Por Ángel Sanhueza - Lyon, Francia / resumen.cl
Después de tres meses de movilización de los “chalecos amarillos” en Francia, un tiempo de reflexión se impone. Si bien había señalado en columnas anteriores que esta movilización acompañaría durablemente al gobierno de Emmanuel Macron, una constatación es necesaria.
Una movilización social, independiente de la amplitud que adquiera en un momento determinado, que no se proponga cuestionar, en el fondo, todo el sistema social, político e ideológico de las estructuras de dominación, no puede y no le es posible mantenerse indefinidamente en el tiempo. Una movilización que no tienda a agudizar las contradicciones de clase que subsisten en la sociedad, a un punto de crear un quiebre en el sistema, está condenada a obtener algunos logros parciales o mínimos, a mostrar que hay un estado de malestar social, sin llegar a crear las condiciones objetivas que le permitan alcanzar la plenitud de sus aspiraciones.
Una movilización de masas, más aún cuando ésta tiene una fuerte composición económico reivindicativa -independientemente de la composición social de quienes encabezan y participan del movimiento- que no lleva en su seno el germen de la transformación necesaria que la lleve a cuestionar el conjunto de las estructuras de dominación, no llegará a cambiar al conjunto de situaciones, coyunturales, que participan a la emergencia y mantención de estas movilizaciones, independientemente de la masividad que pueda alcanzar en un momento determinado.
El tiempo jugará siempre del lado de los poderosos en aquellos procesos en donde, por la inexperiencia, desconocimiento, la falta de una plataforma clara de reivindicaciones políticas, sociales y económicas que cuestionen el modelo de dominación imperante y fundamentalmente, de un instrumento que organice, conduzca y lo dirija este proceso, con lineamientos tácticos y estratégicos que permitan avanzar de manera coordinada a los diferentes referentes que al calor de la lucha se van formando, desarrollando y aglutinando, cada vez de manera más organizada.
El espontaneismo, es una corriente que puede convertirse en un caudal que arrase con las viejas y caducas estructuras de la sociedad, pero para ello debe convertirse en una fuerza organizada que abarque al conjunto de los dejados por cuenta, que pueda quebrar la unidad inter burguesa llevando a sus posiciones a los elementos vacilantes y todos aquellos que sienten la necesidad de las transformaciones propuestas, sean cuales sean las condiciones, la lucha de clases es un enfrentamiento entre fuerzas organizadas y coherentes en sus objetivos : Un movimiento social no es una revolución.
Los “chalecos amarillos”, han sido y son el reflejo de un malestar creciente en la sociedad francesa. Sin embargo, de igual manera por una parte de ellos, son la expresión de las condiciones de un mundo ganado por la ideología liberal e individualista, no podemos cerrarnos a esta realidad. El mundo moderno, este viejo influenciado por el racismo, el individualismo, el rechazo a lo diferente, machista y reaccionario, también se ha expresado y se expresa en las actuales condiciones, no de otra manera podemos interpretar el empuje y el avance de los partidos y movimientos xenófobos en muchas partes del mundo, incluida la primera potencia militar del planeta.
No podemos cometer el error de decir que el movimiento de los chalecos amarillos ha sido racista o xenófobo, sin embargo, en la amplitud de la convocatoria, hay sectores que sin señalarlo, son parte de esta otra realidad, que muchos rechazan y que la prensa y los medios de comunicación al servicio de los grupos de poder, han sabido poner en primera línea.
El movimiento de los últimos meses, nos ha mostrado el surgimiento de líderes naturales, fuertes personalidades, pero atención, fuertes personalidades individuales, donde sin organización no tienen control, sin una clara direccionalidad ideológica que pueda conducirlos más allá de un populismo blanco, anti partido, anti sistema y anti todo. Muchos movimientos en Europa se han levantado contra el sistema y al final han terminado casados con la extrema derecha, Italia es el ejemplo más claro. En América Latina, vemos como en Brasil un nostálgico de la dictadura brasileña es elegido presidente con un discurso reaccionario, machista y racista…
Es necesario mirar más allá de las solas fronteras que limitan nuestros pies y nuestra mirada, la globalización es una realidad que traspasa fronteras, estados y continentes y las ideas que conlleva también hacen parte de ese proceso.
En el corazón de Europa, en una tierra bañada históricamente de revoluciones y transformaciones sociales, ha latido fuerte un aliento de lucha, de movilización, de levantarse y salir a la calle, es posible que ese aliento se apague, es posible que una vez más el viejo modelo de dominación, resquebrajado por la crisis económica, por su falta de crecimiento sostenido, por su incapacidad de resolver la cesantía endémica, por el empobrecimiento de las capas más bajas de la sociedad, sometido a los ataques sostenidos de un mercado incontrolado e incontrolable, en su agonía, retome fuerzas para seguir sangrando a la humanidad, todo ellos es posible, como es posible también que el planeta todo entero se llene de “chalecos amarillos” y millones de dejados por cuenta salgan a la calle, se movilicen, se organicen y resueltamente le digan a los poderosos, como lo dijera Martí . “ Ha llegado la hora de los hornos”…