Vicente Lagos IslaPoco se sabe de los dueños de los terrenos donde se ubica el Santuario de la Naturaleza Península de Hualpén. Este santuario adyacente a la zona denominada como Concepción Metropolitano se encuentra actualmente amenazado por diversos proyectos empresariales que van desde lo turístico e inmobiliario, hasta la producción energética y el negocio salmonero. El problema es que este espacio es el único declarado como Santuario de la Naturaleza de la región del Biobío, constituyendo un espacio privilegiado de conservación de la biodiversidad, así como de acceso público en varios lugares que son utilizados por la población para la recreación y acercamiento al medio ambiente.
El Santuario es un área protegida creada el año 1976 y comprende una superficie de 2.662 hectáreas, abarcando toda la península. Sin embargo, solo 552 hectáreas, fueron cedidas a la ciudad de Concepción a principios del siglo XX por el latifundista Pedro del Río Zañartu. Todo el resto, es decir cerca del 80% del territorio está en manos de diferentes familias tradicionalmente acomodadas en la ciudad de Concepción que controlan los extensos fundos tales como Hualpén, Santa Eloísa, Las Escaleras, Chome, Perone, Ramuntcho y Lenga. Los dueños de estos fundos son las familias Price, Macaya, Echeverri, Perone, Yaconi y Navarrete Rolando.
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Esta última familia, la de los Navarrete Rolando, son los dueños de la empresa Agrícola Agrinama S.A. la cual presentó el proyecto inmobiliario Loteo Mirador del Alto, que pretende convertir parte del Santuario de la Naturaleza en una zona residencial. En específico, el lugar donde se ubica el Fundo Ramuntcho y la conocida playa del mismo nombre. De acuerdo a los documentos entregados por el representante legal de la compañía, Vicente Navarrete Rolando, serían cerca de cinco mil las personas que llegarían a habitar el lugar. Mientras que son cerca de 57 millones de dólares (unos 38 mil millones de pesos chilenos) de inversión del proyecto, además de ser cerca de 167 hectáreas del fundo Ramuntcho las intervenidas para convertirlas en loteos habitacionales, áreas verdes y calles para tránsito de automóviles. Un proyecto inmobiliario exclusivo y elitista, para los más ricos del Gran Concepción.
La familia Navarrete Rolando ha estado últimamente en la mira de la polémica. Esto porque también son los dueños de la empresa química e industrial Oxiquim, consorcio con sedes en la región del Biobío, Valparaíso y Antofagasta. Esta empresa, a pesar de que en su página web afirman estar “Comprometidos con la comunidad y el medio ambiente”, en la contingencia noticiosa han estado en la mira, por sus actividades en el complejo industrial Quintero y Puchuncaví, en donde se registraron graves intoxicaciones durante el año 2018.
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Durante la crisis socioambiental en Quintero la SEREMI de Salud de Valparaíso hizo varias visitas a diferentes empresas constatando dentro de su informe varios puntos, entre ellos que Oxiquim mostraba irregularidades en el uso de estanques de almacenamiento. En concreto guardaba sustancias químicas en estanques que no tenían las características de seguridad para esos elementos. Además, la SEREMI informó que se identificaron diferentes compuestos químicos altamente tóxicos en el aire de las comunas afectadas. Estos agentes eran nitrobenceno, tolueno, isobutano y metilcloroformo (tricloroetano). Este último capaz de provocar cefaleas, náuseas, vómitos, diarreas y mareos. Aunque posteriormente la SEREMI se retractó de su anuncio y Oxiquim negó la venta de este producto, existen anuncios registrados por medios de comunicación que mostraron la venta de este producto.
Oxiquim es propiedad de la Familia Navarrete Rolando, y su gerente principal es Fernando Barros Tocornal, abogado íntimamente ligado a la dictadura militar y Sebastián Piñera. Barros Tocornal, abogado de profesión, defendió a Pinochet durante su juicio en Londres, además de asesorar jurídicamente al presidente Piñera. Fernando Barros además fue gerente de Agrosuper mientras se desarrolló la crisis socioambiental en Freirina en 2012. También se destapó su relación de negocios durante más de una década con el actual marido de la ministra de Medio Ambiente Carolina Schimdt. Esto último demostró el conflicto de intereses de Oxiquim y el gobierno en el abordaje de la crisis socioambiental de Quintero y Puchuncaví.
La familia Navarrete Rolando, además, está relacionada con un proyecto Inmobiliario en los Bosques de Panul, el cual se instalaría en una de las últimas reservas de bosque nativo urbano en Santiago, comuna de La Florida. Según la organización Red por la Defensa de la Precordillera “En los albores de la dictadura, Vicente Navarrete Marinot, patriarca del clan Navarrete Rolando y amigo íntimo del general Pinochet, recibió todo el Fundo El Panul por 1 millón de pesos, en un remate a único postor, monto que reajustado al día de hoy sería como pagar 17 millones de pesos por 543 hectáreas”. La misma organización ha develado como el clan Navarrete Rolando a traspasado fraudulentamente la propiedad del bosque Panul entre diversas sociedades comerciales controladas por la propia familia, para así elevar el valor de su propiedad. Así, de costar 60 millones en 2001 pasó a costar 35.000 millones en 2011, haciendo inexpropiable por el Estado la propiedad para fines de conservación, por ejemplo.
El proyecto inmobiliario en el Bosque Panul, guarda cierta similitud con el proyecto inmobiliario que intentan instalar los Navarrete Rolando en la Península de Hualpén, porque ambos amenazan con intervenir zonas altamente prioritarias para la conservación de la biodiversidad. La familia de empresarios Navarrete Rolando cuenta con un prontuario medioambiental que tiene entre sus datos las polémicas actuaciones en la bahía de Quintero por la empresa Oxiquim y en el bosque de Panul en Santiago, ahora con su proyecto inmobiliario en la península de Hualpén.
Los intereses en relación al futuro de la Península de Hualpén están claros. Por un lado, una parte de la comunidad que busca su conservación y transformación en un espacio comunitario de educación ambiental y recreación consciente de la comunidad, así como un sustento económico a escala local para la población histórica de la Península conformada por las caletas Chome y Perone, así como por distintas familias con culturas campesina y lafkenche. Y por otro lado un empresariado ávido de generar negocios con una de las pocas zonas del Gran Concepción que aún conservan su naturaleza original, a través de diversos negocios.