[resumen.cl] Estridente y absurda son cualidades de la situación generada por la Sexta fecha del Campeonato Mundial de Rally que desde este viernes se disputa en la región del Biobío y en la cual unos 52 pilotos recorrerán en sus vehículos 1.199 kilómetros en los siete tramos con los que cuenta la carrera fijada hasta este domingo 12 de mayo.
La comunidad penquista, se ha noticiado de este evento por la orquestada publicidad emitida desde los medios prensa respecto a sus potenciales beneficios y también por los atochamientos vehiculares agravados por la interrupción del tránsito en distintas arterias de la ciudad puestas a disposición de la competencia.
Para quienes observen los modos de gestionar una iniciativa empresarial ante el Estado, sin duda, esta competición se constituirá en un referente, pues, sin entregar ninguna garantía de utilidad pública ni argumento contrastable que lo justifique, las autoridades de la Región han gestionado una serie de medidas para su realización, todo ello de manera inconsulta a la comunidad y fuera de los protocolos de transparencia activa que debería seguir cualquier repartición estatal.
Nos hemos informado por afirmaciones del Seremi de Economía, Mauricio Gutiérrez, de la cantidad de dinero del erario fiscal destinado al mentado Rally: “Hemos hecho como Gobierno Regional una inversión interesante de unos mil doscientos millones de pesos para financiar la membresía [a la Federación Internacional del Automóvil (FIA)] de esta fecha” afirmó en la inauguración de la Feria Turística del Campeonato Rally Mobil 2019. Al respecto, ningún agente de la política oficial ha consultado, siquiera, qué garantiza que todo esto no sea más que un despilfarro de recursos públicos al servicio de quienes venderán servicios a la multitud de visitantes que ahora está copando hoteles, restaurantes y otros recintos privados. Ningún periodista ha preguntado si toda la faramalla desplegada no es otra cosa que un miserable velo para el viejo y conocido chorreo neoliberal que aplicado a este contexto se explicaría como: las utilidades para mi y las propinas para ti. Pareciera que el Rally constituye una entidad que no permitiese preguntas y menos impugnaciones. Toda esta aprobación, aparentemente unánime, se sostiene en una supuesta “oportunidad” descrita por Gutierrez como “la posibilidad de tener rendimiento económico para la Región del Biobío de corto plazo, como la ocupación hotelera, la venta gastronómica y la venta de servicios en general, pero también tenemos la oportunidad de hacer un retorno en el largo plazo que es posicionar la región y mostrarla a los casi 350 millones de personas que ven este evento de rally mundial”.
Estos hipotéticos 350 millones de seres que verán autos andar por vías de extracción de cosechas forestales, quizás no sabrán que una cantidad creciente de habitantes de las comunas por las cuales pasan raudos los héroes del motor no cuentan con provisión de agua potable de calidad y en cantidad adecuada a sus necesidades, producto de la actividad extractiva que ha abierto los caminos por donde transitan. Probablemente esbozarán una sonrisa irónica cuando sepan que en esta región y en este país hace décadas que no se fabrica ni siquiera un motor, pero que un montón de sujetos se asombran y gozan con la sofisticación tecnológica sin reservas ni dudas respecto a su impacto ambiental, dejando al juicio ético avergonzado ante el avance técnico.
Aunque en la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático COP21 de 2015, se establecieron compromisos obligatorios para los Estados partícipes -entre los cuales también figura el de Chile- tendientes a limitar el calentamiento global por debajo de los 2 °C, no se han establecido políticas efectivas de regulación de uso de combustibles fósiles y emanación de gases de efecto invernadero (GEI). Una expresión de esta carencia es que no se ha impuesto una moratoria al uso superfluo de combustibles en actividades como las que en estos días se desarrollan en la región del Biobío.
Por una parte el Estado chileno anuncia un compromiso mayor al exigido por la Convención en materia de mitigación del cambio climático y por otra financia y facilita la realización de un evento icónico del desinterés por el presente y el futuro colectivo, una suerte de rito históricamente reservado para quienes, pagando, se han arrogado el derecho de que la ciudad se vuelque a su disposición y, como efecto colateral, acorten las proyecciones de vida del ecosistema terrestre sometido a impactos acumulables que ya expresan su irreversibilidad.
Fotografía extraída de facebook.com/gobiernoregionaldelbiobio