por efecto mostrar una vez más al presidente Joseph Biden como un personaje penosamente debilitado. ¿Se sospecha quizás que el gobierno de Corea del Sur pudiera estar soñando con buscar nuevos rumbos hacia el futuro? Por supuesto ya se rumorea que el presidente Yoon Suk está volviéndose muy impopular, tan impopular en Corea del Sur, como Joseph Biden en Estados Unidos. Y también se rumorea que su gobierno puede terminar muy bruscamente. Muy bruscamente y antes del fin de su mandato.   En tanto, otros procesos misteriosos están emergiendo en el llamado “Mundo Occidental”. Fenómenos que sugieren que hay vectores de energía histórica, una dialéctica de causas y efectos todavía difíciles de comprender pero que ya se están haciéndose sentir en la gente, en la psicología de la gente. Entre los efectos más sorprendentes se cuenta una leve disminución del precio del petróleo en Europa y Estados Unidos. Inicialmente se creyó que esa baja de precio se debía a la entrega al mercado de millones y millones de barriles de petróleo de las Reservas Estratégicas de Estados Unidos, más un considerablemente aumento en la producción de los petroleros árabe. Pero finalmente se detectó que el abaratamiento, aunque sea pequeño, es resultado de una caída en el consumo de petróleo, sobre todo por la disminución de la actividad industrial y de transporte. Al reducirse la demanda los precios disminuyen. De igual forma, y más dramáticamente, se están abaratando otras materias de uso industrial, especialmente los metales como el cobre que ya está teniendo un precio 30% más bajo que hace un año. La actividad productiva en Europa y Estados Unidos ha disminuido en forma difícil de ocultar. El euro, la orgullosa moneda de la Unión Europea, sigue perdiendo valor sobre todo frente al dólar americano, el yuan chino y el rublo ruso. Esto, porque la gente en Europa está asustada, ya no confía en la moneda europea ni tampoco confía en la recuperación industrial de Europa. Y Europa misma ya sabe bien que su única salvación económica depende de que se le mantenga abierto el mercado estadounidense para la producción fabril europea. Si Europa pierde el mercado estadounidense, su economía entera quedará en bancarrota. ¿Cómo puede extrañarnos, entonces, la obediente humildad europea ante los mandatos de Estados Unidos, aun cuando esa obediencia les resulta ruinosa? En términos reales, es preciso aceptar la realidad de que esa prestigiosísima, deslumbrante Europa imperial y conquistadora del pasado, ya está debilitada, ofreciendo inocultables síntomas de SENILIDAD.   Hasta la próxima, gente amiga. Cada vez más rápido siguen surgiendo síntomas del feo fin de una civilización nuestra, mientras aún no logramos avizorar alguna nueva civilización alternativa. Cuídense. ¡Hay peligro!   *Imagen obtenida de elpais.com
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