PODCAST | Crónica de Ruperto Concha: Extinción

Por Ruperto Concha / resumen.cl Opción 1: archive.org Opción 2: Spotify https://open.spotify.com/episode/3DHl7s1lKjH4UAy3qH6E86 No hay más remedio que seguir con eso del Coronavirus, que, según dicen, podría tener remedio en un futuro no muy lejano. Pero lo que tenemos ahora nos resulta bien claro: es una amenaza muy biológica y también muy económica. Pero, según nos están diciendo, es también una amenaza de muerte contra nuestra civilización, nuestra cultura y eso que llamamos “el espíritu” o el “alma” del ser humano. Sin duda nos está pasando algo alarmante. Jamás antes una peste, una enfermedad contagiosa, había tenido efectos tan sísmicos, como una especie de tsunami que llega derrumbando o disolviendo mucho de lo que antes nos parecía firme, definitivo, aunque no nos gustara. De ahí que muchísimos líderes religiosos, sobre todo entre los creyentes de la Biblia, están ahora buscando una explicación teológica. ¿Será que Dios nos está castigando a todos los humanos porque todos nos estamos portando pésimo? Ya está el precedente del Diluvio, según el cual Dios exterminó toda la vida terrestre, extendiendo su enojo hasta los supuestamente inocentes antílopes, ositos panda, conejos, huemules, rinocerontes, etcétera. Los mató a todos, excepto a sus favoritos incluyendo a Noé. El problema es que, si así hubiese sido y ahora nos destruye de nuevo, no se cumplirían las profecías del retorno de Jesucristo, la derrota final de Lucifer, la muerte definitiva de los no creyentes y la migración al paraíso de los fieles. Pero, en fin, hay que esperar que los teólogos nos expliquen esas cosas. Pero hay hombres de ciencia que, siendo religiosos, nos pueden dar ciertas respuestas de otra clase. Vamos viendo...   El sacerdote jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin, extraordinario antropólogo y hombre de ciencia, una vez se enojó muchísimo cuando le hablaron sobre el llamado “milagro de la Vida”. ¿Qué blasfemia es esa? Dijo el padre Teilhard de Chardin… ¿Quién se atreve a suponer que Dios tiene que andar haciendo “milagros”, así como un prestidigitador que saca palomas del sombrero? Y agregó: La Vida y todo el universo fueron concebidos en el Plan de Dios desde el primer acto en que creó el tiempo, el espacio y todas las leyes de la naturaleza. Bueno, hubo muchos teólogos que se sintieron ofendidos, aunque tuvieron que tragarse la bronca hasta varios años después de su muerte, en 1957, cuando la Jerarquía Eclesiástica condenó su obra, como contraria a la doctrina de la Iglesia Católica. Ya varios siglos antes, dos grandes pensadores judíos habían lanzado ideas similares. Primero, el rabino Maimónides, en el siglo 12, explicó que los seres humanos vivimos siempre rodeados por los ángeles, que en realidad son las leyes de la naturaleza, y su tarea es cumplir la voluntad de Dios. O sea, la gravitación, el espacio, el tiempo, la energía, las órbitas de los astros, en fin… son los ángeles que cumplen el Plan de Dios. Después, en el siglo 17, el filósofo Baruch Spinoza planteó que el universo entero, con sus transformaciones, es finalmente la insondable realidad de Dios a la que tratamos de acercarnos en nuestra humilde búsqueda de las verdades, cosa que es la tarea y la ambición máxima del espíritu y la inteligencia humana. También grandes pensadores católicos, como Santo Tomás de Aquino, plantearon la necesidad de conciliar la ciencia con la religión. Santo Tomás dijo que “la fe necesita interrogar a la inteligencia”. Pero, frente a ellos, hay una legión de religiosos que creen que lo que se dice en las distintas versiones y traducciones de la Biblia hay que tomárselo al pie de la letra, incluso cuando la ciencia indica lo contrario. Por ejemplo, para ser un buen cristiano Ud. debe creer que la Tierra fue creada el domingo 23 de octubre del año 4004 antes de Cristo. Por supuesto, los defensores de la cronología bíblica señalan que esa fecha, calculada por el obispo irlandés James Ussher, se basa al pie de la letra en las fechas señaladas en el Antiguo Testamento, lo que puede tener algún error. Sin embargo, incluso según esas críticas, sólo se podría aumentar hasta unos 7 mil años antes de Cristo. O sea, la Biblia, en el mejor de los casos, se estaría pasando por alto nada menos que unos 4.500 millones de años. ¿Será por eso que el tan evangélico presidente Donald Trump cree que eso del cambio climático es mentira?...   Sin duda, la gente que no sabe pensar racionalmente no tiene más remedio que refugiarse en opiniones de esas que resultan “misteriosas”. Sobre todo cuando se está en medio de una crisis como esta del Coronavirus. En Brasil está incubándose una pavorosa explosión de contagios a partir de las “favelas”, esas villas miseria habitadas por los pobres más pobres, ante la indiferencia del presidente Jair Bolsonaro y su gobierno. En las favelas de Sao Paulo viven aproximadamente 4 millones de personas. Y en las de Río de Janeiro se hacinan unos 2 o 3 millones más. Y no se ha aplicado en ellas ni el más elemental procedimiento para evitar los contagios de COVID19. El poderoso Partido Evangélico que apoya a Bolsonaro no cree que haya que tomar medidas de gobierno para enfrentar la pandemia y, de hecho, ellos afirman que los que se contagian son personas que merecen ser castigadas por Dios. También en Brasil entre la gente de sociedad y buen estatus económico, está de gran moda participar o al menos interesarse en una nueva entidad religiosa o mística, llamada el “Valle de la Aurora”. Según la gran líder religiosa, conocida como “La Tía Neiva”, nuestra civilización quedará destruida en pocos años más por nuestra incapacidad de evolucionar espiritualmente, siguiendo las prácticas de ciertos “maestros extraterrestres” o “Jaguares” que vinieron a nuestro planeta hace unos 32 mil años, para dar a los humanos el impulso que construiría nuestra civilización, eso mediante un sistema de evolución histórica. Esa entidad religiosa ya tiene unos 139.000 fieles registrados en Brasil, y además tiene filiales en Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. Y, en gran medida, su prestigio entre la gente de clase media alta se basa en los sorprendentes resultados de unas “sanaciones” místicas a enfermos, muchos de los cuales habían sido desahuciados por la medicina científica.   La Dra. Kelly E. Hayes, catedrática de Estudios Religiosos de la Universidad de Indiana, Estados Unidos, publicó ayer un importante artículo en la revista The Conversation, mostrando cómo esa visión fantasiosa de la Tía Neiva y el Valle del Amanecer, coincide en estos momentos con los más importantes análisis sobre los efectos de la pandemia COV19 sobre las sociedades en todo nuestro planeta. Un equipo de académicos de alto nivel de las universidades de Harvard, Minnesota, y del Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas, de EEUU, emitió el 30 de abril un informe en que califica la actual pandemia como la peor crisis mundial en más de un siglo. Y, en ese informe, admiten que el desarrollo de la pandemia y sus efectos futuros todavía son impredecibles, admitiendo que es posible que los contagios aumenten hasta afectar a miles de millones de personas en todo el planeta, en sucesivas oleadas de propagación. Eso implicaría que la actual situación de medidas de cuarentena y distanciamiento social tendrá que mantenerse durante al menos todo este año y el próximo año también. Por su parte, las publicaciones BBC, de Londres y The Conversation, de Estados Unidos, el 29 de abril entregaron una entrevista al célebre sociólogo Jeremy Rifkin, actualmente asesor de varios gobiernos europeos en materias de desarrollo social y ecológico. En esa entrevista, el profesor Rifkin advierte crudamente que, en sus propias palabras, “estamos bajo la amenaza de extinción, y la gente simplemente no lo sabe. No se da cuenta.”. Y agrega crudamente que “los desastres naturales, pandemias, incendios catastróficos, huracanes, inundaciones y sequías, van a continuar y aumentarán cada vez más, porque la temperatura de la tierra sigue subiendo y porque hemos arruinado los suelos fértiles y hemos afectado gravísimamente el agua. Señala Rifkin que la irracional explosión demográfica ha invadido ávidamente casi la totalidad de los ámbitos de los sectores de vida natural silvestre, agotando sus recursos y a la vez poniendo a humanos y animales en un nivel de contacto que conlleva la evolución de bacterias y virus que aprenden a pasar desde los animales a los humanos. Señala también que la actual tecnología está haciendo inevitable e inminente una revolución social y económica que eliminará con rapidez vertiginosa más de dos tercios de los actuales puestos de trabajo en todo el mundo. Es decir, sólo habrá trabajo, sólo podrán ganar dinero con su trabajo, las personas educadas y capacitadas para las nuevas empresas, con nuevas tecnologías y tremenda capacidad de producción de bienes y servicios a bajísimo precio.   Jeremy Rifkin enfatiza que las mayores esperanzas de que se frene la explosión demográfica y en cambio se potencie la educación de alta calidad, se centran en los movimientos feministas. Dice que son las mujeres las que han comprendido que se volvió inaceptable el viejo destino de la mujer sin educación condenada al trabajo doméstico, sin posibilidad de ganar recursos económicos propios y de responder a sus vocaciones y sus capacidades intelectuales propias. Y ahora en el mundo desarrollado o en verdaderas vías de desarrollo, la explosión demográfica prácticamente se ha detenido, por decisión de las mujeres. Pero en el mundo más atrasado se mantiene una alta tasa de nacimientos por mujer. Ya la población mundial sobrepasó los 7 mil millones de habitantes, y, al ritmo actual, puede llegar a 9 mil millones en esta década. Es decir, habrá aumentado en 2 mil millones más la población en países que no pueden proporcionar ni educación ni puestos de trabajo ni alimentación ni servicios médicos adecuados a la gente. O sea, serán 2 mil millones de seres en situación de dramática miseria que, por supuesto, tratarán de emigrar de cualquier modo hacia los países desarrollados.   Jeremy Rifkin enfatiza también un rasgo especial de las generaciones de los llamados “mileniaristas”, los que han nacido después de 1990 y se han desarrollado en el siglo 21. La peculiaridad de estas generaciones es que, por la forma distinta en que se han formado, ya no se identifican como miembros de una “clase social”. Por el contrario, constituyen un equivalente a “clase social” a partir de sus vocaciones, sus estudios y, por supuesto, de la red de amistades que se les forma durante el proceso de paso hacia el mundo adulto. Son esos “milenaristas” los que tienen un núcleo cultural igualitario, en el que la mujer logra desarrollarse con más fuerza y haciendo aportes más valiosos. En buenas cuentas, son los milenaristas los que ya han comenzado a producir un sutil proceso revolucionario del que podrá surgir un entendimiento nuevo, humanista y enérgico, capaz de reemplazar las estúpidas nociones de nacionalismos represivos y agresivos, basados en la adictiva necesidad de la gente común de ser socialmente aprobados según sea la capacidad de compra, de consumo y ostentación vanidosa que puedan mostrar.   Así, pues, podría ser que en realidad nuestra civilización actual esté a punto de derrumbarse, y nuestra especie de consumidores “Homo non sapiens”, realmente esté al borde de la extinción. Quizás, cuando nos recuerden, les daremos risa a nuestros descendientes. O, quizás les daremos una sensación de lástima. Hasta la próxima, gente amiga. Hay peligro. Pero ahí están las mujeres y sus varones, juntos y resueltos a encarar lo que haga falta.
Estas leyendo

PODCAST | Crónica de Ruperto Concha: Extinción