Por Ruperto Concha / resumen.cl
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El jueves pasado la política amenazante de Estados Unidos y la OTAN en contra de Rusia, estuvo realmente a sólo unos segundos de que comenzara realmente la Tercera Guerra Mundial. Durante varias semanas se mantuvo una ridícula campaña de voceros de Washington y la OTAN en que se aseguraba que era inminente que Rusia lanzara una invasión a gran escala sobre Ucrania.
Como tantas veces antes, estas denuncias no tenían más respaldo que las opiniones emitidas por los servicios de espionaje occidentales, a partir de las maniobras militares del ejército ruso dentro de sus territorios, a unos 200 kilómetros de distancia de la frontera ucraniana. Se trataba de los ejercicios militares que todas las naciones realizan regularmente para mantener la capacidad combativa de sus fuerzas armadas. En el caso de Rusia, esas maniobras venían después de otras recientemente realizadas muy cerca de la frontera con Estados Unidos, otras en las islas fronterizas con el Japón y otras en la frontera sur que limita con los países del Cáucaso.
Además, por cierto, nadie se preguntó por qué y para qué podría querer Rusia invadir a Ucrania.
Durante más de un mes, barcos de guerra y aviones de la OTAN realizaron maniobras muy amenazantes en torno de las fronteras de Rusia, en el mar Báltico y en el Ártico. Aviones de la OTAN incursionaron incluso adentrándose en el espacio aéreo de Rusia, y por supuesto fueron interceptados de inmediato.
Buques de guerra estadounidenses y de otros miembros de la OTAN también realizaron maniobras amenazantes junto a las aguas territoriales rusas en el Mar Negro. De hecho, un crucero británico que había penetrado a aguas rusas fue obligado a retirarse a todo escape cuando un guardacosta ruso le disparó un par de granadas a pocos metros de la popa.
En tanto, Polonia pedía a gritos que Estados Unidos instale misiles atómicos en su territorio limítrofe con Rusia, y Estados Unidos ya había confirmado el envío a Ucrania de sistemas de misiles antitanque por un valor de 4.500 millones de dólares.
El martes 7, los presidentes Joseph Biden y Wladimir Putin tuvieron un encuentro virtual que se prolongó por dos horas. Lo que realmente conversaron se mantiene en secreto, pero quedó claro que Rusia no aceptará que Ucrania se incorpore a la OTAN, y que apoyará absolutamente a la población rusa que habita en las provincias orientales de Ucrania desde el siglo 18. De hecho, Putin reiteró que, si llegan a matar a un solo ruso en Ucrania, Rusia sí que actuará y de manera fulminante.
Biden, por su parte, advirtió a Putin que, si llegase a invadir a Ucrania, Washington aplicaría las más duras sanciones en su contra, incluyendo la paralización del gasoducto Nordstream 2 que abastecerá de gas a Europa. Y el asesor de seguridad de la Casa Blanca, Jake Sullivan confirmó, en todo caso, que las sanciones contra Rusia no serían militares ni aún si Rusia concretase la supuesta invasión a Ucrania.
Pero dos días después de esa conversación, el jueves 9, varios buques de guerra de la OTAN y de Ucrania realizaron maniobras amenazantes en el Mar Negro, frente a la costa de Rusia, aunque sin penetrar en sus aguas territoriales. Pero de pronto, un buque de guerra ucraniano tomó rumbo directamente hacia el estrecho de Kerch, entre Crimea y la costa asiática que ahora están unidas por un formidable puente carretero y ferroviario que además es ducto de electricidad, gas natural y agua potable, y que fue construido por Rusia ante el bloqueo impuesto por Ucrania para privar a Crimea de los recursos esenciales, incluyendo el agua.
Por supuesto, Rusia tiene control territorial sobre el estrecho, y, aunque permite el libre paso de naves comerciales, ha prohibido absolutamente el acceso de buques de guerra a esas aguas. Es decir, el avance del buque de guerra ucraniano era una amenaza y un desafío estruendoso, que lleva a suponer que los ucranianos suponían que Rusia no se atrevería a actuar en presencia de los buques de la OTAN.
Pero de inmediato torpederas guardacostas rusas enfrentaron al crucero ucraniano, mientras un par de cazabombarderos lo sobrevolaban. Le dieron un plazo de sólo 60 segundos para virar en redondo y retirarse. El plazo por cierto era brevísimo. El crucero ucraniano tuvo que forzar sus máquinas y alcanzó a obedecer, a la desesperada, justo en el instante en que el plazo terminaba.
La armada rusa hablaba en serio. Habría hecho pedazos al crucero invasor, a corta distancia y a vista y presencia de los buques de guerra de la OTAN.
Está claro que cualquiera intervención armada de la OTAN en ese momento habría llevado también a la destrucción de sus propias naves por el fuego de las bases de misiles rusos en Crimea. El número de bajas habría sido enorme, probablemente más de mil muertos…
O sea, la Tercera Guerra Mundial habría comenzado a partir de una estúpida fanfarronería.
Pero las fanfarronerías no escasean en Washington, y, a sólo 24 horas del incidente en el Mar Negro, el presidente Joseph Biden llevaba a efecto su tremendamente publicitada Cumbre Mundial Por la Democracia, sólo por Internet, claro, y por expresa invitación del que en Estados Unidos llaman el “POTUS”, o sea, el President of the United States.
Las invitaciones fueron enviadas a 110 países más un número indeterminado de ONG supuestamente comprometidas en intervenir políticamente en otros países, en “defensa de la democracia”, claro,como es el caso de la USAID, que ha financiado y organizado violentas operaciones insurreccionales contra gobiernos desaprobados por Washington.
Por supuesto Washington no invitó a los países que considera no democráticos, como es el caso de Rusia, Irán, Egipto, China y, por supuesto, Bolivia, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Honduras, el Salvador, Guatemala y Haití. En Europa, Biden excluyó a Hungría, pero en cambio sí incluyó a Polonia, aunque está implicada en gravísimos conflictos jurídicos con la Unión Europea. Además, sí invitó al ya impresentable autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó, a pesar de las denuncias en su contra, de corrupción, robos y tentativas terroristas, que han sido lanzadas por sus más valiosos colaboradores, que hoy lo están descalificando por completo.
Bueno, Joseph Biden también invitó a los emires petroleros árabes, aunque no se atrevió a invitar al heredero al trono de Arabia Saudita, pero sí invitó al sanguinario presidente y hombre fuerte de Filipinas, Rodrigo Duterte, quién está acusado de ordenar asesinatos en masa de personas bajo la figura de que se trataría de “pandilleros traficantes de drogas”. Asimismo, invitó al gobierno militarizado de Pakistán, y al presidente brasilero Jair Bolsonaro, sobre quien pesan gravísimas acusaciones de violación a los derechos humanos.
En cuanto a la Unión Europea, el presidente del Consejo de Europa, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyden, sólo harán acto de presencia por cortesía y se abstendrán de participar en cualquier compromiso.
Supuestamente, en sus dos días de duración los gobiernos y organizaciones participantes deberían intervenir aportando ideas al gusto de Washington para defender y perfeccionar la democracia en todo el mundo, y barrer con los gobiernos autoritarios.
Sin embargo, hasta el momento sólo se conoce el aporte que realizó el presidente argentino, Alberto Fernández, quien denunció, en defensa de la democracia, la participación de la OEA en operaciones claramente antidemocráticas como fue el caso del golpe de estado que derribó al gobierno del presidente de Bolivia, Evo Morales.
En su mensaje, el primer mandatario argentino destacó, con fuerza, que defender la democracia implica fundamentalmente rechazar la intervención extranjera, pues la democracia no se impone ni con sanciones económicas ni con la fuerza militar.
El mensaje del presidente Fernández recibió por supuesto enorme difusión periodística en todo el mundo, particularmente en Europa, pues al denunciar el intervencionismo antidemocrático de la OEA, implícitamente estaba denunciando el intervencionismo clandestino de Estados Unidos sobre las repúblicas latinoamericanas.
En fin la Cumbre ha concluido con una sesión plenaria sin acceso a la prensa. Y, en sus últimas declaraciones, el presidente Biden admitió que también la democracia de Estados Unidos tiene defectos, y que, como en el resto del mundo, es necesario que la ciudadanía, libre y plenamente, asuma con valentía la tarea de perfeccionar y defender la democracia.
Pero enfatizó también que Estados Unidos, fíjese Ud., es una nación que fundamentalmente exporta DECENCIA, sí, decencia, al resto del mundo.
Según informan las agencias noticiosas, al término de la cumbre Joseph Biden se veía demacrado, con accesos de tos, y al cubrirse la boca para toser se le veían manchas blanquecinas en su mano izquierda.
El uso de la palabra “decencia” como característica ejemplar de Estados Unidos, resultó muy desafortunada. En especial porque las presiones de Washington sobre Gran Bretaña justamente en esos momentos llevaron a que se autorizara, justo antes de la Cumbre Democrática, la extradición a Estados Unidos del periodista australiano Julian Assange, tras haberlo mantenido en prisión, en condiciones inhumanas, durante cuatro años, sin que hubiese cargo o acusación alguna en su contra en Gran Bretaña. En cambio, sí se había confirmado que la CIA había considerado incluso la posibilidad de asesinar a Julian Assange, en venganza por sus revelaciones sobre los crímenes perpetrados por Estados Unidos en el Irak y Afganistán.
Dentro de la misma Gran Bretaña y en todo el mundo, han estallado protestas por una acción corruptora de la justicia tanto en Estados Unidos como en Inglaterra, y por lo que es una violación flagrante a la libertad de prensa, que es condición esencial de una democracia sana.
Y otra coincidencia funesta es que precisamente ayer, 11 de diciembre, fue el siniestro aniversario de la matanza de campesinos, mujeres y niños en la aldea de El Mozote, en El Salvador, en 1982.
Esa bestial masacre masiva, fue acompañada de violaciones incluso de niñitas pequeñas que luego fueron asesinadas a culatazos en la cabeza. Los ejecutores de la acción criminal fueron efectivos del ejército salvadoreño miembros del batallón de élite “Atlacátl”, recién creado, entrenado y mentalmente acondicionado por Estados Unidos en la tristemente célebre “Escuela de las Américas”, donde se prepararon los efectivos para las más inmundas dictaduras de América Latina.
Detrás de la matanza del Mozote, y las acciones terroristas de la Contra en Nicaragua, estaba presente el agente israelita-estadounidense Elliot Abrams, quien inicialmente declaró ante el Congreso de Estados Unidos, que eso de la matanza era pura exageración y que todas las acciones clandestinas de Estados Unidos en América Central habían tenido un éxito rotundo y estupendo.
Sin embargo, las investigaciones internacionales pudieron confirmar la monstruosidad perpetrada en esa aldea, donde fueron descubiertos más de 300 restos humanos masacrados que exhibían huellas de las atrocidades descritas por los pocos sobrevivientes que habían logrado huir y ocultarse en la selva durante los dos días de matanza y violaciones.
En cuanto a los periodistas estadounidenses que cubrieron la noticia sobre la masacre y las investigaciones posteriores, Raymond Banner, del New York Times, y Alma Guillermoprieto, del Washington Post, sufrieron una dura persecución y que llevó al final de sus carreras profesionales.
El mismo Elliot Abrams fue luego recontratado durante el gobierno de Donald Trump para asesorar a Juan Guaidó, desde Colombia, en los intentos de derrocar al gobierno de Venezuela encabezado por el presidente Nicolás Maduro.
¿Se fija Ud., ¡qué fecha más terrible la que eligió el presidente Biden para su propuesta de “salvar la democracia”!
En términos de la “decencia” de la democracia estadounidense, el periódico digital The Intercept, con base en Brasil, publicó, sin comentarios, una lista de los tratados y acuerdos internacionales, que Washington invoca para justificar sus intervenciones militares “en defensa del Derecho internacional”, y que simplemente, Estados Unidos se ha negado a ratificar.
Y se trata de Tratados y Acuerdos Internacionales aprobados por la inmensa mayoría de las naciones, y a veces incluso firmados por representantes de Estados Unidos, que luego han quedado sin ratificar por el Congreso.
De los Tratados Internacionales aprobados por inmensa mayoría de las Naciones Unidas desde 1966, y que Estados Unidos se ha negado a ratificar, destacan 26 que son de máxima importancia, e incluyen por ejemplo…
El Tratado de 1973 que prohíbe el trabajo infantil. La Convención de 1979 que prohíbe la discriminación laboral y política contra la mujer. El protocolo de Derecho Internacional en justicia civil y derechos políticos, de 1989…
La Convención de los Derechos del Niño, de 1989. El Tratado de Roma para la creación de la Corte Internacional de Justicia, de 1998. El Protocolo Internacional que prohíbe la tortura, de 2002.
La Convención Internacional contra la desaparición forzosa de personas, de 2006, y los Acuerdos de París contra el cambio climático, de 2017…
La lista es muchísimo más larga, pero bastan esos ejemplos para comprobar que Estados Unidos no ratifica los tratados internacionales que después dice estar defendiendo. Es decir, el artículo publicado por The Intercept denuncia que en realidad Estados Unidos tiene muy poquita decencia que exportar.
Las condiciones estratégicas a nivel mundial están evolucionando muy rápido y en una dirección extremadamente desfavorable para Estados Unidos.
De hecho, las amenazas de Washington de paralizar el suministro de gas natural licuado de Rusia a Europa son en realidad amenazas más graves para Europa, especialmente para Alemania, donde el precio del gas licuado se disparó en alzas sucesivas que ya han casi duplicado el gasto de la gente.
Rusia, en cambio, ya comenzó a derivar masivamente sus exportaciones de gas hacia la India, por ductos a través de Afganistán y Pakistán. Además, por el reemplazo del carbón en China, ya se implica un aumento de sus compras de gas ruso en un volumen superior incluso al que compraría Europa.
Es decir, cerrar el mercado europeo para el gas ruso en realidad sería una sanción económica para Europa y no para Rusia.
Otra noticia reciente, publicada por el Asia Times, el Times de Asia, parece un bofetón contra el discurso estadounidense de proteger a Taiwan para que no se reunifique con China Continental.
Se trata de que, de acuerdo a las principales publicaciones financieras occidentales, en estos momentos las principales empresas de alta tecnología de Taiwán, incluyendo sus fábricas de microchips que de hecho dominan lejos los mercados mundiales, fíjese Ud., estarían en estos momentos elaborando un vasto programa de desplazamiento de sus centros de producción… ¡precisamente a China continental!
En realidad, el futuro parece estar generando sus propias condiciones, más allá de las esperanzas de los estrategas occidentales. Sin duda, ya la tesis del neo-liberalismo se derrumbó por completo, y, desde Washington a Pekín, toda la conducción de la economía ha vuelto a ser planificada y regulada por los gobiernos.
Eso, por cierto, no garantiza que la planificación de los gobiernos resulte buena y exitosa. Todo dependerá de cuán inteligente y realista sea cada gobierno.
En estos momentos, Estados Unidos está enfrentado a una inflación que no logra detener, que se está acentuando y los economistas están viendo como síntoma de una nueva debacle económica similar a la de 2008.
Y China, por su parte, está tratando de que el valor de yuan no se dispare a precios demasiado elevados por efecto de la depreciación del dólar.
¿Tendrán éxito las planificaciones económicas que desarrollen Washington o Beijing?
De lado y lado se multiplican los profetas que anuncian victoria y riqueza para sí mismos, y fracaso con pobreza para sus oponentes.
Hasta aquí la China parece ir ganando incluso en avances científicos y tecnológicos.
¿Es eso peligroso? ¿Es peligroso para quién?
Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense… ¡hay peligro!
Imagen: Joe Biden, presidente de EEUU. Archivo (Hakan Çopur - Agencia Anadolu) | Obtenida de aa.com.tr
https://www.youtube.com/watch?v=pZ45eT5X-5M&ab_channel=ResumenTV