Por un nuevo Contrato Social

altRousseau, plantea el problema “Como encontrar una forma de asociación que defienda y proteja, con la fuerza común, la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual cada uno, uniéndose a todos los demás, no obedezca más que a sí mismo y permanezca, por tanto, tan libre como antes”, y nos enseña que la solución la proporciona el contrato social o pacto social.

La historia de Chile muestra efectivamente que el orden político ha sido estable y duradero, pero que, con respecto a la soberanía popular, ha sido por más de un siglo un orden ajeno y cosificado. Pues, en las coyunturas constituyentes o reconstituyentes del Estado, nunca, ni en 1830 (cuando Diego Portales lideró el sangriento golpe militar perpetrados por sus generales títeres: Prieto y Bulnes, para inspirar luego la constitución antidemocrática de 1833), ni en 1925 (cuando un grupo de políticos liberales, designados por Arturo Alessandri tras un golpe militar llevado a cabo por la alta oficialidad del ejercito, redactaron la constitución política de ese año), ni en 1980 (cuando un grupo de políticos designados por el general Pinochet redactaron la constitución neoliberal) hubo efectiva participación ciudadana, ni deliberación informada del real potencial desarrollista del “orden” que así se imponía a todos los chilenos.

La ausencia deliberativa y soberana de la sociedad civil y/o la soberanía ciudadana fue, en los tres casos, más que notoria. Y los resultados netos del orden respectivos, a veinte o treinta años de instalado, han sido siempre los mismos: subempleo y marginalidad para la mayoría de los chilenos, “malestar cívico” general, rabia sorda en la juventud, consolidación ostentosa de las clases políticas (civil y militar) y, sobre todo, raquitismo y pobreza cívicas. Y cabe agregar en añadidura que, en los tres casos, el orden que establecieron fue impuesto destruyendo violenta y desconsideradamente el “proyecto de orden” que esgrimían sus adversarios políticos (que fue democrático liberal en el caso de Portales; democrático social en el caso de Alessandri, y democrático popular en el de Pinochet) en el cual la presencia protagónica y los valores sociales propios de la sociedad civil, la ciudadanía y la humanización, eran ostensibles y preponderantes.*

El régimen político formalizado por la Constitución Política de 1980 impuso el orden neoliberal, autocrático, plutocrático, militarista y antidemocrático que hoy rige a los chilenos, violando los derecho humanos y civiles de los que promovieron la reforma profunda del orden establecido en 1925, como siempre, caracterizado por la ilegitimidad del sistema, ignorando la deliberación y ejercicio informado de la voluntad soberana de la sociedad civil.

Hoy, existe un movimiento por una Asamblea Constituyente como la única forma en que el pueblo soberano y sujeto de derecho constitucional, manifieste su voluntad en la construcción de una nueva Constitución para Chile. Para realizar una asamblea constituyente no es imprescindible que ésta se encuentre señalada en la Constitución vigente. Al ser la expresión más acabada del ejercicio del poder constituyente originario y del poder soberano de los ciudadanos, es a éstos a quienes corresponde decidir el momento apropiado para elegir una, mediante sufragio universal, democrático, secreto, directo, representativo y participativo. Por eso mismo es esencial para que los chilenos vivamos en el país civilizado propuesto por nuestra historia patria, convocar ahora mismo a la Asamblea Constituyente redactora de una verdadera Constitución Política del Estado, que garantice los derechos humanos personales y colectivos, tanto los civiles y políticos, como los económicos, sociales y culturales, restableciendo la soberanía del pueblo chileno y del país Chile en lo internacional, para ser, no un enclave extranjero sino un país y una nación para siempre.

En nuestro caso, parece evidente que el escenario está puesto para una nueva Constitución y un nuevo consenso en el juego democrático.


Eulogio Palafox Tapia


*SALAZAR VERGARA, GABRIEL. Del Poder Constituyente de Asalariados e Intelectuales (Chile Siglos XX y XXI). 1ª Edición Santiago: LOM Ediciones, 2009.


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