Por: Rebrote Feminista
El triunfo y consolidación del sistema capitalista, trajo una serie de consecuencias nefastas, entre ellas la destrucción de los territorios justificada en la idea de superioridad frente a la naturaleza. A lo anterior, se suma el despojo territorial histórico y actual de miles de comunidades de personas que deben abandonar sus lugares, porque algún interés capitalista puso ahí el ojo. O bien, si no hay despojo, se les condena a vivir en ambientes altamente contaminados lo que a la larga produce enfermedades y muertes. Evidentemente, esto tiene un carácter de clase, pues las comunidades afectadas se encuentran dentro las clases desposeídas, proletarias, trabajadoras.
Dentro del contexto recién mencionado, somos las mujeres de dichas clases, las que más sufrimos y vivimos el despojo y la contaminación, bien es sabido, por “datos oficiales” que la “pobreza tiene rostro de mujer”. Esto quiere decir que en los grandes despojos que se están llevando a cabo en amplias zonas del tercer mundo, son las mujeres las que pierden toda posibilidad de subsistencia debiendo migrar en pésimas condiciones, entendiendo que su acceso a la tierra tiene que ver con actividades de subsistencia a través del trabajo agrícola.
Es en ese sentido que históricamente las mujeres hemos estado vinculadas a las luchas por la defensa de los territorios, entendiendo además, el nivel de empatía que sentimos, en tanto nosotras mismas en nuestros cuerpos hemos vivido el despojo, la instrumentalización y el absoluto dominio y control sobre nuestros cuerpos. Cabe recordar que para lograr la imposición del capitalismo (hace 600 años aprox.), éste debió recurrir a cortar cualquier sabiduría y conocimiento acerca de nuestros cuerpos vinculados con la naturaleza, para lo cual demonizó nuestras prácticas, actuando de manera asesina y quemando en la hoguera entre 3 a 6 millones de mujeres acusadas de brujas. Es decir, tuvieron que quitarnos nuestros cuerpos y transformarlos en mercancía, para hacernos funcional al nuevo sistema económico que emergía. Es en este punto fundamental, en donde una vez más vemos la unión inseparable del poder capitalista y patriarcal, pues la naturaleza y las mujeres somos objetos a dominar. Y dicho despojo para las mujeres significa por ej. que rechacemos nuestros ciclos como la menstruación o la menopausia, que no podamos decidir sobre que llevamos en nuestros vientres con la prohibición del aborto, que vivamos el acoso callejero, y su expresión más brutal, los femicidios, en donde los hombres llegan a creerse dueños de nuestra posibilidad de vivir o morir, etc.
Es por esto que para nosotras la lucha por la defensa de los territorios pasa necesariamente por recuperar y rescatar nuestro primer territorio que son nuestros cuerpos, sobre todo, ante una nueva arremetida patriarcal en manos de los machos, en que los femicidios han ido en aumento (tuvimos 4 en la última semana). Es decir, nuestros cuerpos, con el que tocamos y sentimos la vida, están siendo sistemáticamente torturados y asesinados, sin lograr politizar hasta el día de hoy dichas situaciones, y por politizar nos referimos a la capacidad que tenemos de entender dichas situaciones como efectos de un poder dominante, asesino y no a acciones individuales.
Y entendemos que esta lucha por la recuperación de nuestros cuerpos, no se puede realizar en el aire, en lo abstracto, necesitamos de un territorio libre en el cual poder habitar e interactuar sin relaciones de poder y desde ahí construir relaciones nuevas que nos vayan liberando día a día; territorios habitados en comunidad que establezca un nuevo sistema de armonía y relación con nuestro medio natural.
Es un gran desafío pero que poco a poco con ciertas prácticas colectivas e individuales de autonomía, de rescate y respeto de la naturaleza, de contraposición abierta y constante contra las dinámicas del poder capitalista-patriarcal, vamos logrando pequeños aciertos, pequeños triunfos.
Es ahí donde radica la real posibilidad del cambio y de nuestra liberación. Necesitamos nuestros cuerpos libres y un territorio con el cual construir en armonía y libertad!