Recorriendo nuestro pasado remoto en la Región del Biobío

Katherine Cisterna C.* / resumen.cl La región del Biobío posee una historia geológica que data desde el Paleozoico y en sus sedimentos se encuentra escrito parte de nuestro pasado paleontológico más remoto. Muchas veces hemos transitado por los alrededores de Concepción sin percatarnos siquiera que parte del suelo que estamos pisando, pudiera tener en ocasiones hasta 66 m.a. [millones de años]. Al igual que la región de Magallanes, la del Biobio es una de las regiones de Chile en donde afloran depósitos que datan del último lapso de tiempo en el que vivieron los dinosaurios. A diferencia de Magallanes, aquí no existen registros de dinosaurios pero sí de reptiles marinos, convirtiéndose así en la región en donde se han encontrado la mayor cantidad de hallazgos de plesiosaurios del Cretácico Superior en Chile. Nuestro viaje comienza en la Formación Quiriquina, depósitos en donde se han encontrado reptiles marinos como los plesiosaurios y que afloran en sectores como Cocholgüe, Talcahuano, Santa Sabina e incluso en el centro de Concepción. La Formación Quiriquina es un referente a nivel mundial, puesto que aporta nuevos antecedentes sobre el límite Cretácico Paleógeno por el hecho de albergar una fauna muy diversa, tanto de invertebrados como vertebrados marinos. Especies como el Aristonectes quiriquinensis hallado durante el año 2009 en caleta Cocholgüe, algunas tortugas marinas, mozasaurios, bivalvos, gastrópodos, aves e incluso restos de troncos fósiles, nos hablan de un ambiente de tipo marino costero en el que el nivel del mar estaba por sobre lo que observamos hoy en día. Su importancia queda de manifiesto en los escritos de Charles Darwin (1847) quien visitó la Región y realizó observaciones en Isla Quiriquina y también en los escritos de Claudio Gay (1848) en donde se realizan las primeras descripciones de plesiosaurios y cuyos estudios han continuado posteriormente por otros investigadores. Hay mucho que aún no se ha esclarecido sobre esta Formación, como por ejemplo, la presencia de algunas especies marinas de amonites (cefalópodos con concha) propias de Europa y Australia, las que han sido halladas también en esta Formación, desconociéndose el origen de como habrían llegado hasta nuestras costas. El plesiosaurio de Cocholgüe y los mitos urbanos Durante el año 2009, un grupo de estudiantes y de investigadores del departamento de Geología de la Universidad de Concepción en conjunto con la Universidad de Heidelberg de Alemania, realizaron la extracción de un esqueleto casi completo de un plesiosaurio al que denominaron Aristonectes quiriquinensis. Siete años antes, su cráneo había sido encontrado a un par de metros de éste, y posteriormente se pudo establecer que pertenecía al mismo individuo. Los plesiosaurios corresponden a reptiles marinos del Mesozoico que poseían largos cuellos y colas alargadas. El hallazgo de este “plesiosaurio aristonectino” causó gran impacto a nivel mundial puesto que correspondía a una forma muy diferente a las que se conocían en ese momento en el mundo. El Aristonectes quiriquinensis poseía un aspecto más robusto, un cráneo de mayor tamaño y cuellos largos pero reducidos en número de vértebras en comparación con los elasmosáuridos del hemisferio norte. [caption id="attachment_59212" align="aligncenter" width="760"] Mural de plesiosaurio en el Puerto de Lirquén. Por Dániel Bajor[/caption] El hallazgo en 2003 del cráneo del A. quiriquinensis coincidió con el de un plesiosaurio con similares características en playa La Cata, el cual fue descubierto por un niño que entonces tenía 12 años de edad. Desde entonces, el mito que ronda en torno a este sitio es tal que incluso en la playa se deja ver un mural de un plesiosaurio que fue pintado junto al Puerto de Lirquén y que ya ha pasado a formar parte de la identidad de esta playa. Cuentan los pescadores que este animal ha sido visto en sus botes y que se deja ver con marea muy baja, la cual se da en una o dos ocasiones al año, razón por la cual sería un impedimento para que otros puedan verlo. Durante algún tiempo atrás con un grupo de investigadores realizando un recorrido se logró dar con el paradero de otro plesiosaurio que también había sido visto por otros investigadores pero el plesiosaurio bajo el agua, jamás se dejó ver. La riqueza paleontológica alimentada por las historias de los lugareños ha dado pie al interés de estudiantes de geología y de comunidades como las de Lirquén los que en conjunto realizan recorridos en ocasiones contándoles a los turistas y visitantes sobre la riqueza paleontológica de este lugar. Un dato anecdótico es la presencia de una lugareña en el sector de Cocholgüe en Tomé, a la cual se le conoce por alertar a carabineros cada vez que aparece alguien con martillo geológico en mano en el sector en donde se encuentran las rocas fosilíferas de la caleta. A más de algún investigador le ha tocado dar excusas por causa de esta lugareña. Otro de los mitos urbanos que rondan por la región, corresponde al del plesiosaurio de Isla Quiriquina en Bahía las Tablas. Cuenta la leyenda que el Dr. Medardo Urbina Burgos que siendo estudiante de la carrera de Biología de la Universidad de Concepción el año 1973, poco después del golpe militar y junto al profesor Lajos Biro Bagoski y otros estudiantes de la carrera de aquella época, (que por cierto, algunos son académicos de la Facultad de Ciencias Naturales en la actualidad) se encontraban realizando un terreno en Isla Quiriquina en el cual tenían como tarea buscar 10 fósiles cada uno en perfectas condiciones. Cuenta el Dr. que luego de realizada la tarea se dispuso a buscar holoturias y accidentalmente dio con un espécimen completo de plesiosaurio. La historia sigue rondando los pasillos del departamento de geología en la Universidad de Concepción y quienes pasamos por ahí hemos escuchado más de alguna vez esa historia. Pero al igual que con el plesiosaurio de Lirquén, no se le ha vuelto a ver. Pero el recorrido no termina aquí y las historias continúan. Pasamos por Calle Rengo esquina Heras en Concepción en donde se encuentra el cerro Amarillo. Años atrás se realizó una denuncia por parte de vecinos del sector al Consejo de Monumentos Nacionales debido a la construcción de un edificio en donde producto de la misma, habría aparecido material paleontológico. Al llegar al lugar efectivamente había material pero producto de la remoción del cerro, casi todo se encontraba fragmentado. Frente a este edificio por calle Rengo, se realizaba la construcción de otro edificio y decidimos ir a mirar. Al entrar nos percatamos que la excavación que realizaban para las fundaciones del edificio se encontraba repleto de improntas de hojas probablemente procedentes de Formación Curanilahue, la cual yace sobre la Formación Quiriquina. [caption id="attachment_59214" align="aligncenter" width="760"] Angiosperma de Formación Curanilahue. Por Katherine Cisterna[/caption] La Formación Curanilagüe al igual que Quiriquina aflora también en algunos lugares de Concepción. De acuerdo a los antiguos mapas de suelo de fundación de Concepción, las rocas sedimentarias clásticas del Cretácico Terciario y Cuaternario, abarcan un pequeño sector de calle Heras por donde además aparece señalada la Falla La Pólvora. Hacía el Este afloran estos depósitos en el Cerro La Pólvora, Cerro Chacabuco frente a laguna Lo Méndez y Cerros aledaños a Laguna Lo Galindo. Por ahora el viaje llega hasta aquí. Dejaremos historia para otra ocasión y continuaremos adentrándonos en el pasado recóndito de nuestra región. * Paleobióloga. Curadora del Área de Ciencias Naturales del Museo de Historia Natural de Concepción
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