Por Ruperto Concha / resumen.cl
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Tras su primer año de gobierno, la popularidad del presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, sigue hundiéndose hasta quedar, en algunos estados, incluso más abajo que la popularidad que todavía hoy mantiene el expresidente Donald Trump.
Y, claro, en el Partido Demócrata está cundiendo el pánico por la posibilidad de perder las elecciones parlamentarias de noviembre próximo, que renuevan la totalidad de los diputados o representantes, que son 435 escaños, y 34 escaños en el Senado.
Si los demócratas pierden la débil mayoría que alcanzaron en las dos cámaras del Congreso en las últimas elecciones, esa derrota sería el peor presagio para las presidenciales de 2024, en la que incluso se duda que Joseph Biden esté en condiciones de presentarse como candidato a la reelección.
En ese clima de furioso enfrentamiento entre demócratas y republicanos la política mundial de Estados Unidos, su estrategia diplomática, parece desdibujada e incoherente. Lo único que está claro es que las cúpulas políticas de ambos partidos parecen convencidas de que la popularidad sólo se puede alcanzar mostrando fiereza y fuerza ante China y Rusia.
Lo que en estos momentos equivale a decir “entre Taiwán y Ucrania”.
Y eso… casi, casi a cualquier precio. Vamos viendo.
La semana pasada, el senador republicano Ted Cruz presentó en el Congreso un proyecto de ley que incluía durísimas sanciones económicas contra Rusia, que apuntaban a impedir la puesta en marcha del gasoducto North Stream2 entre Rusia y Alemania.
El proyecto fue rechazado por la mayoría demócrata. De hecho, el senador demócrata Chris Murphy declaró por twitter que ese proyecto era peligroso para mantener la unidad de Europa y Estados Unidos para enfrentar juntos a Rusia.
Es decir, los demócratas están admitiendo ya que en Europa no hay un apoyo unánime para un enfrentamiento duro y total contra Rusia.
En cambio, presentaron y aprobaron de inmediato, en principio, otro proyecto de ley que, sin tocar el tema del gas ruso, incluye en cambio durísimas sanciones económicas contra Rusia, incluyendo sanciones personales en contra del presidente ruso Wladímir Putin.
El presidente Biden declaró que está de acuerdo con esa ley de sanciones anti rusas, aunque están pendientes los términos concretos y la forma en que podrían aplicarse. De hecho, el asesor de seguridad nacional de la presidencia, Jake Sullivan, reconoció que Europa no está totalmente de acuerdo con Estados Unidos, sobre qué tipo de sanciones habría que aplicar contra Rusia en el caso de que invada a Ucrania.
También el diplomático Jeff Rathke, experto en asuntos europeos y Presidente del Instituto Americano de Estudios sobre Alemania, de la Universidad Johns Hopkins, admitió en tono sombrío, fíjese Ud., que “Estamos en un proceso de crisis muy serio, que por ahora no muestra una salida favorable para Estados Unidos, a no ser que el Presidente Putin decida echarse atrás”.
Por lo pronto, ya el gobierno ruso dejó en claro que, si Estados Unidos se atreve a imponer sanciones incluso sobre el presidente Putin… la respuesta será una sola: Rusia romperá relaciones con Estados Unidos.
Entre las posturas más claras de la derecha estadounidense sobre las nuevas sanciones contra Rusia, aprobada en el senado por los demócratas, se cuenta la del periodista y Premio Pulitzer Bret Stephens, quien hace burla de ellas.
Dice Bret Stephens: “¿Quieren excluir a Rusia del sistema bancario global?... Rusia tiene reservas de oro y moneda extranjera más que suficientes, su endeudamiento es mínimo y junto a China ya puede desarrollar una alternativa bancaria perfecta. En cambio, en réplica, Rusia puede simplemente cortar el actual suministro de gas a Europa, que supera el 40% de toda la energía que consume la Unión Europea”.
Ante eso, Europa sin duda exigirá a Estados Unidos que elimine las sanciones financieras contra Rusia, y Washington tendrá que aceptar.
Bret Stephens señala que Rusia, desde 2008 ha logrado hacer todo lo que ha querido, sin que Estados Unidos y sus aliados hayan podido reaccionar con eficacia. Y Rusia, en cambio, se ha fortalecido cada vez más.
Según ese tan prestigioso analista, Estados Unidos ya no tiene más alternativa que atreverse a dar una respuesta militar contundente. Una victoria sólida sobre Rusia, que desmienta la imagen de que el imperio estadounidense está derrumbándose.
Sin embargo, frente a la belicosa opinión de Stephens, otro muy respetado analista, Andrew Weiss, vicepresidente de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, señaló categóricamente que la única salida para la crisis actual tiene que ser de carácter diplomático y no militar.
Y señaló concretamente: “Los rusos hablan en serio y obran en serio, y lo han demostrado en todas las ocasiones. El problema es que ellos están preparados y dispuestos para la guerra… ¡y nosotros no!”
Sin embargo, al mismo tiempo, el senador demócrata Chris Murphy el viernes declaraba “Debemos mostrarle claro a Wladímir Putin que las relaciones de Rusia con Estados Unidos ahora van a ser muy diferentes. Haremos que Rusia quede reducida a ser un paria. Creo que Putin ya está muy asustado porque ve que el mundo entero se ha vuelto en su contra”. Bueno, eso es lo que el senador Murphy cree… o dice que cree.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, sin embargo, no se siente tan seguro como el senador Murphy. El mismo jueves pasado, al término en punto muerto de las conversaciones con Rusia, enfatizó que todavía es preciso esforzarse en mantener un diálogo sinceramente orientado a resolver pacíficamente la crisis con Ucrania, ya que, en estos momentos, el riesgo de que estalle una guerra con Rusia es real y muy inminente.
Una guerra en la que, una vez más, el campo de batalla serían los países europeos. El jefe máximo de la OTAN agregó: ¡Es indispensable reanudar el diálogo, encontrar nuevas propuestas que puedan llevar a un entendimiento!
Sin embargo, para Rusia, sólo puede haber entendimiento si la OTAN se atiene a cumplir sus compromisos, claramente documentados en los acuerdos internacionales de 1990, para la reunificación de Alemania, y de 1993, en que se estableció, taxativamente, que la OTAN no se expandirá incorporando nuevos países a la alianza, aproximándose a las fronteras de Rusia.
Según ha señalado la diplomacia rusa, ya en 2008 la OTAN se apresuró a invitar a la república de Georgia, precisamente en momentos en que esa exrepública soviética había lanzado un ataque militar contra la república de Osetia del Sur, desconociendo la decisión de sus habitantes, y apoyada por las Naciones Unidas, de rechazar convertirse en provincia de Georgia.
El gobierno de Georgia desconoció el fallo de las Naciones Unidas en favor de la independencia de Osetia del Sur, fallo que además encomendó a tropas rusas realizar las funciones de fuerza de paz, y durante la invasión de 2008 las tropas georgianas, además de matar a varios civiles, mataron a algunos militares rusos.
De ahí la intervención inmediata de Rusia que expulsó a las carreritas a los invasores y realizó una penetración de castigo a territorio georgiano, destruyendo los arsenales y depósitos de armamento de ese país.
Pues bien, inmediatamente después de ese enfrentamiento, se produjo la invitación a Georgia de unirse a la OTAN. ¿No era eso ya una postura agresiva en contra de Rusia?... Y, fuera de ello, Estados Unidos y la Unión Europea divulgaron a nivel mundial la información cínicamente falsa de que Rusia le había “arrebatado a Georgia dos de las provincias de su territorio”.
En cuanto a la situación de Ucrania, Estados Unidos y sus aliados europeos han ocultado el hecho de que el gobierno de Ucrania fue el que violó los llamados “Acuerdos de Minsk”, suscritos por los presidentes de Rusia y Ucrania, junto a los jefes de gobierno de Alemania y Francia, el 11 de enero de 2015, en que se comprometían a poner fin a las acciones de guerra del gobierno ucraniano contra la población rusa de las provincias del oriente de Ucrania.
El acuerdo establecía puntualmente el término de las acciones militares, bajo custodia internacional, y la autonomía de las dos provincias del Donesk, incluyendo la elección de sus propias autoridades provinciales.
Pero las tropas ucranianas reiniciaron subrepticiamente sus ataques contra la población rusa, ataques que hasta ahora han provocado alrededor de 15 mil muertos.
Todo ello, más las acciones de guerra lanzadas por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en Asia Occidental y el Cáucaso, han sido caracterizadas también como acciones de supuesta “defensa” contra una supuesta amenaza de Rusia.
Es de toda lógica que en estos momentos Moscú exija de la OTAN que detenga la incorporación de países hostiles a Rusia rodeando sus fronteras.
Recordando la famosa “crisis de los misiles” de 1962, en que Estados Unidos declaró inaceptable que Rusia dispusiera de bases de misiles de alcance medio en Cuba, la cancillería Rusia señaló ahora que para Rusia es igualmente inaceptable que Estados Unidos ponga misiles de ataque en Ucrania.
Y, en la misma lógica, señaló que eventualmente Rusia podría instalar armamento de alta tecnología, incluyendo misiles, en Cuba y Venezuela.
La respuesta de Washington fue que en ese caso darán “una respuesta decisiva”… aunque no entró en detalles en qué consistiría esa respuesta tan decisiva.
Recordemos que, cuando Washington dio a entender la posibilidad de una intervención militar estadounidense para derrocar al gobierno del presidente Nicolás Maduro, Rusia de inmediato envió a Venezuela una serie de barcos con cargamento de equipos militares, armamento de alta tecnología y, por supuesto, misiles de alcance intermedio con capacidad de destruir buques y aviones enemigos.
Como fuera, la comparación de Venezuela y Cuba ante Estados Unidos, con Georgia y Ucrania ante Rusia, ya fue captada por la opinión pública tanto en Estados Unidos como en Europa y América Latina.
Y, claramente, Moscú afirmó que, si se instala en Ucrania armamento de ataque, el ejército ruso invadirá a Ucrania hasta eliminar de raíz esa amenaza.
¿Qué implica el estallido de una guerra, sea en Ucrania o en Venezuela?...
Para los halcones partidarios de la guerra, que, claro, por ser halcones tienen cerebro de pájaro, lo previsible sería una guerra a la antigua, así como en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Pero no será así.
En términos de armamento convencional, número de soldados, cantidad de tanques y aviones, etc., la OTAN tiene casi el doble de recursos que Rusia.
Pero Rusia ha sido clarísima al anunciar que en el instante en que caiga un cañonazo, una bomba o un misil en territorio ruso y muera un ciudadano ruso, la respuesta será instantánea y demoledora, con misiles supersónicos y armamento nuclear.
Moscú reiteró que su formidable arsenal atómico jamás será utilizado, excepto para defender a la nación… incluso, fíjese Ud., si la defensa no pueda ser sino una venganza. Es decir, aún después de morir Rusia matará a sus agresores.
Eso lo saben muy bien todos los altos mandos de todos los ejércitos del mundo.
Y de ahí que la OTAN realmente quiera retomar las negociaciones con Rusia. Pero, ¿qué pasa con la supremacía imperial de Estados Unidos?
De acuerdo a la propia información especializada de los medios financieros occidentales, la inflación desatada en Estados Unidos continuará agravándose pese a los esfuerzos de la Reserva Federal. De hecho, se teme que el aumento de la tasa de interés, lejos de frenar la inflación, la va a acentuar y la va a prolongar en el tiempo.
En tanto en el conjunto de naciones del sudeste asiático, China se ha fortalecido como centro y foco de toda la actividad industrial, bancaria y comercial con todos los países de la región. Al margen de posiciones políticas de los gobiernos, China ha sido aceptada como un foco de prosperidad que, no obstante, se mantiene absolutamente al margen de los acontecimientos y las ideologías dominantes en cada país.
Un hecho de importancia decisiva es que las grandes megaempresas automotrices, incluyendo la Volkswagen alemana y la Tesla estadounidense, tienen sus plantas de producción de vehículos eléctricos en la región del Sinkiang, donde, según la prensa occidental, China estaría cometiendo genocidio y manipulación cultural sobre la minoría de los Uigures, que son de raza turcomana.
Estas empresas occidentales niegan categóricamente haber sido testigos o haber tenido información válida sobre esas supuestas violaciones a los derechos humanos. Más aún, han recalcado que esas empresas contratan libremente a sus trabajadores y de hecho mantienen también una buena relación con sus sindicatos.
Pero, como sea, la política de no intervención en la política de otros países, ni en las ideologías o las religiones dominantes, ha llevado a que se acuse a China de complicidad con dictaduras. Por ejemplo, China fue el único país socialista que no rompió relaciones con Chile tras el golpe militar de Augusto Pinochet.
Sin embargo, esa no intervención de China es una prueba de que, pese al crecimiento enorme de su riqueza y su potencia industrial y militar, China no tiene ninguna intención de imponer su propio modelo político y social sobre las demás naciones.
Eso ha permitido la extraordinaria red de alianzas que ha llegado a formar un bloque de poder reuniendo al régimen de Rusia, que es liberal, capitalista, conservador, democrático y fuertemente religioso en su cristianismo ortodoxo, junto a Irán, que es un régimen también liberal y conservador, pero con un sistema democrático sujeto a la ideología islámica shiíta; y junto también al régimen neoliberal autoritario de Brasil, o el sistema mixto liberal democrático de la India… en fin.
Esa especie de “antiimperialismo ideológico” de China ha permitido el surgimiento de una red de alianzas que indudablemente ha empequeñecido al poderío imperial estadounidense y a sus socios europeos, que en su mayoría son herederos empobrecidos de imperios fracasados.
Y la propia China, en el seno de ese Partido Comunista que al parecer ya superó por completo su etapa de “dictadura del proletariado”, muestra que también está evolucionando, bueno, en una nación donde el 92% de las familias tienen casa propia.
¿Seguirá Occidente con el mito de que China tiene planes imperialistas similares a los que tuvieron esos fracasados imperios de Roma, de Francia, de España, de Gran Bretaña, de Bélgica y Holanda, en fin, hasta llegar al Imperio Neoliberal encabezado por Estados Unidos?
En estos momentos, ahora mismo, están pasando cosas extraordinarias e inesperadas.
En estos momentos, aunque Ud. no lo crea, Irán y Arabia Saudita… ¡están haciendo las paces!... ya intercambiaron embajadores y están cautelosamente explorando en busca de algún entendimiento que sea más provechoso que las amenazas de guerra.
Afganistán, por su parte, acaba de cerrar sus primeros acuerdos comerciales grandes con China y con Irán…
Israel, por su parte, ya le hizo un grave desafío nada menos que a Estados Unidos, al negarle la autorización para realizar investigaciones en las instalaciones del puerto de Haifa, realizadas recientemente con tecnología china.
Y Taiwán, la provincia china rebelde, ya ha triplicado sus instalaciones industriales en territorio de China continental. Es decir, para muchísimos taiwaneses reintegrarse con la madre China es un idea buena, tentadora, conveniente… ¡Y pacífica!
Es decir, ya son muchas las naciones en donde la gente está perdiendo el timorato apego a las nociones momificadas que los viejos imperios nos metieron en la cabeza.
Los valores evolucionan según evoluciona el conocimiento, y los pueblos agilizan sus espíritus según reciben educación y nociones de lo que es el derecho.
Por supuesto, nadie puede asegurarnos que el futuro vaya a resultar más o menos como querían nuestras esperanzas.
Pero si nos atrevemos, si miramos con ojos limpios y con ganas de cultivar la alegría…
Todo puede ser, ¿no es cierto? Hasta la próxima, gente amiga.
Hay peligro. Y hay que atreverse.
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