Por Ruperto Concha / resumen.cl
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La señorita Meryl Ann Buttler no es periodista, pero en su calidad de Gerente Administrativa del respetable sitio periodístico “Op-Ed News”, de Estados Unidos, logró introducir un articulito suyo para opinar sobre el presidente de Ucrania, Wolodomir Zelensky. Bajo el título de “¿Por qué el mundo está enamorado del presidente Zelensky?”
Y responde a su propia pregunta afirmando que: “Él es moral, es ético, es admirable y es tan sencillo... Es un David que se levanta enfrentando al Goliat Ruso!” Y luego ella muestra unos videos de 2006 en que Zelensky aparece haciendo un baile espectacular, en un concurso de televisión donde resultó ganador.
La señorita Buttler agrega que es por eso que todo el mundo, o casi todo el mundo, está enamorado de él.
Bueno, ella sabrá en qué basa su opinión, no sobre Zelensky sino sobre el supuesto enamoramiento de casi todos los habitantes del planeta. Pero sí está claro que en estos momentos hay un odio generalizado y muy de moda hacia todo lo que sea ruso.
Oiga: de veras está de moda odiar todo lo ruso. Desde Wladímir Putin hasta los galgos rusos, pasando por el vodka, la ensalada rusa, y, por supuesto, incluyendo también el odio hacia la pléyade innumerable de los rusos geniales como Tchaikowsky con su “Cascanueces” y “El Lago de los Cisnes”, y Sergei Prokofiev con “Pedrito y el Lobo”, y los libros de León Tolstoy, y Fedor Dostoiewsky… Supongo que también habrá que odiar al químico Dmitri Mendeleiev, autor de la Tabla Periódica de los Elementos, que es el fundamento de toda la química moderna.
Pero frente al intenso arrobamiento de doña Meryl Ann, dio también su opinión otra dama, doña Tina Fordham, analista de geopolítica estratégica del Banco Internacional City Group, con sede en nueva York, considerada la más grande empresa de servicios financieros de todo el mundo.
Según doña Tina Fordham, estamos en una época en que la opinión pública puede ser movilizada muy rápidamente en cualquier dirección. Pero la opinión pública no es necesariamente un cálculo correcto. Y señaló: “La opinión pública desaforadamente anti-rusa no significa que Rusia vaya a perder la guerra en Ucrania.Putin ha sido presionado con sanciones, pero esas sanciones sólo tendrán efecto transitorio, momentáneo. Serán de corta duración. En realidad, estamos en un territorio en que nunca antes habíamos estado. No sabemos qué ocurrirá finalmente”.
Esa es la perspectiva de un análisis estratégico riguroso y objetivo que sólo puede hacerse sobre una base de información escueta apuntada a entender la arquitectura que engendran las fuerzas antagónicas en juego. Es decir, los hechos reales… aunque no nos gusten.
Esa es la diferencia fundamental entre el periodismo y la propaganda. Y, desgraciadamente, tanto en Estados Unidos como en Europa, la difusión de noticias ha sido sometida a una mera función publicitaria apuntada a generar en la gente reacciones básicamente emocionales como el supuesto “enamoramiento” de la gente hacia el presidente ucraniano.
De hecho, el primer ministro británico Boris Johnson afirmó que es necesario silenciar los medios noticiosos rusos o pro-rusos como RT, Sputnik y Tass, a fin de que toda la gente reciba una misma narrativa sobre lo que está ocurriendo en Ucrania.
¿Se fija Ud.?... Ya no se trata de información, sino de “narrativa”. O sea, de contar el cuento de una manera que atienda no a la verdad sino a la conveniencia.
Bueno, recordemos que al jefe de gobierno británico Boris Johnson, hace pocas semanas, el presidente de Francia Emmanuel Macron lo calificó de “Payaso”.
En estos momentos, en toda Europa han sido silenciados todos los sitios web rusos bajo la acusación de difundir noticias falsas. Sin embargo, hasta ahora no se ha especificado ni un solo caso de difusión intencionada de mentiras o falsedades.
De hecho, la Asociación de Periodistas de Europa denunció el bloqueo de esos canales noticiosos por parte de la Unión Europea como una violación flagrante de la libertad de prensa, y, además, de haber sido una decisión ilegal ya que la Unión Europea no tiene atribuciones jurídicas para hacerlo.
En cambio, por ejemplo, se destacó la enorme difusión emitida por todos los medios por el anuncio del gobierno ucraniano sobre la “heroica lucha” de la guarnición de la Isla de las Serpientes, frente al puerto de Odessa, que supuestamente había luchado hasta la muerte contra los efectivos rusos que tomaron posesión de ella.
Luego, con pruebas fehacientes, el alto mando ruso dio a conocer que los 82 guardias ucranianos de la isla en realidad se habían rendido sin combatir y se encuentran en muy buen estado de salud en uno de los campos de prisioneros en Crimea.
En estos momentos Europa está mostrando ante el resto del mundo un espectáculo de patéticas contradicciones que parecen ser síntomas de un deterioro muy profundo de sus referentes valóricos resumidos en la Carta de las Naciones Unidas, al término de la Segunda Guerra Mundial.
En un coro de indignadas voces, casi místicas, los países de la Unión Europea han condenado como inaceptable, delictivo y contrario al derecho internacional, cualquiera apropiación del territorio de un país. Y por eso están participando furiosamente en las sanciones anti rusas y el apoyo en armamento al gobierno de Ucrania. Sin embargo, ya antes habían aceptado apoderarse de toda la provincia de Kosovo, perteneciente a Serbia, para cedérsela a los inmigrantes de Albania.
Asimismo, La Unión Europea ha aceptado como hecho consumado la ocupación militar por Israel de los territorios de la Cisjordania, que pertenecen a Palestina, y las Alturas del Golán, que pertenecen a Siria. Más aún, el gobierno de Joseph Biden dejó entrever la posibilidad de que esos territorios puedan llegar a ser reconocidos oficialmente por Estados Unidos como parte de Israel.
Y tampoco la Unión Europea ha denunciado la atroz ocupación por Gran Bretaña de la isla Diego García, en el Océano Índico, cuyos habitantes fueron simplemente expulsados de su patria, arrumbados en buques de carga y enviados como parias a otros países.
Eso, porque querían desocupar la isla para instalar ahí una base militar, naval y aérea, que luego le arrendaron a Estados Unidos para sus acciones de guerra contra Somalía, Yemen, Irak y Siria.
De hecho, se aceptó sin objeciones la participación de la OTAN en acciones que violaban de plano la Carta de las Naciones Unidas, en la invasión a Afganistán y luego en la de Iraq.
En fin, existe en Europa, en estos momentos, una situación de incoherencia profunda entre la clase política y las bases sociales, donde la percepción de la gente es de una desalentadora mezcla de incoherencia tanto en términos de derechos humanos como en la conducción económica.
Ya para la gente, en toda Europa, es ostensible el hundimiento de la economía en términos de calidad de vida de la gente, y resulta ostensible que las sanciones contra Rusia en realidad ya las están pagando los propios europeos, con una inflación casi tan galopante como la de Estados Unidos, unida al relentamiento de la producción y el comercio. De hecho, se presume que este año la economía de Alemania, que es la mayor de toda Europa, estará en recesión.
El precio del combustible se mantiene en niveles sin precedentes. El gas y el petróleo además de caro es escaso. En Italia, el gobierno está considerando imponer racionamiento, al margen de la desmedida alza de precios.
Y las declaraciones del presidente estadounidense en su Cuenta a la Nación, del 1 de marzo, provocó resquemores en Europa cuando Joseph Biden enfatizó que Estados Unidos está vendiendo a Europa gas y petróleo de sus reservas, en un equivalente a 30 millones de barriles, a un excelente precio… que pagan los consumidores europeos.
Pero, ¿con qué pagan los europeos cuando ya no tienen euros suficientes con qué pagar?... Tendrán que emitir más billetes sin respaldo de dólar, y eso significaría inflación y devaluación del euro.
Por su parte Estados Unidos, ya sumido en la inflación, tampoco tiene más dólares disponibles para enviar a Europa. Entonces ambas potencias occidentales recurren a la triquiñuela llamada “swapping”, “intercambio monetario”. Europa imprime millones de euros y los envía a Estados Unidos para comprar dólares con ellos.
Y en Estados Unidos, la Reserva Federal por su parte, imprime millones de dólares que tienen por respaldo los euros emitidos sin respaldo pero que ahora tienen el respaldo de los dólares recién impresos. ¿Que parece un chiste?
Sí. Parece un chiste o una estafa, pero permite frenar la inflación, aunque sea por un tiempo.
En tanto, en Rusia, el impacto de las feroces sanciones ha sido ciertamente doloroso, pero de ninguna manera ha sido un desastre más allá de la violenta devaluación del rublo, cuyos efectos se hacen sentir sobre todo en los productos importados desde Europa.
¿Cómo, entonces, se proyecta hacia adelante la situación de guerra que cumple ya diez días desde el comienzo de la invasión de Rusia?
¿Habrá al fin algún acuerdo entre los gobiernos de Ucrania y de Rusia?
La semana pasada, el parlamentario republicano Adam Kinzinger lanzó un llamamiento por televisión, para que Estados Unidos y la OTAN declaren la totalidad de Ucrania como “No-Fly-Zone”, o sea, prohibición total y absoluta de vuelos de cualquier tipo, excepto los vuelos de control que realicen las fuerzas aéreas de la OTAN.
Fue la misma fórmula que la OTAN aplicó en Libia y que se aplicó de hecho en acciones de bombardeo por la OTAN sobre las fuerzas leales a Muhammar Khadaffi.
La propuesta provocó entusiasmo en algunos, pero pronto quedó en claro que cualquiera intervención de aviones de la OTAN enfrentando a los aviones rusos sería instantáneamente el comienzo de la Tercera Guerra Mundial.
El español Josep Borrel, Alto representante de la Unión Europea para Relaciones Exteriores y Seguridad, en la noche del domingo pasado cometió la torpeza de anunciar como un hecho que aviones de combate europeos intervendrían en Ucrania.
La respuesta a la torpeza de Borrel fue de pánico, sobre todo en los países que supuestamente estarían involucrados, especialmente Polonia y Rumania. Los gobiernos mencionados por Borrel se apresuraron a negar que sus aviones pudieran participar en imponer una “No Fly Zone” ni menos en acciones de combate contra Rusia.
Está para todos perfectamente claro que el estallido de la Tercera Guerra Mundial a partir de la guerra de Ucrania sería, de hecho, la destrucción de toda Europa… entre otras destrucciones.
Recordemos que, sintomáticamente, hace dos semanas se conoció que en Estados Unidos se estaban haciendo preparativos para el uso del llamado “Avión Del Día del Juicio”, el “Doomsday Plane”, en que se llevaría al presidente de Estados Unidos con su familia y sus colaboradores más cercanos, a un refugio subterráneo anti-atómico.
A juicio de los más serios y bien informados analistas, esta guerra de Ucrania en realidad no es más que una coyuntura de “tanteo” no de las fuerzas militares involucradas sino de la efectividad de las sanciones económica llevadas a su máximo extremo contra Rusia.
Es de hecho el comienzo ya de la Tercera Guerra Mundial que esta vez, al parecer, será una guerra esencialmente económica, comunicacional y política en su último extremo.
Todas esas truculentas burradas sobre el supuesto “imperialismo neurótico” de Vladímir Putin, no son más que un envoltorio de otra realidad más amarga: la realidad de una guerra de dinero, de poder político e instrumentación del poderío militar, como intento final para evitar la ruina del dólar y el derrumbe del imperio estadounidense.
De algún modo, Estados Unidos ya logró la sumisión de Europa a sus designios. La clase política europea, que había intentado situarse en una tercera posición, equidistante de China y Estados Unidos, finalmente tuvo que ponerse al servicio estratégico de Washington, sumarse a fondo en la aplicación de las más terribles sanciones contra Rusia, y sobre la ruina de Rusia abocarse a la ocupación de China.
En otros términos, lo que está en juego es derechamente, la supervivencia del dólar y el sistema bancario estadounidense, frente al desafío de una nueva economía partir de un mundo globalizado y efectivamente multipolar.
Estados Unidos necesita derrotar a Rusia porque ya no puede hacerle frente a la China.
Se sabe que una guerra militar no es posible porque no habría ganadores. El armamento hipersónico desarrollado por Rusia y la China ya es claramente superior al de Estados Unidos y la OTAN, y, por último, se sabe que el desastre generalizado de una post guerra reduciría a la humanidad entera a un estado de indigencia física, cultural y moral de laque muy difícilmente podría superarse.
¿Cómo se desarrollará, entonces esta Guerra Mundial sin balas ni bombas?
Por lo pronto, ya se sabe que China, la India y Rusia están avanzando en reestructurar el sistema de control financiero impuesto por Estados Unidos a través del Fondo Monetario Internacional, y de hecho ya hay consenso en que Rusia logrará en brevísimo plazo reemplazar las inversiones europeas por inversiones nuevas por parte de la China y la India.
Con ello, Europa se verá privada de las ganancias que podía obtener en Rusia, a la vez que se verá privada de la energía barata y las materias primas irreemplazables que proporcionaba Rusia. Es decir, se produciría un resultado de extremo empobrecimiento de toda Europa.
En esas condiciones, el dólar perdería por completo su vigencia, siendo, al menos inicialmente, reemplazado por un sistema monetario con respaldo de oro.
En tanto, la participación de China en el desarrollo económico de toda África, se comenzó a materializar también en América Latina con las inversiones en agroindustria en Venezuela, Nicaragua y Cuba, y en las enormes inversiones ya aprobadas en Argentina, que incluyen la construcción de la nueva central nuclear Atocha 4, con una inversión china de 8.600 millones de dólares, de los cuales alrededor del 40% se invertirá en compras de materiales y servicios proporcionados por los argentinos.
Se entiende así la visión de la analista estratégica de la CityGroup Tina Fordham, de que el mundo se encuentra ya en un territorio inexplorado en el que puede surgir un futuro de calamidad o uno de prosperidad.
Sin duda en ese futuro influirán las grandes elecciones próximas en América Latina. Se espera, según indican las encuestas, que en ambas elecciones presidenciales resulten vencedores los candidatos anti-imperialistas, Lula da Silva en Brasil y Gustavo Petro, en Colombia
Así, pues, esta penosa guerra militar de Ucrania es apenas un episodio de otra guerra mundial sin militares ni bombas, pero en la cual todos tendremos que participar de una manera u otra, como combatientes planetarios o, por último, como peleadores en las trifulcas de nuestro pequeño barrio sudamericano.
Hasta la próxima, gente amiga, hay peligro. Cuídense… Porque también hay esperanzas muy luminosas para todos.