PODCAST | Crónica de Ruperto Concha: Turbio presente

Por Ruperto Concha / resumen.cl Opción 1: archive.org Opción 2: Spotify https://open.spotify.com/episode/2KWfhWJplK8kVimI06bcpG?si=WxKrzE67QviZqq8VSy6TPQ&dl_branch=1 Este sábado, exceptuando a Estados Unidos, todos los países de la OTAN que mantenían tropas y personal en Afganistán pusieron fin a sus vuelos. Según Londres, los vuelos europeos y americanos lograron evacuar a 117.000 personas desde el 15 de agosto, cuando el Talibán asumió el poder en Kabul. Estados Unidos, por su parte, confirmó que continuará sus evacuaciones hasta el mismo martes 31, en que hará total su retirada, evacuando hasta 5.750 ciudadanos americanos y algunos miles de afganos colaboracionistas. En estos momentos, efectivos del Talibán mantienen un control completo en torno del aeropuerto, evitando aglomeraciones y verificando la identidad de los que tengan pase emitido por la embajada de Estados Unidos. Y, por supuesto, después del sanguinario atentado del jueves 27, perpetrado por los terroristas del Estado Islámico, la gente se muestra ahora más disciplinada y dispuesta a seguir las instrucciones del gobierno provisional Talibán. En realidad, el brutal atentado marcó un cambio de 90 grados de la percepción sobre el Talibán que habían estado difundiendo a través de la gran prensa internacional y muchos de los aliados de Estados Unidos. Los puntos de referencia cambiaron bruscamente, las responsabilidades se centraron en muchos responsables, y, sobre todo, fueron muchas las preguntas inquietantes que ahora se están formulando en todas partes. ¿Quiénes son esos fanáticos criminales del Estado Islámico K?... ¿Para qué realizaron ese ataque? ¿En qué plano quedan ahora las relaciones entre Afganistán y las naciones de la OTAN? ¿Cómo reaccionan los demás países islámicos del Asia Occidental? ¿Cómo fue que las fuerzas unidas de Estados Unidos y Gran Bretaña, que controlaban todo el aeropuerto y sus alrededores, fueron incapaces de evitar un atentado que mató a 180 o más civiles, incluyendo decenas de niños, además de 13 militares estadounidenses?... En realidad, todo lo que está ocurriendo en este instante es turbio, y también es turbio lo que vendrá después. Vamos viendo.   La sigla ISIS corresponde en inglés a Islamic State of Irak and Siria, una organización terrorista que inesperadamente apareció con decenas de miles de militantes perfectamente entrenados para el combate, dotados de excelente armamento occidental, abundantes provisiones y recursos operativos, además de centenares de camionetas blancas Toyota, nuevecitas, armadas en Arabia Saudita. Llamado también el “Daesh”, islámico, este movimiento lanzó un poderoso ataque sobre territorios de Irak y de Siria, aprovechando que el gobierno sirio estaba enfrentando la agresión militar lanzada por Estados Unidos durante el gobierno de Barack Obama. En su avance inicial, el ISIS o Daesh provocó terror por la brutalidad de su actuar sobre la gente en todas las zonas que iba dominando. Tras varias sangrientas batallas, el ejército de Irak, apoyado por fuerzas militares de Rusia, logró desalojar de Irak al ISIS que, ya muy debilitado, presentó sus fuerzas combatientes bajo la nueva figura de ser “rebeldes contra el gobierno sirio y defensores de los kurdos atacados por Turquía”. Bajo ese disfraz obtuvieron el apoyo y la protección de Estados Unidos en Idlib, un rincón del noroeste de Siria, donde han logrado prolongar la guerra. En esta etapa, el grupo pasó a ser calificado por Estados Unidos como “movimiento de rebeldes moderados”. El mismo núcleo islámico del ISIS reunió también a los musulmanes “wahabitas”, partidarios de la guerra santa, que antes lograron transitoriamente apoderarse del gobierno de la república de Chechenia, de la disuelta Unión Soviética, e intentaron extender su dominio hacia la vecina república de Daguestán, en la Federación Rusa, pero fueron luego derrotados por el ejército ruso. En los últimos cinco años, por medios inexplicados, un gran número de efectivos del Isis comenzó a desplazarse en grupos hacia las repúblicas islámicas del Cáucaso y también hacia Afganistán, donde anteriormente habían compartido el gobierno con el movimiento Talibán, en el que desembocaron en una cruenta guerra civil en que resultaron derrotados. La terminación K, de ISIS K, revela que pertenecen a la rama caucásica de Korassam, vinculada tradicionalmente al legendario “Viejo de la Montaña”, fundador de la secta de los Ashishin, o asesinos, que fueron pieza clave para la derrota de los cruzados cristianos y la liberación de Jerusalén, en el siglo XIII. Después de la invasión de Estados Unidos a Afganistán, en 2003, grupos de este ISIS o Daesh retornaron al país y llegaron a controlar hasta ahora las zonas dedicadas al cultivo de amapolas opiáceas. Es decir, el triunfo del Talibán representa una derrota del ISIS K y su posible aniquilación.   Ya entre el 15 y l8 de agosto, la prensa occidental había relatado con mucho placer y entusiasmo que había un sector de la nación afgana que estaba desafiando al naciente régimen Talibán… Y, oiga, ¡no se daban cuenta de que estaban refiriéndose precisamente al ISIS K! Más impactante aún, cuando el Talibán avanzaba por Afganistán, tomando el control de las ciudades, la periodista estadounidense Clarissa Ward entrevistó en Kabul al jefe del ISIS K en la provincia de Kunar. Y en esa entrevista, el comandante terrorista le anunció concretamente que estaban preparándose para dar un “golpe muy terrible” contra los talibanes en Kabul. La periodista entregó su información a través de la CNN, y está claro que no le hicieron caso. Únicamente los Talib, que así se llaman los miembros del movimiento Talibán, mostraron el peligro a los americanos, que no parecen haber atinado a tomar suficientes precauciones. ¡Más bien se produjeron fricciones entre los militares americanos y los británicos! Luego, el lunes 23 de agosto, el director de la CIA, Williams J. Burns, viajó secretamente a Afganistán para entrevistarse con el jefe máximo Talibán, Mullah Abdul Ghani Baradar. Posiblemente en esa reunión Ghani Baradar le proporcionó a Burns la información sobre el enclave del ISIS K bajo el nombre de Pajnishiris, y la ubicación de sus jefes en un enclave próximo a la frontera con Paquistán. Esa información fue la que permitió que el viernes 27, Estados Unidos pudiera dar muerte con un cohete disparado por un dron, a los dos jefes del ISIS K que planificaron el ataque del día anterior en el aeropuerto de Kabul.       Claramente, el atentado terrorista del 27 de agosto no apuntaba a matar o a derrotar a efectivos del Talibán. De hecho, al parecer ningún talib resultó herido. Eso, porque el sentido verdadero de aquella acción era crear una situación tal que el gobierno de Estados Unidos se viera forzado a anular o al menos postergar su retirada del 31 de agosto. Estados Unidos, así, quedaría una vez más como incumplidor de sus compromisos, se reiniciaría entonces la guerra contra los talibanes, y el ISIS K seguiría prosperando en las zonas que controla como un “súper cartel” de producción de drogas que, incluso recibiría también parte de las “coimas” pagadas por Estados Unidos para mantener contentos a los jefazos tribales. En tanto, para la gente común en las ciudades, se ha vuelto desesperada la absurda situación creada por el avance talibán, pese a sus declaraciones de unidad y sus llamadas a gentes de otros sectores políticos y religiosos. Por lo pronto, los empleados públicos afganos no han recibido sus sueldos en los últimos 3 meses, o sea, mucho antes de la llegada de los Talibanes ya estaban impagos. Y ahora, por el bloqueo impuesto por Estados Unidos a los fondos de la nación afgana depositados en bancos estadounidenses, que son más de 9 mil millones de dólares, ya ni siquiera los bancos afganos tienen dinero en sus cajas e incluso los cajeros automáticos están vacíos. Y, estrangulando aún más la situación de la gente, el miércoles pasado el Fondo Monetario Internacional paralizó la transferencia de 450 millones de dólares, pese a que ya había sido autorizada. Entre las medidas inmediatas tomadas por el gobierno talibán, se está logrando que la gente pueda cobrar hasta 200 dólares por semana para sobrevivir. La pregunta lógica en estas circunstancias es: “¿Qué pretenden Estados Unidos y sus socios al estrangular a la gente, provocando hambruna y fracaso social?... ¿Por qué crimen están estrangulando a un gobierno que hasta ahora no ha perpetrado ningún crimen?”... La respuesta a esa situación, obviamente la están dando otras naciones. En lo inmediato, Irán, pese a haber estado en guerra con Afganistán durante el gobierno anterior del Talibán, ahora ha reconocido al nuevo gobierno y ha ofrecido créditos para abastecimiento de alimentos y combustibles. Asimismo, la China ya anunció que reconoce al gobierno de unidad convocado por el Talibán y puede llegar a acuerdos para inversiones y créditos de gran importancia. Por su parte, Turquía ya está llegando a acuerdos que incluyen la administración y mantenimiento de los aeropuertos en Afganistán. Rusia, por su parte, ha mantenido su posición inicial de esperar prudentemente la formación de un gobierno de unidad anunciado por el Talibán, a la vez que se ha sumado a la decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para normalizar las condiciones básicas de vida de los afganos y prestar apoyo también a los miles y miles de evacuados que están buscando asilo en otros países.   Sin duda, la brutal presión de Estados Unidos y sus aliados, más la advertencia lanzada por el propio presidente Joseph Biden sobre futuros nuevos atentados terroristas del ISIS K en Afganistán, dentro de pocos días más, llevarán a muy corto plazo a una intervención de auxilio al gobierno, tanto en lo financiero como en el desarrollo de su productividad. De hecho, Afganistán tiene yacimientos muy ricos de los minerales llamados “tierras raras”, que son esenciales para la industria electrónica. Y, en el tono de creciente amenaza bélica que está asumiendo Washington ante China, es presumible que, si se mantiene la hostilidad y el estrangulamiento a Afganistán, será inevitable una intervención masiva de China integrando a Afganistán en la Ruta de la Seda, junto con Paquistán. Pero ya hay toda una gama de efectos secundarios haciéndose sentir en todo el llamado Oriente Medio. Por lo pronto, la Cumbre de Bagdad ha logrado producir un notable reencuentro entre las naciones del Oriente Medio, donde incluso se está reiniciando un diálogo positivo entre Arabia Saudita e Irán, que aparecían como enemigos irreconciliables, y donde la presencia del presidente de Francia, Emmanuel Macron, parece una verdadera alternativa a la ausencia del estadounidense Joseph Biden. En tanto, en Washington, la breve reunión del presidente Biden con el jefe de gobierno israelí, Neftalí Bennet, no logró ir más allá de lo protocolar. Claramente las posiciones de Israel y Estados Unidos han cambiado, sobre todo por el tema de los derechos humanos del pueblo palestino. En tanto, horas antes de la reunión con el mandatario israelí, ya fuentes del Pentágono habían informado que, tras los análisis técnicos, Estados Unidos había resuelto no materializar la anunciada compra del sistema antimisiles “Cúpula de Hierro” ofrecido por Israel, ello por considerar que su eficacia era insuficiente para interceptar misiles de alta tecnología. Por otra parte, el representante Peter Meijer, republicano, por Michigan, declaró en conferencia de prensa que todos los altos militares responsables de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, si tuvieran un mínimo sentido de la decencia, del honor y de la dignidad, debieran renunciar a sus cargos. Interrogado sobre la posibilidad de investigación y posible proceso de destitución del presidente Biden, el parlamentario señaló que se está estudiando esa posibilidad, pues el daño a la nación estadounidense y a sus fuerzas armadas ha sido dolorosamente grave, debido a la torpeza y la ineptitud del presidente y su equipo de gobierno. Peter Meijer, con su colega demócrata Seth Moulton, realizaron un no autorizado viaje a Afganistán, donde se percataron de la caótica situación que precedía al atentado terrorista del 27 de agosto. No obstante, la furia de la oposición en Estados Unidos, fuentes del partido republicano han señalado que destituir al P+presidente Biden, produciría que la vicepresidente Kamala Harris asumiera el mando de la nación, lo que, según ellos, sería caer de lo malo a lo peor. Como fuere, aún no se han publicado las últimas encuestas de opinión sobre el gobierno demócrata encabezado por Joseph Biden, pero, ya antes del desastre de Afganistán, las encuestas mostraban que el apoyo al presidente ya había caído por debajo del 50%.       En tanto, la vicepresidente Kamala Harris finalizaba su gira por los países del sudeste asiático, en procura de obtener al menos una promesa de alianzas con Estados Unidos en contra de China. En términos generales, la vicepresidente Harris fue muy bien recibida, y los jefes de gobierno visitados, sin excepción, expresaron sus más cordiales sentimientos hacia el nuevo gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, más allá de esas afectuosas declaraciones, Kamala Harris no logró obtener ni una sola declaración de un gobierno del sudeste asiático que fuera realmente un compromiso o una posibilidad de alianza contra China. Quedó así en claro, categóricamente, que ninguno de los países de esa región está dispuesto a tomar partido en un antagonismo belicoso de Estados Unidos contra China. Durante su visita a Vietnam, la vicepresidente Kamala Harris cometió la más infortunada de las equivocaciones posibles, cuando le mostraron el monolito recordatorio del lugar donde las fuerzas vietnamitas habían capturado al futuro senador John Mc Cain, cuando su avión fue derribado durante una misión de bombardeo sobre población civil. Ella creyó que el monolito era una muestra de respeto o de celebración, y se apresuró a depositar unas flores sobre él. Sus anfitriones del gobierno muy seriamente le indicaron que lo que allí se recordaba era la captura de un asesino de civiles durante la guerra de Vietnam. Y, en cuanto a una alianza de Vietnam con Estados Unidos contra China, le representaron que no parecía una idea verdaderamente comprensible.       Así, pues, el dramático triunfo del Talibán, siguiendo el acuerdo suscrito por el presidente Donald Trump y confirmado por el presidente Joseph Biden, está teniendo un efecto muy intenso que llega lejos más allá del Medio Oriente. Pero hasta ahora ese efecto aparece enturbiado por una maraña espesa de intereses estratégicos y comerciales en que participan demasiados jugadores con mucho peso en dólares y demasiados seres humanos con mucho peso en angustias y miserias. Todavía no se ve con claridad qué es lo que está ocurriendo. Cómo es ese “abuenamiento” entre iraníes shiítas y árabes saudíes sunnitas. Cómo las repúblicas islámicas del Cáucaso intervendrán en favor o en contra del Talibán. Estamos viviendo y viendo un presente turbio y peligroso… pero a partir de este instante, poco a poco comienza a dibujarse un futuro menos turbio, aunque todavía muy impreciso. En todo caso, está claro que Estados Unidos ya no tiene cómo seguir dirigiendo el futuro mundial. Y eso es particularmente grave para Israel, cuando el ex embajador de Estados Unidos, Charles Freeman, se atrevió a declarar, abiertamente, fíjese Ud, que: “Los intereses estratégicos de los americanos y los sionistas, ya dejaron de ser congruentes entre sí”.       ¿Será que en el horizonte comienza a perfilarse una Reforma Constitucional Planetaria?... ¿Será que las guerra pudieran ser prohibidas por ser demasiado estúpidas y polucionadoras? ¿Será que los imperios pasarán de moda para siempre? Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense. Los sueños son los que hacen la arquitectura del futuro.
Estas leyendo

PODCAST | Crónica de Ruperto Concha: Turbio presente