Rechazo europeo a transgénicos incrementaría su cultivo en Latinoamérica

En Salud
Paula Correa / Radio Universidad de Chile El Gobierno de Irlanda del Norte anunció que prohibirá el cultivo de organismos genéticamente modificados o transgénicos al no apreciar “ventajas suficientes” en el uso de este tipo de variedades vegetales. Así se sumó a distintos países europeos que van constituyendo una verdadera tendencia, lo que ha llevado a empresas trasnacionales como Monsanto a asumir su pérdida en el Viejo Continente y buscar nuevos territorios para sus inversiones. Hace un mes atrás era Escocia la que anunciaba públicamente la prohibición de cultivos de alimentos transgénicos, derribando la línea favorable a la modificación que sostenía el Reino Unido como bloque integral. Hoy, Irlanda del Norte también muestra su rechazo. El ministro de Medio Ambiente norirlandés, Mark Durkan, afirmó que sigue sin estar convencido de las ventajas de este tipo de cultivos, por lo que considera prudente prohibirlos. Además, afirmó que están muy orgullosos de su entorno natural y su rica biodiversidad y de que se les perciba con una imagen limpia y verde, que prefiere conservar. Esta decisión es posible gracias al dictamen de la Unión Europea que permite que sus 28 miembros puedan adoptar su propia legislación en la materia. Para Lucía Sepúlveda, especialista en el tema e integrante de la campaña “Yo no quiero transgénicos en Chile”, los OMG (Organismos Modificados Genéticamente) van “en franca retirada en Europa”. “Se constituye ya como una ola verde, dicen los especialistas en Europa. Desde que la legislación permite que los países opten por ser países libres de transgénicos ya han tomado este camino Lituania, Irlanda del Norte, Escocia, Letonia, Francia y Grecia, y fuera de la Unión Europea está también Rusia que además prohíbe la importación, por lo que ya se puede hablar concretamente de una tendencia”. Justamente hace pocos días, Rusia anunció la decisión de excluir completamente los Organismos Modificados Genéticamente de la producción alimenticia nacional y, según las estadísticas oficiales, el porcentaje de OMG en la industria alimentaria rusa han disminuido del 12 por ciento al 0,01 por ciento en los últimos diez años. La situación es tal que empresas como la multinacional Monsanto anunció a inicios de año su retirada de este continente, reconociendo la pérdida de la inversión que realizó a través de diversas campañas de marketing, acciones de lobby y hasta procesos judiciales. El responsable de Relaciones Públicas de Monsanto para Europa y Oriente Medio, Brandon Mitchener, indicó explícitamente que no gastarán más dinero para convencer a la gente para cultivar. Sin embargo, Iván Santandreu, biólogo y cofundador de Chile Sin Transgénicos, afirmó que la empresa ahora busca invertir en África y América Latina, en una fuerte arremetida como si fueran una suerte de “patio trasero” para seguir expandiéndose con mayor facilidad. “Ellos salen de Europa, de los mercados donde la gente está más informada e inundan países donde las legislaciones son más laxas, donde pueden corromper el aparato político, donde pueden introducirse más fácilmente”, afirmó. Santandreu añadió que esto se ve en el caso de Brasil, donde nadie autorizó los transgénicos y de pronto estaban todos instalados, al inicio de forma ilegal. Lo mismo ocurrió en Bolivia y en Argentina, que tiene tremendos problemas con los transgénicos hoy, por el intento del cultivo de alfalfa. Las señales en América Latina parecen ir en la dirección opuesta, cuando, a inicios de septiembre la Intendencia de Montevideo Uruguay, suprimió el etiquetado obligatorio de OMG, con lo que estos alimentos vuelven a ser invisibles para los consumidores. A esto se suma el efecto del lobby de las empresas para incidir en las distintas legislaciones, por lo que ambos especialistas afirmaron que las organizaciones deben estar atentas ante la tramitación silenciosa de leyes que les permitan su instalación definitiva en la región.
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