Por Ruperto Concha / resumen.cl
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La elección parlamentaria en Estados Unidos dejó atónitos a los políticos. Un opinante de Twitter dijo que la Ola Roja de los republicanos chocó con la Marea Azul de los demócratas… y, claro, azul con rojo, todos quedaron “morados pero no enamorados sino más bien amoratados”.
Los republicanos ganaron claramente en la Cámara, desplazaron a Nancy Pelosi de la Presidencia, que ahora asumirá el republicano Stephen McCarthy, y es posible, aunque no seguro, que ganen también la mayoría en el Senado. Pero, como fuere, las urnas mostraron que republicanos y demócratas quedaron demasiado cerca de un empate.
Todas las encuestas de opinión más prestigiosas de Estados Unidos, todas, coinciden en mostrar una incoherencia entre ese empate y la opinión de la gente sobre el gobierno demócrata y sus líderes.
La aprobación al presidente Joseph Biden oscila entre el 38% y el 40%. Y, según el Instituto Quincy de Washington, un 57% de la gente quiere que Biden busque una solución diplomática para terminar la guerra en Ucrania, incluso si hay que ceder territorios ucranianos incorporados a la Federación Rusa.
¿Por qué entonces la elección parece mostrar en cambio un 50% aprobación, incluso a su política exterior y la guerra?
Hay algunos hechos significativos. Quizás el más importante de todos haya sido la descolocación en que quedó el expresidente Donald Trump quien, para muchísimos militantes de su propio partido, ya debería desaparecer de las primeras planas.
El viernes pasado, la organización “YouGov”, de Florida, publicó una encuesta en el Partido Republicano sobre la posible candidatura presidencial en las elecciones de 2024. Y el resultado fue un 42% de apoyo al recién elegido senador Ron DeSantis, un 35% por Donald Trump, y un 23% para otras opciones.
Asimismo, la organización Breakin911 realizó una encuesta similar por twitter sobre un millón de personas registradas. El resultado fue de 70% en favor de Ron DeSantis y sólo 23% en favor de Trump.
Es decir, las bases republicanas están reclamando un nuevo liderazgo, cerrándole el paso al ya furioso y demasiado maltratado Donald Trump para la posible candidatura presidencial en 2024.
Y al otro lado, entre los demócratas, las tensiones entre los oficialistas y los progresistas están llegando incluso a generar la posibilidad de que el Partido Demócrata pueda llegar a dividirse generando el surgimiento de un Tercer Gran Partido que, desde ya, incluiría a más de una docena de los parlamentarios más populares y disidentes a la política exterior del gobierno de Joseph Biden.
Ello, en cierta medida, implica la existencia de un porcentaje importante de la ciudadanía de Estados Unidos que prefiere no votar ni por los candidatos de su propio partido ni, tampoco, por los candidatos del partido opuesto.
De ahí el “desinfle” del Tsunami republicano que soñaba con una victoria enorme y decisiva, y de ahí, también, que los votos perdidos por los republicanos no los captaron los demócratas.
Una encuesta de la Gallup, realizada hace ya dos meses, reveló que un 62% de la gente está descontenta con los manejos de los partidos políticos y considera necesaria la formación de un Tercer Partido. Más aún, entre los consultados que se declararon Republicanos, un 63% se declaró en favor de crear ese partido nuevo.
Entre las más duras críticas sobre el efecto del sistema bi-partidista de Estados Unidos, destaca la acusación, abundantemente documentada, de que tanto republicanos como demócratas reciben un enorme aporte financiero, rayano en el soborno, de parte de las enormes empresas fabricantes de armas que, obviamente, están interesados en mantener la política exterior militarizada, que incluye la guerra de Ucrania.
Pero esa política exterior de guerras incesantes parece estar provocando ya tensiones cada vez más fuertes entre Estados Unidos y la OTAN, frente a cada vez más gobiernos europeos supuestamente aliados, pero cada vez más disconformes. Turquía, Serbia, Hungría, Austria, Italia, y, ahora, Francia y Alemania.
Según el analista George Koo, del Asia Times, Alemania y Francia, siendo las dos naciones más ricas e industrializadas de la Unión Europea, ya están dando muestras de que no seguirán acatando ciegamente las decisiones de Washington que, para ellos, sólo se traduce en tener que comprarle más gas licuado y más petróleo a Estados Unidos, pagándole un precio ruinosamente caro.
De hecho, el primer ministro de Alemania, Olaf Scholz, sin consultarlo con Washington, el viernes 4 realizó una inesperada visita relámpago para reunirse con el presidente Xi Jinping y esbozar un programa de relaciones comerciales, tecnológicas y tácticas entre Alemania y China.
En la reunión fueron formalizados acuerdos comerciales inmediatos por más de 17 mil millones de euros, además de la aprobación de fuertes inversiones de capital de Alemania en nuevos proyectos industriales en territorio de la China.
Y rematando la amistosa reunión de los jefes de gobierno de Alemania y China, ambos suscribieron una declaración conjunta afirmando su compromiso en pro de un planeta multipolar, donde no sean aceptados súper poderes en lo económico, ni en lo político, ni en lo militar.
Es decir, una declaración conjunta chino-alemana en que, clara y abiertamente, ambas naciones rechazan la política internacional impuesta por el gobierno de Washington, que aparece ahora desafiando y violando hasta las más esenciales leyes precisamente de la economía liberal…
Y que, obviamente, está provocando con ello un descalabro generalizado más sobre sí mismo y sus aliados que sobre sus adversarios.
Entre las nuevas arremetidas de autoritarismo belicoso, Biden lanzó contra China un paquete de sanciones que bloquean en términos absolutos la venta y transferencia tecnológica relacionada con la producción de microchips para todos los aparatos que utilizan inteligencia artificial.
Según los estrategas de la Casa Blanca, estas prohibiciones tendrían por efecto paralizar la producción de la mayor parte de los aparatos de tecnología avanzada que utilizan miles de microprocesadores de tamaño microscópico, del orden de millonésimas de milímetro.
Pero esta prohibición, en pocas semanas, ha provocado pérdidas por más de un billón y medio de dólares, o sea un millón y medio de millones de dólares, pero no para la China sino para las empresas de Estados Unidos, Europa, Japón, Corea del Sur y Taiwan, productoras de microchips. Es decir, una vez más las sanciones impuestas por Joseph Biden, más que a sus adversarios, golpean a sus propios aliados.
En tanto, China ya ha avanzado en su producción local, con tecnología más avanzada que incluye el uso de sustratos químicos para microprocesadores fotónicos que funcionan más rápido y consumen menos energía que los que estaban siendo producidos en Occidente.
O sea, en un plazo quizás muy breve China y sus aliados no necesitarán la actual tecnología de Occidente. Y Occidente habrá perdido más de la mitad de su mercado.
¿No logra el gobierno de Estados Unidos entender que lo que necesita son amigos y socios, y no sirvientes asustados?
En tanto, en el lujoso balneario egipcio de Sharm el Sheik, junto al Mar Rojo, desde el domingo pasado se está desarrollando la COP-27… una nueva cumbre mundial en que 120 representantes de gobiernos del mundo tendrán su momento estelar para enfrentar el calentamiento global y el cambio climático.
Tendrán hasta el viernes 18 para diseñar una supuesta fórmula de salvación planetaria.
Es significativo que esta pomposa Cumbre Ecológica se esté realizando precisamente ahora, cuando la población del mundo acaba de superar los 8 mil millones de personas.
Según cifras del Banco Mundial, de estos 8 mil millones, estadísticamente, cada uno los 134 millones de habitantes de Estados Unidos vacia a la atmósfera 16 mil toneladas de emisiones de CO2. Totalizando 5.416 millones de toneladas anuales, lo que hace de Estados Unidos la nación más desmesuradamente polucionadora
Por su parte, cada uno de los 1.400 millones de habitantes de China emite 7.700 toneladas, totalizando 16.650 millones de toneladas. O sea, la mitad de polución por persona que de Estados Unidos. Pero son tanta gente que entre todos superan a Estados Unidos.
Tanto China como Estados Unidos ya han admitido la necesidad de que los países más ricos hagan fuertes aportes financieros para que los países más pobres puedan aplicar las políticas necesarias para frenar el recalentamiento.
Sin embargo, la posición de China ha sido clara en que sus aportes se harán con el criterio de “Sur-Sur”, eliminando las diferencias impuestas por Estados Unidos y Europa en términos de “países desarrollados” y “países subdesarrollados”. Además, China respalda la tesis de que los países más ricos deben compensar a los más pobres por el daño ambiental que han causado durante siglos de polución industrial.
Las discusiones van a ser duras y es poco probable que esta cumbre pueda realmente generar medidas concretas a nivel mundial.
Pero, como sea, ya ni siquiera los países más ricos y desarrollados están librándose de los desastres del cambio climático. De hecho, en Estados Unidos, por ejemplo, las terribles sequías que afectan ya por varios años al medio oeste, ya están secando los enormes ríos como el Columbia y el Misissippi, que dejaron ya de ser navegables para buques grandes.
Más aún, se está detectando el desplazamiento hacia otros estados de millones de familias arruinadas por la sequía. Oiga, una angustiada marcha de familias enteras forzadas a ser emigrantes dentro de su propio país.
Simultáneamente, el calentamiento de la atmósfera está aumentando la peligrosidad de los contagios y el carácter insalubre de aguas y los ambientes contaminados.
Es así que la gravedad de los efectos del cambio climático al fin está despertando conciencia en multitudes que antes parecían escépticas e indiferentes.
Un saludable miedo parece estar al fin estimulando las inteligencias.
¿Y la embestida de Estados Unidos contra Rusia?... ¿Y la guerra de Ucrania?... ¿Y la alianza del llamado “Occidente”?
¿Qué señales de paz parece estar sugiriendo tan tímidamente Estados Unidos ahora?
Quizás el momento de las definiciones fue el breve encuentro de los presidentes de China y Estados Unidos, en que, contra las afirmaciones de Biden, Xi Jinping reiteró que la alianza entre China y la Federación Rusa es férreamente firme y se proyecta hacia un gran futuro de defensa mutua y colaboración.
El oficial estadounidense David T. Pyne, es un importante miembro de la Fuerza de Tareas de Defensa Antiatómica, y esta semana él admitió, ante la prensa especializada, que, antes de las elecciones del 8 de noviembre, el gobierno de Joseph Biden había frenado el inicio de negociaciones de paz con Rusia, por temor a mostrarse débil en su política exterior, pero que ahora es el momento en que va a tomar iniciativas para una solución diplomática a la guerra.
Esto, en momentos en que el repliegue de la población civil y militar de Rusia en la ciudad de Kherson al oriente del río Dnieper se completaba sin mayor dificultad, aunque el aparato publicitario de la OTAN y el gobierno ucraniano presentaban la situación como una humillante derrota de las fuerzas rusas.
Según declaración del alto mando ruso, se trató simplemente de una operación táctica destinada a salvar vidas de la población civil, y que la parte de la ciudad que ha sido evacuada no ha sido ocupada por el ejército ucraniano que sabe que quedaría allí en situación muy vulnerable.
Sobre todo, la retirada rusa de un margen al otro del río Dniper respondió a las amenazas ucranianas de bombardear varias represas río arriba, lo que podía representar avalanchas e inundaciones violentas con grave peligro para la población.
En tanto, Rusia mantiene sus ataques contra la ya ruinosa infraestructura de Ucrania, con miras a paralizar el desplazamiento de tropas y el material militar ucraniano.
Por parte de Ucrania, las acciones se están limitando a disparar misiles y obuses de largo alcance contra localidades ocupadas principalmente por la población civil.
Es decir, el actual momento es en la práctica una pausa que al parecer está siendo bien aprovechada para iniciar conversaciones directas entre Washington y Moscú en las que Ucrania y la Unión Europea podrían cumplir una misión un poco más que decorativa.
Así, una vez más, vemos cómo la Historia de la Humanidad sigue andando paso a paso y como puede.
Una vez más los líderes del mundo están admitiendo que estamos ante el peligro de convertir el futuro en un tortuoso laberinto feo y hostil.
Y al parecer, poco a poco, hasta los más bobos se dan cuenta de que hay peligro.
Ya son varios los líderes y jefazos mundiales que se están dando cuenta de que hay que pensar antes de actuar, y después de actuar hay que volver a pensar.
Como decía el buen Buda Siddharta, actuar produce karma, produce destino. Y ese destino es el dharma, la realidad en que vivimos.
Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense.
https://www.youtube.com/watch?v=X__1wDLicCw&ab_channel=ResumenTV