Recopilan y publican poemas del tomecino Vladimir de la Concha

Erasmo Vladimir de la Concha Torres llegó a este mundo el 26 de noviembre de 1940, un brillante martes de primavera en el antejardín de la casona Hinrichsen -de calle Nogueira nº 1281- en su amado Tomé; lugar por el cual iba pasando su madre en el instante mismo de su alumbramiento. Quizás desde este contacto primitivo y abrupto con la naturaleza, germina la inspiración de este poeta: quien canta al mar, la naturaleza, lo humano, lo divino y la espiritualidad, presentando -a su vez- una poesía crítica, existencial y hasta antisistémica; un narrador de impactantes e increíbles historias. En la actualidad, la casona -anteriormente señalada- alberga el Centro de Educación Integral para Adultos “Poeta Alfonso Mora”. Complementando su quehacer literario, don Vladi, es un connotado y reconocido pintor y letrista, quien -próximo a cumplir 82 años- aún se desempeña realizando todo tipo de carteles y letreros para diversos comercios y emprendimientos familiares de la comunidad tomecina. Ángela Sáez Realizó sus estudios primarios y secundarios en la Ciudad de Tomé, en el Liceo República del Ecuador y el Liceo Vicente Palacios Valdés, respectivamente.Siendo muy niño; y en sus palabras: desde los seis años ya sentía una afición muy marcada por la literatura y las artes plásticas. Su padre Juan de la Cruz y su madre Rosa Torres fueron sus principales alicientes; anecdóticamente sus inicios como escritor fueron como cartero celestino; escribía y entregaba cartas entre enamorados a cambio de retribuciones económicas, con las cuales compraba materiales para ejecutar dicho oficio: esquelas, sobres y plumas de escritura, además de solventar la manutención de sus requerimientos esenciales. Cabe también mencionar y destacar su gran trabajo como rotulista o letrista de carteles -oficio adquirido en su paso por Santiago de Chile, en la década de 1960-; realizando trabajos de letreros publicitarios a gran escala a empresas como: Yansen, Sicafé, Geniol, Cinzano y una gigantografía del cantante y actor mexicano Pedro Vargas, para su presentación en el Teatro Caupolicán. En este mismo paso por la capital, pudo compartir con artistas integrantes del Círculo de Bellas Artes de Tomé, entre ellos: Hugo Flores, Edgardo Inzunza, Rafael Ampuero, Alfonso Alcalde, Alejandro Reyes y Alfonso Mora, quienes fueron sus maestros en el ámbito artístico y amigos en lo personal. Estas dos vertientes artísticas que don Vladimir de la Concha ha desarrollado, lo posesionan como un hombre de una gran sabiduría, imaginación y astucia; en palabras de antaño es un hombre de mundo y se instala -sin lugar a dudas- en el medio artístico local y nacional. No obstante, y ante las disímiles vicisitudes que ha tenido que atravesar durante su longeva vida, la escritura ha sido su aliada y compañera para expresar sus dolores y alegrías. En ella podemos encontrar principalmente una dimensión personal/autobiográfica y otra inventiva, donde nuestra ciudad -Tomé- es el elemento transversal que se despliega en prácticamente todo su contenido poético. Vladimir de la Concha “El Vladi”- como le gusta ser mencionado- representa un tesoro humano vivo, parte del patrimonio cultural de la galaxia tomecina. Parece paradójico que, pese a su prolífica creación poética, nunca haya sido publicado -hasta hoy- un poemario con su trabajo. El rescate de su obra -repartida en diferentes cuadernos y hojas sueltas- que ha trascendido al paso del tiempo, cambios de casa y demás pormenores, nace de la necesidad de reconocer su trabajo y relevante figura dentro del quehacer cultural de Tomé. En pocos días se logró la recopilación, recuperación, lectura y transcripción de sus poemas, los que en su conjunto configuran este Poemas del Vladi, para mi pueblo. En su poemario se instalan los tópicos de la naturaleza, la ciudad, los amigos, la familia, el amor, el mar y los diferentes estados del espíritu; los cuales sintetizan la obra poética de este trovador de lo cotidiano y lo divino, enalteciendo principalmente el paisaje y a los y las habitantes de su “pueblo”. Esta inspiración puede ser definida desde el concepto de topofilia expresado por el geógrafo chino Yi- Fu Tuan, quien sugiere que los seres humanos sienten -y muchas veces experimentan- fuertes emociones con respecto a los lugares que han visitado o vivido: el amor por el lugar que nos es familiar, porque es nuestro hogar, o porque representa el pasado, o porque suscita el orgullo de la propiedad o la creación; el apego emocional al territorio hecho versos, y es eso lo que entrega el Vladi en esta nueva página de su vida.. Vladimir de la Concha .  
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