Por Juana Lucero / resumen.cl
Este es el primer libro de poesía de Greta Montero Barra (Coronel, 1986). Un libro cuatro en uno, pues se advierten claros argumentos que revelan las particularidades del universo poético de la autora. En la portada del libro azul apreciamos un muñeco/tonto/vacío -“dummie”- sentado sobre un retablo de madera sobre un piso de ajedrez. El “dummie” es una pieza en el tablero maquínico con el que ser humano ensaya “su” muerte. DUMMIES fue publicado en 2013 por Ediciones Inubicalistas (Valparaíso) y la ilustración de la portada fue realizada por Rodrigo Arroyo.
La primera parte del libro está poetizada por la figura del “dummie” desmitificado: “No es que le tenga aversión a los automóviles/ de doble cabina y de pronto/ y sin aviso yo quiera proclamar los derechos/ de un muñeco/ públicamente hecho para la muerte” (10). Este “dummie” introduce al lector en su cosmos y al igual que los humanos, también articula el estado aquel en que “se amanece cada día con mejores sentimientos” (11). Los dummies invadirán la tierra y esto sólo se resolverá con la señora K al desenvolver el primer dummie como el anuncio de una memoria apocalíptica.
En el segundo conjunto de textos: “No somos diosas”, la autora desmitifica el parto y propone la técnica: “Una section caesarienne/ puede ser la mejor solución para una hembra de estrecho/ canal en la calle Lumen/ (25). Por otro lado, en “Gestiones” advertimos la omnipresencia del Castillo de Kafka que, en pleno siglo XXI, viene a demorar el destino de los hombres en pos de un sistema catastrófico que aboga por la tramitación y, al mismo tiempo, a la “bondad” del sujeto que nos tramita: “Ya me lo decía el hombre del matasellos/llene las formas firme abajo y veremos/qué hacer por usted sin recargo ni gastos de envío/ (27).
“Sigilo” comienza con una re-escritura del mito de Aquiles y Penélope. Un trailer en mayúsculas que sitúa a los personajes y sus circunstancias en Concepción. Una desmitificación sudaca donde la relación amorosa permite testificar el propio mito con el Bíobio de fondo donde Penélope y Ulises no tienen otra agnición que su amor revelado “EN LA CASA DE LA POETA ELLIS BELL”. Aquí, los textos están articulados en base a un encadenamiento dialógico que recrea poéticamente una historia amorosa con imágenes naturales: “Nunca comprendí lo que era una buganvilia” (44), “hacía poco habían echado abajo al gran árbol de la esquina” (46), “sabíamos que era difícil habitar donde viven las aves” (49).
Por último, en “Epílogo” accedemos a un poema que se construye a partir de la relación entre la autora y su hermana. En este texto se relatan las asimetrías de las niñas que luego se transforman en mujeres: “Rompimos un día el espejo de la pequeña Alicia/ y quemamos sus juguetes/ con la irracionalidad infantil de los adultos” (57). La separación de las hermanas se equilibra en la memoria con la nueva niña que aparece. La hija viene a cerrar ese círculo, esa relación truncada que se prolonga en la compañía de otro ser.