Por Ruperto Concha / resumen.cl
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El jueves pasado el demócrata Joseph Biden cumplió su primer año como presidente de los Estados Unidos. Y, según sus propias palabras, ha sido un año plagado de desastres.
En su discurso de aniversario, Biden declaró que está consciente de que el país está sumido en mucha frustración y cansancio, pero afirmó que la causa de todo ha sido la pandemia de COVID-19, y enfatizó que la acción de su gobierno ha sido, según él, extremadamente exitosa.
Además, el presidente Biden afirmó enérgicamente que se presentará para la reelección por un segundo período y que su compañera de lista, para la Vicepresidencia, será nuevamente Kamala Harris.
Sin embargo, los análisis realizados incluso por medios de prensa comprometidos con el Partido Demócrata, han sido muy duros. De hecho, la revista Time llegó a titular su análisis afirmando, textualmente, que “La administración de Biden perdió su rumbo”.
Los analistas políticos de Time, Molly Mall y Brian Bennett, mencionan que uno de los más importantes financistas del propio Partido Demócrata ya declaró públicamente que en las elecciones de noviembre próximo van a ser abrumadoramente derrotados en el parlamento.
Y, con amargo sentido del humor, agregan: “Después del desastre de la retirada de Afganistán, el gobierno se retiró también de la necesidad de ser competentes, de ser capaces o idóneos. Y de ahí no sé cómo se puede salir.”
Según el análisis de Time, el plan de acción frente al cambio climático y el programa de gasto social de Biden están arrinconados en la incertidumbre. La pandemia de COVID no ha sido frenada, y la inflación está fuera de control, y ya se tragó los aumentos de salarios…
La criminalidad violenta ha aumentado, la situación en la frontera es un desastre y, claro, a ojos de muchos estadounidenses este gobierno ha sido una decepción tras otra. Las encuestas muestran que la aprobación al gobierno ya ha caído por debajo del 40%.
El análisis señala que el presidente ha reducido sus conferencias de prensa, y que, privadamente, muchos altos dirigentes de su propio partido admiten que la gente perdió la fe en su capacidad de liderazgo.
Según una encuesta de la CBS, sólo un 25% de la gente considera que las cosas están yendo bien, frente a una vasta mayoría que acusa al gobierno de ser incapaz de parar la inflación y sacar de nuevo a flote la economía.
Y una encuesta de la Gallup mostró un aumento de 14 puntos en los militantes demócratas que se han pasado al partido Republicano.
Finalmente, una encuesta de la organización “Político”, mostró que hay un 49% de los estadounidenses con derecho a voto, que dudan de que el presidente Joseph Biden esté mentalmente capacitado.
En ese contexto político, la revista The Week, publicada en Estados Unidos y Gran Bretaña simultáneamente, el mismo jueves 20 publicó un importante análisis estratégico bajo el título “Rusia no es la Unión Soviética, y no estamos frente a la Segunda Guerra mundial. ¿Se ha dado cuenta de eso Joseph Biden?”
Allí, reproduce la pregunta que le hizo un reportero al presidente Biden en la conferencia de prensa del miércoles. La pregunta fue: “Si ni Estados Unidos ni la OTAN quieren enviar tropas a combatir en defensa de Ucrania, y los aliados de Estados Unidos no logran ponerse de acuerdo en qué sanciones se aplicarían contra Rusia, ¿significa eso que Estados Unidos y Occidente ya no tienen capacidad de presión sobre el presidente de Rusia Vladímir Putin?”
El Presidente Biden al parecer no escuchó al periodista, y el analista James Antle, de la revista anglo norteamericana, señala que esa pregunta sin respuesta significa netamente que a Estados Unidos ya sólo le queda la opción de la guerra como única forma de tener influencia en los acontecimientos mundiales.
Señala que ya no convencen los relatos publicitarios de que hay que ir a matar y a morir para que los buenos venzan a los malos. Eso, porque ya se sabe que en cada lado hay buenos y hay malos, y Estados Unidos ha derramado demasiada sangre y despilfarrado demasiado dinero en los últimos 20 años, sin convencerse de que los desafíos mundiales no pueden seguir resolviéndose mediante guerras interminables.
Y eso de los “buenos” y los “malos”, resonó muy fuerte en la decisión del gobierno de Alemania de negarse a proveer de armamento a Ucrania, e incluso prohibir a los demás países europeos la entrega a Ucrania de armamento y equipo bélico fabricado en Alemania.
Eso, mencionando la presencia en Ucrania de un alto número de anti rusos que son neo nazis, en circunstancias de que los nazis asesinaron a unos 8 millones de ucranianos mientras ocuparon el país hasta ser derrotados por el ejército ruso.
Por su parte, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, el miércoles instó a la Unión Europea a desarrollar rápido un plan para garantizar la paz en Europa, mediante un entendimiento con Rusia respecto de Ucrania.
Ese plan de paz, según los gobiernos de Francia y Alemania, debe prevalecer por sobre de los planes de seguridad que está elaborando la OTAN en una perspectiva únicamente militar. El plan de paz de los gobiernos europeos, según Macron, debe tener como base el cumplimiento por parte de Ucrania de los acuerdos de Minsk, de 2015, con los representantes de la población rusa que es mayoría inmensa en las provincias de Donetsk y Lugansk.
La situación actual de peligro inminente de intervención militar de Rusia en Ucrania se origina en la violación de esos acuerdos por parte de Ucrania, incluyendo sangrientos ataques contra la gente de las provincias pro-rusas que han dejado un saldo de más de 14 mil muertos.
El diálogo entre los representantes de la OTAN y los de Rusia ha resultado estéril hasta ahora, mientras las potencias involucradas avanzan sistemáticamente en sus preparativos para una guerra que va pareciendo cada vez más posible, casi inevitable.
Rusia ha iniciado una serie de nuevos ejercicios militares con sus aliados de Bielorrusia, incorporando al menos dos batallones dotados de sistemas de misiles y anti-misiles S-400. Estos juegos de guerra se realizan en las fronteras de Bielorrusia con Polonia, Lituania y Ucrania. Es decir, perfilan una realidad en que la guerra, si llega a producirse, tendrá por campo de batalla lo profundo de Europa.
En tanto, dentro de Ucrania, Estados Unidos impuso, el viernes, fuertes sanciones en contra de cuatro periodistas y políticos de oposición al gobierno ucraniano, incluyendo a dos parlamentarios en ejercicio de sus cargos, los diputados Taras Kozak y Vladímir Sivkovich, ambos miembros del Partido “Plataforma de Oposición Democrática por la Vida”.
Ambos parlamentarios, junto a dos periodistas han sido también acusados de “traición” a la patria por el gobierno ucraniano, por criticar al gobierno y difundir noticias y opiniones favorables a Rusia.
Esto, claramente, ha sido interpretado en Europa como un paso del régimen en el gobierno, junto con Estados Unidos, en dirección al amordazamiento de la prensa en términos netamente dictatoriales.
En tanto, en Moscú, un bloque de 11 legisladores presentó en el Senado un proyecto de llevar al reconocimiento oficial por el gobierno de la Federación Rusa, de la independencia y de la legitimidad de los gobiernos democráticamente elegidos por los pueblos de Lugansk y Donetsk, junto a la frontera rusa.
De aprobarse esa iniciativa, se haría inevitable la intervención militar de Rusia en defensa de ambas repúblicas. El proyecto señala que Rusia tiene el deber de acudir en defensa de los territorios que democráticamente han elegido su independencia. Eso, como ya lo hizo Rusia en 2008 en defensa de Osetia del Sur y Afjasia, frente a la invasión por Georgia.
Esa propuesta en el Congreso de la Federación Rusa tiene pocas posibilidades de obtener mayoría para su aprobación, o, al menos, para que el Presidente Putin la acoja para sus decisiones de estrategia inminente. De hecho, las posiciones más vociferantes y belicosas, tanto de Estados Unidos y sus aliados como de los aliados de Rusia, siguen siendo rechazadas.
Incluso una encuesta de opinión realizada en Lituania, sobre la decisión del gobierno de acoger una embajada de Taiwán, independiente de la de China, mostró de inmediato un fuerte rechazo de la opinión pública, y el gobierno tuvo que anular esa decisión. La encuesta mostró que sólo un 13% de la gente apoyaba las políticas de beligerancia anti China y anti Rusia que había asumido el gobierno.
Claramente la ciudadanía europea no quiere ser arrastrada a una guerra de sanciones comerciales y menos a una guerra con armas y destrucción.
Y una noticia de ayer. El vicealmirante Kai-Achin Schoembach, comandante en jefe de la marina de guerra de Alemania, presentó su renuncia indeclinable a su cargo, tras haber declarado, a título personal, en una conferencia de Prensa en la India, que, fíjese Ud., Crimea jamás volverá a ser territorio de Ucrania, y que tanto Rusia como el presidente Vladímir Putin debieran ser tratados con respeto.
Tras esa declaración, la renuncia del almirante permitió que su gobierno se mantuviera al margen sin tener que aprobar ni desaprobar sus palabras.
Y, a todo esto,… ¿qué piensa y qué siente la gente común de Ucrania?
También una encuesta, realizada por el propio gobierno, con encuestadores a cargo de agentes del Ministerio del Interior, dio un resultado sorprendente. A la pregunta: “¿Está Ud. dispuesto a ir a combatir en caso de una invasión de Ucrania por Rusia?”… sólo un 58% de la gente respondió que “claro”, que “por supuesto”.
O sea, hubo un increíble 42% de los encuestados que se atrevió a decir que no.
Así, tenemos ante nosotros en espectáculo asombroso. Una pequeña multitud de pequeños líderes ansiosos de poder político sigue creyendo que la gran multitud de la gente de Europa y Estados Unidos puede ser manipulada con las viejas caracterizaciones de que hay enemigos diabólicos y perversos a los que es preciso destruir con bombas.
Y, frente a ellos, claramente comienza a tomar impulso una ola creciente de personas, sobre todo de jóvenes, mujeres y hombres, que ya no creen en nada de eso. Y que todavía no tienen en claro qué es lo que todavía se puede creer.
Esa incertidumbre se cuela en el espíritu. En unos, genera violencia. Está claro que la delincuencia, el pandillismo e incluso las simples explosiones de rabia irracional, han aumentado en todos los países.
Las religiones tradicionales, por otro lado, están debilitándose por sus propias contradicciones y su incapacidad de ofrecer respuestas sanas y creíbles. Sacerdotes y pastores, junto a políticos, empresarios y funcionarios, aparecen perdiendo legitimidad, y con ello pierden su poder, su capacidad de conducir los sentimientos de la gente.
Es decir, la propia incapacidad de los viejos líderes, agarrados desesperadamente a sus viejas respuestas ya apolilladas, parece estar dividiendo a la humanidad entera en, por un lado, la multitud que ya no cree en las viejas recetas y todavía no encuentra propuestas nuevas…
Y frente a ella, la otra multitud de los que se aterrorizan por la enormidad del cambio que les parece amenazante.
Ser conservador es básicamente querer conservar el pasado. Querer que no haya cambios. Pero ese congelamiento que intenta paralizar la realidad… en realidad es muerte.
Negarse a la evolución lleva a una parálisis que, finalmente, es la parálisis propia de la momificación.
En nuestra primera crónica de este año nos atrevimos a afirmar que hemos llegado al momento más peligroso de toda la historia de la humanidad.
Bueno, el jueves pasado, la Asociación de Científicos de Física Nuclear de la Universidad de Chicago emitió una nueva llamada de alerta del llamado Reloj del Día del Juicio Final… el reloj que marcará la hora de la muerte en el Planeta Tierra.
El símbolo del Reloj del Día del Juicio fue asumido en 1947 por los científicos atómicos de esa universidad, ante la proliferación de armamento atómico.
Poco a poco, noticia tras noticia, y descubrimiento tras descubrimiento de nuevas tecnologías de muerte, ese reloj simbólico está marcando las horas, los minutos y los segundos que nos acercan a la hora posible en que se dará nuestra muerte.
En su anuncio del jueves pasado, esos científicos nos señalaron que, a estas alturas, el Reloj de Juicio Final se acercó a sólo 100 segundos del desenlace fatal.
Bueno, está claro que hay peligro. Pero esos mismos científicos saben que es posible hacer que las manecillas del reloj fatal no sigan avanzando, o incluso, que retrocedan un poco.
Al menos los más jóvenes siguen teniendo ganas de que todo cambie.
Hasta la próxima, gente amiga.
https://www.youtube.com/watch?v=X__1wDLicCw&ab_channel=ResumenTV