PODCAST | Crónica de Ruperto Concha: Eco-Tumba

Por Ruperto Concha / resumen.cl Opción 1: Spotify https://open.spotify.com/episode/64MSj8kaY4d3GmMB6OuHfP?si=GGwxc40jRIOaZF2cPb1UvA Opción 2: Apple Podcast   Opción 3: Radio Public Antes de ayer, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, abrió una sesión de científicos especializados en los fenómenos del clima, y sus primeras palabras fueron: “Señores… ¡llegó la era de estar hirviendo!...” En seguida, mostró el informe que señala que, en el hemisferio norte de nuestro planeta, donde vive las tres cuartas partes de toda la humanidad, el mes de julio había sobrepasado ya todas las más altas temperaturas jamás registradas en los últimos cien mil años. “El recalentamiento del clima ya llegó… ¡Y recién está comenzando!... Luego Guterres subió un twitter con noticias de las últimas horas: niños arrastrados y ahogados por las inundaciones de un monzón convertido en diluvio… familias huyendo de sus casas por los incendios de campos y bosques resecos… obreros que se desmayan con su sangre caldeada como si sufrieran una fiebre atroz... Los demás científicos especializados compartían esa mezcla de asombro y horror. El doctor Zeke Hausfather, de la Universidad de Berkley, California, señaló: “El recalentamiento del planeta ha sobrepasado todos los precedentes. Jamás antes habíamos alcanzado estas temperaturas semana tras semana”. Y, prácticamente por unanimidad, aquellos hombres de ciencia comentaron “¡Qué lástima que tuviéramos toda la razón y que ni los políticos ni la mayoría de la gente nos hayan creído”!

En realidad, la mayoría de la gente tiende a no creer que, por ejemplo, el recalentamiento del clima en un lugar pueda producir heladas y nevazones en otro lugar. De hecho, por ejemplo, en los países del Norte, como Europa, Rusia, Canadá y la mayor parte de Estados Unidos, el frío y la nieve de los inviernos, entre noviembre y marzo, se origina en un flujo de vientos cálidos del sur, cargados de vapor de agua, que se desplazan rumbo al norte mientras se van elevando hasta las heladísimas alturas de la atmósfera, donde el vapor se condensa en granizo, o nieve, o en las frías y densas lluvias invernales. Es decir, el recalentamiento en las zonas del sur, carga al viento con densas nubes por la evaporación del agua del océano Atlántico y el mar Mediterráneo, y se eleva hasta chocar con las contracorrientes heladas del norte, y descarga su energía en ráfagas huracanadas que, además, inundan las costas bajas con marejadas. Pero hablábamos del secretario general de las Naciones Unidas y su anuncio de que el recalentamiento del clima pareciera anunciar un futuro de agua hirviendo y en lo que a no poca gente llega a parecerle un anuncio de fin de mundo, como si un Dios apocalíptico ya estuviera teniendo ganas de hacernos desaparecer. En la antigua Grecia, cuando la gente percibía el peligro de grandes calamidades decidían hacer unos grandes sacrificios expiatorios para tranquilizar a una divinidad enojada. Esas grandes ceremonias expiatorias se llamaban “Hecatombe”, que significa “Quemar Cien Víctimas”. Pero en nuestros días es como si de algún modo hasta los más tontos aceptan que estemos sacrificando a la naturaleza entera de nuestro bellísimo planeta en homenaje a una divinidad que ya conocían los antiguos fenicios. El Dios del Dinero y del Poder, que los semitas fenicios llamaban “Moloc”, o “Baal-Zebub”, una Divinidad que a menudo le pedía grandes sacrificios a sus fieles. Incluso que le sacrificaran el hijo mayor. Tras la llegada del cristianismo, Baal Zebub se convirtió en Belcebú, uno de los tantos nombres que le han puesto a Satanás. ¿Por qué menciono esta furiosa religiosidad de los dioses antiguos?... Bueno. Lo hago porque varios analistas internacionales han comparado el desastre del cambio climático con una “Hecatombe” un sacrificio de vida, belleza y naturaleza. Yo no usaría esa palabra griega, pues las víctimas no son cien. Las víctimas somos todos. No estamos frente a una hecatombe… lo que enfrentamos es una “Eco Tumba”. Un planeta que está siendo herido con profundas heridas de falsedades, muerte y sufrimiento, y que quizás acabe convirtiendo en tumba el futuro que buscábamos.   Mientras más y más dirigentes sociales se suman a la exigencia de medidas concretas y rápidas a nivel mundial, frente a ellos las grandes empresas transnacionales y sus políticos a sueldo, parlamentarios, ministros e incluso presidentes de varias repúblicas, aparecen, en cambio, acelerando actividades ya conocidas como venenosas, corruptoras y destructoras del medio ambiente. Las guerras, por ejemplo. Sin embargo, la opinión pública no tiene suficiente percepción de la gravedad del deterioro de la naturaleza por el cambio climático. Y eso en gran medida se debe a que los peores efectos del cambio climático no parecen suficientemente catastróficos en las ciudades y sus alrededores más poblados. La inmensa mayoría de la gente no tiene conocimiento de que el más grave impacto del cambio climático es el recalentamiento de los océanos que cubren más del 70% de nuestro planeta. En diversas zonas geográficas, los mares y océanos han experimentado niveles de recalentamiento que van desde uno a 3 grados centígrados sobre lo normal, en el Atlántico europeo, hasta 4 grados centígrados sobre lo normal en el mar del Japón. El aumento de temperatura del agua de mar tiene entre otros efectos desastrosos, una dramática disminución de su capacidad de retener y almacenar oxígeno indispensable para la vida de los animales acuáticos, desde los minúsculos camaroncitos del plancton, hasta los gigantescos tiburones blancos y los pulpos. Es decir, el aumento de la temperatura de los océanos está provocando la muerte por asfixia de un número incalculable de seres vivos que son parte esencial de toda la ecología acuática del planeta. Este año se informó sobre una varazón enorme, de decenas de miles de peces, en las playas de Texas, sobre el Golfo de México, y, anteriormente, en Canadá, el gobierno informó una mortandad estimada en mil millones de almejas y otros mariscos en su costa del Pacífico Norte.   Fuera de la disminución del oxígeno disuelto en el agua marina, el calentamiento además aumenta la presencia de sustancias ácidas que perjudican a los animales pero que, en cambio, favorecen el desarrollo de plancton vegetal y algas, muchas de las cuales son venenosas. Un grupo de algas llamadas “pseudo nitzchias” ha provocado la muerte, por envenenamiento, de leones marinos, focas y delfines en las costas de California. De hecho, se atribuye a las algas venenosas la muerte de decenas de miles de peces que vararon en las playas de Tailandia a fines del año pasado. Otras de estas algas no son venenosas, producen efectos en el sistema nervioso de los peces y de los mamíferos marinos que comen esos peces. Y, por cierto, la tragedia más impactante relacionada con la polución y el recalentamiento de los océanos es la multiplicación de los suicidios masivos de grandes cetáceos, desde ballenas azules hasta delfines, y desde las grandes morsas hasta las pequeñas focas juguetonas. En estos momentos, se estima que cada año se están produciendo suicidios colectivos de ballenas que han llegado a más de 2 mil casos este último año. Se sabe que ballenas, orcas y delfines se cuentan entre los animales más inteligentes y dotados de sentimientos emocionales, y que con frecuencia muestran auténtica amistad hacia seres humanos. ¿Por qué ellos se están suicidando?   Por cierto, al efecto del calentamiento de los océanos se suma el vaciamiento a sus aguas de gigantescos volúmenes de basuras y desechos industriales tóxicos de las ciudades, a través de desagües que crean zonas de polución en donde los organismos marinos, en su intento por sobrevivir, llegan a experimentar mutaciones anormales monstruosas. De hecho, el vaciamiento por Japón de millones de toneladas de agua radiactiva contaminada en su planta nuclear de Fukushima con el elemento cesio-137 en una concentración diez veces mayor que el máximo considerado de poco peligro. Claro que algunos especialistas a sueldo aseguran que, aún con esta alta saturación, el cesio-137 no llega a constituir una amenaza grave para los habitantes de las costas del Pacífico. Pero lo que no dicen es que toda la vida marina de esa inmensa región del Océano Pacífico, sí se ha contaminado y los organismos están acumulado concentraciones crecientes del cesio radiactivo, así como la ya conocida acumulación de mercurio y otras sustancias tóxicas que afectan principalmente la actividad cerebral. Y no se trata sólo de que envenenamos los productos marinos que vamos a comer. Más aún, se trata de que la vida marina está experimentando degeneración, malformaciones monstruosas, y una inquietante disminución en sus capacidades reproductivas. Están muriendo.

  Además del efecto del recalentamiento y la contaminación de los océanos, otros efectos muy intensos ya se están haciendo sentir sobre la tierra. Desde las islas hasta los continentes. Incluso en Noruega, tan al norte de Europa, el recalentamiento del océano Atlántico ha provocado cambios en las corrientes atmosféricas que ahora desvían las nubes de lluvia y provocan una sequía ruinosa. La disminución de las lluvias ha afectado también a Suecia, a las islas británicas, Francia y España, provocando una sequía que redujo a menos de la mitad el rendimiento agrícola. El fenómeno atmosférico del Monzón, cuyos vientos bajos llevan abundantes nubes y lluvia sobre el sur occidental de Asia y todo el centro y norte de África, este año por recalentamiento se elevó en su mayor parte, y con eso tuvo débiles efectos de lluvia insuficiente para salvar las siembras. Asimismo, se ha detectado que el recalentamiento de la superficie del mar se proyecta también en gran medida hacia las profundidades, con lo cual sus efectos se hacen más duraderos. Las corrientes marinas han acentuado su fuerza y su velocidad, y con ello extienden los efectos del cambio climático incluso hasta nuestras remotas costas de Chile. Y en cuanto a nosotros, los ribereños del inmenso Océano Pacífico, ¿tenemos acaso conciencia de que frente a nuestras costas, más allá del horizonte, claro, frente a Valparaíso o Maitencillo, hay una gigantesca isla flotante, más extensa que toda la Región Metropolitana entera… una isla flotante que está hecha de basura, de restos de plástico, sobre todo de esas bolsas nylon de los supermercados, que se mantienen unidas por la tensión superficial del agua, y sobre las cuales se forma una especie de suelo pantanoso a partir de pájaros muertos, excrementos y basuras putrefactas sólo en el “mejor” de los casos.. ¡Ojalá que las corrientes marinas impidan que ese enorme basural repugnante venga a varar a nuestras costas!     Pero, en fin, no dan ganas de describir lo que está pasando, lo que se nos acerca y no queremos ver... Pero hay otra información científica que parece sacada de una novela de ciencia ficción… Se trata en un análisis del doctor Thomas Whitman, director ejecutivo de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Arizona del Norte, Estados Unidos.

  La exposición del doctor Whitman fue publicada en la revista Live Science. Según su investigación, ya hay material concreto investigado y científicamente evaluado, que indica sin lugar a duda que el cambio climático ya está alterando demasiado profundamente las condiciones ambientales que sustentan tanto la vida animal como la vida vegetal, incluyendo los microorganismos microscópicos. Analizando esos antecedentes, según el profesor doctor Whitman, las posibilidades de supervivencia de la vida sobre la Tierra, en la forma que conocemos como natural… son cada vez más escasas. Hay peligro de muerte a corto plazo para una porción inimaginable de seres vivos, y por cierto la muerte de una gran parte de la cadena alimenticia de la vida, pone en peligro la supervivencia de la vida en su totalidad. Por esa razón, el doctor Whitman piensa si se intentará realizar una acelerada investigación del ADN de todos los seres vivos, con vistas a reproducir al menos las especies necesarias para sustentar la vida, mediante nuevas especies genéticamente modificadas para resistir tanto el cambio climático como la polución y el ataque de otros organismos que se modifican solos y fuera del control humano, por ejemplo, una cantidad de virus. A fin de cuentas, lo que se propone es nada menos que reemplazar toda la vida natural de nuestro planeta, por especies nuevas, artificiales, genéticamente modificadas. Y, oiga… ese reemplazo ¿cree Ud. que se aplicaría únicamente a las plantas y los animales de uso comercial?... ¿No se ha detenido Ud. a pensar en que, para las transnacionales, también los humanos somos entes biológicos de uso comercial, cuya función básica es comprar y consumir dócil y obedientemente lo que nos predica el catecismo de la Santísima Televisión y sus misioneros en las redes sociales?

  Hace algunas semanas, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, tuvo la genial idea de convocar a la Oficina de Ciencia y Tecnología de su gobierno, para encargarles bosquejar a grandes rasgos el diseño de un plan de geo-ingenería que pudiera aplicarse sobre todo el planeta. Podría incluir, por ejemplo, planes para poner en órbita escudos artificiales que devuelvan hacia el espacio una parte de la radiación solar. También podría estudiarse la posibilidad de esparcir sobre los océanos una capa química blanca, flotante, que haga rebotar la luz del sol y detenga el recalentamiento del mar. Y, eventualmente, concebir intervenciones médicas y psicológicas para capacitar a la gente en el arte de sobrevivir en un planeta inteligentemente dirigido por Washington. Al enterarse de eso, el presidente de México inmediatamente envió al Congreso un proyecto de ley prohibiendo cualquiera intervención de geoingeniería en el país. Poco después, también la Unión Europea emitió una declaración de rechazo a cualquier proyecto de Geoingeniería que pudiera apuntar al reemplazo de la naturaleza para diseñar las formas y los modos de vida en la Tierra. ¿Tendríamos acaso, que comprar secuencias genéticas patentadas, tal como nuestros agricultores tienen que comprar semillas genéticamente modificadas de Monsanto? ¿Dependería la supervivencia de nuestros nietos, de que se les provea de secuencias genéticas con genes de medusa o se yo de qué, para que resistan un medio ambiente que de otro modo los mataría? Oiga… ¡eso no puede ser serio! Hay peligro de que las transnacionales pretendan crear una súper millonaria empresa que podría llamarse “Humanidad Futura Sociedad Anónima”. El viernes, el sitio web Scientific American informó que se acerca velozmente a la tierra un cometa rarísimo, que siendo helado también es explosivo, y, lo más terrorífico, además, es el único cometa conocido que tiene ¡un par de grandes cuernos! Hay que cuidarse. Un miedo razonable vuelve valiente al hombre.
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