Por Ruperto Concha / resumen.cl
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¿Qué pasó realmente en la ex soviética pero después muy neoliberal República de Kazajistán?
En forma absolutamente inesperada, un estallido de tremenda violencia llegó a estar a punto de desarticular por completo todo el aparato de gobierno, y tomarse por la fuerza el mando de esa república que es, fíjese Ud., la más grande y más rica de toda la región del Asia Central, llamada el Cáucaso.
Para entender de veras ese sangriento estallido es necesario saber la realidad de Kazajistán. Vamos viendo
Sus yacimientos de petróleo y gas natural son casi tan productivos como los de Rusia. Fuera de ello, Kazajistán es el principal productor mundial de uranio y uno de los más importantes productores mundiales de flúor y otros minerales necesarios para la tecnología moderna.
Tras desintegrarse la Unión Soviética, en 1993 Kazajistán confirmó su alianza con la Federación Rusa, pero adoptó el sistema económico neoliberal, que implica excluir prácticamente por completo al Estado en todos los asuntos económicos empresariales.
Sobre esa base, sólo en los últimos 15 años, fíjese Ud., los capitalistas occidentales han invertido en Kazajistán cerca de doscientos mil millones de dólares, incluyendo 30 mil millones de inversionistas estadounidenses como la General Electric, la Proctor and Gamble y hasta la PepsiCola, entre muchísimas otras.
Y todas esas inversiones, como es lógico, implican la instalación de imponentes sedes empresariales, todas dotadas de fuertes y eficaces sistemas de seguridad, principalmente en la gran ciudad de Almaty, que es la más importante del país y es próxima a la frontera con Rusia.
También allí está la sede de la gran empresa de comunicaciones Kasakhtelecom, que opera y controla todo el flujo de comunicaciones, teléfonos celulares, canales de televisión y conexiones digitales.
Esto incluye el servicio a las empresas de “minería” digital dedicadas a la minería de bitcoins y que el año pasado habían sido expulsadas de China por el descomunal consumo de energía que invierten en esa criptomoneda.
Los yacimientos de gas y petróleo están a cargo de funcionarios del gobierno que a su vez deben actuar de acuerdo con técnicos y comercializadores de las empresas occidentales del rubro. Por eso su política de producción y comercialización se determina según los acuerdos de la OPEP y los intereses de las empresas.
La explotación neta del gas y el petróleo está en manos de las empresas Chevvron, Exxon, LukOil, British Petroleum, Total y Royal Dutch, más la estatal Kazimunaigaz.
Por cierto, las decisiones sobre el precio del gas y el petróleo no las toma el gobierno. Se deciden obedeciendo las variaciones del precio en el mercado mundial
Ellos son muy neoliberales. No dejan que el Estado se ponga a intrusear en asuntos de economía y finanzas.
Fue así que, en la última semana de diciembre, adhiriendo al alza mundial del gas y el petróleo, estas empresas decidieron aumentar el precio de venta del gas también para el mercado interno.
De hecho, llegaron a duplicar el precio del gas, en pleno invierno, en un país heladísimo y en donde prácticamente todas las familias tienen auto propio adaptado para gas.
El efecto de esa brutal alza de precio fue instantáneo. A pocas horas de conocerse el alza de precios se inició una fulminante movilización de miles y miles de personas, en todas las ciudades del país, oiga, pero actuaban en forma perfectamente coordinada y, entre ellos estaba clara la presencia de un número impresionante de individuos fuertemente armados y con equipamiento de combate.
Según informan las fuerzas de seguridad del gobierno, entre 20 y 25 mil individuos con entrenamiento terrorista llegaron a territorio de Kazajistán y se infiltraron en las protestas provocando un ataque de ferocidad extrema que comenzó con la ocupación violenta de todas las instalaciones de comunicación del país, lo que llevó a la suspensión instantánea de las conexiones digitales, los teléfonos y las computadoras de todo el país.
Asimismo, se informó que algunos elementos de la misma Guardia Nacional se habían sumado a la insurrección, en la ciudad de Aktau, aportando a ella vehículos blindados, granadas y otros elementos de combate.
En la ciudad de Almaty los sublevados penetraron al edificio de la municipalidad, lo saquearon, y lo incendiaron. Ya en la tarde del lunes 3, el país entero parecía en manos de los insurrectos.
Pero, oiga, en ningún momento hubo una amenaza o una aproximación de los rebeldes a las instalaciones de empresas occidentales que se encuentran en esa ciudad.
Sólo muy lentamente el presidente Kassim-Jomart Tokayev logró reorganizar parte de los servicios indispensables y establecer transmisiones de emergencia, por radio y televisión, para hacer llamados al diálogo.
De hecho, destituyó de inmediato a todo su gabinete de gobierno y encomendó a su ministro del interior la formación de un gabinete de emergencia, a la vez que convocó al Congreso para una sesión sobre una serie de reformas de urgencia de gran profundidad.
Tras haber frenado parcialmente la demoledora insurgencia armada, el presidente Tokayev solicitó ayuda a los gobiernos vecinos integrantes de la organización regional de seguridad colectiva, la OTSC, para restaurar la calma y abrir un espacio seguro para negociaciones sobre el retorno a la tranquilidad en momentos en que un golpe de estado parecía inevitable.
Y, por supuesto, de partida ordenó anular instantáneamente el alza del precio del gas que había desatado la exasperación generalizada.
De acuerdo al Tratado de Seguridad Colectiva de los países del Cáucaso, Rusia, Armenia y Tadjikistán enviaron personal de apoyo a Kazakstán. De hecho, Rusia envió una fuerza de 3 mil infantes de marina, y ya el jueves, la caótica violencia había terminado en casi todo el país.
El saldo, en principio, ha sido de alrededor de 400 muertos, incluyendo insurgentes, policías y soldados. Otros 18 policías y 748 militares fueron heridos de gravedad. 4 mil 400 personas están detenidas por los enfrentamientos. Además, en la ciudad de Almaty 137 funcionarios policiales y 53 civiles fueron reportados heridos durante el intento de invasión a la Municipalidad de la ciudad.
En estos momentos al parecer ha vuelto la calma en el país, y sólo se reportaron enfrentamientos breves y aislados.
El presidente Tokayev anunció que el próximo martes 11 presentará ante el Congreso un borrador de reformas para su discusión con participación también de representantes de organizaciones de la base social.
A juicio de los observadores de la prensa internacional, es de esperar que luego de esta súbita y sangrienta crisis se producirá un cambio en la administración de la nación que eliminará o al menos limitará la autonomía neoliberal privatizada, devolviendo al Estado la capacidad de regular y planificar la economía defendiendo los intereses nacionales y de la base social.
Pero ¿cómo se llegó a esta crisis en momentos en que la economía nacional de Kazajistán está floreciente?
A juicio de varios analistas de alto prestigio, el fenómeno de Kazajistán se originó en la doctrina neoliberal, la privatización de los recursos y servicios, la eliminación de las facultades del gobierno para regular el funcionamiento de la economía, y, sobre todo, en cuanto a su incidencia en las necesidades de la gente.
Esa privatización excesiva llevó rápidamente a un proceso de corrupción de la burocracia gobernante, que se volvía cada vez más venal y más ávida de coimas.
Eso, naturalmente, llevó a una sensación generalizada en las bases sociales, de que la clase política entera se había vendido a los inversionistas extranjeros.
Sobre esa percepción, resultaba un resentimiento popular profundo y latente que podía ser manipulado por grupos de poder extranjeros interesados en adueñarse de los recursos y las posibilidades estratégicas del país más rico y estratégicamente dominante de todo el Cáucaso, en el Asia Central.
Y ya hay indicios fuertes y sólidos que apuntan a que el sangriento estallido tenía la intención de constituir golpe de estado, asumir el poder con la eficacia con que se había logrado derrocar al gobierno de Ucrania en 2014.
La realidad histórica de Kazajistán está fuertemente vinculada a la de Rusia. De hecho, en ese país el 51% de los habitantes son bilingües, hablan ruso tan fluidamente como su lengua turcomana, y el ruso tiene carácter de lengua oficial. Hay cerca de 4 millones de rusos que viven en Kazajistán, y unos dos millones de kazajos estudian o trabajan en Rusia.
La colaboración entre ambas naciones incluye, de hecho, que la principal base de lanzamientos espaciales de Rusia, Baikonur, se encuentra en territorio de Kazajistán. Asimismo, el desarrollo tecnológico y la educación superior del país se basa, con mucho éxito, en su integración con Rusia.
Geográficamente, Kazajistán ocupa un territorio clave en la relación comercial, industrial y estratégica euro-asiática. El país es miembro del llamado Grupo de Shanghai, junto a Rusia y China, además de otros tres países del Cáucaso, y la India, Paquistán e Irán.
Claramente, Kazajistán es parte de un grupo de poder y autodefensa que lo hace casi casi invulnerable ante cualquiera amenaza occidental.
De ahí el carácter decisivo que habría tenido un golpe de estado, presentado como fenómeno de exasperación social, y en el que sus promotores soñaban con repetir el fenómeno de 2014 en Ucrania. Por supuesto, el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, se apresuró a negar cualquier clase de relación de EEUU con el estallido en Kazajistán. Y ese mismo apresuramiento de Biden llevó a que varios analistas norteamericanos y europeos se preguntaran ¿por qué tanta prisa de Washington en declararse inocente?
De hecho, el jueves pasado en la prestigiosa publicación digital estadounidense OpEdNews, un analista mencionó directamente la intervención de Estados Unidos en montar y dirigir el golpe de estado en Ucrania, que, según el propio senador republicano John McCain fue financiado secretamente con 5 mil millones de dólares además de asesoría táctica de parte de los servicios de inteligencia de Washington.
En este caso, como fuere, ya el banquero millonario Mukhtar Ablyzov, líder del partido “Opción Democrática de Kazajistán”, involucrado en las protestas, huyó a escape a París, donde fue entrevistado por periodistas de la agencia REUTERS.
Allí, este “prócer democrático” hizo un desesperado llamamiento a que las potencias occidentales intervinieran de inmediato en Kasakhstán, señalando que “Qccidente debe arrebatarle Kazajistána los rusos”.
Según opiniones de analistas prestigiosos de medios como Asia Times, el llamado a arrebatarle a los rusos su aliado no dejaba en claro si sus esperanzas incluían una acción de guerra por parte de la OTAN.
En estos momentos, la situación está casi totalmente superada en Kazajistán, y, al parecer, el paquete de reformas que presentará al Congreso el presidente Tokayev incluye mayor control fiscal de las decisiones de las empresas occidentales instaladas en su país. Y, además, se menciona que podría contemplar la aplicación de fuertes sanciones contra las empresas occidentales que aparecen de algún modo coludidas con el intento de golpe de estado.
Esto, en momentos en que se producen los encuentros decisivos de Rusia, una segunda reunión directa de los presidentes Vladímir Putin y Joseph Biden, seguida, inmediatamente después, por la reunión de las cúpulas militares de la OTAN y las Fuerzas Armadas rusas.
Hasta aquí, Washington y la OTAN siguen hablando en términos altivos y amenazantes. Pero los hechos parecen claros: ni Estados Unidos ni Europa quieren llegar a una situación peligrosamente próxima al inicio de una guerra.
Pero, en tanto, en Estados Unidos, la realidad se expresa en inflación. Una inflación que aumenta y se acelera, en alza de precios en todas las instancias de la economía. O sea, en pérdida del poder adquisitivo real del dólar.
De hecho, desde que el dólar dejó de tener respaldo en oro, pasó a ser respaldado por el petróleo, los famosos petrodólares, que se impusieron a partir de que todas las transacciones de petróleo tuvieran que hacerse en dólares. Bueno ahora, el alza desmedida del petróleo, que ya volvió a superar los 80 dólares por barril, significa simple y claramente que cada dólar tiene menos respaldo en petróleo. Vale menos litros de petróleo.
Así, la exasperación del sector financiero está llevando a que haya una minoría cada vez más grande de líderes políticos partidarios de ir nomás a la guerra, porque en el pasado todas las guerras ganadas por Estados Unidos llevaron prosperidad a esa nación.
Es decir, están convencidos de que Estados Unidos puede combatir la inflación… ¡a balazos!
Como decíamos el domingo pasado, estamos comenzando el año más peligroso de la historia de la humanidad.
Sólo la lucidez inteligente, el sentido común, racional y bien informado puede hacer que surjan soluciones de paz y de sencilla conveniencia.
Todavía hay muchos que siguen creyendo que el peligro no es real, no existe o no es tan grave…
Pero es muy antiguo ese refrán que dice: “la mejor treta del diablo es hacernos creer que no existe”.
Hasta la próxima, gente amiga. ¡Cuídense…!
*Imagen: MADYAROV / AFP) | Obtenida de unotv.com
https://www.youtube.com/watch?v=X__1wDLicCw&ab_channel=ResumenTV