Por Ruperto Concha / resumen.cl
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Desde el miércoles pasado, a los 78 años, el demócrata Joseph Biden asumió el gobierno de los Estados Unidos. Unos Estados Unidos que ya no se parecen al que presidió Barack Obama teniéndolo a él como vicepresidente.
Dentro y fuera de Estados Unidos, la gente, los pueblos, las naciones, se ven desorientados, perturbados por el COVID19 que parece más fuerte que las vacunas, y, sobre todo, abrumados por el derrumbe de los partidos políticos tradicionales y por las estructuras políticas vigentes.
Es como si el mundo entero quisiera una suerte de Reforma Constitucional a nivel planetario.
Para tratar de entender mejor este presente enfermo, conviene recordar la terrible crisis política que enfrentó la naciente República Romana, recién liberada de la monarquía, hacia el año 450 antes de nuestra Era.
El gobierno había caído en manos de una oligarquía de aristócratas ricos, que, apoyándose en las Fuerzas Armadas, oprimían abusivamente a la base social… a los plebeyos… ¡a la inmensa mayoría!
Y se llegó a un punto en que los plebeyos, exasperados, tomaron la decisión revolucionaria de juntar sus bártulos y con sus familias abandonar en masa la ciudad. Se fueron todos y no pararon hasta hacer campamento a unos 30 kilómetros de distancia.
Cuando los aristócratas a la mañana siguiente se dieron cuenta no sabían qué hacer. ¡La ciudad estaba vacía, o casi vacía!... Algunos pidieron que se lanzaran legiones a castigar a esos fugitivos. Pero los más sensatos se comprendieron que emplear la fuerza sólo agravaría la crisis, y que matar a los plebeyos sería matar a la República Romana misma.
Entonces uno de los senadores señaló que los plebeyos abandonaban Roma porque la Constitución de la República era defectuosa y tiranizaba a la gente. Ese senador, llamado Agrippa Menenius Lanatus, pidió atribuciones para negociar con los plebeyos las reformas constitucionales que hicieran falta para terminar con los abusos.
Al principio los plebeyos se negaron a negociar una reforma constitucional. Entonces Agrippa les refirió la antigua historia de la “Rebelión de los pies contra el estómago”, en que los pies habían convencido a las demás partes del cuerpo sobre la injusticia de hacer ellos todo el trabajo, mientras el estómago se limitaba a engullir el fruto del esfuerzo común.
Los furiosos órganos entonces se negaron a seguir trabajando. Y, claro, el estómago sufrió de hambre, pero todos los demás también se debilitaron acercándose a la muerte por desnutrición. Finalmente, todos los órganos llegaron al acuerdo de seguir actuando juntos, pero asegurándose de que en adelante los frutos se repartirían con justicia.
Bueno, convencidos por esa historia, los plebeyos aceptaron regresar a Roma, luego de una reforma constitucional que creó el cargo de los “Tribunos de la Plebe”, elegidos por voto popular, que no podían ser destituidos y que, entre sus funciones, eran los únicos con atribuciones para condenar a muerte a un acusado de cualquiera de las clases sociales de Roma.
¿Qué puede ofrecerle el nuevo gobierno a Estados Unidos y al resto del mundo?...
Internamente, Estados Unidos se encuentra sumido en los efectos de una elección en la que más que votar a favor de un candidato y un programa de gobierno, la gente votaba en contra o en favor de Donald Trump.
En estos momentos, según la opinión de la mayoría de los analistas políticos internacionales, Estados Unidos se encuentra desgarrado internamente en grupos que parecen irreconciliables, más o menos “disfrazados” de demócratas o de republicanos. Y eso, en tal grado de virulencia que ya hace previsible el surgimiento de acciones de terrorismo interno.
Algunos analistas, incluyendo expertos vinculados a los servicios de seguridad e inteligencia, prevén un grado de terrorismo interno más peligroso que el terrorismo internacional.
Se ha esclarecido también que es erróneo suponer que el mayor peligro de acciones terroristas proviene de grupos derechistas blancos. De hecho, los sectores más beligerantes durante más de un año han surgido en la lucha de los afroamericanos contra la brutalidad policial, que han llegado a controlar casi por completo algunas ciudades enteras.
Asimismo, se destaca que ya en junio de 2017, la virulencia de los demócratas contra el gobierno de Trump llevó a que un militante demócrata, de raza blanca y de clase económica mediana, llamado James Hodgkinson, asesinara a balazos a varias personas que asistían a una manifestación del Partido Republicano.
Se estableció que Hodgkinson era miembro de un grupo de Facebook en que se afirmaba que todos los republicanos son traidores a Estados Unidos.
Es decir, el violentismo de los grupos derechistas blancos es real pero es proporcional a la violencia de los grupos llamados Antifas, antifacistas.
Más aún, se ha detectado que ha sido muy intensa y numerosa la participación de mujeres en las protestas violentas, incluyendo la invasión al edificio del Congreso en Washington. Sobre todo, se ha señalado la participación de mujeres que acusan de fraudulenta la victoria electoral de Biden. Incluso voceros del partido demócrata acusan la participación de parlamentarias republicanas en las protestas más violentas.
Según la profesora de ciencias sociales Jakana Thomas, de la Universidad de Michigan, las mujeres blancas de Estados Unidos tienen una larga tradición histórica de participación en acciones violentas, incluyendo el uso de armas letales, que datan desde el siglo 19 a través de la rama femenina del Ku Klux Klan.
Entre las mujeres más atacadas por la publicidad gobiernista se cuenta la recién elegida representante republicana Laureen Boebert, persistentemente calificada como agitadora y una amenaza terrorista para la democracia de Estados Unidos.
Según el periodista Glenn Greenwald, director del sitio noticioso The Intercept y ex asociado de Julian Assange en Wikileaks, el cuadro que presentan los grandes medios periodísticos oficialistas hace prever que en estos momentos existe una voluntad de imponer dentro de Estados Unidos un régimen represivo bajo la figura de antiterrorismo, similar a la que impuso George W. Bush después de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono de Washington.
Greenwald señala que hay una especie de “orgía” de censura a los medios de prensa y también a las plataformas de redes sociales. De hecho, se emplean con ferocidad calificativos de “sedición”, “traición a la patria” y “terrorismo antidemocrático”, sin mayores pruebas, contra ya una multitud de ciudadanos, incluyendo parlamentarios.
Los grandes medios, controlados por las grandes corporaciones, intentan validar, repitiéndolo una y otra vez, la acusación de “incitación a la violencia”, y se hace un llamado a que la gente vigile a sus vecinos y denuncie ante el FBI a las personas que parezcan sospechosas. Incluso el propio Departamento de Seguridad Nacional, bajo el gobierno de Biden, está haciendo llamados a que se vigilen las opiniones y actividades de las personas en cada barrio y en cada ciudad.
Uno de los más importantes jefes de seguridad de Facebook, Alex Stamos, proclamó, entrevistado en la CNN, que ya en Estados Unidos es necesario aplicar las mismas tácticas que antes se usaron contra los terroristas islámicos, y reiteró el llamado a que los ciudadanos espíen a sus vecinos colaborando con la policía.
Stamos agregó que ya es tiempo de que las plataformas de redes sociales impongan disciplina sobre las libertades de los usuarios que emiten opiniones “inconvenientes”.
Y, de paso, el experto de seguridad de Facebook, admitió que a menudo los contenidos que la gente sube a las redes sociales alcanzan, fíjese Ud., más audiencia y tienen más poder informativo que la misma CNN.
Según este Alex Stamos, la gente estaría abusando de la libertad de opinión y de expresión, y ya es tiempo, dice, que se apliquen medidas para evitar las críticas malintencionadas y las incitaciones a la violencia.
Pero, por supuesto, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos refutó que se considere culpable de violencia a una persona que sólo opine en favor de la violencia, en caso de que otra persona cometa violencia después de haber escuchado esa opinión. Opinar e informar no es delinquir y tiene la protección de la Constitución de Estados Unidos.
En la perspectiva de Glenn Greenwald, detrás de las furiosas acusaciones contra los grupos de partidarios de Trump se oculta una bien estudiada estrategia de las grandes corporaciones financieras y dueñas de los medios de comunicación, para retomar el control absoluto de la economía, las fuerzas armadas y la política de Estados Unidos, en un empeño por recuperar el control mundial.
Ya está claro que para las grandes corporaciones se ha vuelto fácil la conducción del gobierno, a través de un Ejecutivo débil como el de John Biden, y de un Parlamento en el que se puede dejar de lado a los progresistas de centro-izquierda, y lograr mayorías eventuales cada vez que haga falta mediante acuerdos entre demócratas y republicanos.
Y eso indudablemente exige un control duro de las comunicaciones, incluyendo el amordazamiento de las opiniones que sean disidentes, y un reordenamiento interno bajo la figura de eliminar una amenaza de terrorismo antidemocrático.
De hecho, desde los incidentes del 6 de enero en el Capitolio, efectivos de la policía federal han realizado allanamientos en todos los estados de la Unión, incluyendo las oficinas y los domicilios particulares de parlamentarios y dirigentes sociales sospechosos de haber apoyado las denuncias de Donald Trump.
Teniendo ya recuperado el control dentro del territorio estadounidense, se iniciaría entonces una acción internacional apuntada a recuperar el control mundial por parte de Estados Unidos.
Bueno, ahí va cobrando sentido el cuentecito ése de la rebelión de los pies contra el estómago.
China, Rusia e Irán están observando muy atentamente los sucesos de Estados Unidos, y coinciden en la esperanza de retomar alguna clase de negociaciones más racionales que las que derivaban del demencial gobierno de Donald Trump.
Pero esa esperanza no implica pasividad. Más bien se trata de esperar sólo un retorno de una racionalidad básica, distinta de las decisiones antojadizas del pasado gobierno.
De hecho, esta semana China instruyó, fíjese Ud., a sus fuerzas armadas de hacer uso de todos los medios de fuerza que consideren necesarios ante cualquiera incursión extranjera en el espacio marítimo, aéreo o territorial de la China. Es decir, responder abriendo fuego contra cualquier buque de guerra o avión que cruce sus fronteras.
Lo grave es que, ya dada esta orden, queda ahora a criterio de jefes militares de grado menor el inicio de una situación de guerra.
Y eso ya lo entienden muy bien los altos mandos militares de la OTAN.
En cuanto a los países de la Unión Europea, esta semana se dio a conocer una encuesta realizada por el Concejo Europeo de Relaciones Exteriores, sobre ministros, jefes de gobierno, altos ejecutivos de empresas, dirigentes políticos y los más importantes operadores financieros. El sentido de la encuesta fue determinar qué opiniones están prevaleciendo en Europa respecto del nuevo gobierno de Washington.
Los resultados señalan que: Uno, los europeos están contentos con el triunfo de Biden, y aliviados con la desaparición de Trump. Pero no piensan que Biden pueda hacer que Estados Unidos recupere su ya perdida preeminencia como líder mundial.
Dos, Europa considera que el sistema político estadounidense está quebrantado y que Europa ya no puede contar con Estados Unidos para la defensa.
Tres, los países europeos consideran que Alemania ya es un socio más importante que Estados Unidos.
Cuatro, los países europeos consideran que China será en muy corto plazo más poderosa que Estados Unidos. Y que los países europeos deben mantenerse neutrales en caso de una guerra entre ambas potencias.
Cinco, Que la Unión Europea debe dotarse de su propia capacidad de defensa militar, al margen de la OTAN y de Estados Unidos.
Y seis, que incluso si se reactivara un tratado comercial transatlántico de Estados Unidos y Europa, eso no implicaría una alianza con Estados Unidos en contra de China.
Básicamente ya quedó claro que, mientras Estados Unidos sigue considerando a China como un “rival” o un “enemigo”, los europeos están ya abocados a construir una relación jurídicamente sana en términos de Derecho, incluyendo los Derechos Humanos, con la China. Asimismo, mientras se supone que el gobierno de Biden adoptará una postura de enfrentamiento duro contra Rusia, los principales estados europeos, en cambio, incluyendo Alemania, Francia, Italia, Austria, España, Hungría, entre otros, ya han declarado que es “indispensable” un entendimiento con Rusia para resolver las diferencias y enfrentar los problemas comunes.
Es decir, en estos momentos Estados Unidos parece patéticamente lejos de recuperar aunque sea en parte el liderazgo mundial. Sin embargo, el nuevo Ministro de Relaciones Exteriores designado por Joe Biden, Antony Blinken, entrevistado por la prensa internacional, reiteró esta semana que, fíjese Ud., el mundo es incapaz de organizarse a sí mismo si no es guiado y conducido por Estados Unidos.
Más aún, el nuevo canciller estadounidense afirmó que sin la guía de Washington, el mundo caerá en el caos.
Siendo el nuevo ministro poseedor de doble nacionalidad israelí y estadounidense, se mostró confiado en que durante el gobierno de Biden se mantendrán las excelentes relaciones de Estados Unidos e Israel, y se defenderá el restablecimiento de relaciones diplomáticas de los gobiernos monárquicos árabes con Israel, alcanzados por gestión de Donald Trump.
Pero, al margen de la odiosa desintegración política al interior de Estados Unidos, existe una clara esperanza de que el gobierno de Joseph Biden pueda tener un efecto de saneamiento de lo que ha sido la presencia de Estados Unidos sobre el resto del mundo.
Particularmente se han destacado peticiones de que paren la intervención militar sobre Yemen, en que Estados Unidos aparece como socio de una invasión genocida que ya ha provocado la muerte de decenas de miles de civiles, incluyendo más de 5 mil niños muertos por bombardeos estadounidenses o de sus socios los reyezuelos árabes.
Asimismo, se ha destacado cómo Estados Unidos, en hipócrita supuesta defensa de la libertad y la democracia, ha entregado un total del 96% de su apoyo financiero y militar precisamente a gobiernos dictatoriales y violadores de los derechos humanos.
El viernes pasado, el escritor y periodista David Swanson publicó una carta de apoyo al presidente Joe Biden, en que le recuerda que el Papa Francisco le hizo entrega de una carta de felicitación en que le dice, textualmente, que: “es muy difícil hoy invocar el concepto de “Guerra Justa” que surgió en el pasado. Hoy ninguna guerra es justa”.
Y antes, hace 6 años, ante el Congreso Pleno en el Capitolio de Estados Unidos, el papa Francisco había dicho “¿Por qué se vende armamento letal a gobiernos que las usan para infligir sufrimiento y muerte a seres humanos y a sociedades enteras?... Eso es un negocio, se hace por dinero. Pero el dinero de esa venta de armas está manchado de sangre, a menudo de sangre inocente. Frente a ese silencio vergonzoso y culpable, nuestro deber es enfrentar el problema y poner fin a la industria de venta de armas”.
Bueno, y a las palabras del papa Francisco, el Congreso Pleno de Estados Unidos respondió con una ovación, aplaudiéndolo todos de pie.
Así pues, tenemos al flamante presidente Joe Biden de cara ante su propio pueblo, hacia las demás naciones del mundo, y hacia el futuro.
Ya le han dictado algunas condiciones. Que no se le ocurra tratar de resucitar la política de Barack Obama en el Oriente Medio… Que no se le ocurra dar muestras de debilidad ante paisuchos indóciles como Irán, Cuba, Venezuela, Nicaragua...
Y sobre todo que no se le ocurra interferir en las decisiones financieras de las grandes corporaciones transnacionales.
Si se porta bien, terminará su gobierno con un país disciplinado, sin gente con ideas raras, o revolucionarias o sediciosas.
Y eso, aunque finalmente el COVID19 de veras resulte más fuerte que las vacunas logradas hasta ahora.
Pero volvamos a la historia de la rebelión de los pies contra el estómago, y la solución de una reforma constitucional en favor del cuerpo entero.
¿Quién es el cuerpo?... ¿Es la nación?... ¿Es la totalidad de las naciones?... ¿O es que nuestro planeta entero es un cuerpo vivo que debe ser tratado con justicia si no queremos matarlo?
Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense. El peligro es cada vez mayor.
*Imagén: GETTY IMAGES | Obtenida de bbc.com