Pueblo Mapuche y Dictadura: El fomento forestal y la represión a las comunidades

...Del Indio siempre altivo y siempre indómito, que supo vencer o morir al llamado de sus toquis y luego ceder paso a la civilización... (FFAA y Carabineros, 1973) 

La relación entre el pueblo mapuche y la dictadura militar, tiene, en cierto sentido, más de presente que de pasado. No solo porque las políticas de la dictadura pinochetista generaron en gran parte los actuales conflictos con el Estado chileno, sino porque de lo que la dictadura hizo con las comunidades como sujeto social, se supo poco, casi nada. Se sabe más bien, las consecuencias del avance de políticas neoliberales sobre el territorio indígena. Y ello se explica fundamentalmente por la brutalidad de la Dictadura en el campo, aniquilando y desapareciendo a una cantidad desconocida de mapuches, pues se suponía el peligro de las posibilidades de la formación de una guerrilla. Lo que por supuesto estuvo lejos de suceder.

No hay una historia oficial de como se comportó el aparato militar de la dictadura en territorio mapuche, las comunidades son sujetos inmediatamente anulados y ninguneados tras aplicárseles la lógica del enemigo interno, al denunciarlos de presuntos terroristas. Con esa calificación las FFAA hicieron lo que quisieron en los territorios, dejando tras su paso dolor e impotencia sobre familias que con suerte tenían una escopeta de caza.

Relatos como el del Lonko de Temocuicui, Victor Queipul, acerca de la inusitada crueldad de las FFAA con su familia, son un ejemplo de lo sucedido. El lonko señaló que a la llegada de los militares, tomaron a su madre y le metieron en la boca un tizón de fuego, a su hermana y hermano la amarraron a un peral plagado de hormigas durante toda una tarde y a él lo tiraron al monte. Tras los maltratos y torturas a la madre, hermano y hermana, les quemaron la casa. Lonkos, jefes de reducciones, comunidades y familias mapuche, integrantes de sociedades agrícolas fueron torturados, golpeados, amedrentados y también desaparecidos por la bota militar. La mayor parte de ellos sin paradero conocido aún. 

Un poco de historia: La división de la tierra y la propiedad privada 

No fueron precisamente los españoles quienes dieron los más duros golpes al pueblo mapuche. El Estado chileno, en un proceso que eufemísticamente se menciona como “pacificación de la Araucanía” que en someras palabras significó la invasión del ejército chileno al territorio mapuche, fue quien comenzó su proceso de pauperización de la vida de las comunidades.

La ocupación militar de la Araucanía consistió  en la invasión cultural y militar del territorio mapuche. La estrategia de Cornelio Saavedra, quien comandaba las acciones en primera instancia, consistían en atacar pueblos, robar ganados y quemar rucas y provisiones. Tras el inicio de la Guerra del Salitre contra Perú y Bolivia, el ejército chileno llevó sus fuerzas hacia el norte lo que dio la posibilidad a los mapuche de unirse – pues eran un pueblo, según señala José Bengóa, fundamentalmente descentralizado- contra la invasión del Estado chileno.

Tras la finalización de la guerra del Pacífico, el ejército se avocó a destruir y masacrar a la insurrección indígena bajo el mando de Gregorio Urrutia. Tras la derrota militar de los mapuche, que redujo considerablemente su población, el Estado chileno anexa sus tierras y les concesiona reducciones, entre las cuales coloca a inmigrantes europeos dejando aisladas a las comunidades. Lo que significó que los mapuche quedarán con menos del 5% de las tierras que ancestralmente les pertenecían.

La anexión del territorio significó también todo un proceso de la destrucción de la cultura mapuche. Ya no son las comunidades quienes cuentan con una propiedad colectiva, el Estado chileno entrega las tierras a los lonkos y el resto de la comunidad son copropietarios, lo que significa en términos jurídicos, propiedad privada. Se instala el concepto de propiedad privada en una cultura comunitaria y se les fuerza a vivir en minifundos, muchos de ellos infértiles y de climas difíciles,  separados de las relaciones de parentesco y étnicas que les permitieron una economía de subsistencia para obligarlos a adaptarse a las reglas que llegan a imponer los negocios de los colonos, vinculados al desarrollo del capitalismo criollo. Todo ello promovido por el Estado chileno: al año 1901 habían llegado unos  36.000 europeos al territorio ocupado, 24.000 contratados por la agencia de colonización y 12 000 llegados por sus propios medios.

De esta forma, el capitalismo occidental penetra las relaciones sociales de las comunidades mapuche. 

La relación con la UP 

Los mapuche no fueron la excepción dentro del proceso de organización política y social que se dio en la década del 60. Una variedad de organizaciones tenían cercanías con el Gobierno de la UP, pues veían en el Gobierno de Allende la posibilidad de resolver muchos de los problemas que los aquejaban relacionados fundamentalmente con los derechos ancestrales sobre territorios usurpados. Incluso candidatos mapuche por los partidos de la UP compitieron esa década en distintos escenarios electorales, lo que contrastaba profundamente con la tradicional hegemonía de los grupos oligárquicos de la sociedad chilena en territorio mapuche, que presentaban candidatos de la etnia pero bajo tutela de sus partidos.

La alianza con sectores de la UP tuvo en gran medida justificación, pues la mayor cantidad de tierras devueltas a los mapuche con la reforma agraria, se dio en el Gobierno de Allende.

Dentro de este proceso también, se dio el desarrollo de una fuerza social en el campo que fue apoyada por el MCR y el MIR y que jugó un papel importantísimo en el proceso de recuperación de tierras y organización del pueblo mapuche. Las corridas de cerco, símbolo del poder social en el campo, era la muestra de que los mapuche y los campesinos chilenos no se limitaban a esperar pasivamente la devolución de las tierras a través de la reforma agraria.

Pero no fue una práctica originaria de los mapuche, más bien, desde la instalación de colonos en territorio mapuche, las corridas de cerco eran prácticas propias de los recién llegados. Prácticas nefastas que se adueñaron de los mejores terrenos, amparados por la omnipontencia de la Dictadura. 

El DL 701 y la industria forestal. 

El Decreto Ley 701 es la ley de fomento forestal. Conspirada entre las sucias paredes de la dictadura, esta ley permitió beneficiar a la configuración de  los principales grupos económicos de la actividad forestal -Matte y Angelini- a través de subsidios, expropiaciones de terrenos entregados por la Reforma Agraria y ventas de terrenos a costos ridículos. Todo ello tras el traspaso de las empresas forestales del Estado a estos magnates a precios y en condiciones desfavorables para el erario público y el interés nacional chileno.

El DL 701 actuó bonificando el 75% de los costos de plantación, manejo y de administración, además de eliminar la tributación. Y en lo que concierne a los mapuche, la ley permitió a CONAF que expropiara terrenos afectados por la contrarreforma agraria a terrenos que eran habitados por comunidades campesinas y mapuche.

El negocio forestal se expande y crece gracias a la ley de fomento forestal del año 1974 influenciada por la Corporación Chilena de la Madera (CORMA) y presentada con el pretexto de recuperar y prevenir de la degradación los suelos. El mismo pretexto que utilizan actualmente para aumentar las plantaciones forestales a través de la prolongación de este nefasto DL 701, fomentando la plantación de  pinos y eucaliptus en medianos y pequeños propietarios y comunidades mapuche, a través de la bonificación de hectáreas plantadas. Lo que significa en términos sencillos la anexión encubierta de los territorios campesinos y mapuche al dominio de la industria forestal, evitando el conflicto de la propiedad de la tierra que ha ocupado los últimos años la relación entre empresas forestales y comunidades mapuche. 

Es por ello que cuando hablamos de mapuches y dictadura es imprescindible mencionar el descarado servilismo del Estado chileno hacia la industria forestal controlada por las familias Matte y Angelini.

Rukañanco, Yeupeko, Chequenco, Kaillin, Temucuicui. Pascual Coña, Nalcahue, Comunidad Juan Lincopan de Ranquilwe, Temulemu, Pantano, Didaico; solo por mencionar algunas, son comunidades afectadas directamente por la administración y apropiación ilegal de la industria forestal del territorio mapuche. Totalmente desconfiados de las instituciones chilenas y cansados de la complicidad de la justicia con terratenientes y empresas estas comunidades recuperaron y ejercieron control directo desde los gobiernos de la concertación, de sus territorios. 

La industria forestal es la principal responsable de las pésimas condiciones de vida actuales de las comunidades mapuche. Protegidos por la clase política de la derecha y la concertación que no han dudado al momento de aplicarles la herencia represiva pinochestista denominada Ley Antiterrorista.

La plantación extensiva de monocultivos de Pinos y Eucaliptus en un territorio usurpado a indígenas, no solo se ha adueñado de los terrenos más fértiles desplazándolos a los más erosionados, también ha agotado las napas subterráneas, contamina las aguas y envenena a las abejas con sus pesticidas, atenta contra la diversidad biológica y la soberanía alimentaria. Produjo oleadas migratorias y transformaciones culturales que dejaron a muchos mapuche como obreros forestales, con pésimas condiciones laborales.

En síntesis, atentó y atenta  contra la propia existencia de las comunidades mapuche. Y las chilenas.

Foto: Felipe Durán. 

[Video] RECUPERACIÓN TERRITORIAL - "La semilla castigada de la liberación mapuche

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