Conocí a Nelson Schwenke en Londres a comienzos de los ochenta. Fue en una peña y le manifesté mi admiración por su trabajo con Marcelo Nilo. Sus trabajos (junto a los de Santiago del Nuevo Extremo, Eduardo Peralta, Capri, Isabel Aldunate, Patricio Valdivia, entre otros y otras), nos llegaban por casetes que traían compañeros y compañeras que viajaban desde Chile. Verdaderos/as Chaskis que transmitían junto a algunas revistas como “La Bicicleta”, la cultura de la resistencia a la dictadura. Recuerdo que en esa peña me pidieron que cantara y canté la “Canción pa´ la más chiquitita de todas”, que era mi caballito de batalla y Nelson la comentó favorablemente, lo que fue un gran aliciente para mi labor un tanto solitaria. Al día siguiente nos encontramos en una galería de arte en el este de Londres, donde se exhibía una exposición de fotografías de Tina Modotti y Frida Kalo. Éramos jóvenes y queríamos otro destino para nuestro país. Nos abrazamos y pasaron algunos años cuando nos volvimos a ver en Chile.
Nelson y Marcelo, con una generosidad que pocas veces se ve entre los artistas, me invitaron a tocar con ellos en el “Café del Cerro”. Luego me invitó al mismo lugar Payo Grondona. Cada vez que oía a Schwenke & Nilo, me sentía cada vez más de regreso en Chile.
Recuerdo una vez en las Ostras Azócar en que estaba sentado junto a mi amiga, la periodista María Eugenia Meza y así se lo dije. Había algo en las letras (muchas de ellas del poeta Clemente Rideman, otras de Nelson), en las melodías, en las armonías de las voces, que me hacían disfrutar mucho mi regreso a Chile, luego de 20 meses preso y diez años en el exilio. Escuchaba esas canciones y eran razones para estar contento y de vuelta en Chile mil veces más poderosas que cualquier discurso político. Pero como no todo iba a ser tan serio, estaba el incomparable humor de Nelson. Un nivel de sutileza en sus ironías que ya se las quisiera cualquier cronista. Poco a poco iba hablando y la gente iba cayendo de sus asientos llorando… pero de la risa.
Luego nos fuimos alejando. Recuerdo que como señal de nuestra lejanía nos encontramos una vez en la puerta de la Escuela de Ingeniería de la U. de Chile. El venía muy entusiasmado a cantar, yo ya había cantado y me iba de allí. Nelson me dijo que venía de un acto contra la drogadicción. Yo le dije que esperaba a un amigo que me traía un pito pal frío. Nos reímos harto. En otra oportunidad vi a Nelson entre el público del Teatro Municipal de Valparaíso, yo daba un recital allí con “Los Ex –Animales Domésticos”. Entonces, recuerdo que pude decirle a ese teatro lleno, que entre el público estaba Nelson Schwenke, quien junto a Marcelo Nilo, me habían acogido en Chile con mis canciones cuando era un absoluto desconocido.
Cuando a Joan Turner, la viuda de Víctor Jara, le dieron la nacionalidad chilena, en un acto en La Moneda, de nuevo me encontré con Nelson. Él le dijo a la Presidenta que sabía que ella cantaba “Sopas de Margarita”. Ella rió y le dijo que la cantaba siempre en sus vacaciones. Yo también metí mi cuchara y le dije a la Presidenta que había compuesto una ranchera que llevaba por título “Michelle y Los Pingüinos”. Ella se rió y me dijo: “No quiero saber de qué se trata”. Estábamos en La Moneda, en la casa del gobierno de Chile y se hacía justicia y se concedía la nacionalidad chilena a una gran amiga de este país, a una chilena de siempre, a la Joan. Y allí estaba Nelson. Era la penúltima vez que lo veía y nos abrazamos como siempre.
En junio del año pasado lo vi en una barricada en Brasil con Huérfanos. Los estudiantes gritaban por una educación digna. Y con Nelson reímos gritando “vamos compañeros, la educación chilena no se vende, se defiende”. Nos despedimos, sin saber que era última vez que estaríamos juntos.
Ahora la barricada no está, Nelson no está, pero nos dejó muchas canciones para las futuras barricadas. Las locutoras de televisión sudan la gota gorda para pronunciar su apellido. Sus canciones no están en la tele. Él cantó contra el apagón cultural y contra una cultura sin contenido. Schwenke & Nilo, como tantos y tantas, fueron excluidos de las pantallas de la Democracia. Creo que fue Julio César Rodríguez el que los llevó a un programa en 2006, “La Tele o Yo” y, según decían, era primera vez que estaban en la televisión. Creo que después Ximena Torres Cautivo también los llevó a otro programa.
Que no sean más tocados en las radios o que no estén en la tele no puede ser considerado “el pago de Chile” a uno que desde la guitarra luchó por la libertad de Chile. Fue “el pago del poder de la tele”, porque “el pago de Chile” para Nelson es el pago de su gente que amó a su música y su poesía. De su gente que hoy y siempre levantará su guitarra llameando como una bandera más en todas las barricadas.
Por Mauricio Redolés
El Ciudadano Nº128, primera quincena julio 2012
Video presentacion solidaria de Schwenke y Nilo en Lota tras el terremoto del 27/F
Chile: El último y masivo adiós a artista Nelson Schwenke (+Video)