Por Dr. Robinson Silva Hidalgo. UACh-Valdivia.
A inicios de agosto tuve la oportunidad de visitar las localidades de Laja y San Rosendo, en la Región del Bío-Bío, lo hice en el marco de un proyecto Anillo financiado por Conicyt (SOC1403 Patrimonio industrial: Formas de habitar colectivo en el sur de Chile. Aportes para su puesta en valor y recuperación integrada). La idea era conocer de primera fuente el rico patrimonio de la actividad industrial en la zona, particularmente en lo relativo a la vivienda y construcción de espacios sociales vinculados a ella; pero la sorpresa fue más allá de la promesa que anunciaba la recuperación de un nuevo espacio para su patrimonialización.
Confieso que llegué con la carga de las historias acerca de la represión en esa zona, allí fueron ejecutados y desaparecidos 19 trabajadores y campesinos tras el golpe de estado de 1973 (http://resumen.cl/2015/04/los-19-de-laja/). Los relatos e implicancias están detalladamente trabajados en el libro del destacado periodista Javier Rebolledo “A la sombra de los cuervos” (Ceibo, 2015), a ello sumaba los datos de la colusión del papel higiénico, famoso caso de corrupción empresarial que involucra a CMPC, la industria que habilitó en Laja una de sus instalaciones y que, entre otras acciones, levantó colegios, plazas y viviendas para sus trabajadores.
En efecto, casas tanto unifamiliares como pabellones fueron construidas por la empresa, constituyendo el “Recinto Facela”, el lugar tuvo épocas gloriosas, eso se ve; un bello estadio, parques, servicios públicos y viviendas de gran calidad para los trabajadores de la Papelera controlada por el grupo Matte. Los arquitectos Pablo Fuentes y Leonel Pérez, parte del mismo proyecto Anillo (las fotos son de su archivo) han estudiado el conjunto habitacional producido allí, definiendo el rol de la empresa en la generación de espacios adecuados para el trabajo industrial.
Hoy, la empresa ha decidido demoler este espacio habitado, las razones son, como era de esperarse, una serie de argumentos tecnocráticos (http://latribuna.cl/noticia.php?id=MzE4MA==). Ahora bien, más allá de las excusas, la reflexión nos viene dada por diversas vertientes, una y la primera, es la falta de compromiso con su pasado por parte de la misma empresa, en diversos lugares del mundo conjuntos como estos son presentados como aportes de los privados a las comunidades, se ve que este no es el caso y solo se privilegia la razón técnica. Extraño, cuando el cuestionamiento a esta contaminante instalación es apabullante, es decir, ni tan solo por razones de relaciones públicas, ni por borrar su pasado golpista y represivo, ni por acallar las críticas por colusión se decide adoptar una compensación a una de las localidades más reconocidas (y afectadas) como productoras de la celulosa y el papel en Chile.
En otra parte del análisis reconocemos la fragilidad o, derechamente, la impotencia del estado para generar políticas que vengan aprovechar la vivienda construida, ¿o acaso al municipio de Laja le sobran las casas?, definitivamente no según lo que pudimos ver en nuestra visita. ¿Cómo no molestarse entonces, cuando vemos a tanto político llorando por los campamentos irregulares en el país, por la falta de recursos para generar viviendas sociales, a tanto poblador movilizado y, lamentablemente, reprimido por conseguir ese derecho social básico que es la vivienda?
Por último, profesores como los que asistimos a este terreno, sumidos en el trabajo por valorizar los espacios populares y convertirlos también en patrimonio, pero patrimonio popular, que además tenga un uso y un valor capaz de relevar a los verdaderos constructores/as de la historia de Chile, las clases trabajadoras, las clases populares de una región rica por su tradición industrial y obrera. Sin embargo, tanto el estado como la empresa privada vuelven a dar la espalda a quienes han sido los hacedores de su fortuna actual y el poder que detentan. Antes los mataban, ahora derrumban su pasado material, sus casas, parques y escuelas, mañana qué ¿desaparecerlos de la historia para siempre?
Las imágenes hablan por sí solas, les dejo un registro de la –finalmente- indignante visita a Laja.